17 abr 2014

El Jueves Santo de Francisco


Para Francisco el Jueves Santo es sagrado y no sólo porque ese día marca el comienzo del Triduo Pascual uno de los periodos más importantes del calendario litúrgico católico y el fin de la Cuaresma-es el periodo de tiempo en el que la liturgia cristiana conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús-, sino porque, como arzobispo de Buenos Aires hizo del rito del lavatorio de los pies una cita obligada con los pobres, los marginados, los desamparados y también con los periodistas de Buenos Aires.
Y ahora como papa y por segundo año consecutivo, celebró la Misa de la Cena del Señor de Jueves Santo fuera de la Basílica San Juan de Letrán de Roma. Hace un año lo hizo en un centro de social para menores infractores, y fue considerado insólito. Con ello Francisco rompió con una tradición.
El papa ha lavado los pies a una docena de enfermos, en una breve e improvisada homilía durante la misa 'in Coena Domini' de Jueves Santo, en la que también ha subrayado que Dios se ha hecho "siervo y servidor" y ha subrayado que esta es su principal "herencia".
En la misa celebrada en Fundación Don Carlo Gnochi- Centro Santa María della Providenza, Francisco ha pedido a los asistentes que se den "amor" y sean "servidores" porque es la "herencia de Jesús".
 Las doce personas a quienes Francisco ha lavado los pies sufren lesiones ortopédicas, 
oncológicas y neurológicas, y tienen entre 16 y 86 años. Entre ellos, hay tres extranjeros y uno es de fe musulmana.
El año pasado, en la cárcel de menores  de Casal del Marmo; este año en el Centro para discapacitados Santa María de la Providencia, administrado por la fundación Don Carlo Gnocchi. “Hemos escuchado lo que hizo Jesús en la última cena”, dijo Jorge Mario Bergoglio en una breve homilía: “Es un gesto de despedida, es como la herencia que nos deja. Él es Dios y se hizo siervo, nuestro servidor. Esta es la herencia: también ustedes tienen que ser servidores los unos de los otros, Él recorrió este camino por amor, y ustedes también deben amarse, ser servidores en el amor. Esta es la verdad que nos deja Jesús”, explicó Francisco,
subrayando que el lavatorio de pies “es un gesto simbólico, lo hacían los esclavos, los siervos: la gente que venía a comer o a cenar, porque en ese entonces los caminos eran de tierra, cuando entraban a la casa tenían que lavarse los pies. Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de esclavo, de siervo, y esto es lo que nos deja como herencia a nosotros”. 
Los doce discapacitados a los que Francisco lavó los pies, de diferentes edades, etnias y confesiones religiosas, representaban a todos los pacientes que reciben asistencia en los 29 centros operativos en Italia de la Fundación que se inspira en el sacerdote de los “mutiladitos”.
Los doce, según indicó una nota de la fundación don Gnocchi, eran;
i)  Osvaldinho, de 16 años y originario de Cabo Verde, paralizado después de un clavado en el mar; 
ii) Orietta, romana de 51 años, que sufre desde niña encefalitis; 
iii) Samuele, de 66 años y originario de L'Aquila, que sufrió cuando era niño la polio que lo dejó parcialmente paralizado; 
iv) Marco, de 19 años y oriundo de Sabaudia, enfermo de neoplasia cerebral;  
v) Angélica, de 86 años y originaria de Maenza, en rehabilitación por algunas fracturas; 
vi) Daria, de 39 años y que sufre de tetraparesis espasmódica neonatal; 
vi) Pietro, de 86 años, que con la edad desarrolló una deficiencia en el equilibrio y en la deambulación; Gianluca, de 36 años, que ha sido operado diferentes veces por meningitis; 
vii( Stefano, de 49 años, oligofrénico grave; 
viii) Hamed, de 75 años y originario de Libia, de religión musulmana, en rehabilitación después de un accidente automovilístico; 
ix) Giordana, de 27 años y originaria de Etiopía, que sufre parlálisis cerebral desde que era niña y epilepsia; 
xI) Walter, de 59 años, con síndrome de down.
Bergoglio se arrodilló ante los doce discapacitados, con la ayuda de los ceremonieros, y les lavó y besó los pies.P
Francisco llegó poco antes de las 17 horas, en el Ford Focus azul, al Centro que se encuentra en la periferia noroeste de Roma. 
Estaban presentes el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Angelo Becciu, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, el presidente de la Fundación Don Gnocchi, Angelo Bazzari, además del comandante de los gendarmes vaticanos, Domenico Giani, y el vocero vaticano, el jesuita Federico Lombardi.

