28 dic 2011

A Margarita Debayle/Rubén Dario (1867-1916)

Margarita, está linda la mar,

y el viento

lleva esencia sutil de azahar;

yo siento

en el alma una alondra cantar:

tu acento.

Margarita, te voy a contar

un cuento.




Éste era un rey que tenía

un palacio de diamantes,

una tienda hecha del día

y un rebaño de elefantes.


Un kiosko de malaquita,

un gran manto de tisú,

y una gentil princesita,

tan bonita,

Margarita,

tan bonita como tú.


Una tarde la princesa

vio una estrella aparecer;

la princesa era traviesa

y la quiso ir a coger.


La quería para hacerla

decorar un prendedor,

con un verso y una perla,

y una pluma y una flor.


Las princesas primorosas

se parecen mucho a ti:

cortan lirios, cortan rosas,

cortan astros. Son así.




Pues se fue la niña bella,

bajo el cielo y sobre el mar,

a cortar la blanca estrella

que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,

por la luna y más allá;

mas lo malo es que ella iba

sin permiso del papá.




Cuando estuvo ya de vuelta

de los parques del Señor,

se miraba toda envuelta

en un dulce resplandor.


Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?

Te he buscado y no te hallé;

y ¿qué tienes en el pecho,

que encendido se te ve?»




La princesa no mentía.

Y así, dijo la verdad:

«Fui a cortar la estrella mía

a la azul inmensidad.»


Y el rey clama: «¿No te he dicho

que el azul no hay que tocar?

¡Qué locura! ¡Qué capricho!

El Señor se va a enojar.»


Y dice ella: «No hubo intento;

yo me fui no sé por qué;

por las olas y en el viento

fui a la estrella y la corté.»


Y el papá dice enojado:

«Un castigo has de tener:

vuelve al cielo, y lo robado

vas ahora a devolver.»


La princesa se entristece

por su dulce flor de luz,

cuando entonces aparece

sonriendo el Buen Jesús.




Y así dice: «En mis campiñas

esa rosa le ofrecí:

son mis flores de las niñas

que al soñar piensan en mí.»



Viste el rey ropas brillantes,

y luego hace desfilar

cuatrocientos elefantes

a la orilla de la mar.




La princesita está bella,

pues ya tiene el prendedor

en que lucen, con la estrella,

verso, perla, pluma y flor.



Margarita, está linda la mar,

y el viento

lleva esencia sutil de azahar:

tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,

guarda, niña, un gentil pensamiento

al que un día te quiso contar

un cuento.

Rubén Dario: Poeta nicaragüense nacido en Metapa, hoy Ciudad Darío, en 1867, y difunto en 1916.

Fue, sin duda alguna, uno de los poetas hispanoamericanos que más decididamente cambió el rumbo de las letras hispánicas.

Publicó sus primeros versos a los once años, y a finales del siglo XIX, ya consagrado, publicó "Azul", obra con la que se inició «oficialmente» el Modernismo Hispanoamericano.

Este poema infantil se lo escribió el poeta nicaraguense a la niña –tenía entonces 6 años- Margarita Debayle Sacasa de Pallais (nació el 4 de julio de 1900 en, León, Nicaragua  y  murió el 19 de diciembre de 1983, en Lima, Perú)
 El Doctor fue el médico de cabecera del poeta Rubén Darío, quienfue invitado a la casa de verano de la familia Debayle; fue ahí en una tarde cerca de la playa, sentado en una roca que escribió el famoso poema a la entonces niña Margarita, quien le había pedido que le escribiera un cuento en versos.

La pequeña Margarita Debayle Sacasa, al crecer, se casó y tuvo descendencia; tuvo tres hijos: Noël, Luís y María de Lourdes Pallais Debayle. Vivió la mayor parte de su vida en Nicaragua hasta un mes antes del triunfo de la Revolución Sandinista el 18 de julio 1979, que expulsó del poder a su sobrino Anastasio Somoza Debayle, hijo de su hermana Salvadora.

Margarita se trasladó por un corto período a Miami y finalmente a Lima, Perú, donde vivía su hija menor María de Lourdes. Falleció en Lima, Perú en Diciembre de 1983.

En mayo del 2010 sus cenizas fueron depositadas en la Catedral de León, Nicaragua, cerca de la tumba de Rubén Darío y la de sus padres.

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