4 dic 2011

Reunión en Mérida, Yucatán

Cumbres de la Alianza del Pacífico y del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, 6 7 5 de diciembre de 2011
En  Mérida, Yucatán,
Asisttieron  los Mandatarios de Chile, Sebastián Piñera; Colombia, Juan Manuel Santos, y Panamá, Ricardo Martinelli, así como del Canciller de Perú, Rafael Roncagliolo.
La II Cumbre de la Alianza del Pacífico es la culminación de intensos trabajos entre los países miembros, encaminados a formalizar una instancia que impulse la competitividad y el avance progresivo hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Los trabajos de la Cumbre se desarrollarán a lo largo de cuatro ejes temáticos: Comercio e integración; Servicios y capitales; Movimiento de personas y de negocios, y Cooperación y mecanismos de solución de diferencias.
Cabe destacar que en la primera reunión Presidencial, el 28 de abril, en Lima, los Mandatarios de Chile, Colombia, México y Perú, con la participación de Panamá como observador, suscribieron la Declaración Presidencial sobre la Alianza del Pacífico, para la conformación de un área de integración profunda, en el marco del Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano, que aliente la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de los países miembros.
El Mecanismo de Tuxtla fue instituido en 1991, a iniciativa de México. A lo largo de estos veinte años se ha consolidado como el principal foro mesoamericano de concertación, diálogo político y cooperación.
El Presidente Calderón durante la inauguración de la II Cumbre de la Alianza del Pacífico
Mérida, Yuc., 4 de diciembre de 2011
Muy buenas tardes.
Excelentísimo señor Sebastián Piñera, Presidente de la República de Chile.
Excelentísimo señor Juan Manuel Santos, Presidente de la República de Colombia.
Excelentísimo señor Ricardo Martinelli Berrocal, Presidente de la República de Panamá.
Señoras y señores Ministros.
Muy distinguidos invitados especiales.
Señor Canciller de la República del Perú.
Señoras y señores:
Me da muchísimo gusto el poder estar con ustedes en esta Inauguración de la II Cumbre de la Alianza del Pacífico.
A nombre del pueblo y del Gobierno de México, les doy la más cordial bienvenida a nuestro país y, en particular, a esta Ciudad de Mérida, Yucatán; un estado diverso y multicultural que encarna la tradición de hospitalidad y apertura de México al mundo.
Como decimos en México a los buenos amigos: Están ustedes en su casa. También, agradezco la hospitalidad del pueblo yucateco y meridano por permitirnos estar aquí.
La integración y la unidad política, económica y social de nuestra región es una aspiración viva y fundamental de nuestros pueblos. Estoy seguro de que la Alianza del Pacífico, que anunciamos el pasado mes de abril, es de gran trascendencia para impulsar esta integración y crear nuevas oportunidades que fomenten el bienestar de nuestras sociedades.
Es, a través de la integración, de una más libre circulación de bienes, servicios, capitales, personas, que nuestras economías puedan mejorar su competitividad y generar más crecimiento y más y mejores empleos.
Éste es el camino para salir adelante y triunfar en el complejo mundo en que vivimos.
Saludo, también, al doctor Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, e igualmente le doy la bienvenida.
Al igual que ustedes, queridos amigos y colegas Presidentes, estoy convencido de que tenemos todo para crear una de las zonas más competitivas y de mayor crecimiento en América Latina, y probablemente en el mundo, aprovechando nuestra vecindad con el Océano Pacífico.
El conjunto de nuestras economías representan más del 34 por ciento del Producto Interno Bruto de toda la región, y además, la suma de las importaciones y exportaciones totales de nuestros cuatro países, representan alrededor del 50 por ciento del comercio total de América Latina.
Hay que decir, además, que el comercio de Colombia, México, Perú y Chile, representa mucho más que todo el comercio exterior del Mercosur.
Es importante resaltar, amigas y amigos, que nuestras economías son, además, economías complementarias, que tenemos una ubicación privilegiada en la Cuenca del Pacífico, y que aquí, se encuentra, precisamente, uno de los principales motores del crecimiento económico mundial.
En efecto, si observamos el complejo panorama económico mundial hoy en día, observamos que la crisis económica, la más severa que tengan memoria las generaciones del presente a nivel mundial, ha afectado, singularmente a las economías más desarrolladas.
Mi conclusión es que el crecimiento económico, por lo menos en los próximos años, y desde luego en la presente década, no estará motivado ni por el crecimiento de los Estados Unidos, y mucho menos, por el crecimiento económico en Europa, que hoy debate y discute su viabilidad como una unión monetaria.
El crecimiento económico estará fundamentalmente explicado por el impulso de las economías en desarrollo y, particularmente, por el impulso, el crecimiento, de las economías de la Cuenca del Pacífico. Particularmente en América Latina, estados altamente productores de materias primas y de alimentos, también han registrado, y probablemente seguirán registrando, también, altas tasas de crecimiento.
En una palabra, si queremos verdaderamente, como todos queremos, impulsar el crecimiento y el empleo para nuestros pueblos, en un contexto de economía globalizada y de economías abiertas, la mejor apuesta, la mejor decisión económica y social que podemos hacer es, precisamente, vinculándonos a economías en crecimiento, y generando entre nosotros mercados mucho más amplios y mucho más profundos de lo que somos capaces de generar por nuestra cuenta y de manera aislada hacia adentro de nuestros propios países.
Ello no implica, ni mucho menos, que descuidemos nuestros propios mercados internos. Pero es una realidad que la potencialidad de crecimiento de nuestras economías está, precisamente, en el comercio internacional, con todas las ganancias del comercio internacional derivan: mejores precios y calidad en los productos para los consumidores, mejores insumos y mejor competitividad de los productores en un contexto de economía global, donde el mundo se hace uno y donde, precisamente, la suerte de los países está determinada por las posibilidades de crecimiento y de inversión.
En nuestra pasada Reunión de Lima, dimos un primer gran paso para concretar este mecanismo, y estoy convencido de que éste es el momento de reafirmar los principios y objetivos de nuestra alianza, de refrendar una agenda ambiciosa que impulse nuestras economías al futuro, y que aceleremos el paso a lo que hemos denominado: la integración profunda de nuestras economías.

