2 mar 2014

Alerta en Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas y Nuevo León


Alerta en Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas y Nuevo León
LA REDACCIÓN
Revista Proceso # 1948, 1 de marzo de 2014;
Con el lema “veneno contra veneno”, en 2012 la organización de El Chapo Guzmán y sus aliados del Cártel del Golfo lanzaron una campaña para limpiar de zetas las entidades del noreste del país. Les causaron muchas bajas, sobre todo en Tamaulipas, donde algunas poblaciones incluso consideraron héroe al capo sinaloense porque los liberó de las extorsiones y hostigamiento a los que estaban sometidos. Sin embargo, con su captura los gobiernos de Coahuila, Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas se mantienen en alerta ante un probable reposicionamiento de Los Zetas en la región.
 REYNOSA, TAMPS.- Tras la detención de El Chapo Guzmán en Sinaloa, el estado de Tamaulipas, así como Coahuila, Nuevo León y Zacatecas se encuentran en alerta ante una eventual contraofensiva de Los Zetas para posicionarse en la región, aprovechando el vacío que deja el capo y la presunta debilidad de sus aliados del Cártel del Golfo (CDG).

 Las múltiples fracturas en el CDG –entre ellas la separación de Los Zetas de esa organización– lo hicieron acercarse a las huestes del Chapo.  Hoy, el cártel mantiene una guerra contra los pistoleros de su antiguo brazo armado.

