5 ene 2011

CSG, Aguayo y de nuevo Primitivo y la NED

Textos publicados y una carta de primitivo
Sergio Aguayo Quezada / 'Va porque va...'
Reforma, 5 enero 2011,,
La miscelánea
En mi columna "Aspirante a líder" (15 de diciembre de 2010) incurrí en una imprecisión: en el juicio por difamación que gané en los tribunales mexicanos no fueron declaradas ilícitas las 29 publicaciones que presenté. Como ya habían prescrito 27, sólo fueron dos las calificadas como ilegales. Sin embargo, esos textos contenían lo esencial de la información falsa de los otros escritos. Aclaración hecha a sugerencia del abogado del demandado. (o sea Primitivo Rodríguez?)
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Aspirante a líder/Sergio Aguayo Quezada
Reforma, 15 de diciembre de 2010;
Para Carlos Salinas de Gortari "México está en peligro" y su propuesta de salvación viene en su libro: Democracia republicana. Ni Estado ni mercado: una alternativa ciudadana.
Un obstáculo a su proyecto son los "intelectuales orgánicos" que "dominan hoy el debate de las ideas" y presentan "versiones simplificadas de la realidad" en las cuales "domina el estereotipo". Los personaliza con Jorge Castañeda, Enrique Krauze, Lorenzo Meyer y el autor de esta columna. Su planteamiento es "discutir con ellos y cuestionar sus posiciones con miras a construir una nueva hegemonía que parta de la sociedad civil". Respondo a sus críticas y reseño su libro.
En las dos páginas y media que Carlos Salinas me dedica, hace suyas las añejas acusaciones de que estoy "vinculado con agencias extranjeras [de Estados Unidos] especializadas en operaciones de espionaje e intervención". Aparece entonces la primera gran debilidad de su texto: el autor ignora información que lo contradice. En este caso no aclara que demandé judicialmente al principal difamador y que en agosto de 2007 la Suprema Corte ratificó el fallo de un tribunal que había calificado de ilícitas 29 publicaciones, y le ordenó indemnizarme con 400 mil pesos. El difamador me solicitó un descuento de 90 por ciento. Se lo concedí, me pagó aceptando tácitamente su responsabilidad y cesaron ese tipo de calumnias (toda la información en www.sergioaguayo.org).
Otra debilidad es que el autor no discrimina entre fuentes. En el capítulo dedicado a los intelectuales orgánicos cita a pensadores de izquierda como Antonio Gramsci y Eric Hobsbawm para luego darle valor a textos poco confiables. Recurre a Pepe Grillo, sección de chismes sin verificación documental del diario La Crónica de Hoy, para sostener la versión de que fui empleado del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Cisen. Nunca lo fui, pero sí investigué la dependencia cuando estaba preparando el libro, La Charola. Para no utilizar espacio en esta columna puede descargarse gratuitamente el capítulo 1 de este libro en www.sergioaguayo.org, en donde explico con todo detalle cómo accedí a los archivos de la Dirección Federal de Seguridad que entonces custodiaba el Cisen.
Salinas también me acusa de manipular evidencia para presentar una "visión distorsionada y parcial de la realidad" cuando escribo sobre "diversos personajes". Lo asegura pero no lo demuestra porque una tercera debilidad de su libro son las ambigüedades e imprecisiones (en el espacio que me dedica detecté 14).
La revisión de otras partes de Democracia republicana me permite asegurar que estamos ante un libro poco riguroso, que divaga constantemente y que omite información de manera deliberada. Eso empobrece el diagnóstico y las soluciones propuestas. Por ejemplo el ex Presidente se indigna con la "pésima calidad educativa" pero al proponer soluciones hace malabarismos para exculpar al poderosísimo sindicato magisterial. Es tan cauteloso que en ninguna parte del libro menciona a Elba Esther Gordillo, la lideresa que él puso en el cargo en 1989 y que se ha convertido en la política más poderosa de este país (a costa de la educación).
Esas fallas reducen a una enumeración de buenas intenciones el capítulo dedicado a su tesis de que estamos en la "hora de los ciudadanos participativos" que deben organizarse en "agrupaciones independientes del Estado". Comparto la prioridad que concede a la participación ciudadana pero me sorprende que no discuta la manera en que enfrentarán a partidos decididos a reducir al mínimo la incidencia social en la vida pública.
Carlos Salinas es un político en busca de lugar. Se rebela contra el retiro y eso se advierte en los últimos párrafos donde recuerda que cuando fue Presidente, el liberalismo social tuvo una "oportunidad como gobierno" que no pudo "institucionalizarse y consolidarse como alternativa". Exhorta entonces a la ciudadanía a tomar la bandera de ese liberalismo para librar una "lucha de posiciones, de desgaste del adversario" que incluye la confrontación con "ideas frescas a la sofisticada propaganda" de los intelectuales orgánicos que tanto detesta. Nada dice sobre el papel que jugará su partido, el PRI, en esta movilización.
En el fondo Carlos Salinas se autopropone, con discreción y modestia, como dirigente social y el libro es una dispersa disertación de 975 páginas. Ya veremos si logra convencer a un sector de la ciudadanía. Por ahora estamos ante las divagaciones y las adjetivaciones de un aspirante a líder social.
Las citas del libro de Carlos Salinas provienen de las páginas 11, 537, 723, 721, 21, 695, 25, 722 y 723 respectivamente.
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1. Aguayo saca a la NED de la foto.
A la agencia estadounidense Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) le fue con Sergio Aguayo como a León Trosky con José Stalin: la sacaron de la foto.