En particular, pienso que debemos seguir focalizando nuestros esfuerzos en temas con mucho potencial para nuestros países, tales como la innovación en ciencia y tecnología, el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas.

La estrategia conjunta para enfrentar el cambio climático e impulsar a nivel global una política común, la cooperación de las agencias de promoción de exportaciones entre nuestros países.

La integración de nuestros mercados de valores pero, y sobre todo, la liberación del comercio que permita la libre entrada y salida de mercancías, de servicios, de inversiones y de personas entre nuestros países.

Facilitar la movilidad de personas es, en particular, un área que merece nuestra atención.

La auténtica integración tiene un componente económico, sin duda, pero, también, se construye por el acercamiento e interacción entre sociedades, así como por compartir en común valores, como la democracia, la libertad, la justicia y el respeto a los derechos humanos que, desde luego, nuestros Gobiernos y nuestros pueblos comparten.

Tengo la convicción de que al fortalecer nuestra integración profunda abriremos nuevas perspectivas para la incorporación a la alianza de otros países hermanos latinoamericanos.

Por eso, me da mucho gusto que en esta Cumbre nos haya acompañado nuestro amigo, el señor Presidente de la República de Panamá, Ricardo Martinelli. Hacemos votos porque este país hermano y muchos otros, pronto puedan ser miembros de esta alianza.

Se calcula que para el próximo año el crecimiento promedio de toda la Unión Europea será, con dificultad, la paradoja es que será con dificultad cero por ciento; es decir, si las cosas salieran bien para Europa tendrían cero crecimiento.

Para Estados Unidos, aunque con cifras más altas, ese crecimiento será, sin duda alguna, modesto. Lo mismo ocurre con Japón. Sin embargo, el crecimiento esperado, en promedio, para México, Colombia, Perú y Chile, será de 4.6 por ciento, y si se considera a Panamá, el crecimiento promedio será de 5.1 por ciento.

En otras palabras, para nuestros productores, para nuestros trabajadores, para nuestros comerciantes y para nuestros consumidores, el concretar una integración profunda entre los países latinoamericanos que tenemos rivera con el Pacífico y, en particular, entre estos cuatro o cinco países, significa abrir un potencial, que de otra manera no alcanzaremos mirando hacia otras partes del mundo, salvo el caso de otros países de Asia, que crecen significativamente y con los cuales varios miembros de la Alianza del Pacífico ya tienen vínculos sólidamente establecidos de carácter comercial.
Amigas y amigos:
Sabemos, finalmente, que el mundo vive ahora un momento complejo que nos llama a tomar definiciones claras para generar un crecimiento regional sostenido y dinámico.
Yo estoy convencido de que una mayor integración le dará a nuestros países todo lo que pueden ganar en beneficio de nuestras sociedades.
Hemos asistido, por otra parte, a diversos ejercicios de integración cultural y política de América Latina, señaladamente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que iniciáramos, precisamente, en México, cerca de aquí, en la Riviera Maya, y que se consolidara el día de ayer en la República de Venezuela. Sin embargo, todos los esfuerzos de integración, mientras no pasen la prueba de la integración económica y comercial, serán esfuerzos de integración parcial.

El esfuerzo que estamos haciendo en la Alianza del Pacífico es un esfuerzo inédito para la región.

Yo hago votos para que esta integración profunda no solo traiga lo que sabemos traerá, que son perspectivas de crecimiento y empleo para todos nuestros ciudadanos, sino también, y particularmente, que sea una aportación concreta, medible en términos de bienestar para la anhelada integración de los pueblos de América Latina.

El poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, dijo que América Latina no es un ente ni una idea. Es una historia, un proceso, una realidad en perpetuo movimiento y cambio continuo.

Teniendo presentes estas palabras, los invito a que, con optimismo, impulsemos los cambios que nos conduzcan a consolidar una región cada vez más fuerte y próspera en congruencia con el gran potencial de nuestras naciones.

Yo estoy seguro, señoras y señores, como he dicho antes, que ésta es la hora y ésta es la década de América Latina. Y la única manera de hacer ello realidad es integrando nuestras economías y apostando decididamente por los beneficios del comercio y del intercambio que están abiertos, ahí, para quien quiera tomarlos.
Yo espero, con interés, nuestras conversaciones y, nuevamente, sean bienvenidos a ésta su casa.
Y si me permiten, simplemente para darle paso a la Declaratoria solemne. Le pido que me acompañen para hacerlo de pie.
Siendo las 16 horas con 28 minutos del 4 de diciembre del 2011, en la Ciudad de Mérida, Yucatán, en México, declaro inaugurada la II Reunión Cumbre de la Alianza del Pacífico, haciendo votos para su éxito, que implica la prosperidad de nuestros pueblos.
Muchas gracias.
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El Presidente Felipe Calderón durante la Presentación sobre el G-20
 Mérida, Yuc., 4 de diciembre de 2011
Simplemente, quisiera compartirles, amigos Presidentes, una actualización del estatus de las discusiones que hemos tenido en el seno del G-20, porque para nosotros, para México, es muy importante compartir esta responsabilidad, la de participar en este grupo, con los países hermanos y socios de América Latina y, particularmente, la Alianza del Pacífico.

