21 dic 2014

La calma en Juárez, producto de un narcopacto/

Revista Proceso No. 1990, 20 de diciembre de 2014
La calma en Juárez, producto de un narcopacto/J. JESÚS ESQUIVEL
Hace tres años Ciudad Juárez todavía era un infierno: Los tiroteos, las ejecuciones, las matanzas y extorsiones eran cosa de todos los días y en todas partes. Ahora no. La plaza vive una inusitada calma pese a que el Cártel de Juárez fue descabezado con la captura de Vicente Carrillo Fuentes. Informes de inteligencia y fuentes consultadas por Proceso señalan que dos grupos del Cártel de Sinaloa buscan el liderazgo de la organización delictiva, pero extrañamente lo están haciendo en paz.
 EL PASO, TEXAS/CIUDAD JUÁREZ, CHIH.- En el Cártel de Juárez la reorganización del mando se congeló y por ahora no hay un cabecilla, pues entre la vieja guardia y la nueva gente que llegó de Sinaloa no se ha podido llegar a un arreglo.
 Deducen lo anterior funcionarios de México y Estados Unidos, en tanto que un policía estadunidense habla con Proceso a condición del anonimato: “Hay un impasse. Son básicamente dos bandos en un mismo cártel, pero sin estar peleados. La gente que llegó de Sinaloa sigue aquí, pero algo ocurrió luego del arresto de (Vicente) Carrillo Fuentes”, El Viceroy.
 En las agencias de inteligencia de ambos países la radiografía que se tiene del nuevo Cártel de Juárez es de desconcierto, porque hasta antes de la captura de Carrillo Fuentes, el pasado 9 de octubre en Torreón, Coahuila, la agrupación criminal estaba en reorganización.


Ese capo “tenía tiempo (por lo menos dos años) que no mandaba en el Cártel de Juárez, pero era una figura clave en la reor­ganización de mando; él aprobó la llegada de la gente de Sinaloa para hacerse cargo del negocio”, dice a este semanario un agente federal estadunidense, quien como su colega mexicano aceptó la entrevista a condición de que no se revelara su nombre ni el de la dependencia a la cual representa.

Desde principios de este año, según los informes de inteligencia de varias dependencias federales de Estados Unidos, “la plaza de Ciudad Juárez” estaba sometida a una “limpia” que llevaba a cabo la gente de Sinaloa que llegó para hacerse cargo del cártel tras “la jubilación” del Viceroy.

El agente estadunidense apunta que “aunque siguen reportándose asesinatos en Ciudad Juárez”, la plaza vive una “paz relativa” en términos estadísticos por cuanto a las ejecuciones que había casi a diario hace tres años debido al pleito entre varios grupos del narcotráfico por el control de esta zona de trasiego de drogas.

Añade que el año pasado los miembros del Cártel de Sinaloa y los que dejó Carrillo Fuentes a cargo de la organización establecieron “un acuerdo para calmar la plaza”.

Desde la celebración de ese presunto pacto, a Ciudad Juárez comenzaron a llegar gente de Sinaloa y sicarios profesionales de otros estados del norte de México empleados por la organización que ahora dirige Ismael El Mayo Zambada García.

La mayoría de los ejecutados en Ciudad Juárez a raíz de ese acuerdo son supuestos delincuentes que en el auge de la guerra militarizada desatada por Felipe Calderón contra el narcotráfico tenían aterrorizada a la población juarense con las matanzas indiscriminadas que perpetraban a toda hora y en todos lados.

“Los muertos de ahora son pandilleros de Los Aztecas, Los Mazatlecos, gente del Cártel del Golfo, algunos de La Línea y de Los Beltrán Leyva que se habían asentado aquí. El Cártel de Sinaloa ha ‘limpiado’ casi toda la plaza, pero aún no terminan el ‘trabajo’. Su objetivo es quedarse con estas rutas del tráfico de drogas que son de las más importantes para meter droga a Estados Unidos, pero en acuerdo con el de Juárez”, abunda el funcionario mexicano.

Calma inusual

Los agentes entrevistados, uno en Ciudad Juárez y el otro en El Paso, Texas, coinciden en hablar de un hecho insólito al que aún no le encuentran explicación: Desde el arresto de Carrillo Fuentes el tema de la transición quedó paralizado, no obstante que la plaza sigue relativamente tranquila.

“Hasta hace unas semanas quien mandaba aquí era Jesús Salas Aguayo, El Chuyín, porque tenía la bendición de la gente de Sinaloa; pero ahora se habla de que está confrontado con la gente de Socorro Vázquez Barragán, El Cachorro, quien pertenece a otra fracción de Sinaloa”, matiza el funcionario mexicano, y afirma: “No están peleados, pero ninguno de los dos es de Juárez y hay mucha gente molesta por eso”.

Cuestionado sobre las posiciones de mando de El Chuyín y El Cachorro, el agente estadunidense sostiene que, según los informes de inteligencia más recientes de la dependencia con la cual trabaja, “estos dos personajes colaboraban juntos en el tráfico de drogas y en la limpia de la plaza, y los dos manejaban a los grupos tácticos que están a cargo de esa tarea en Ciudad Juárez”.