En su reciente libro, Vuelta en U, Aguayo destaca el papel de los “actores externos” en la transición democrática de México. A pesar de ello, no menciona siquiera una vez a la NED, organización clave en observaciones electorales, en especial la presidencial de 1994. Además, sin la asesoría y patrocinio económico de la NED no habría subsistido Alianza Cívica, ONG creada entre otros por Sergio Aguayo, Rogelio Gómez Hermosillo y Emilio Álvarez-Icaza. Más aún, la vida de Aguayo, incluidos sus bienes e ingresos, podría dividirse en antes y después de su relación con la NED.
A mediados de los años 80 del siglo pasado, Estados Unidos decidió cambiar la forma en que se gobernaba México. Entre los hechos que convencieron a Washington de hacer cuanto fuese necesario para sacar al PRI de Los Pinos estuvieron la corrupción, el fraude electoral, las crisis económicas y financieras, la complicidad con el narcotráfico y el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena. Pero la mayor razón para tomar esa decisión fueron las iniciativas mexicanas de diálogo y paz en Centroamérica, opuestas a los intereses geopolíticos y a la guerra de Estados Unidos contra el gobierno sandinista y las insurgencias armadas en El Salvador Y Guatemala. Los gobiernos del PRI habían dejado de ser útiles y confiables para Washington.
A la NED y a sus brazos operativos –el Instituto Nacional Demócrata, el Instituto Republicano Internacional, el Centro para la Iniciativa Privada Internacional, y el Centro Americano para la Solidaridad Laboral Internacional- correspondería llevar a cabo parte de la tarea para lograr la entrada del PAN a Palacio Nacional.
En 1988 la NED inicia el financiamiento y asesoría a ONG opositoras al PRI. En la lista de esas ONG estuvieron de 1988 a 1994 Democracia, Solidaridad y Paz Social (DEMOS PAZ), Consejo para la Democracia, Frente Cívico Potosino, Movimiento Ciudadano por la Democracia, Mujeres en Lucha por la Democracia, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, y Alianza Cívica.
2. Aguayo pone llave a su correspondencia con la NED.
En su libro de fuentes documentales publicado este mes, La transición en México, 1910-2010, Aguayo no incluye la correspondencia postal y electrónica que ha tenido con la NED, con su brazo operativo el Instituto Nacional Demócrata y con su “red de redes global” el Movimiento Internacional para la Democracia. Correspondencia ésta que es de igual o mayor importancia a la de cualquier otra fuente que Aguayo publica en ese libro.
Desde hace más de doce años he pedido a Aguayo haga pública dicha correspondencia por ser de interés general. Estudiantes, académicas/os y periodistas podrían examinarla para conocer qué papel ha jugado Estados Unidos de los años 90 a la fecha para bien o para mal de la democracia. No lo ha hecho.
Con todo, si alguien encuentra esa correspondencia en el libro La transición en México, 1910-2010, o en el archivo digital que lleva adjunto, le agradecería me lo haga saber para retractarme de lo aquí dicho, y también, para obsequiarle las obras completas de Julian Assange.
3. Aguayo y Wikileaks.
Sergio Aguayo sostiene que la NED es una ONG independiente que promueve la democracia en el mundo sin interés distinto a este noble propósito. La NED sería una especie de Madre Teresa de la democracia.
¿Por qué, entonces, Aguayo decidió borrar a la NED de la foto en que aparecen, bien peinados y boleados, otros actores de menor peso? ¿Creyó Aguayo que si daba a la NED el lugar que merecía en Vuelta en U alimentaría las sospechas de que trabaja para el gobierno de Estados Unidos, de que es agente de la CIA? Por otra parte, ¿la correspondencia de Aguayo con la NED, el Instituto Nacional Demócrata, y el Movimiento Mundial por la Democracia revelaría secretos más apetitosos sobre la intromisión estadounidense en México que las filtraciones de Wikileaks?
Por borrar a la NED de la foto y esconder en la castaña su correspondencia con ella, Aguayo dejó desabridos y sin picante los recientes libros que publicó.
Primitivo Rodríguez Oceguera
P.D. En respuesta a las referencias que sobre un servidor hizo Aguayo el pasado miércoles en Reforma, ese mismo día mandé la siguiente carta al diario. Espero que sea publicada, aunque Aguayo se opusiera.
Alejandro Junco de la Vega
Director General
Reforma
México, DF.
15 de diciembre, 2010.
Señor Director:
En su artículo para Reforma “Aspirante a líder,” del pasado miércoles 15, Sergio Aguayo recurre a mentiras al hablar de la demanda civil por difamación que presentó contra un servidor. Peor aún, no menciona mi nombre para evitar que haga uso del derecho de réplica y exhiba su falta de honestidad intelectual.
Contrario a lo que escribe Aguayo, la Suprema Corte de Justicia no falló sobre si había yo lo había difamado, materia que no le correspondía, sino sobre la constitucionalidad de la Ley de Imprenta.
Por otra parte, no solicité a Aguayo “un descuento de 90 por ciento” de los 400 mil pesos de castigo que me impusieron Magistrados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. Le dije que tal castigo era desproporcionado e injusto, entre otras razones porque a fin de establecer la reparación económica, los Magistrados no investigaron, como ordena la ley, los ingresos y bienes de Aguayo, que son millonarios. Por lo mismo, le propuse darle el doble de lo que fija como techo de reparación económica la ley sobre derecho al honor del D.F.
Aguayo ignora en su artículo el dato que más importa y que conoce bien: el caso de su demanda se encuentra actualmente para dictamen en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) debido a las serias irregularidades legales en que incurrieron los Magistrados que me condenaron, y a la mentira en que está fundamentada la demanda: que acusé a Aguayo de ser agente de la CIA.
Para no caer en dimes y diretes, invito a Aguayo a un debate público sobre lo que aquí afirmo y cuanto guste añadir sobre mi persona. Si respeta su palabra, aceptará feliz esta invitación.


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