21 may 2011

Felipe Calderón en Ciudad Juárez, de nuevo

Sesión solemne del Congreso de Chihuahua, que se instaló en el teatro Hugo Rascón Banda. Ciudad Juárez, Chihuahua. 
El Presidente Calderón dijo que no se puede enfrentar al crimen organizado con un Estado desorganizado, y pidió a la clase política a respaldar la estrategia de seguridad sin regateos ni recriminaciones, así como a dejar de escudarse en la división de poderes, el federalismo y "los colores partidistas”.
Al conmemorar el centenario de la firma de los acuerdos de Ciudad Juárez, hecho conocido como el del triunfo político de la Revolución Mexicana, el Ejecutivo Federal definió como un reto lograr que la pluralidad en el ejercicio del poder no sea un obstáculo para unir esfuerzos en tareas como la depuración de altos mandos deshonestos.
"Podemos ser recordados como la generación que se perdió en la división, en el encono, en la irresponsabilidad. Una generación que se escudó en la división de Poderes, de órdenes de Gobierno, en colores partidistas para hacer lo que no debía hacer, y para no hacer lo que debía. Una generación, simple y sencillamente, que enterró sus talentos y culpó al otro de lo que pasaba", describió.
Y en seguida perfiló el escenario contrario que, según argumentó, implica "sacudirnos inercias" para respaldar la estrategia anticrimen. "Dejar atrás recriminaciones y señalamientos absurdos", pidió.
Celebró la aprobación a nivel estatal de la prisión vitalicia y exhortó al Congreso de la Unión a discutir y votar la iniciativa que le envió en 2007, en la que se establece ese castigo para los casos de secuestro, en el que se mutila o asesina a las víctimas.
El Presidente en Sesión Solemne del Congreso de Chihuahua
Ciudad Juárez, Chihuahua, 21 de mayo del 2011
Señor licenciado César Horacio Duarte Jáquez, Gobernador del Estado de Chihuahua.
Señor Diputado René Franco Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva del Congreso.
Magistrado Javier Ramírez Benítez, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Señoras Diputadas, señores Diputados al Congreso del Estado de Chihuahua.
Señores ex Gobernadores de esta entidad.
Señores Senadores.
Señoras y señores Legisladores Federales.
Muy distinguidos invitados especiales.
Amigas y amigos:
Agradezco muy sinceramente la invitación de este Honorable Congreso del Estado de Chihuahua para participar, con la representación de la República, en esta importante fecha.
En efecto, nos hemos reunido en Sesión Solemne para conmemorar el Centenario de los Tratados de Ciudad Juárez, que culminaron la Gesta iniciada por don Francisco I. Madero, a fin de derribar una dictadura de más de 30 años, que conculcaba los derechos y las libertades de los mexicanos.
Probablemente, la población aún conoce poco de la enorme dimensión de esta Gesta histórica. Porque, a final de cuentas, los Tratados de Ciudad Juárez marcaron el triunfo de la Revolución, aquel 21 de mayo de 1911.
Ya después vendrían otros problemas vinculados al propio movimiento, y quizá la victoria. La división entre las filas revolucionarias, la traición, el cobarde asesinato del propio Madero.
Ya después vendría la lección, una y tantas veces repetida en la historia nacional: la división entre los mexicanos, las guerras entre los mexicanos, las incomprensiones son, a final de cuentas, un factor que ha debilitado a nuestro país.
Pero también la lección de aquel 21 de mayo de 1911, es que unidos vencemos, es que unidos avanzamos. Tras haber agotado la vía institucional ante el dictador Porfirio Díaz para generar el cambio democrático, Madero se vio obligado a llamar a un levantamiento armado el 20 de noviembre de 1910.
Hay que recordar que el propio Díaz se había alzado, en la Revolución de Tuxtepec, con la bandera del Sufragio Efectivo y la No Reelección, casi 30 años antes. Y, sin embargo, la ambición del poder lo había hecho aferrarse a la Presidencia de la República y convertir su gobierno en una dictadura.
