22 jul 2014

El caso Mamá Rosa en las columnas de hoy

 TRASCENDIÓ/Milenio

Que el albergue La Gran Familia en Zamora, Michoacán, poco a poco se está despoblando.
Decenas de pequeños abandonan el lugar y las autoridades del DIF municipal, de plano, se declararon incapaces de dar cobijo a poco más de 200 niñas y niños, a pesar de que la PGR informó que todos ellos permanecerían en el municipio hasta que terminen las diligencias ministeriales.
:Que al titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, ni le vienen ni le van las críticas adversas por la investigación sobre el establecimiento que dirigía Rosa del Carmen Verduzco, “Mamá” Rosa.
Dicen que está muy en paz consigo mismo, pues cada paso que ha dado se basa en las responsabilidades e investigaciones del Ministerio Público, lo cual fue respaldado por el Poder Judicial con la orden de cateo, aunque haya a “quienes no les guste la realidad de este caso”.
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Bajo Reserva/El Universal
El pequeño detalle del albergue de Mamá Rosa
UN PEQUEÑO requisito, pero que nadie verificó, ha salido a la luz con las diversas líneas de investigación que abrió la Procuraduría General de la República, que encabeza Jesús Murillo Karam, en torno a la operación del albergue La Gran Familia. Por increíble que parezca ninguna dependencia federal o estatal se dio cuenta de que los predios que ocupaba el albergue no contaban con los permisos necesarios para operar como tal. Aunque diversas dependencias federales, como la Secretaría de Desarrollo Social, entre otras, canalizaban recursos económicos a esa casa nunca tuvieron el cuidado de verificar su estatus legal. Hoy la PGR, nos dicen, investiga incluso quién o quiénes son los propietarios del terreno y si hubo omisiones de autoridades que permitieron su funcionamiento y no advirtieron de la situación que se vivía en el interior.
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ESTRICTAMENTE PERSONAL/Raymundo Riva Palacio
El Financiero,
El engrudo del procurador