Como ustedes saben, a partir de esta semana, a partir del día 1, México asumió la Presidencia del G-20. Una responsabilidad muy delicada, porque es la primera vez que, no sólo un país latinoamericano sino un país en desarrollo la asume, y esperamos poder contar con la comprensión y el apoyo de todos ustedes para poder, por una parte, llevar una reunión exitosa que tendrá lugar en México, el día 18 de junio, en la Ciudad de Los Cabos, en Baja California Sur, pero, por otra parte, poder ser fieles portavoces de las inquietudes y los planteamientos de los países en desarrollo y, particularmente, de nuestros amigos de la Alianza del Pacífico.

Básicamente, el contexto del G-20 está marcado por esta terrible crisis global y, quizá, es el primer aspecto que rodea, envuelve y domina totalmente las discusiones del G-20, la crisis mundial y concretamente la crisis europea.

Nosotros hemos planteado algunas prioridades, a las cuales haré referencia. Pero, básicamente, el primer tema es, efectivamente, los riesgos para la estabilidad económica mundial.

Aquí hay, además, en ustedes, grandes conocedores de los temas económicos, tanto en el caso de la Alianza, los Presidentes aquí presentes, tanto el Presidente Santos, como el Presidente Piñera, que son verdaderos expertos en el tema, y creo que podremos platicar abundantemente de este asunto.

Yo me permitiría esbozar alguna, una visión de las cosas, tal y como las he percibido en la última reunión en Francia, en Cannes, hace algunas semanas.

Como sabemos, la economía, la estabilidad económica mundial está severamente comprometida a partir, en términos generales, si hubiera una palabra o un título que resumiera el origen de esa problemática serían los desequilibrios.

Primero. Severos desequilibrios fiscales al interior de las economías en sí mismas; desequilibrios fiscales que llevaron a muchos países europeos, Grecia es el más señalado, pero no es el único, a sostener déficits públicos, más bien, a mantener déficits públicos que resultaron, como era evidente, insostenibles. Déficit por arriba del diez por ciento de su PIB, y que ahora están marcando definitivamente, una verdadera quiebra de los países.

Desequilibrios, por otra parte. Desequilibrios en términos de balances, de cuenta corriente entre países.

Es evidente que a nivel mundial hay, particularmente, entre Estados Unidos y China, pero creo que todos nuestros países corremos la misma suerte, un severo desequilibrio en cuenta corriente, entre, por ejemplo, el superávit comercial y de exportaciones, el superávit de cuenta corriente de China, y el déficit que implica esto, economías como la norteamericana y muchas economías como las nuestras.

Y, por otra parte, también, un enorme superávit en cuenta de capitales que ha provocado una enorme acumulación, básicamente de reservas, también, en esa economía. Por señalar uno de los más significativos.

Ahora, yo recuerdo muy bien que en la experiencia que muchos de los países latinoamericanos tuvimos, si no es que todos, en los 70 y los 80, una buena parte de nuestros problemas derivaron, precisamente, por estos desequilibrios. Finanzas públicas llevadas a un excesivo gasto, muy, muy por encima de los ingresos públicos, déficits públicos recurrentes que implicaron un sobre endeudamiento de las finanzas de los gobiernos, y hasta hacer la deuda pública de nuestros países impagables.

Yo creo que poco, más o menos, toda proporción guardada,  esa es un poco la historia de muchos países de la Unión Europea. Déficits públicos que se fueron exacerbando, que se exacerbaron aún más en plena crisis económica, cuando había una especie de consenso de que había que acelerar el gasto de los países  para impulsar medidas contracíclicas en pleno momento de la recesión, lo cual tiene una lógica, ciertamente, pero, simple y sencillamente, las condiciones de sostenibilidad de las economías no fueron comunes, y muchas economías literalmente quebraron.

Yo recuerdo todavía en alguna reunión del G-20, si mal no recuerdo en Pittsburgh, en Estados Unidos. Aquí, el Presidente Moreno, me ayudará a recordar. En fin. Pero había una discusión, si era el momento de parar las políticas contracíclicas y diseñar una estrategia de salida, la famosa exit strategy, o bien, había que seguir con las políticas expansivas.

Y la conclusión del G-20, entonces, era que había que seguir con las políticas expansivas, porque no era el momento de declarar la victoria sobre la recesión, ya estábamos saliendo, eran finales de 2009 del momento más crítico.

En el caso de México, francamente no teníamos opción, tuvimos una recesión severísima en 2009, nuestra economía fuertemente vinculada a Estados Unidos, donde van el 83 por ciento de nuestras exportaciones, se vio dramáticamente afectada por el colapso del consumo americano.

Básicamente, nuestra economía cayó el primero y el segundo trimestre de 2009 a tasas de más del 10 por ciento negativas. Caíamos realmente en picada. Con lo cual se generó realmente una situación crítica en México.