Al llamar al movimiento armado en el Plan de San Luis, el Apóstol de la Democracia escribía: Sólo el pueblo, haciendo un esfuerzo enorme y logrando vencer a la dictadura, podrá hacer que se respeten sus libertades y sus derechos, a fin de que la democracia sea un hecho en nuestro país.
Perseguido por el régimen, Madero se había refugiado en los Estados Unidos. Y en febrero de 1911 cruzó la frontera nuevamente hacia México con 130 hombres, apenas. Pero, poco a poco conjuntó un Ejército con patriotas que anhelaban un México de libertades. Y así, en mayo de aquél año, el Ejército Revolucionario sitió Ciudad Juárez, y el 10 de mayo está ciudad fue tomada por las tropas de Pascual Orozco y Francisco Villa.
Anoche inauguramos el Museo de la Revolución en la Frontera, en el edificio que fue la Aduana de México aquí, en Ciudad Juárez.
Es impresionante ver el material cinematográfico que ha sido rescatado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en mi Gobierno, y que recoge casi cuatro horas de material fílmico de aquellos momentos.
Y tengo muy presente la escena en que Madero aparece junto con sus principales oficiales, su Estado Mayor, sus principales colaboradores, sus hermanos, su padre; estaba también ahí Pascual Orozco, Francisco Villa, Venustiano Carranza, estaban en Juárez, están escribiendo la historia nacional que hoy, en una sesión como ésta, podemos conmemorar en paz y con orgullo.
Dice la historia que cerca de las 10 de la noche de ese 21 de mayo de 1911, ahí mismo, hace 100 años, alumbrados por los faros de un automóvil, y al pie de las escaleras, de lo que entonces fue, precisamente, el edificio de la Aduana de Ciudad Juárez, se firmaron los acuerdos que pondrían fin a la dictadura de Porfirio Díaz. Él tendría que renunciar a la Presidencia.
Por parte del iniciador de la Revolución, estaban ahí Francisco Vázquez Gómez, su negociador; José María Pino Suárez, quien a la postre fuera su Vicepresidente y fuese asesinado cobardemente junto a él; estaba su padre, don Francisco Madero. Y por parte del Gobierno porfirista, estaba Francisco S. Carvajal.
Se acordó, ahí, en los Tratados de Paz de Juárez la renuncia de Porfirio Díaz y del Vicepresidente Ramón  Corral y, al mismo tiempo, que se estableciera una Presidencia provisional, de Francisco León de la Barra, con la convocatoria a unas nuevas elecciones, en el marco de la Constitución, así como el cese de las hostilidades en todo el territorio nacional.
La Revolución había triunfado en Ciudad Juárez, el 21 de mayo de 1911. Díaz saldría exiliado pocos días después del país. Nunca volvería.    .
La causa democrática de Francisco I. Madero, sus ideales y sus anhelos, y su lucha y su afán habían triunfado. Ahí, en el museo, se recoge otra frase, también, inmortal de Madero: Como estoy convencido de que el alma es inmortal,  para mí la muerte no existe, decía.
Y con ello, también triunfaba el anhelo de hacer respetar la Constitución de 1857, triunfaba la democracia, triunfaban las libertades consagradas, precisamente, por una Constitución liberal, donde México había establecido, hasta entonces, prácticamente de forma, pero no de fondo, de palabra, pero no de hecho, la democracia, que, finalmente, conoció la República al triunfo de Madero, una vez celebradas las elecciones extraordinarias.
Se abrió en aquel 1911, y aquí, en Ciudad Juárez, precisamente, no sólo una nueva esperanza para México, sino un capitulo nuevo de la historia Patria.

Hoy,  100 años después,  guiados por la Gesta de Madero, los mexicanos vivimos en un régimen de libertades, garantizadas por la Constitución; vivimos un sistema democrático, donde se respeta el voto y la voluntad ciudadana, un sistema donde la diversidad de pensamiento, de cultura y tradición se ve reflejada en la pluralidad política.
En los  últimos años, la democracia nos ha permitido avances fundamentales. Las libertades ciudadanas, la libertad de expresión y de reunión no es coartada por el Gobierno.