Meses antes de que Felipe Calderón abandonara Los Pinos, aparecieron  varias narcomantas en avenidas de la zona metropolitana de Monterrey y otras ciudades del noreste con la leyenda: “El veneno se combate con veneno”.
 Los autores del mensaje eran el CDG y el Cártel de Sinaloa que, decían, se proponían limpiar de zetas  Monterrey, así como ciudades de Tamaulipas, San Luis Potosí, Zacatecas, Veracruz y Coahuila; también pedían al Ejército les diera permiso de actuar en ese sentido. Luego, agregaban, podían combatirlos a ellos.
 Semanas después comenzaron las ejecuciones múltiples en Monterrey,  Nuevo Laredo, Ciudad Mante y otras regiones  de Tamaulipas. Aparecieron decenas de  cuerpos en vehículos abandonados con narcomensajes firmados por gente del Chapo Guzmán. En ellos los sinaloenses advertían a Los Zetas  que les iba a enseñar a trabajar “sin extorsiones y secuestros, sin meterse con la población”.
 La narcoguerra se agudizó. Al terminar 2012 las estadísticas dieron cuentas de 5 mil muertos en tres estados del noreste. En Nuevo León hubo 2 mil asesinatos, la mayoría de ellos en la zona metropolitana de Monterrey, según detalló la procuraduría estatal.
 Las pugnas continúan, de ahí la decisión de las autoridades locales de instrumentar medidas precautorias, dijo en conferencia de prensa el titular de la dependencia, Adrián de la Garza, horas después de la captura de Guzmán Loera.
 “No hay temor, hay nada más la alerta normal, en virtud que es una organización que tiene presencia en la República Mexicana y otros países; en razón de esto, la autoridad del estado se encuentra preparada para hacer frente a cualquier manifestación que pudiera surgir con relación a esta detención”, declaró el procurador en conferencia de prensa.
 El 26 de febrero incluso se reunieron los responsables de la seguridad de Nuevo León y Tamaulipas para coordinar acciones. Un protocolo similar se implementó en Coahuila y Zacatecas; la vigilancia se reforzó en las carreteras y zonas rurales donde se han concentrado las recientes batallas de la narcoguerra.
La ofensiva sinaloense
A principios de 2012 Joaquín Guzmán Loera y su organización lanzaron su ofensiva, sobre todo en la estratégica ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, la principal plaza de Los  Zetas, donde operaba Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
El 17 de abril de ese año, los sicarios del sinaloense y sus aliados del CDG ubicaron a 14 presuntos zetas y los ejecutaron. Los cuerpos fueron abandonados en una camioneta estacionada  a un costado del ayuntamiento de Nuevo Laredo en 10 bolsas negras. Ahí fue colgada una manta en la que El Chapo amenazó a funcionarios, jefes policiacos y miembros del Ejército que, decía, protegían al Z-40.
La violencia escaló en los meses posteriores. Poco después estallaron dos coches-bomba: uno frente al edificio de Seguridad de Nuevo Laredo y otro frente al ayuntamiento con un mensaje dirigido al alcalde Benjamín Galván y a su director de Seguridad, Roberto Alejandro Balmori Garza, a quienes la organización del Chapo acusó de proteger al líder zeta.
La ofensiva contra presuntos integrantes de ese grupo continuó. A principios de mayo de ese año otros 14 cuerpos decapitados fueron abandonados frente al edificio de la Asociación de Agentes Aduanales de Nuevo Laredo en una camioneta. Las 14 cabezas fueron encontradas en hieleras frente al ayuntamiento local.
Ese mismo mes comenzaron los ataques a los giros negros controlados por Los Zetas. El primero se registró cerca de las cuatro de la madrugada del 24 de mayo, cuando un grupo de pistoleros lanzó explosivos y bombas molotov a las instalaciones del bar Maranhao, uno de los más populares en Nuevo Laredo.
Los ataques contra giros negros duraron semanas y afectaron por lo menos a una docena de discotecas, bares y cantinas, incluido el casino Amazonas, ubicado a la entrada de la ciudad controlada por El Z-40 y Heriberto Lazcano.
En febrero de 2013 Balmori Garza fue secuestrado. Días después dos de sus hermanos –uno de ellos, Manuel, era agente del Ministerio Público federal– fueron asesinados en la zona metropolitana de Monterrey cuando se dirigían a la frontera para investigar la desaparición del jefe policiaco.
El Chapo también colocó  mantas en las que anunciaba su limpia de zetas en Ciudad Mante. En dos ocasiones, en junio de 2012, los sicarios del capo sinaloense dejaron varias camionetas en el estacionamiento de la cadena Soriana con 14 cuerpos y un mensaje contra Los Zetas.
El Z-40 y su gente devolvieron el golpe. Disfrazados de militares se internaron en la Sierra de Sinaloa y destrozaron los cultivos de mariguana de sus rivales que se “exporta” a Estados Unidos.
A mediados de junio del año siguiente hubo varios enfrentamientos en el poblado de Choix, en Sinaloa. El saldo: una veintena de muertos y cientos de desplazados. Poco después la escena se repitió, esta vez en la comunidad de Concordia, donde murieron 11 pobladores.
El héroe
La ofensiva del Chapo para limpiar de zetas Nuevo Laredo y Ciudad Mante fue bien vista por muchos de los lugareños, quienes incluso llegaron a considerar al Chapo  y su grupo como sus salvadores.
Según ellos, el capo sinaloense terminó con las extorsiones, secuestros, violaciones, cobro de piso, robos y asesinatos que cometían los sicarios del cártel rival, presuntamente protegido por policías locales, funcionarios y por algunos oficiales del Ejército.
Ciudadanos de la zona fronteriza y de otras ciudades tamaulipecas incluso comenzaron a denunciar en las redes sociales y en la página de Facebook  Valor por Tamaulipas las casas de seguridad, así como las narcotienditas y otros lugares controlados por Los Zetas.
Eso permitió al Chapo y su gente ubicar a sus enemigos. Los Zetas pusieron precio a las cabezas de los responsables de las páginas de las redes sociales donde aparecieron las denuncias. Por el administrador del portal Valor por Tamaulipas, por ejemplo, ofrecieron 600 mil pesos al principio; luego elevaron la oferta a 3 millones de pesos.
Antes de la captura del Chapo, las batallas se centraban en Ciudad Victoria y Mante. La censura a los medios de comunicación tamaulipecos impide conocer los saldos de los enfrentamientos. El gobierno de Egidio Torre Cantú tampoco ha informado sobre las narcofosas localizadas en la sierra del municipio de Gómez Farías, donde los peritos de la Procuraduría General de la República aún buscan cadáveres.
Hasta el cierre de esta edición habían localizado alrededor de 40 cadáveres, presuntamente cocinados ahí por Los Zetas cuando controlaban Ciudad Mante.
Cuando el grupo sufrió considerables bajas, incluidos algunos de sus líderes a manos del Cártel de Sinaloa y sus aliados del CDG, llamó a jefes y sicarios de otras regiones, como la zona metropolitana de Monterrey, para reforzar sus plazas en territorio tamaulipeco.
El Chapo confesó a elementos de la Secretaría de la Marina durante su traslado de Mazatlán a la Ciudad de México que sus pistoleros mataron a entre 2 mil y 3 mil personas, muchos de ellas en Tamaulipas. También se deslindó de Los Zetas al declarar: “Yo soy narcotraficante. Yo no secuestro ni robo ni extorsiono; nada de eso”.

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