14 oct 2012

La paz colombiana pasa por México

La paz colombiana pasa por México/Rafael Croda Rafael Croda

Revista Proceso # 1876, 14 de octubre de 2012

Para políticos y académicos colombianos las negociaciones de paz que celebrarán Bogotá y las FARC –proceso que ya recibió el respaldo de Peña Nieto– tendrán un efecto positivo en México. Tema central de esas pláticas es el del narcotráfico, fuente financiera de la guerrilla sudamericana que a su vez deriva hacia los cárteles mexicanos. Los especialistas creen que si Colombia resuelve pacíficamente el problema –que hasta ahora se ha combatido con la lógica militarista de Estados Unidos, con los sangrientos resultados que están a la vista–, las mafias del sur del Bravo se debilitarán y será más fácil combatirlas.
BOGOTÁ.- El diputado colombiano Hugo Velásquez afirma que vio al comandante del Frente 43 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Géner García Molina, John 40, desplazándose entre los pueblos perdidos de la selva del suroriente de Colombia en lujosas camionetas 4 X 4.
“En todas las fondas o tiendas de esas veredas vendían whisky Ballantine’s y uno ya sabía que era básicamente para el consumo de John 40, que se da una gran vida. Él controla la producción en toda esa zona, hace el acopio de la base de coca y se la vende a los narcotraficantes para enviarla a México, a Estados Unidos, a todo el mundo”, dice Velásquez.

Pero en estos días John 40 –considerado por los organismos colombianos de seguridad el principal nexo de las FARC con el narcotráfico– vive asediado por las fuerzas militares. Sus 4 X 4 se oxidan en la selva pero John 40, a salto de mata, aún mantiene el control del negocio de la coca en esa extensa región de llanos y selvas de los departamentos de Guaviare, Vichada, Caquetá y del Meta.

Para Velásquez está claro que el tema de los estupefacientes será “fundamental” en los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC que empezarán la semana entrante en Oslo, Noruega, y tendrán como cuarto tema de la agenda de seis puntos acordada por las partes, el siguiente: “Solución al problema de las drogas ilícitas”.

“Y aquí –dice Velásquez en entrevista– sería muy importante contar con México. Si nosotros, como parte de las negociaciones de paz con las FARC, logramos reducir la oferta de droga, seguramente que en México no va a ser tan grave el problema del narcotráfico y de la violencia.”

La posición de Velásquez es compartida por legisladores y dirigentes de diversas fuerzas políticas de Colombia, desde el izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA) hasta el Partido Verde y los progubernamentales partidos De la U, Conservador y Liberal.

El presidente de la Cámara de Representantes, Augusto Posada, del Partido de la U, valora el respaldo que ha ofrecido al diálogo con las FARC el presidente electo de México. “Es muy importante el apoyo de un país como México a este proceso”, dice.

Ángela María Robledo, legisladora del Partido Verde, considera que México debe “respaldar decididamente este diálogo, porque el problema colombiano no es estrictamente nacional; afecta de distintas formas a toda la región y con mayor razón” al país en el que la guerra contra los cárteles de la droga “ha dejado más de 50 mil muertos” en un sexenio.

Robledo puntualiza que México y Colombia “comparten este problema del narcotráfico, que es un punto de la agenda (de negociaciones) con las FARC y para abordarlo es importante la presencia de México”.

Clara López, presidenta del PDA cataloga como “un asunto central para que el proceso de paz sea exitoso, el acompañamiento de la comunidad internacional; y México sería un gran aliado del esfuerzo que vamos a hacer los colombianos para poner fin a este conflicto”.

Carlos Mario Perea, catedrático de la Universidad Nacional (UN) sostiene que el conflicto armado interno que vive Colombia desde hace 48 años “se transformó, en parte, en una guerra por el control del negocio del narcotráfico, que es lo que financia a las FARC y explica el desmesurado crecimiento que tuvieron en los noventa.

“Pero para salir de este conflicto hay que negociar con las FARC, darle a esto una salida política, porque no hay solución militar”, afirma.