Se ejercen a plenitud las libertades políticas y se respetan sin cortapisas las opiniones, así sean las más acres o, incluso, las más infundadas opiniones.
Se ha restituido a plenitud la división de poderes. Las entidades federativas son, verdaderamente, libres y los municipios son autónomos, como lo marca nuestra Carta Magna.
La pluralidad política ha tomado carta de naturalización. Existe un Poder Ejecutivo, representado por un partido político votado en las urnas, y existe un Congreso de la Unión, donde ese Ejecutivo no tiene mayoría.
Existen y seguirán existiendo Gobernadores de partidos distintos al Presidente, y habrá, y hay presidentes municipales de todas las filiaciones políticas, que pueden o no ser distintas a las de los Gobernadores y a la del Presidente de la República, a la vez. Esto es parte ya de nuestra vida democrática.
El Poder Judicial, en particular, la Suprema Corte de Justicia establece resoluciones contrarias, muchas veces, a los Poderes, tanto al Ejecutivo, como al  Legislativo. Y eso se toma, precisamente, como parte de la vida democrática y constitucional, que tanto trabajo ha costado a México conseguir y que hoy tenemos.
El gran reto, el gran reto ahora, cuál es.
El gran reto ahora de los actores políticos es hacer efectiva, es hacer dinámica y es hacer generadora de resultados positivos para los ciudadanos, la pluralidad. La pluralidad que tenemos en el marco de la democracia y el federalismo, para que ella, la pluralidad, se convierta en una fuerza, precisamente, para el progreso, la justicia, la libertad y la paz, y no en un obstáculo para el funcionamiento del Estado Mexicano, particularmente, señores, cuando tenemos frente a nosotros desafíos tan grandes, como el de asegurar el imperio de la ley y garantizar la seguridad de los ciudadanos en todo el territorio nacional.
Siempre he pensado acerca del significado de tener, como tenemos nosotros, esta generación, el privilegio de vivir y rememorar, tanto 200 años del Inicio de la Independencia de México, como el Centenario de la Revolución.
El encontrar el significado de cada acto que conmemoramos; el entender qué significó la Revolución y cuál es la trascendencia, precisamente, de los tratados que, al menos en su fase inicial, le pusieron fin los Tratados de Juárez.
Y en cada lección de esta historia que maravillosamente, afortunadamente nos ha tocado conmemorar y revivir, llego a la misma conclusión: Que si a los héroes de la Patria, los iniciadores de la Independencia, o a los héroes de la Revolución; que si a Madero, o a Villa, o a Carranza les tocó conquistar las libertades que hoy disfrutamos, a nosotros nos toca defender esas libertades y ampliarlas para beneficio de los que vienen.
Hoy la delincuencia y la impunidad, la violencia que éstas generan, son amenazas reales que ponen en riesgo nuestra democracia y las libertades que hemos conquistado. Y se trata de un desafío que va más allá de posiciones políticas o partidistas, mucho más allá de cualquier interés inmediato. La corrupción, la ilegalidad, la falta de justicia, son hoy retos de magnitudes históricas, que los mexicanos debemos enfrentar con unidad de propósito, con unidad de esfuerzos y sin regateos para el esfuerzo común.
Ante un desafío como éste, que compete por igual a todos los órdenes de Gobierno, de acuerdo con nuestra Constitución, tenemos que actuar con visión de Estado, debemos ir más allá de nuestras legítimas y comprensibles diferencias, y poner por encima, todos, poner por encima el interés superior de la Nación.
Madero decía, pienso que escribiendo para los suyos en su tiempo, pero también para todos nosotros, los mexicanos de hoy: Que los odios entre hermanos hacen perder la noción de patriotismo, pues ciegos por la ira sólo desean ardientemente la ruina de sus enemigos, aunque arrastren a la Patria en su caída.
Que ese nunca sea nuestro caso. Debemos guiarnos por un federalismo bien entendido y bien ejercido. Un federalismo que en vez de dispersar esfuerzos, potencie nuestras capacidades y que alinee las acciones de todos los órdenes de Gobierno.
