20 may 2010

Inocentes encarcelados

Un caso grave pero común en el sistema de procuración de justicia.

Columna JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
Por el nombre
Reforma, 20 mayo 2010.- "Qué hay en el nombre". Shakespeare
Por supuesto que me preocupa que el 94 por ciento de los delitos denunciados en México queden impunes. Pero más me preocupa el número de inocentes encarcelados. Éste es el caso de Aldo Christopher Granada González, quien se encuentra privado de su libertad desde hace casi siete meses. ¿Cuál es su delito? Que su nombre se parece al de un criminal llamado Christopher Aldo González Rivera, alias El Don.
El 4 de mayo pasado narré en esta columna el caso de un hombre, Juan Manuel Figueroa Pacheco, encarcelado por llamarse exactamente igual que un defraudador. El caso de Aldo es todavía peor, ya que aun cuando el criminal que cometió el delito del que se le acusa ya está en la cárcel, la jueza que lleva el caso no ha querido dejarlo en libertad.
Aldo fue detenido a punta de pistola y al parecer golpeado por agentes judiciales el 16 de noviembre de 2009 en Iztapalapa. Desde un principio era claro que no era la persona que se buscaba por el homicidio de María Fernanda Figueroa Torres. Todos los testigos señalaban como responsable al El Don y descartaban que el detenido, Aldo Christopher Granada González, tuviera algo que ver en los hechos.
Los agentes consignaron a Aldo ante el juez 44 de lo penal en el Distrito Federal porque, al parecer, esto les generaba un premio o recompensa; pero el juez dictó auto de libertad ante la clara equivocación de identidad. Como había otra orden de aprehensión en contra del El Don, Aldo fue consignado nuevamente, ahora ante el juez 22. A pesar de los testimonios y pruebas que señalaban que no era la persona buscada, se le dictó auto de formal prisión el 26 de noviembre. El juez dijo que tenía rasgos -como cejas y orejas- similares a los del delincuente.
Todos los testigos negaron que Aldo fuera responsable del delito y ratificaron que éste había sido cometido por El Don, de quien manifestaron tenía características físicas diferentes. El propio padre de la víctima así lo señaló. Insatisfecho con el proceso, de hecho, promovió el cambio al juzgado 56 de lo penal a partir del 16 de diciembre de 2009.
Los testigos ratificaron una vez más sus declaraciones sobre la inocencia de Aldo y la responsabilidad de El Don. Los propios agentes investigadores de la policía judicial también lo señalaron.
El pasado 13 de enero pareció que terminaría la pesadilla al ser detenido en Sinaloa Christopher Aldo González Rivera, a quien se puso a disposición del juez 44 de lo penal por el homicidio de María Fernanda. El propio padre de la víctima solicitó la liberación de Aldo y presentó al juzgado 56 copia del auto de formal prisión de El Don.
A pesar de este cúmulo de pruebas, la juez 44, Beatriz Elena Moreno Cárdenas, negó el desvanecimiento de datos y la liberación de Aldo. Argumentó que el proceso debía seguir su curso y desahogarse hasta el final. Mientras tanto Aldo sigue en la cárcel, deprimido, deteriorado en su salud, sin haber podido conocer a una hija nacida hace seis meses.
Así parece ser la justicia en nuestro país. Pocos son los delincuentes detenidos, mientras que muchos de los presuntos responsables consignados para aumentar la estadística de crímenes resueltos son inocentes.
El caso de Aldo Christopher sería un digno cuento de Kafka. Una vez que el Estado mexicano se equivoca, se niega a reconocer su error, aun cuando sea uno tan notorio como éste. Sólo en México puede un hombre llevar siete meses en la cárcel sólo por tener un nombre similar al de un criminal.
Píldora del día siguiente
Se espera que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia vote hoy sobre el tema de la norma oficial de salud que prescribe la píldora del día siguiente en caso de violación de una mujer. Los ministros, sin embargo, no definirán la pregunta crucial de si la vida comienza o no en el momento de la concepción. Su fallo tendrá que ver simplemente con la definición de si le corresponde al gobierno federal establecer las normas de salud pública.

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