Y tan solo por hablar del lado de finanzas públicas, imaginen ustedes, se cayó el Impuesto Sobre la Renta en esas proporciones; se cayó el Impuesto al Valor Agregado, también, en esas proporciones. Y para colmo de males, literalmente, el yacimiento más grande de petróleo de México, que durante casi 25 años dio el 62 por ciento del petróleo nacional, se comenzó a terminar, comenzó a languidecer, el yacimiento de Cantarell, cerca de aquí, por cierto.

Con lo cual México perdió de producción entre 2008 y 2009, 200 mil barriles diarios de petróleo; es decir, para nosotros ya no había posibilidad de continuar políticas expansivas y decidimos diseñar nuestra propia salida, estrategia de salida, lo cual implicó aumentar los ingresos públicos, reducir los gastos, liquidar empresas públicas con un costo político muy alto. Ustedes se imaginarán.

Pero yo recuerdo esta anécdota, porque fue muy disonante el consenso del G-20 en aquel entonces. Muchos países siguieron la política expansiva y para mí la metáfora es como cuando uno por alguna razón no puede seguir en la carretera a la misma velocidad, baja la velocidad antes de una curva peligrosa y cuando aparece ya después en la curva, varios coches desbarrancados y accidentados adelante. Yo, esa es la impresión que tengo de muchas de las economías.

En 2010 comenzaron a aparecer niveles de riesgo muy altos de las deudas, se evidenció que la deuda griega era, simple y sencillamente impagable, y esto ha provocado una concatenación de incertidumbres terribles.

Estados Unidos, también, enfrenta un déficit brutal, de más del 10 por ciento del PIB, que ustedes conocen. Y esa es la tónica de preocupación que rodea todas las discusiones en el G-20.

Lo preocupante, también, es que yo no observo que los liderazgos europeos, en el supuesto de que puede haber soluciones técnicas adecuadas, y valdría la pena conocer su opinión al respecto, no han tenido la posibilidad o la capacidad de aplicar tales soluciones en tiempo, y la sola prolongación del problema europeo se ha convertido en una crisis mucho mayor a la original de insolvencia griega. En fin.

Yo creo que parte del G-20, el reto mayor será, no sólo diseñar una propuesta y una salida de carácter técnico al problema, que sepa distinguir las cosas, hay países que tienen problemas de solvencia, es el caso griego. Hacíamos las cuentas y, vaya, eran cifras, verdaderamente, estratosféricas. La deuda per cápita griega rondaba por el orden de los 83 mil euros, y era, no sé, 140 o 150 veces, 150 por ciento de su PIB, con lo cual es, simplemente, impagable. Yo no veo manera que lo pueda hacer.

Hay otros países que no tienen los mismos problemas de solvencia, pero sí tienen problemas de liquidez, que puede ser el caso, por ejemplo, de Portugal o del propio España. Y países que, sin tener problemas de solvencia ni liquidez, teniendo un problema de confianza severísimo, que fue el caso de Italia, que, también, terminó con la propia renuncia del Primer Ministro Berlusconi.

Y la paradoja es que no se ha aplicado rápidamente una solución fuerte, y una solución fuerte implica respaldar agresivamente a los países que tienen problemas de credibilidad, pero no de liquidez, ni de solvencia. Y, finalmente, encontrar una solución a los países que nunca van a pagar su deuda, que es el caso griego y otros.

Yo lo vuelvo a pensar, en el modelo latinoamericano de los 70 y los 80. Nosotros también tuvimos un problema de crisis de deuda. Los acreedores de nuestra deuda, a final de cuentas, tuvieron que cargar y pagar y el propio riesgo que le correspondía tomar.

Es decir, en el caso de México, por ejemplo, sólo pudimos salir de la crisis de la deuda con quitas muy significativas, fue cuando se diseñó el mecanismo de los Bonos Brady, que permitieron solucionar el problema de la deuda. Y creo que la solución fue similar en varios países.

En Europa, por ejemplo, también los acreedores que tomaron a la ligera, esa es la verdad, bonos de deuda griega y de otras naciones, es realmente impensable que, simple y sencillamente, salgan limpios de polvo y paja de un problema como éste.

Tomar deuda en euros de países que sabes que no van a pagar no te puede implicar cero riesgos, tiene que haber una asunción de riesgos y de costos por parte de acreedores en los que parece que hay muchos bancos con capital francés, específicamente, con capital alemán. Y que eso ha complicado esa negociación. En fin. Eso es lo que estamos observando allá, y que se está complicando día con día.

Creo que habrá que extraer lecciones de lo que los países latinoamericanos sufrimos en los 80.

El segundo tema, ya lo mencionamos. Los desequilibrios no sólo al interior de las finanzas, sino los desequilibrios comerciales, que están afectando severamente las balanzas de varios países.

Y una sobreacumulación de capitales en algún lado provoca, también, muchísimos desequilibrios, que van repercutiendo una y otra vez en este deuda. Eso implica el tema, quizá, más difícil de abordar, pero creo que es importante comentarlo, que es la importancia de que muchos países, entre ellos China, puedan tener y adoptar políticas comerciales, y, sobre todo, políticas cambiarias acordes con el libre mercado.