Debemos guiarnos por la acción común y entender que tenemos enemigos comunes, que están, precisamente, asolando a nuestras familias, a nuestros pueblos, a nuestras ciudades.
Que en ese esfuerzo y en ese afán, si es Patria unida la que combate en ese esfuerzo y en ese afán, la Patria vencerá, como nuestra historia lo ha demostrado.
Es por eso que aprecio y agradezco al señor Gobernador no sólo sus palabras, sino también la voluntad de entendimiento y cooperación que hemos encontrado en su Gobierno, y que nos ha permitido avanzar de manera consistente, por cierto, en los últimos meses, en nuestro esfuerzo por restituir a Juárez la seguridad pública y resarcirle la grandeza a esta gran ciudad.
Celebro, desde luego, que aquí, en el estado, se haya aprobado, como él ha mencionado, la prisión vitalicia para ciertos delitos, y respetuosamente exhorto al Congreso de la Unión para discutir y votar la iniciativa que presenté en el año 2007, y que, precisamente, establece la prisión vitalicia para los casos de secuestro, en el que se mutila o asesina a las víctimas.
Sé que Ciudad Juárez aún sufre. Sé  que hay pena, dolor, angustia de muchas familias. Pero también sé que hay, desde luego, un futuro distinto y mejor para Juárez si seguimos trabajando juntos y afanosamente, sin descanso y sin desistir de nuestro anhelo de tener una ciudad en paz.
Precisamente, a sabiendas, incluso, de que esta es una tarea de largo plazo, de que requiere una acción integral,  que implica, por un lado, enfrentar, detener y vencer a los criminales, pero por el otro construir instituciones de seguridad y justicia modernas,  confiables, capaces, bien equipadas, bien entrenadas,  bien pagadas.
Y por otro más, y fundamental: restituir el tejido social perdido, y que es la causa social de la violencia misma. A sabiendas de que esto no es tarea ni de un día ni de un año, sino que requiere el esfuerzo  constante de sociedades y Gobierno, también podemos decir ahora que la cooperación no sólo nos permitirá avanzar en el futuro, sino ya, finalmente, nos está permitiendo avanzar en el presente.
Que por eso, como analizábamos ayer, entre octubre y abril, los homicidios en Ciudad Juárez se han reducido en casi  un 60 por ciento.  que eso puede variar. Sé que seguramente habrá variaciones y sobresaltos, porque la perversidad de los criminales sigue ahí. Pero debemos perseverar en nuestro esfuerzo, perseverar en él y no detenernos, hasta alcanzar la paz, la victoria, la seguridad  que buscamos para Ciudad Juárez.
Tenemos que trabajar juntos para  fortalecer las instituciones democráticas que hemos construido, con el esfuerzo y el sacrificio de muchos grandes mexicanos. Tenemos que perfeccionarlas y blindarlas para que no puedan ser erosionadas por la corrupción o la impunidad
Tenemos que seguir el afán de que florezca en nuestro pueblo los frutos de la democracia, por la cual Madero se levantara en armas y triunfara en Juárez.
Hemos dado pasos muy importantes, por cierto, para acercarnos a esos objetivos. Uno de ellos, por ejemplo, es la Reforma Constitucional, aprobada antes en Chihuahua y aprobada en el Sistema Nacional de Justicia Penal, que los tres órdenes de Gobierno hemos emprendido para darle mayor transparencia, mayor eficiencia a la administración y procuración de justicia.
Chihuahua ha avanzado en ello, y es vital ahora que analicemos esa valiosa experiencia para reproducir sus aciertos, y también para corregir sus insuficiencias, y que éstas no estén presentes en otras legislaciones del país y se corrijan, como muchas se han corregido, aquí, en la Legislación local, misma.