Respaldados por los sicarios que integran La Línea –la agrupación que reclutó y formó El Viceroy para proteger sus intereses–, El Chuyín y El Cachorro eran los dos jefes del Cártel de Juárez, según las fuentes; pero tras la captura de Carrillo Fuentes las cosas cambiaron.

Una fuente consultada en la capital chihuahuense, especializada en asuntos del narcotráfico, quien por razones de seguridad pide que se omita su nombre, cuenta al reportero que los integrantes de La Línea ha tenido desencuentros con los del Cártel de Sinaloa porque tácticamente éstos los han reemplazado con otros sicarios.­

“La situación está muy tensa. Se teme que pueda desatarse otra guerra por la plaza, ahora entre La Línea y la gente de Sinaloa, y eso a nadie le conviene. La plaza está en paz y puede notarse el cambio”, asegura la fuente consultada.

En Ciudad Juárez ha repuntado notablemente la vida nocturna, uno de los termómetros sociales que se aplican en esta zona norteña del país para medir la tranquilidad.­

En un recorrido nocturno que realizó Proceso por el centro de Ciudad Juárez, cuyos edificios están en remozamiento para darle una cara más amigable y nueva a la ciudad, los antros y los bares estaban llenos. La gente caminaba por las calles con tranquilidad. Había vendedores ambulantes por todos lados y una cola larguísima en los puentes fronterizos que conectan El Paso con Juárez.

Muchas personas, en su mayoría jóvenes, esperan hasta dos horas en la fila con tal de entrar a Juárez a divertirse en sus antros y bares, que cierran religiosamente a las dos de la mañana.

“Este bullicio es el mejor ejemplo de que la plaza está controlada. La gente de La Línea, la del Chuyín y la del Cachorro están por todos lados, pero tienen la orden de solamente actuar contra quienes se tiene que actuar, no contra los civiles, como se hacía antes”, explica el agente mexicano.

–¿Y contra quiénes se tiene que “actuar”? –se le pregunta.

–Contra los vendedores de droga al menudeo, contra los halcones de Los Aztecas o de otros grupos criminales dedicados a la extorsión y al secuestro.

Los informes de inteligencia y las fuentes consultadas sostienen que hasta antes de la captura de El Viceroy, sinaloenses como El Chuyín no estaban físicamente todo el tiempo en Ciudad Juárez; operaban desde otros puntos del estado de Chihuahua. Desde Ciudad Cuauhtémoc, por ejemplo.

Según la radiografía que tiene el gobierno de Estados Unidos sobre el nuevo Cártel de Juárez, y conforme a la explicación que da el agente entrevistado en El Paso, el Cártel de Sinaloa no había definido quién gobernaría la plaza; de ahí que hubiera varios mandos. Pero ahora está en la urgencia de hacerlo, antes de que pueda darse una confrontación con La Línea.

“Creíamos que la plaza iba a quedar en manos del Chuyín porque tenía el visto bueno de Carrillo Fuentes, pero ahora que lo detuvieron, los de La Línea ya no están tan de acuerdo en eso porque son ellos quienes conocen las rutas del tráfico de drogas de esta zona y a la gente que permite que se mueva la mercancía”, destaca el agente estadunidense.

–¿Hay colaboración de las autoridades de Ciudad Juárez con los miembros del “nuevo Cártel de Juárez”, como usted le llama? –se le cuestiona al agente de Estados Unidos.

–Para que Ciudad Juárez funcione conforme a los intereses de una agrupación criminal como el Cártel de Juárez tiene que haber colaboración de las autoridades locales, o por lo menos de las agencias policiales.

Aunque no lo dicen, pareciera que los juarenses están de acuerdo con la nueva modalidad que impera en términos del control de la plaza. Nadie se atreve a hablar directa o públicamente del tema porque tiene miedo de que lo levanten sicarios de La Línea por hablar de más, pero en privado la mayoría de los pobladores de esta ciudad fronteriza que fueron consultados por el reportero afirman que ahora se sienten más seguros y con mayor tranquilidad al salir a la calle.

“No es que esto sea lo ideal, pero no hay duda de que estamos mejor que hace tres años, cuando había matanzas por todos lados”, dice un juarense mientras disfruta una cerveza en uno de los bares de la zona centro, que está en plena remodelación.

La dueña de una tienda de ropa localizada no muy lejos de la línea fronteriza comenta: “Ya no hay muchas extorsiones. Sí se oye que todavía hay gente de Los Aztecas o de Los Mazatlecos que llegan a extorsionar negocios, pero ya no como antes”.

“Vea usted: ya pasan otra vez los negociantes que se van a El Paso a comprar ropa al mayoreo y que meten sus mercancías cargando para no pagar impuestos. Eso ya no se hacía. De este lado de la línea (el lado mexicano) apenas pasaba uno y ya lo estaban esperando esos cabrones que pedían dinero por el derecho de piso”, anota otro comerciante, dueño de un puesto de burritos.




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