Un tipo de cambio artificialmente depreciado, como el que se piensa que es el que se sostiene en esas naciones, y que provoca estos excedentes comerciales, efectivamente está teniendo un impacto terriblemente distorsionante en todo el resto de la economía mundial, y, evidentemente, hay que corregirlo tarde o temprano.

Un tercer tema que es recurrente en el G-20, que es el proteccionismo. Hay un, a partir de la crisis, un resurgimiento notable del proteccionismo, que creo que nosotros mismos lo hemos visto en nuestros países, es el caso de México; y que es esta tendencia política o de los congresos, de considerar que todo comercio es malo, y que toda importación es pecaminosa. Y eso ha llevado a muchos países a elevar nuevamente barreras proteccionistas, tanto arancelarias, como no arancelarias, que la paradoja es que ponen un freno adicional al propio crecimiento económico.

La conclusión, ahí, es que una de las salidas a la recesión económica mundial es, precisamente, liberar el comercio, pero es una de las salidas menos ocurridas, por lo menos en la práctica, lo es en el discurso, pero no en la práctica, en los países del G-20.

Otros temas. La regulación financiera. Hay un consejo, el Consejo de Estabilidad Financiera del G-20, orientados a fortalecer el sistema financiero global.

La necesidad, un quinto tema es la necesidad de fortalecer los organismos financieros internacionales. Una buena parte de las discusiones del G-20 nos llevaban, precisamente, a insistir, por ejemplo, en la capitalización del Banco Interamericano de Desarrollo, que ya no sé, Presidente, si finalmente se concretó, pero yo recuerdo que el acuerdo se tomó prácticamente a regañadientes de parte de todos; después del Banco Regional de Asia, después del  Banco de África, finalmente en el último de la fila dejaron al Banco Interamericano, espero que se haya hecho.

Pero aquí, implica, por ejemplo, volver a capitalizar y fortalecer el Fondo Monetario Internacional, para que, paradojas de la vida, haga, por ejemplo, en Europa tipos de intervenciones, como las que hizo en su tiempo en América Latina, y que le llevaron un enorme rechazo político, hasta cierto punto, probablemente, no justo del todo.

Finalmente, dos temas que nosotros consideramos muy importantes.

Uno es. El tema de la seguridad alimentaria. Qué duda cabe que en los últimos dos años el precio de las materias primas, y específicamente el precio de los alimentos se ha disparado notablemente. Y eso está generando, en países no productores de alimentos, específicamente en África, en otros países del mundo, está generando un aumento significativo de la pobreza, dado que las  familias de ingresos más bajos dedican hasta el 50 por ciento de su ingreso a comprar alimentos y estos registran incrementos del 20 o el 30 por ciento, eso está implicando una pérdida neta del ingreso de las familias más pobres y ergo, un aumento significativo y preocupante de la pobreza.

Creo que para todos está claro que una buena parte de la explicación es que el crecimiento de la demanda por alimentos y materias primas explica este crecimiento de precios. Si el crecimiento sostenido de países, como China o como India, es de tasas de dos dígitos o de casi 10 por ciento sostenido durante más de una década y media y tienen, entre los dos, prácticamente, la tercera parte de la población mundial, eso explica efectivamente, el aumento de los precios.

Sin embargo, a mí personalmente me llama la atención un dato. En la recesión de 2009, en la crisis que se desató en 2009, sí hubo una caída significativa de los precios de los commodities, sí bajó el precio del petróleo y sí bajó significativamente el precio de los alimentos.

Qué es lo que hace que a pesar de que hay condiciones recesivas en una buena parte de las economías más grandes, no se presente, y ni remotamente una variación a la baja de los precios de los commodities, un factor es la demanda creciente que siguen estos países, pero a mí juicio, yo creo que hay algún componente financiero especulativo que no hemos sabido dimensionar, a lo mejor es pequeño, pero que puede tener una incidencia en estos precios. Y me explico un poco por qué.

Hace aproximadamente 20 años, la participación de las empresas financieras en el mercado de commodities, en el mercado de alimentos, concretamente, era de menos del 10 por ciento, el resto eran empresas vinculadas a alimentos; es decir, los Morgan Stanley eran menos del 10 por ciento y los Cargill y Maseca eran 90 por ciento restante.

Hoy, esta relación ha cambiado sustancialmente y el año pasado la relación fue casi de 40 por ciento de intervención de empresas financieras, versus 60 por ciento de empresas especializadas y orientadas a la comercialización.

Lo cual, además, es lícito, es válido, etcétera, pero hay un efecto de corrimiento, dado que las tasas de interés de Estados Unidos son muy bajas, Japón muy bajas, europeas muy bajas, ahora están más altas con los riesgos. Hay un corrimiento de inversiones hacia el mercado de commodities, una protección natural y una búsqueda de rentas muy ávida, que hace que ese mercado siga sostenidamente con precios muy altos.

Y uno diría: Pero en una recesión finalmente no puede haber compradores de todo. Lo que ocurre es. Yo creo que hay un fenómeno adicional, que las políticas monetarias que se siguen aplicando, de carácter antirecesivo, concretamente en Estados Unidos, antes de ir o en lugar de ir directamente al consumidor americano, que es a quien pretenden beneficiar, esta expansión crediticia que se da en Estados Unidos, esta inyección brutal de recursos y de dólares a través del sistema financiero americano, más bien está siendo un periplo hacia mercados financieros altamente especulativos.