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“El Papa es uno de nosotros”, una historia de Jueves Santo
Hablan dos de los discapacitados a quienes Francisco lavó los pies la tarde del Jueves Santo en un centro de acogida de Roma
Nota de ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ/Vatican Insider
 “Es uno de nosotros, un hermano, un amigo”. No logra contener la emoción Angelica Belli, desde su pequeña silla de ruedas. Tiene la sonrisa bordada en sus labios, no obstante apenas le queden un par de dientes. La anciana es uno de los 12 enfermos a los cuales Jorge Mario Bergoglio lavó los pies la tarde del Jueves Santo. Ella no tiene dudas: “Es el Papa del pueblo, exactamente como San Francisco de Asís”.
Uno detrás de otro. El más joven Osvaldinho, de 16 años, la mayor ella, Angelica, de 86. Una fila entramada por historias de sufrimiento y abandono, rescatadas gracias a don Gnocchi, el sacerdote italiano iniciador de la fundación que hoy lleva su nombre y que gestiona el centro de acogida Santa María de la Providencia, ubicada en la periferia norte de Roma.
Hasta ese lugar, que acoge unos 250 discapacitados, llegó Francisco la tarde del jueves para presidir la misa “In coena domini”, que recuerda la última cena de Cristo, la instauración del sacramento de la eucaristía y el lavado de los pies a los 12 apóstoles.
En el corazón del lugar, justo en medio de los tres edificios donde residen los enfermos, se encuentra el templo. Un edificio moderno, con extraños vidrios multicolores donde se imponen el rojo, el amarillo y el verde. A un lado, en segundo término, se ubicaron los 12 discapacitados. Hombres y mujeres, uno de ellos de religión musulmana.
Después de una homilía durada menos de cinco minutos (abajo la homilía completa), el Papa se dirigió hacia ellos. No obstante sus 77 años y sus problemas de movilidad, se arrodilló ante cada uno, lavó con paciencia sus pies y los besó con amor.
Samuele Chiavari no pudo ni siquiera tomarle la mano. Pensaba hacerlo, pero la emoción lo bloqueó. Tiene 66 años, la mayor parte de los cuales los ha pasado en una silla de ruedas. A apenas tres lo afectó una poliomelitis. Don Gnocchi lo salvó del olvido, en su pueblo de montaña. Le mostró que podía ofrecer algo a los demás, no obstante su condición.
Por años él estudió y trabajó en el centro visitado por el pontífice y fue elegido para ser uno de los 12. Cuando se lo comunicaron, esa noche no pudo dormir. “Don Gnocchi y el Papa Francisco me provocaron el mismo espíritu, la misma alegría”, contó al Vatican Insider casi en lágrimas.
 “Nunca había sentido la emoción de hoy. Vi que le costaba moverse, pero su espíritu de humildad, de ponerse a disposición, no logré decirle nada, quería darle la mano pero por la emoción me quedé bloqueado. Su mensaje es el de estar disponible hacia los demás, yo tenía ya un empeño y ahora lo reforcé después de este encuentro. También en mis condiciones puedo yo también dar mucho, porque recibí mucho”, agregó.
Le embargó la misma emoción de Angélica Belli. Ella se siente afortunada, no obstante el reumatismo grave que le ha obligado a sufrir varias operaciones desde 1988. Es más, considera a la enfermedad como una bendición. “Si yo no tenía la pierna así, no hubiese tenido la fortuna de estar acá, con el Papa”, aseguró con determinación.
 “Este momento es fantástico, no te salen las palabras, la belleza de este momento va más allá de cualquier límite. ¿Cómo se hace para encontrar las palabras y contar el gozo que vivimos?
Cuando vino el Papa sentí: es uno de nosotros, sentía una gran alegría dentro porque es el Papa del pueblo, encontramos un hermano, un amigo. Es del pueblo, de la gente pobre, de los enfermos y por eso para mi es un santo, ya desde ahora”, estableció.
Sin dudar afirmó que el centro de acogida, donde reside, es la “ciudad de la sonrisa”, aunque todos los que ahí viven son inválidos. La sonrisa se la procuran los jóvenes enfermeros y voluntarios. A ellos los ha bautizado como un “ejército de ángeles”, por su incansable asistencia.
Y apuntó, con sabiduría: “Se les tendría que premiar a estos jóvenes, en el cielo y por parte de los hombres. Los políticos se deberían despertar y ver la belleza de estos muchachos, deberían venir a escuela acá, a tomar lecciones de estos buenos jóvenes. Terminarían todas las guerras si hubiese un poco más de igualdad y de humanidad, terminarían todas”.
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Homilía del Papa en la Misa de la Cena del Señor en Jueves Santo

