6 ene 2013

Zacatecas, tierra de nadie... y de cadáveres


 Zacatecas, tierra de nadie... y de cadáveres
Reportaje sin firma.
LA REDACCIÓN
Revista Proceso  No. 1888, 6 de enero de 2013-
Mermadas, sin el control de las principales ciudades y con nulo espíritu de colaboración, las fuerzas federales en Zacatecas muestran su vulnerabilidad y, peor, son acusadas de actuar contra los civiles. Pese al cambio de año y de gobierno, el Cártel del Golfo y Los Zetas se dan el lujo de confrontarse como si estuvieran solos e incluso levantan a soldados o intimidan a los marinos..
ZACATECAS, Zac.- En la víspera del Año Nuevo, la ciudad de Fresnillo, aquejada por una ola de violencia, sufrió varios bloqueos de calles con vehículos arrebatados a los civiles o tomados “en préstamo” de la central de autobuses y la dirección municipal de Protección Civil.
Ningún grupo de la delincuencia organizada se atribuyó estos actos. Fueron efectivos de la Marina, con base temporal en Fresnillo, quienes imitaron los “narcobloqueos” que la delincuencia organizada ha realizado en distintas ciudades de Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco, Coahuila y Zacatecas.
También ellos agredieron a los civiles para “protegerse”. Obligaron a los propietarios y conductores de 24 vehículos a apearse y con los automotores cerraron la circulación al poniente de Fresnillo durante más de 12 horas, de las 20:30 horas del 31 de diciembre hasta las 9:30 del 1 de enero, afectando varios puntos y cruceros el bulevar Paseo del Mineral (es decir, la carretera federal 45 México-Ciudad Juárez, que atraviesa toda la ciudad), la avenida Prolongación Manuel M. Ponce y las calles Loma Larga, Camelias y Toma de Zacatecas, entre otras.
Los marinos volvieron a montar estas barricadas a las 20:00 horas del martes 1 y las levantaron al amanecer. Y al mediodía del miércoles 2 volvieron a bloquear las calles, aunque más discretamente.
Esa fue su reacción ante los informes de personal del Ejército y de la Secretaría de Seguridad Pública del estado sobre una supuesta movilización de decenas de pistoleros de Los Zetas para rescatar a 18 sospechosos detenidos en una casa de seguridad el mediodía del 31 de diciembre, en la colonia Francisco Villa. Los mantenían arraigados en el gimnasio Solidaridad, donde el pelotón de marinos tiene su cuartel temporal.
El ataque masivo de Los Zetas no llegó, pero confirmó la nula confianza y la ausencia de colaboración entre las fuerzas federales desplegadas en la ciudad. A kilómetro y medio del gimnasio Solidaridad, sobre la carretera Fresnillo-Enrique Estrada, está la comandancia de la Policía Federal Preventiva división Caminos, y a cuatro kilómetros, la base militar con 600 soldados del 97 batallón de infantería, cuyas instalaciones inauguró el pasado 8 de septiembre el entonces secretario de la Defensa, Guillermo Galván.
–¿Por qué los marinos no pidieron apoyo a la base militar? –pregunta Proceso a un oficial del Ejército.
–Bueno, cada quien trabaja por su lado –responde, a condición de que no se publique su nombre–. Ellos a veces piden apoyo al Ejército en Fresnillo para montar un cordón de seguridad al efectuar un operativo concreto y acudimos a resguardar los alrededores, pero no intervenimos con ellos porque todas sus operaciones son encubiertas. No nos informan nada, ni nosotros a ellos.
Los bloqueos que realizaron los marinos son insólitos. ¿Cómo interpretan ustedes esa acción?
–Bueno, los delincuentes, los narcotraficantes, montan bloqueos, pero nosotros los militares montamos barricadas y eso no es algo nuevo.
Las acciones de la Marina en estos operativos de protección se realizaron tras una infranqueable barrera de silencio.
Desconfianza
Desde el primer mes de gobierno de Enrique Peña Nieto, Zacatecas padece una nueva ola de violencia. Tan sólo en Fresnillo, los últimos ocho días de 2012 fueron de batalla para los pistoleros del Cártel del Golfo y de Los Zetas.
Ya desde el 1 de diciembre, mientras Peña tomaba posesión como presidente en la Ciudad de México, en Zacatecas un grupo de sicarios del Cártel del Golfo ejecutó a plena luz del día y con armas largas a cinco presuntos zetas; los maniataron y fusilaron en solares urbanos del ejido La Escondida, muy cerca de la delegación local de la Procuraduría General de la República.
Se desató así una sucesión de ejecuciones y enfrentamientos entre grupos criminales y de éstos contra la Marina, el Ejército y la Policía Federal, y en todo el estado se han encontrado cadáveres de hombres y de mujeres con señales de que fueron ejecutados, por lo que las autoridades y algunos medios de comunicación asumen, sin pruebas, que estaban involucrados en el narco.
Según cálculos extraoficiales, entre el 1 de diciembre y el 2 de enero alrededor de 80 personas han muerto violentamente en la entidad, incluyendo a dos soldados. Todo esto sin contar los levantones y desapariciones forzadas de al menos otros 20 civiles y cuatro militares.
Familiares de las víctimas reportan la desaparición de sus familiares por teléfono a los medios de comunicación o al sistema de emergencias 066, pero lo hacen en forma anónima y no formalizan su denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado por desconfianza. La Marina, el Ejército y la Policía Federal han sido acusados públicamente de la desaparición de algunos detenidos.
Dos reporteros de Fresnillo comentan que de la información que han recabado se desprende que la violencia se recrudeció cuando llegaron a Zacatecas pistoleros de los Caballeros Templarios, supuestamente para apoyar al Cártel del Golfo en su pugna contra Los Zetas.
Uno de ellos relata que el 15 de diciembre, al pasar por Estación San José –una población ubicada cinco kilómetros al oriente de Fresnillo–, una patrulla de la Policía Federal Preventiva división Caminos fue atacada por pistoleros, que en tres camionetas “corretearon a los policías federales hasta su base, en la salida a Zacatecas, y todavía afuera de sus instalaciones les siguieron disparando”.
El 31 de diciembre los marinos localizaron a los agresores de los federales en una casa de seguridad del mismo poblado. Detuvieron ahí a 12 menores y seis adultos. Esos son los 18 presuntos zetas a quienes los popeyes tenían encerrados en su cuartel temporal. La zozobra de los efectivos de la Marina es comprensible: de más de 300 que llegaron a Fresnillo, sólo quedan unos 25; el resto fue trasladado a otras localidades.
Otro periodista local conoce una versión sobre el levantón contra los cuatro soldados que la comandancia del Ejército reconoce como desaparecidos: “Aquí se sabe que esos soldados acudieron dos veces, cuando se encontraban francos (en su día de descanso), a la zona de tolerancia a embriagarse y tener servicio de las prostitutas sin pagarles. La tercera ocasión que volvieron al lugar ya los estaban esperando Los Zetas y los levantaron. Siguen desaparecidos.
“No hay control ni de los militares ni de la Policía Federal, y los únicos que están haciendo la chamba son los de la Marina, por eso hicieron los bloqueos, aunque la verdad sí expusieron a los civiles, porque saben que no tienen apoyo.”