Con lo cual evitan, por ejemplo, una baja significativa en estos precios, y me llevan a mí a articular una paradoja. Probablemente estemos en el caso, y esto es una hipótesis en la que probablemente esté equivocado, pero la esbozo, probablemente estemos llegando al caso de políticas económicas que en lugar de estimular el crecimiento, políticas monetarias concretamente en Estados Unidos, que en lugar de estimular el crecimiento, lo están inhibiendo a través de precios muy altos de materias primas, concretamente de alimentos, que ese preocupa al tema de la pobreza, y de petróleo y combustibles, que es el que preocupa al tema de crecimiento.

Esa es una inquietud que se las comparto porque sé que estoy entre expertos y, probablemente, despejen mi duda.

Y, finalmente, el último tema, que es el tema de la lucha contra el cambio climático, que, independientemente, de que parece que el mundo no está ahora en el mejor momento económico para discutirlo, la verdad es que sigue siendo un tema de medular preocupación para todos.

Sé, el Presidente Santos, no sé si ya acabó de llover en Colombia, pero ha sido, verdaderamente, una tragedia por lo que hemos visto y nos ha relatado el Presidente. Aquí, en México, cerca de aquí, seguimos teniendo inundaciones en el Sureste, pero en el Norte y en el Centro del país, en el 40 por ciento del territorio nacional tenemos la peor sequía que haya tenido registro México en 70 años.

Y digo 70 años porque creo que hasta ahí llegan nuestros registros. Pero, por ejemplo, los texanos, que tienen registros mucho más antiguos, dicen que es la peor sequía en 180 años en toda la región, ésta, del macizo de Norteamérica.

De manera tal, que para nosotros es fundamental avanzar en una agenda global contra el cambio climático. Está por expirar el Protocolo de Kioto y estamos impulsando, finalmente, decisiones entre los líderes del G-20 para impulsar estos temas.

Y estamos queriendo vincular fuertemente a América Latina y específicamente a la Alianza del Pacífico a los temas del G-20. Si bien no es, desafortunadamente posible en las propias sesiones, creo que algo podemos hacer, porque el G-20, finalmente, destina asiento a uno o dos liderazgos regionales a nivel mundial como participantes invitados, sí podemos hacerlo y ese es nuestro propósito invitarlos a ustedes a que sea, a través de nuestras reuniones virtuales, sea a través de este mecanismo de la Cumbre, podamos estar dialogando y participando y contribuyendo a tener una agenda no de un país, en este caso México, sino una agenda que exprese los intereses y  preocupaciones que nos son comunes.
Ese es un poco el panorama del G-20, tal como lo que veo yo y, desde luego, por favor sírvanse considerarse como los patronos, digamos, los mandantes de nuestra representación dentro, que la consideramos, insisto, no sólo nuestra, sino también, de la región.
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El Presidente Calderón durante la clausura de la II Cumbre de la Alianza del Pacífico
 Mérida, Yuc., 4 de diciembre de 2011
Excelentísimo señor Sebastián Piñera, Presidente de la República de Chile.
Excelentísimo señor Juan Manuel Santos, Presidente de la República de Colombia.
Excelentísimo señor Ricardo Martinelli Berrocal, Presidente de la República de Panamá.
Excelentísimo señor Canciller de la República de Perú.
Señoras y señores Ministros.
Distinguidos empresarios de nuestros países.
Distinguidos invitados especiales.
Señoras y señores:
El día de hoy, damos un paso crucial para el futuro de nuestra región.
Yo agradezco muchísimo a los Jefes de Estado y a los representantes de Chile, Colombia, Perú y Panamá, por su compromiso para avanzar hacia una mayor y mejor integración regional que nos permita acelerar el paso en la ruta hacia el crecimiento, el desarrollo y la competitividad de nuestras economías.
Este esfuerzo inédito por integrarnos profundamente entre nuestras naciones, es clave en un entorno económico mundial muy complejo, cuyo origen se encuentra en los graves problemas que enfrentan muchos países desarrollados.
Como sabemos, por décadas estas economías fueron ejemplo de estabilidad y prosperidad, mientras que nuestras naciones latinoamericanas fueron símbolo de un mal manejo macroeconómico.

Hoy, la situación es muy distinta, porque muchas naciones europeas están teniendo que tomar medidas muy difíciles para mantener a flote sus economías. Y no sólo eso, corregir sus desequilibrios fiscales es un proceso muy complejo, por lo que la recuperación de sus economías probablemente tomará varios años.

A diferencia de lo que hoy se vive en Europa, América Latina y la Cuenca del Pacífico están siendo vigorosamente impulsadas por economías fuertes, estables y con un enorme potencial de crecimiento.

Estoy convencido de que tenemos ante nosotros una gran oportunidad para concretar el gran potencial que tienen nuestros países y la región en su conjunto. De ahí que esta Alianza del Pacífico sea un mecanismo innovador, audaz, que nos permita ir más allá de la suma de tratados comerciales bilaterales, de suyo, muy valiosos.

Esta Alianza busca consolidar un área de integración profunda, a fin de facilitar los intercambios de bienes y servicios, incrementar los flujos de inversión e intensificar  la colaboración entre nuestras naciones.

Se trata, en pocas palabras, de una medida que verdaderamente nos permita detonar las fortalezas de nuestras economías para alcanzar su pleno desarrollo y crecer juntos, más rápido de lo que lo haríamos individualmente.