Calderón ha guardado silencio frente al proceso de paz en Colombia, en contraste con las amplias expresiones de respaldo que ha recibido de parte de la comunidad internacional. Peña Nieto, en cambio, telefoneó a Santos el 4 de septiembre y le manifestó su apoyo a las negociaciones. Fue su primer pronunciamiento de política exterior como presidente electo.

Peña Nieto visitó Colombia el 18 de septiembre y se entrevistó con Santos, ante quien refrendó su disponibilidad para contribuir al proceso de paz. Estuvo acompañado en esta capital por el exjefe de la policía, Óscar Naranjo, su asesor externo en materia de seguridad y quien además será uno de los seis representantes de Bogotá en las negociaciones con las FARC.

Este reportero consultó sobre el tema al coordinador del equipo de transición de Peña Nieto, Luis Videgaray, quien sostuvo que la pacificación colombiana “es muy importante para México por el efecto que esto tiene en la actividad del crimen organizado en toda la región y, por lo tanto, también tenemos un interés muy concreto en que este proceso sea exitoso”.

Explicó que por ello el mandatario electo “quiere estar cerca, acompañar, respaldar y ser un factor de colaboración” en los diálogos que empezarán el próximo 15 de octubre y cuya finalidad es acabar un conflicto armado que ha dejado unos 92 mil muertos y cerca de cinco millones de desplazados.

Esta postura significa, según Videgaray, que México retomará “una gran tradición de coadyuvar a la paz regional; hay ejemplos muy exitosos, recordemos desde los tiempos de (el Grupo) Contadora, en los ochenta y noventa, los diálogos de paz en América Central y lo que está haciendo el presidente electo es actuar conforme a esa tradición”.

El general

A partir del próximo 1 de diciembre, cuando Peña Nieto asuma la Presidencia, Naranjo prestará sus servicios a dos jefes de Estado: por un lado asesorará al priista en el combate a la inseguridad y a los cárteles de la droga; y por otro, será uno de los representantes del gobierno de Santos en las negociaciones con las FARC.

“Será una doble tarea muy ardua y complicada la que deberá cumplir Naranjo. Él está ahí (en los diálogos con las FARC) por el amplio conocimiento que tiene del tema del narcotráfico; es quizá el colombiano que más sabe del tema y su presencia da confianza a la fuerza pública”, dice Juan Gabriel Gómez Albarello, investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UN.

Agrega que otro elemento “muy importante es que el general tiene estrechísimas relaciones con los organismos antidrogas y de inteligencia de Estados Unidos y seguramente goza de toda su confianza”.

Para el doctor en ciencia políticas Naranjo se convertirá en un “factor vinculante en el tema de las drogas entre México, Colombia y las FARC, lo que es una conexión muy interesante”.

Videgaray sostiene que “naturalmente (Naranjo) es un extraordinario vínculo con Colombia, con el presidente Santos y con todo su equipo de trabajo”. Así se observó el 18 de septiembre en el Palacio de Nariño, sede del gobierno colombiano, cuando el exdirector de la policía participó en las reuniones entre los equipos de Peña Nieto y de Santos y fue uno de los comensales en el almuerzo que tuvieron ambos líderes y sus delegaciones.

Fueron encuentros marcados por un tema: la seguridad.

Cuando Peña Nieto y su equipo habían abandonado Nariño, Santos fue informado de la captura en Venezuela del narcotraficante colombiano más buscado de los últimos años: Daniel El Loco Barrera, cuyo sometimiento a la justicia fue una tarea que Naranjo había considerado la asignatura pendiente de su gestión como director de la Policía Nacional de Colombia.

Durante años El Loco fue el principal vínculo de las FARC con los cárteles mexicanos y socio de John 40.

Según el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, que establece la agenda de negociación entre las FARC y el gobierno colombiano, las líneas de discusión en el tema de las drogas serán tres: programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, programas de prevención del consumo y salud pública y “solución del fenómeno de producción y comercialización de narcóticos”.

