31 jul 2012

India entre EU e Irán/Chellaney

India, entre EU e Irán/Brahma Chellaney, profesor de Estudios Estratégicos en el Centro de Investigaciones Políticas de Nueva Delhi.
Publicado en La Vanguardia | 31 de julio de 2012
Estados Unidos, recientemente, ha aliviado el peso de las sanciones contra Irán sobre las espaldas de India: ha concedido a India una exención respecto a las sanciones financieras relacionadas con Irán a cambio de recortes significativos de las compras indias de petróleo iraní. No obstante, Irán sigue proyectando una sombra sobre las positivas relaciones entre Estados Unidos e India. Desde la perspectiva de India, Irán es un vecino importante con el que difícilmente puede permitirse el lujo de llegar a una ruptura. De hecho, India parece hallarse bloqueada geográficamente en un arco de países fallidos o de problemático funcionamiento político e institucional de modo que ha de hacer frente a amenazas procedentes de prácticamente todas direcciones. Si India se uniera a la estrategia de contención de Estados Unidos contra Irán, habría de soportar elevados costos estratégicos. Para empezar, perdería el acceso a Afganistán vía Irán, que ha servido de conducto al importante flujo de la ayuda india a Kabul. Además, una actitud de contención perjudicaría los intereses de India en materia de energía.

Pocos países son tan dependientes de los hidrocarburos de la región del golfo Pérsico como India, que importa casi el 80% de su consumo. Irán es el tercer mayor exportador neto de petróleo del mundo (y poseedor de las segundas mayores reservas de gas natural del mundo) y puerta de acceso estratégica para otros proveedores de energía de Asia Central y Oriente Medio.

 Iraq e Irán solían ser los principales proveedores de petróleo de India. Pero el primero fue víctima de una larga ocupación por parte de Estados Unidos y el segundo se enfrenta en la actualidad a un embargo de la exportación de petróleo liderado por Estados Unidos, concebido para estrangularle en el plano financiero. El resultado es que los esfuerzos de Estados Unidos para dar un efecto internacional a su nueva ley de sanciones contra Irán constituye un doble golpe para India.
En primer lugar, amenaza con sabotear la estrategia india de diversificación de la importación de energía tornándola demasiado dependiente de las monarquías petroleras financiadas por el islamismo –incluyendo Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar– que han logrado capear la primavera árabe. En segundo lugar, un mayor aislamiento de Irán dificultará en gran medida que India desempeñe un papel más activo en Afganistán en un momento en que Estados Unidos acelera allí su retirada militar e intenta llegar a un acuerdo con los talibanes.
 India, uno de los mayores donantes de ayuda a Afganistán, no dispone de ningún corredor contiguo con este país y depende de Irán para acceder a él. Ambos países comparten un objetivo común en Afganistán, asegurarse de que los talibanes apoyados por Pakistán no regresen al poder. Si la situación ya de por sí inestable no se deteriora tras el fin de las operaciones de combate encabezadas por Estados Unidos, India e Irán pueden verse obligados a reactivar su cooperación estratégica de la década de 1990. Fue la Alianza del Norte, respaldada por India, Irán y Rusia, la que derrocó al régimen talibán en Kabul a finales del 2001 con la ayuda de la intervención aérea de Estados Unidos.
Para los Estados Unidos de hoy, la contención frente a Irán está determinada por diversas consideraciones geopolíticas. Una es la necesidad de neutralizar la ventaja estratégica que adquirió Irán con el derrocamiento estadounidense de Sadam Husein en el vecino Iraq, una iniciativa que contribuyó al fortalecimiento de la mayoría chií de Iraq. El presidente George W. Bush llamó a Irán parte del eje del mal”; sin embargo, su decisión de invadir y ocupar Iraq benefició sobre todo a la mayoría chií de Irán.
Además, la geopolítica regional enfrenta a la poderosa media luna suní, liderada por Turquía, Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, contra los países de la asediada media luna chií compuesta de Irán, Iraq, Siria y Líbano. Estados Unidos se ha beneficiado de una alianza de larga duración con el bloque suní. Además de las ventajas estratégicas, los estrechos lazos de Estados Unidos con los jeques del petróleo –que se encuentran entre los titulares más importantes del mundo de reservas de divisas– contribuyen a apuntalar el dólar. Ante tal horizonte, el programa nuclear iraní se ha convertido en símbolo de las mayores tensiones geopolíticas latentes en la confrontación entre Estados Unidos e Irán. De hecho, la cuestión nuclear ha servido para racionalizar el enfrentamiento cara a cara, de forma que los líderes de Irán actúan de cara a su galería agitando la bandera de un nacionalismo nuclear y Estados Unidos actúa de modo análogo ante la audiencia internacional machacando con la amenaza de la proliferación nuclear.
India debería tratar de desempeñar el papel de mediador recto y sincero para desactivar la amenaza de las hostilidades militares, susceptible –de forma probable– de cerrar la ruta más importante del mundo de exportación de petróleo, el estrecho de Ormuz (un peligro al que Irán se ha referido diciendo que se halla también implícito en caso de un embargo de sus exportaciones de petróleo). Pero, lejos de poder desempeñar el papel de forjador de puentes entre Estados Unidos e Irán, India se ve obligada a andar por una cuerda floja en el plano político y su deseo de trazar una vía neutral ha incomodado a ambas partes.
 Cada vez que una delegación de India visita Irán, o viceversa, Estados Unidos advierte a India que sus coqueteos con Irán “plantean obstáculos” a la construcción de una asociación estratégica más estrecha. Sin embargo, al votar en contra de Irán en las reuniones de la junta de gobierno de la Agencia Internacional de Energía Atómica en el 2005 y el 2006, India dio pie a las represalias de Irán en forma de cancelación de un acuerdo muy favorable y a 25 años por valor de 22.000 millones de dólares en materia de gas natural licuado. La cuestión iraní, en efecto, se ha convertido en una prueba de fuego diplomática: ¿defenderá India sus intereses estratégicos y energéticos en la región o se la invitará a servir los intereses a corto plazo de su amigo, Estados Unidos? Estados Unidos, por su parte, debe conciliar la presión sobre India en relación con la cuestión de Irán –que es probable prosiga, a pesar de la exención en materia de sanciones– con el imperativo de construir lazos más profundos en materia de defensa con India, dando así peso estratégico a su declarado papel de pivote para Asia.

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