Queda mucho camino por hacer chihuahuenses, y ese camino tenemos que recorrerlo juntos. Para ofrecer seguridad, necesitamos institucionales confiables, y un paso indispensable para ese fin, es que cada entidad federativa y cada nivel de Gobierno, depure y profesionalice a sus cuerpos policiales; que se cuente con un centro de control de confianza, que sea un instrumento, si bien, es cierto, insuficiente, sí indispensable para tener mayor confiabilidad en las policías que deben cuidar a los ciudadanos y no a los delincuentes.
Tener policías confiables. Rescatar la confianza de los ciudadanos en los policías a partir de que los ciudadanos saben que quien los cuida es verdaderamente un servidor público honesto y comprometido con la seguridad.
Contar con grupos antisecuestros, certificados, confiables, eficientes que trabajen enfáticamente en erradicar la lacra del secuestro, la extorsión o el cobro de derecho de piso.
Que todos los encargados de seguridad, en particular los altos mandos, demuestren con su evaluación y con su trabajo, que están a la altura de la responsabilidad que han asumido.
Tener el valor como sociedad y como Gobierno de revisar a nuestros cuerpos, de rescatar a los miles de policías que son honestos, que son mayoría, pero que muchas veces están atrapados en la disciplina de mandos que no son honestos, como esos policías que trabajan día con día, no sólo por llevar su sustento, sino por cuidar a sus vecinos y conciudadanos.
Depurar nuestros cuerpos policíacos empezando por altos mandos, porque bien decía José Ángel Conchello, en paz descanse: Para combatir la corrupción no hay que olvidar que las escaleras deben barrerse de arriba para abajo. Son ejemplos concretos de medidas que no podemos seguir postergando.
Debemos también trabajar de manera cada vez más coordinada, como hoy lo estamos haciendo, cada vez con mayor esfuerzo conjunto en el Estado de Chihuahua. Porque no es posible enfrentar al delito sin considerar la fuerza de la delincuencia organizada, y no es posible enfrentar al crimen organizado con un Estado desorganizado.
Sé que unidos podemos superar cualquier desafío. Sé que unidos habremos de prevalecer por encima de los enemigos de México.
Finalmente, y no por ello menos importante, debemos corregir las causas sociales que son campo propicio a la violencia y a la delincuencia. La falta de oportunidades para los jóvenes, la falta de oportunidades para estudiar, para trabajar, para prosperar, para convivir, para hacer deporte.
Debemos ampliar esas oportunidades, y por eso el Gobierno Federal trabaja, trabaja sincera y esforzadamente por Ciudad Juárez.
Por eso, no los hemos dejado solos a los juarenses. Por eso, estamos invirtiendo más de tres mil millones de pesos, en poco más de un año, en construir nuevos campus universitarios, como la ampliación del Campus de la Universidad Autónoma de Juárez, como el del Instituto Tecnológico de Juárez, como las dos instalaciones de la Universidad Tecnológica de Juárez.
Por eso, estamos construyendo clínicas y hospitales. Por eso, hemos construido 10 centros comunitarios, por eso hemos restituido 14 espacios públicos, donde los jóvenes pueden, verdaderamente, convivir, sanamente, practicar deporte, como lo hicimos, o lo estamos haciendo, incluso, y precisamente, en la simbólica Villas de Salvárcar.
Pero, sobre todo, entre todos, políticos, gobernantes, partidos, Congreso, autoridades municipales, medios de comunicación, sociedad civil, ciudadanía, todos debemos trabajar para restituir los valores indispensables de la convivencia.
El valor de respeto a la vida, de respeto a los demás; el valor de respeto al bien, el entendimiento, precisamente, de que el hombre se realiza en el bien y que el bien debe prevalecer en el trato con otros; el valor de la legalidad, la cultura del cumplimiento de la ley.
Somos siervos de las leyes para ser libres, precisamente decía  Cicerón. Y esta frase escrita en la Suprema Corte de Justicia, debe ser una consigna para una sociedad urgida de esa libertad, como es Ciudad Juárez. Siervos de la ley, para ser libres, porque la ley es el único camino que podrá ordenar nuestra convivencia.
Restituir valores a nuestra sociedad, restituir el valor del respeto a los demás, restituir valores fundamentales que erradiquen algunos de lo que Mahatma Gandhi llamaba, los pecados capitales de la humanidad.