Diferentes organismos antidrogas han constatado que los vínculos entre las FARC y los cárteles mexicanos se producen a través de intermediarios como El Loco Barrera, quienes tienen el control de las rutas internacionales. El grupo guerrillero se encarga de concentrar en campamentos en la selva la base de coca producida por los campesinos y la vende al mayoreo a grandes narcotraficantes, quienes realizan el procesamiento final y envían la cocaína a los mercados externos, México entre ellos.

Velásquez piensa que el Congreso colombiano debe acompañar el proceso de paz con las FARC con acciones concretas e impulsa en la Cámara de Representantes una iniciativa de ley para despenalizar los cultivos de coca. El proyecto ya fue aprobado por la Comisión Primera y será debatido en el pleno en breve. Las FARC, dice el legislador, respaldan ese proyecto.

“He hablado con algunos mandos de ellos y están de acuerdo en la despenalización de los cultivos. Creo que el tema de la despenalización y del cambio de las políticas criminales para enfrentar el tema de las drogas estará en la mesa de negociaciones. No se trata de que las FARC sigan en el negocio del narcotráfico sino que ayuden a enfrentarlo, pero con otro enfoque”, afirma.

De acuerdo con Velásquez “un primer paso es abrir el espacio para que el Estado pueda propiciar políticas alternativas de sustitución de cultivos, con la ayuda internacional. Si aquí reducimos la oferta, en México se reduce el problema”.

Nuevo enfoque

Amplios sectores de la sociedad colombiana coinciden en que el país ha pagado un costo muy alto en la lucha contra el narcotráfico y que este fenómeno alimenta el conflicto armado interno, pues se ha convertido en la principal fuente de financiamiento de las FARC y de las bandas criminales derivadas de los grupos paramilitares de extrema derecha.

El narcotráfico, además, ha tenido, como en México, un efecto corruptor en diversos ámbitos de la vida nacional –política, economía– y en los organismos policiacos y militares encargados de combatirlo.

Hay consenso en Colombia en que la actual estrategia antidrogas no ha funcionado y es necesario cambiar el enfoque, lo cual “crea un telón de fondo para este proceso de paz con las FARC”, señala Carlos Mario Perea.

Augusto Posada sostiene que “la estrategia de lucha contra el narcotráfico ha fracasado en el mundo entero y es claro que los dirigentes mundiales deben entender esto y ser creativos”.

Perea afirma que el debate sobre el fracaso del enfoque represivo que ha tenido la lucha mundial antidrogas correrá “paralelo” al proceso de paz con las FARC. “En estos momentos el contexto político del narcotráfico es otro. Latinoamérica es el campo de batalla y México y Colombia, que son los países que más muertos han puesto en esta lucha, tienen mucho que decir”, indica el catedrático.

Para Robledo la estrategia mundial antidrogas “la ha impuesto Estados Unidos desde una perspectiva moral; allá no se resuelve el problema del consumo y aquí nosotros vivimos en países de víctimas, en países que se desangran por sostener esta guerra que no ha dado resultados y que sin duda debemos revisar”.

Desde finales de 2011 Santos promueve un debate mundial sobre las políticas antidrogas. El 26 de septiembre insistió ante la Asamblea General de la ONU en la necesidad de “determinar sobre bases objetivas, bases científicas, si estamos haciendo lo mejor que podemos o si existen mejores opciones para combatir con más eficacia” el narcotráfico.

Ese mismo día y en ese mismo foro, Calderón –tras seis años de encabezar una guerra contra los cárteles de la droga que generó en México más inseguridad, violencia y muertes– exigió a la ONU “que no sólo participe, sino que encabece una discusión a la altura del siglo XXI, sin falsos prejuicios, y nos lleve a todos a encontrar soluciones con enfoques nuevos y eficaces” en la lucha contra el narcotráfico.

The Wall Street Journal consideró “irónico que el hombre que ha librado esta guerra más ferozmente que cualquiera de sus predecesores, llegue a esta conclusión”.

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