Yo los invito a que sigamos trabajando con determinación por esta ruta, a que integremos nuestros mercados, a que ampliemos nuestro comercio e intercambio, a que profundicemos la inversión recíproca, a que crezcamos juntos, a que integremos, también, nuestros mercados de valores y que llevemos a niveles sin precedentes la cooperación científica y tecnológica.

Impulsemos las acciones necesarias para concluir las tareas que tenemos por delante. Los grupos de trabajo que se han formado para avanzar en la Alianza del Pacífico deben concluir, desde luego en los plazos que hemos comentado el día de hoy, al fin de avanzar con paso firme para que en la próxima reunión que tengamos, en seis meses, en Santiago de Chile, logremos firmar el Proyecto de Acuerdo Marco, el Tratado que habrá de formalizar la Alianza del Pacífico.

Es nuestro deseo que más naciones hermanas de América Latina, se sumen a este esfuerzo histórico. Y por eso, le agradezco sinceramente al Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, su asistencia como observador a este evento.

Hago votos, porque pronto Panamá y muchos otros países, que tenemos el privilegio de ser bañados por el Océano Pacífico, podamos incorporarnos a este esfuerzo común de singulares potencialidades.

Señoras y señores:

Estoy convencido que esta puede y debe ser la década de América Latina, y por qué no, como dijo el Presidente Piñera, el siglo de América Latina. Pero para lograrlo, debemos avanzar hacia una mayor integración mucho más profunda en la región, con iniciativas audaces, como es, precisamente, la Alianza del Pacífico.

Y tenemos que ir más allá. Éste debe de ser sólo el primer paso para integrar un bloque unido, fuerte, dinámico que nos permita conquistar nuevos mercados, fortalecer a las empresas de nuestros países, atraer más inversión a nuestra región y detonar el potencial de crecimiento de nuestras naciones.

Esta es la ruta por la que debemos perseverar para llevar a nuestros pueblos hacia mejores horizontes de progreso y de bienestar.

Les agradezco señores Presidentes, señores Ministros, el haber venido a México y, en particular, a esta Ciudad de Mérida, Yucatán, que los recibe con los brazos abiertos.

Y si me permiten, quisiera pedirles que me acompañen para hacer la Declaratoria solemne de Clausura.

Hoy, siendo las 20 horas con 10 minutos del 4 de diciembre de 2011, declaro formalmente clausurados los trabajos de esta exitosa II Reunión Cumbre de la Alianza del Pacífico.

Muchas gracias.

El Presidente Calderón durante la Cena en honor de los mandatarios participantes en la II Cumbre de la Alianza del Pacífico
04 dic 2011 | Discurso
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         Mérida, Yuc., 4 de diciembre de 2011

Señora Ivonne Aracelly Ortega Pacheco, Gobernadora del Estado de Yucatán.

Excelentísimo señor Sebastián Piñera Echenique, Presidente de la República de Chile.

Excelentísimo señor Juan Manuel Santos Calderón, Presidente de la República de Colombia.

Excelentísimo señor Álvaro Colom, Presidente de la República de Guatemala.

Muy distinguidos Cancilleres y representantes.

Excelentísimo señor Ricardo Martinelli Berrocal, Presidente de la República de Panamá.

Excelentísimo señor Leonel Fernández Reyna, Presidente de República Dominicana.

Excelentísimas señoras, Excelentísimos señores Ministros y Jefes de Delegación.

Distinguidos dirigentes de organismos internacionales.

Señoras y señores Legisladores.

Señoras y señores Delegados.

Señora y señores Gobernadores.

Muy distinguidos invitados especiales.

Amigas y amigos:

Sean muy bienvenidos a México. Es un gran gusto recibir a tantos y tan buenos amigos de nuestro país.

Para las mexicanas y los mexicanos, es una enorme alegría el tener entre nosotros a Jefes de Estado y de Gobierno, así como a representantes de Belice, de Chile, de Colombia, de Costa Rica, de El Salvador, de Guatemala, de Honduras, de Nicaragua, de Panamá, de Perú y de República Dominicana.

Los mexicanos tenemos una expresión muy popular y común: Ésta es tu casa. Y eso es, precisamente, amigas y amigos Presidentes, visitantes, lo que queremos ofrecerles, que vean a México y sientan a México como su casa, que tomen posesión de ella y que se sientan, verdaderamente, entre los suyos.

A nombre del pueblo de México, les expreso el gran cariño que sentimos por las naciones que ustedes dignamente representan. Nos congratulamos, además, de ser sus anfitriones aquí, en México, y particularmente en Yucatán, en la maravillosa tierra del Mayab.

Esta es tierra ancestral, tierra llena de sabiduría, tierra de magia y belleza, tierra del faisán y del venado. En esta región florecieron los mayas, una de las más espectaculares civilizaciones que ha dado la humanidad, y cuyo legado compartimos con muchas de las naciones aquí, representadas hoy.

Como saben, nos hemos reunido este día en la Ciudad de Mérida, para celebrar la II Cumbre de la Alianza del Pacífico, que ha concluido hace unos momentos, y la XIII Cumbre del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, que se llevará a cabo el día de mañana.

En la Cumbre de la Alianza del Pacífico, los países de Chile, de Colombia, de Perú, y de México, teniendo como observador a Panamá, decidimos realizar una integración profunda entre nuestros países, hacer del nuestro un solo mercado de bienes, servicios e inversión, y de facilitar, como si fuera una sola Nación, la movilidad de las personas.