El pensar que hay riqueza sin trabajo, el comercio sin moral, el pensar que hay éxito sin esfuerzo. Tenemos que volver, precisamente, a estas reglas elementales, no sólo de la convivencia, sino del ser humano.
Tenemos que reconstruir nuestro tejido social. En eso estamos. Y estamos, lo digo en plural y en primera persona, porque el dolor de Juárez, las víctimas en Ciudad Juárez, la violencia en Juárez son un dolor que sentimos como nuestro, son una pena que sentimos como nuestra, son una tristeza y una indignación que es nuestra.
Por eso, para enfrentar ese dolor y esa pena, y hacer valer esa indignación en esfuerzo denodado por erradicar, precisamente, estos desafíos, aquí hemos estado y aquí estaremos en Ciudad Juárez. Porque nosotros en eso también somos juarenses, todos somos Juárez.
Señoras y señores.
Señoras y señores Diputados:
Hace 100 años la generación de revolucionarios que encabezó don Francisco I. Madero estuvo a la altura de la historia para dirigir el cambio democrático e impulsar el respeto a las libertades de los ciudadanos.
Hoy, nosotros estamos frente a un desafío de enormes proporciones, una prueba, verdaderamente, histórica, una prueba en la que los mexicanos del futuro habrán de juzgar lo mismo nuestros esfuerzos, que nuestros resultados.
Podemos ser recordados como la generación que se perdió en la división, en el encono, en la irresponsabilidad. Una generación que se escudó en la división de Poderes, de órdenes de Gobierno, en colores partidistas para hacer lo que no debía hacer, y para no hacer lo que debía. Una generación, simple y sencillamente, que enterró sus talentos y culpó al otro de lo que pasaba.
O, por el contrario, podemos sacudirnos inercias y dar un paso firme al frente con nuestra propia historia, la que aquí y ahora nos toca vivir. Dejar atrás recriminaciones y señalamientos absurdos, y legarle a las generaciones futuras de México un futuro de seguridad, de paz con justicia, de libertad con democracia y de prosperidad.
Podemos ser la generación que inició el fin de la impunidad y que inició la transformación de México en un país de leyes y de prosperidad.
Sé que pasamos por un  momento duro, por  un momento de tiniebla en Ciudad Juárez y en muchas regiones de México. Pero sé también, lo veo ahora, en que avanzamos en nuestro esfuerzo.  Y lo he visto siempre, precisamente, fundado  en la ley, en el ideal y en el México que muchos soñamos, que en el futuro, de perseverar nuestro esfuerzo de enfrentar y confinar y derrotar a los criminales, derrotaremos a los criminales.
Que si perseveramos en nuestro esfuerzo de construir  instituciones confiables, fuertes, capaces, de seguridad y de justicia, lo que hoy es un señalamiento sobre México, sobre Juárez, el día de mañana será  una fortaleza para la ciudad, y para el estado y para el país, y un gran activo para la República: ser un país de leyes, construidas por esta generación.
Que si perseveramos en nuestro afán de  dar a los jóvenes oportunidades de educación y de esparcimiento, el día de mañana esos jóvenes serán lo que hoy tanta falta nos ha hecho  a esta generación: esos jóvenes serán buenas ciudadanas, buenos ciudadanos, buenos mexicanos, comprometidos, sin cortapisas, con la República.
Ese es el México con el que soñó el Presidente Madero. Ese es el México que nosotros anhelamos. De todos nosotros, de nadie más depende que construyamos ese México por muy larga que sea la jornada, y por muy alto que sea el edificio que  queremos construir.
Permítanme concluir, señoras y señores, precisamente, con una cita del Apóstol de la Democracia, que hago propia en un lugar y  en un momento tan decisivo de nuestra historia:
Luchemos siempre con resolución y serenidad para demostrar la excelencia de las prácticas democráticas; asegurar para siempre nuestra libertad, y consolidar definidamente la paz, la paz de los pueblos, los libres, que tienen por apoyo la ley.
Muchas gracias.

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