El procurador general, Jesús Murillo Karam, un político muy respetado, no ha visto las suyas en ese cargo. Se le esfumó de entre las manos el caso del empresario Gastón Azcárraga y suda para mantener a la maestra Elba Esther Gordillo en la cárcel. Tropieza todo el tiempo en el caso de Oceanografía y está en contradicción permanente con su enemigo público Alfredo Castillo, el comisionado federal en Michoacán, sin olvidar que no ha podido lavarse la mancha que en sus narices –metafóricamente hablando- caminó hacia la libertad Rafael Caro Quintero, el antiguo jefe del Cártel de Guadalajara. No obstante, ninguno de estos casos lo ha puesto más en entredicho que la captura de Rosa del Carmen Verduzco, Mamá Rosa, que lo ha dejado como un mentiroso, o en el mejor de los casos, como un abogado que se rige por periodicazos.
La semana pasada procedieron contra Mamá Rosa y varios de sus colaboradores en el albergue “La Gran Familia” en Zamora, por la denuncia de cinco personas que, de acuerdo con el procurador, estaban privado de su libertad, o sea, secuestrados, varios de sus familiares. El jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, Tomás Zerón, agregó que el operativo iba dirigido principalmente contra Verduzco por privación de libertad, abusos físicos y sicológicos, y además, sugirió, extorsión. 
El caso que presentaron Murillo Karam y Zerón a la prensa el martes pasado, comenzó a quebrarse rápida y proporcionalmente a cómo crecía la protesta de un grupo de distinguidos historiadores e intelectuales que conocían a Mamá Rosa, y que alegaron vehementemente su inocencia. Para el viernes, Zerón dijo que no había orden de captura en su contra, sin explicar por qué entonces la detuvieron. El domingo por la noche, la PGR decidió ponerla en libertad, y el domingo, temprano, fue ingresada a un hospital privado en Guadalajara, para que la atendieran por el impacto en su salud por la detención.
Ni el procurador ni el jefe de la policía ministerial han dado la cara para explicar qué es lo que sucedió, y porqué lo que afirmaron originalmente no era cierto. Ambos, como agravante, son los autores intelectuales de la embestida mediática en contra de Mamá Rosa, al haber sido tan explícitos en la descripción del caso que reflejaban sólido como una roca. Murillo Karam describió en la primera construcción del imaginario colectivo: “Se tuvo que actuar para empezar a eliminar las plagas que se encontraban ahí. Déjenme decirles que había ratas, chinches, pulgas”.
Zerón abundó con los datos, parecía, en la mano: “Durante la investigación se recabaron diversas declaraciones de testigos y víctimas que refieren diversos abusos físicos y psicológicos hacia los menores por parte de Rosa del Carmen Verduzco y de algunos funcionarios de la casa hogar, dentro de los cuales, destaca el ser obligados a pedir dinero en casas y calles, ser alimentados con comida en mal estado, dormir en el suelo entre plagas, tener abusos sexuales y la prohibición de poder abandonar las instalaciones”.
La PGR abrió las puertas del albergue “La Gran Familia” a la prensa el jueves para que documentaran las condiciones en las cuales vivían las 600 personas que liberaron, la gran mayoría menores, y les mostraron las porquerías que, afirmó, les hacían comer, la inmundicia en la cual, dijo, que vivían todos, y les contaron que sacaron 20 toneladas de basura, que había cajas llenas de humedad y moho llenas de ropa nueva. Funcionarios de la PGR soltaron a la prensa la posibilidad de que hubiera fosas clandestinas y el fin de semana abonaron a su credibilidad con el dato que la investigación llevaba 14 meses, y no se limitaba a las cinco denuncias que originalmente dijeron Murillo Karam y Zerón que había motivado la orden de cateo.
Hoy, no se sabe exactamente qué es cierto y qué es falso. La PGR ha entrado en tantas contradicciones, y sus más altos funcionarios incurrido en mentiras e imprecisiones de una manera tan flagrante, que han provocado un daño considerable a la procuración de justicia. En el caso de Mamá Rosa, fue culpable de delitos del fuero común y del fuero federal un día, e inocente 72 horas después. La investigación de meses, evaporada en la olla de presión pública. Funcionarios de voz tronante y amenazas sibilinas contra quienes discrepan y se enfrentan a ellos, doblados por un puñado de intelectuales que decidieron que la justicia no es ciega, y que los ciegos eran ellos.
Que el gobierno se les arrodille no es el problema de fondo. El problema real es que si esa es la forma como se procura la justicia en este gobierno, con acusaciones inventadas, acciones medrosas, información falsa y propaganda tramposa, no importa si alguien es culpable o inocente ante la justicia mexicana, porque su suerte la determinarán las necesidades políticas coyunturales del procurador y del gobierno. Mamá Rosa será, en este sentido, la continuación de las inconsistencias jurídicas de una procuración de justicia que, como en años pasados, tiene en la politización la esencia de su ejecución.
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EL ASALTO A LA RAZÓN/Carlos Marín
 Milenio.
¿Los que se hicieron pendejos?
Según las acusaciones ante el Ministerio Público, el sujeto apodado El Cito no solamente abusaba de niños varones a quienes depredaba sexualmente, sino también violaba a niñas en La Gran Familia.
 “Era el más gandalla”, dice una de sus víctimas, con 18 años ya cumplidos.
 “No debe ni puede existir excusa para procurar justicia contra el abuso sexual de menores”, opina la lectora Susana Miranda, quien sobre lo incomprensible de que un albergue infantil estuviera operando en condiciones como las que reflejan las imágenes y los testimonios de atrocidades, opina:
 “Son resultado de la absoluta inobservancia de la Norma Oficial Mexicana NOM-032-SSA3-2010 (Diario Oficial de la Federación, 25 de febrero de 2011), que se llama Asistencia Social/ Prestación de Servicios de asistencia social para niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo y vulnerabilidad”, de cuya observancia son responsables “las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal y los gobiernos de las entidades federativas en el ámbito de sus competencias…”.
Pues… ¡a por ellos!
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