Nuestro objetivo, es que nuestras economías puedan crecer juntas y puedan crecer rápidamente. Nuestro objetivo es que los países que en América Latina somos venturosamente bañados por las aguas del Pacífico, podamos aprovechar el enorme potencial que sólo el comercio libre, el intercambio y la unión puede dar a países que verdaderamente quieran aprovechar esta oportunidad.

El objetivo de ambas Cumbres, tanto el de la Alianza del Pacífico, como el Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla es el mismo; unir más a nuestras naciones, porque es claro que compartimos la aspiración de un futuro de mayor bienestar y de progreso para toda nuestra región.

En particular, en el Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, países de Centroamérica y México nos hemos unido desde hace mucho tiempo para plantear temas y preocupaciones que nos son comunes. Y desde hace, recientemente, Colombia se ha integrado, también, a estos mecanismos, particularmente, a partir, primero, del Proyecto Puebla-Panamá y, posteriormente, a partir del Proyecto Mesoamérica.

Hace dos siglos, los americanos lucharon por su Independencia. En el pensamiento y en el legado de Miguel Hidalgo, de José María Morelos, de Simón Bolívar, de Bernardo O´Higgins, de Antonio José de Sucre, de José Matías Delgado y de todos los que abrazaron la causa libertaria, está el más firme pilar de nuestra unidad, de la identidad y de la esperanza.

Y desde entonces, Bolívar, propugnaba no solo por la libertad, sino, también, por la unión de toda nuestra región y decía que para completar la obra de nuestra regeneración es, ciertamente, la unión la que nos falta. Ese ideal está hoy más que vigente que nunca.

Los mexicanos estamos convencidos de que la integración de América Latina y el Caribe conllevará a un mayor desarrollo y progreso de nuestros países.

Por ello, nos congratulamos que la fundación que iniciara, precisamente en México, en febrero del año pasado, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños haya consolidado su proceso en la Ciudad de Caracas, precisamente, el día de ayer. Y felicitamos ahora a Chile que a partir, precisamente, de ayer ejerce la Presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Excelentísimo Presidente, Sebastián Piñera:

Chile ha fortalecido su soberanía al seguir el camino de la democracia y de la libertad económica. Los mexicanos admiramos no sólo el progreso, sino, sobre todo, el bienestar alcanzado por los chilenos a partir de estos dos principios: Democracia y libertad económica.

Y estoy seguro de que su experiencia será fundamental para darle un renovado vigor a la agenda de América Latina y el Caribe. Al mismo tiempo, debemos seguir promoviendo iniciativas de mayor integración subregional como son, precisamente, la Alianza del Pacífico y el Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla al que también se ha sumado, para nuestro gusto, la República Dominicana.

El Presidente Leonel Fernández, además, iniciará con posterioridad a la Cumbre una Visita de Estado ampliamente esperada y anhelada por los mexicanos.

Me congratulo, también, amigas, amigos, de otra noticia singular para la región y para el bienestar de nuestra gente; que el pasado 22 de noviembre, en un hecho que con nuestra presencia corroboraremos en esta Cumbre, se firmó el Tratado de Libre Comercio Único entre Centroamérica y México.

Un Tratado de Libre Comercio Único entre Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y México, que elevará significativamente la competitividad de Mesoamérica en beneficio de nuestros pueblos, que encuentran en el comercio empleo y oportunidad de prosperidad. Este hecho muestra, una vez más, que somos mucho más fuertes unidos que separados.

Ahora, en toda América Latina y el Caribe el reto será proponer y llevar a cabo vías de desarrollo nuevas para nuestra sociedad. La ruta para lograrlo es el diálogo político, pero, también, profundizar en la democracia y en la defensa de los derechos humanos en la región y, desde luego, ampliar la integración económica y comercial.

Nuestras naciones tienen, también, que asumir el reto y su responsabilidad en la solución a los retos globales, como son el cambio climático, la lucha contra el crimen organizado trasnacional que agobia y oprime a muchas de nuestras sociedades, precisamente, en esta región que se ha convertido en la más violenta de todo el mundo. Y en especial, la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

Todos ellos, representan un desafío de capital importancia para el progreso de nuestro Continente.

Agradezco, además, la hospitalidad de los yucatecos y de los meridanos.

Agradezco, señora Gobernadora Ortega, el trato que nos ha dispensado a todos los asistentes a esta Cumbre.

Finalmente, quiero evocar, precisamente, al gran poeta chileno Pablo Neruda, cuando decía que: Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza, pero no hay lucha ni esperanza solitaria.

Estoy convencido de que trabajando unidos los pueblos y gobiernos, hoy aquí, reunidos, podremos superar nuestros retos y lograr un desarrollo con igualdad de oportunidades para todos los habitantes de la región.

Señoras y señores.

Señora y señores Jefes de Estado y de Gobierno.

Amigos todos:

El gran Premio Nobel guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, escribió, también: Espinas y temores acompañan a los que se dejan arrancar de su destino. Y nuestro destino, como naciones hermanas de Latinoamérica y el Caribe, es estar siempre unidos en aras de los mismos ideales de desarrollo, de justicia y de democracia.

Por esa justicia, por esa prosperidad, por ese desarrollo compartido que queremos para nuestros pueblos y que sólo podremos lograr en el entendimiento recíproco en la unidad y en la integración que estas Cumbres testifican, quiero invitarles a todos ustedes a que brindemos por la unidad y por la amistad permanente de nuestros pueblos

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