Atrapados en la guerra

En la mañana del 9 de diciembre aparecieron en puentes viales y peatonales de la capital zacatecana y del municipio conurbado de Guadalupe, igual que en otras 12 poblaciones, grandes carteles en que el Cártel del Golfo pedía apoyo a la población “en la guerra contra los Z”.
En las superficies plastificadas, los narcos aseguraban: “Existen cientos de hombres zacatecanos que están luchando para que el estado vuelva a ser un pueblo mágico”. Y seguían:
“Al pueblo zacatecano gracias por el apoyo que nos han brindado a lo largo de esta lucha contra nuestros enemigos los Z. Queremos que el apoyo siga pues la lucha no ha terminado. Repetimos, la guerra está lejos de acabarse pero estamos dispuestos a luchar el tiempo que sea necesario”. Al final, el obligado o irónico: “Feliz Navidad”.
Y la Navidad fue todo, menos feliz. Entre el 24 y el 27 de diciembre murieron al menos 24 personas en hechos que las autoridades vincularon con la disputa entre los cárteles.
Entre los muertos figuran una hermana y dos sobrinos de Arturo Zubia Fernández, presidente municipal de Camargo, Chihuahua. Fueron secuestrados en Fresnillo por un comando armado y murieron al accidentarse el vehículo en que eran transportados por sus captores a una casa de seguridad.
Dos hombres armados interceptaron el vehículo de la familia, que se dirigía a Camargo, lo abordaron y lo condujeron hacia el norte, por la autopista a Río Grande, se supone que a una casa de seguridad. Aproximadamente a 24 kilómetros de Fresnillo, el exceso de velocidad provocó que el auto se estrellara contra la tolva de un tráiler.
Con el impacto murieron Yolanda Zubia Fernández, hermana del alcalde de Camargo, y sus hijos Brenda y Luis Alfredo, de 34 y 14 años respectivamente. Quedó gravemente lesionado el padre de la familia, José Pedro Ordaz Porras, de 60. También perecieron los dos presuntos plagiarios, de entre 23 y 25 años.
Y la mañana del 26 de diciembre la procuraduría estatal informó que se localizaron siete cadáveres –cinco mujeres y dos hombres– junto a cuatro camionetas baleadas, en un camino vecinal del Campo Menonita 3, en el municipio de Miguel Auza.
El jueves 27 de diciembre en un pozo ubicado al poniente de la comunidad de Sauceda de la Borda, al poniente de la ciudad de Guadalupe, la policía ministerial localizó los cadáveres de tres jóvenes, ejecutados, flotando sobre el agua.
Y el martes 2 de enero, 12 presuntos delincuentes murieron tras enfrentarse contra militares, con armas de grueso calibre en el municipio de Sombrerete. En este ataque también perecieron dos soldados.
Habitantes de las ciudades, pueblos y rancherías de los municipios de Fresnillo, Loreto, Jerez, Guadalupe, Saín Alto, Río Grande, Ojocaliente, Pánfilo Natera, Valparaíso, Sombrerete, Miguel Auza, Pinos, Nieves, Calera, Villa de Cos, Valparaíso y Zacatecas experimentan cotidianamente el horror en forma de tableteo de fusiles AK-47 y AR-15, disparos de pistolas y detonaciones de granadas de fragmentación.



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