18 dic 2014

Agradecer a Bangladesh/Shashi Tharoor,

Agradecer a Bangladesh/Shashi Tharoor, a former UN under-secretary general and former Indian Minister of State for Human Resource Development and Minister of State for External Affairs, is currently an MP for the Indian National Congress and Chairman of the Parliamentary Standing Committee on External Affairs. His most recent book is Pax Indica: India and the World of the 21st Century. Traducción de Kena Nequiz
Project Syndicate | 18 de diciembre de 2014
Este mes el Parlamento indio dio el primer paso con miras a tomar una decisión potencialmente crucial: resolver una disputa fronteriza con Bangladesh que se remonta a la partición del subcontinente en 1947. Concretar un acuerdo en torno a este tema daría un gran impulso a la relación bilateral que ya es cordial, sin mencionar que fortalecería la posición de Bangladesh en la región.
Tramada por un imperio británico decadente que se había desentendido desde hacía mucho de sus responsabilidades, la demarcación de la frontera entre India y Pakistán se hizo de forma descuidada. La división en sí la hizo a la ligera el Sir Cyril Radcliffe, abogado que nunca había visitado la India antes de recibir esa tarea, y causó numerosos problemas.

En la parte oriental de Pakistán, que se convirtió en Bangladesh en 1971, la frontera que trazó Radcliffe creó dos series de irregularidades. En algunos casos, un país se negó a ceder territorio al otro, lo que se desembocó en las llamadas “posesiones adversas”; en otros, Radcliffe dejo pequeñas partes de un país rodeadas por territorio del otro.
Tomando en cuenta que hay 111 enclaves indios diseminados en alrededor de 6,900 hectáreas en Bangladesh y 51 enclaves bangladeshíes en aproximadamente 2,900 hectáreas en la India, un arreglo supondría una transferencia neta de unos 40 kilómetros cuadrados de territorio indio a Bangladesh. No se trata de una superficie enorme, pero ha tomado casi siete décadas lograr avances reales para resolver las anomalías.
Al principio, la hostilidad que surgió entre la India y Pakistán poco tiempo después de la partición impidió cualquier debate sobre el tema. No obstante, la independencia de Bangladesh de Pakistán en 1971, facilitada por la India, permitió buscar una solución y en 1974 se estableció un acuerdo fronterizo. Sin embargo, un golpe militar en Bangladesh enfrió las relaciones bilaterales y asfixió el acuerdo.
A pesar de que los vínculos mejoraron en la década de los noventa, los gobiernos indios no pudieron  – o no quisieron – arriesgar su capital político para legitimar la transferencia territorial y poner fin a la disputa. De hecho, el único primer ministro que presionó para que se concretara un acuerdo, Manmohan Singh, se enfrentó a una fuerte resistencia interna, incluso de uno de sus aliados de coalición, lo que le hizo imposible conseguir los votos necesarios para adoptar la enmienda constitucional. El partido Bharatiya Janata (BJP), que en esa época estaba en la oposición, llegó incluso a bloquear el proyecto de ley en el Parlamento, y el abogado Arun Jaitley, líder de la oposición declaró que el territorio de la India era parte integral de su constitución y por lo tanto “no se puede reducir o alterar mediante una enmienda”.
Ahora, tres años después de haber frustrado los esfuerzos de Singh, el BJP ha llegado al gobierno de la India, después de su aplastante victoria electoral en mayo. Y ha cambiado muchas de sus posiciones políticas, incluida la cuestión de la frontera con Bangladesh.
Durante su primer viaje al extranjero después de asumir el cargo de ministra de Relaciones Exteriores, Sushma Swaraj, del BJP, visitó Dhaka, la capital de Bangladesh, donde se comprometió a  retomar el acuerdo fronterizo y lo envió al Comité Permanente de Relaciones Exteriores del Parlamento para que lo examinara. El Comité, que yo presido, deliberó durante tres semanas de audiencias y llamó a representantes de los ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior y del gobierno de Bengala Occidental, el estado más afectado. El 7 de diciembre recomendamos unánimemente que el Parlamento ratifique la enmienda constitucional.
El primer ministro Narendra Modi anunció posteriormente su apoyo al acuerdo. Incluso Jaitley, que ahora es ministro de Finanzas de la India y miembro destacado del gabinete, no ha expresado ninguna oposición. Además, como Bangladesh es el mayor beneficiario del acuerdo porque oficialmente aumenta su territorio y mejora su posición en relación con la India, no es probable que haya resistencia al acuerdo allí.
En resumen, la aplicación del acuerdo está casi asegurada. La única dificultad potencial en la India es la percepción de que está cediendo su territorio. Para evitar que esa impresión equivocada obstaculice la aprobación del proyecto de ley en el Parlamento de la India, los líderes del país deben explicar al público que ni su país ni Bangladesh cederán ningún territorio que esté actualmente bajo su control. Los territorios que se van a intercambiar son enclaves anárquicos en los que el soberano nominal no tiene autoridad real.
De hecho, la India no tiene acceso a los enclaves que supuestamente gobierna en Bangladesh. No hay puestos fronterizos, mojoneras, oficinas de correo ni de policía que indiquen un control por parte de la India. Las personas que viven ahí son teóricamente ciudadanos indios, pero no tienen los derechos y privilegios de que gozan sus conciudadanos en el resto del país. Eliminar las anomalías únicamente regularizará la realidad. La pérdida de territorio se dará únicamente en el papel.
El único posible cambio es que algunos residentes de los enclaves indios podrán emigrar a la India después del acuerdo si así lo desean. De otro modo, se convertirán en ciudadanos de Bangladesh. Puesto que es de suponer que desde 1947 los residentes de los enclaves han perdido muchos de sus vínculos culturales o personales con la India, se espera que la mayor parte de ellos se queden donde están.
El impacto de un acuerdo sobre fronteras terrestres sería por ende relevante en las relaciones diplomáticas de los dos países. El gobierno de la Liga Awami de Bangladesh, que regresó al poder este año luego de unas elecciones polémicas, saboteadas por el principal partido de oposición, ya ha emprendido un nivel de cooperación sin precedentes con la India respecto a asuntos de seguridad y contraterrorismo.
Durante regímenes mucho menos amigables, Bangladesh fue un refugio para grupos y militantes terroristas que causaron estragos en India. El gobierno del primer ministro, Sheikh Hasina, no solo ha negado a alojar a estos grupos, sino que los ha interceptado de forma activa, ha arrestado a algunos de los líderes, e incluso ha entregado al gobierno indio algunos terroristas buscados.
Si ya se detonan bombas terroristas en el estado indio de Assam es gracias al gobierno de Dhanka. Ofrecer a Bangladesh derechos legales sobre su territorio es lo menos que India puede hacer para expresar su gratitud.

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