Traducción de Radio Vaticano:
 Hemos sentido lo que Jesús hizo en la Última Cena. Es un gesto de despedida. Es la herencia que nos deja.
 Él es Dios y se hizo siervo, servidor nuestro, y ésta es la herencia. También ustedes deben ser servidores, uno de los otros. Él hizo este camino por amor. También ustedes tienen que amarse y ser servidores en el amor. Ésta es la herencia que nos deja Jesús.
 Y hace este gesto de lavar los pies porque es un gesto simbólico: lo hacían los esclavos, los siervos, a los comensales, a la gente que venía al almuerzo o a la cena porque en aquel tiempo las calles eran todas de tierra, y cuando entraban a casa, era necesario lavarse los pies.
Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de esclavo, de siervo, y esto lo deja como herencia entre nosotros.
Nosotros tenemos que ser servidores unos de los otros, y por eso la Iglesia, en el día de hoy cuando se conmemora la Última Cena, cuando Jesús ha instituido la Eucaristía, también hace en la ceremonia este gesto de lavar los pies, que nos recuerda que nosotros debemos ser siervos unos de otros.
Ahora yo haré este gesto, pero todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los otros, y pensemos en el amor que Jesús nos dice que tenemos que tener con los otros; y pensemos también cómo podemos servirles mejor, a las otras personas, porque así Jesús lo quiso de nosotros.
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Inicio del Triduo Pascual

Con la Misa Crismal celebrada en la Basílica de San Pedro de esta mañana se ha dado comienzo al inicio del Triduo Pascual, en el que los católicos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El Viernes Santo, Francisco presidirá los Oficios en la Basílica de San Pedro. En esta ceremonia la homilía estará a cargo del italiano Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.
Por la noche, a las 21,15, participará en el tradicional Vía Crucis en el Coliseo. Los refugiados y emigrantes, los que sufren las consecuencias de la violencia, la crisis económica, la falta de empleo o la usura serán algunos de los temas que se meditarán en el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, cuyos textos han sido escritos por el arzobispo de Campobasso-Boiano Giancarlo Bregantini.
El Sábado Santo se celebrará la Vigilia Pascual a las 20,30 en San Pedro y el Papa presidirá la Liturgia de la Luz en una basílica de San Pedro completamente a oscuras. La Misa del Domingo de Resurrección será en la Plaza de San Pedro y comenzará a las 10,15 y después Francisco impartirá la bendición "Urbi et Orbi".
El 21 de abril, conocido como el "Lunes del ángel", el Santo Padre rezará a mediodía la oración mariana de Regina Coeli con los fieles y peregrinos que se darán cita en la Plaza de San Pedro para escuchar sus palabras y recibir su bendición apostólica.

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