El
buen samaritano es el ateo….
Hace unos días se publicó en El Páis -6 de noviembre- un reportaje firmado por Javier Salas, afimando que las personas menos religiosas tienen una
tendencia más espontánea a ayudar al prójimo….,
El reportero retoma un estudio hecho por Jean Decety,
neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago, por sociólogo de
Stanford Robb Willer y por Azim Shariff..
Dice Lucas 10:25-37 (versión Reina-Valera):
El buen samaritano
Y he aquí un intérprete de la ley se
levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida
eterna?
Él le dijo: ¿Qué está escrito en la
ley? ¿Cómo lees?
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Y le dijo: Bien has respondido; haz
esto, y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse a sí
mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre
descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le
despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote
por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca
de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de
camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
y acercándose, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y
cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos
denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de
más, yo te lo pagaré cuando regrese.
¿Quién, pues, de estos tres te
parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?…“
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El reportaje
El
buen samaritano es el ateo
Las personas religiosas se muestran
menos altruistas con desconocidos, según los últimos estudios
Cuanto más inteligentes, menos
creyentes
JAVIER SALAS/ El País, 6 NOV 2015
Los menos religiosos parecen ser más
proclives a ayudar a los demás por empatía.
Si alguna vez —Dios no lo quiera— le
dan una paliza unos asaltantes mientras baja de Jerusalén a Jericó, más vale
que después pase por allí un samaritano poco creyente. Porque ser religioso o
ateo no hace más buenas a las personas, pero sí que parece condicionar la forma
de entender la generosidad y el altruismo hacia desconocidos. Y las personas menos religiosas tienen una
tendencia más espontánea a ayudar al prójimo, según los últimos estudios.
Los
niños más altruistas eran de familias ateas o no religiosas. La religión no es
una garantía para la moralidad", asegura el autor
El último trabajo ha sorprendido al
mostrar que los niños y niñas criados en ambientes religiosos son menos
proclives a ser generosos, que existe una correlación inversa entre el
altruismo y la educación en valores identificados con la fe. Por medio de un
experimento realizado con menores de entre 5 y 12 años en seis países
culturalmente muy diversos (Canadá, EE UU, Jordania, Turquía, Sudáfrica y
China), los investigadores encontraron que los escolares que no reciben valores
religiosos en su familia son notablemente más generosos cuando se trata de
compartir sus tesoros con otros niños anónimos.
"Es importante destacar que los
niños más altruistas vienen de familias ateas o no religiosas", destaca el
líder del estudio, Jean Decety,
neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago. "Espero que la
gente empiece a entender que la religión no es una garantía para la moralidad,
y que la religión y la moralidad son dos cosas diferentes", remata
cuestionado por la importancia de este estudio.
Además, en la investigación se
preguntaba a los progenitores si sus hijos eran más o menos generosos y,
curiosamente, los padres y madres más religiosos creen que están criando una
prole más solidaria: los creyentes dan por hecho que sus hijos son más
altruistas, aunque a la hora de la verdad compartían menos. Otro hallazgo
importante es que la religiosidad hace que los niños sean más severos a la hora
de condenar el daño interpersonal, como por ejemplo los empujones. "Este
último hallazgo encaja bien con investigaciones previas con adultos: la religiosidad está directamente
relacionada con el aumento de la intolerancia y de las actitudes punitivas
hacia delitos interpersonales, incluyendo la probabilidad de apoyar penas
más duras". En resumen, los menores
criados en ambientes religiosos serían algo menos generosos pero más proclives
a castigar a quien se porta mal.
Los más religiosos fundamentan menos su
generosidad en las empatía y más en otros factores como el dogma, la identidad
de grupo o la reputación", asegura Willer
Hace un par de años, el sociólogo de
Stanford Robb Willer publicó un
estudio en el que, a través de tres experimentos, mostró que la compasión llevaba a las personas no creyentes a ser más
generosas mientras que en las más apegadas a la fe la compasión no influía
en su nivel de generosidad. "Para los menos religiosos, la fuerza de su
conexión emocional con otra persona es fundamental para decidir si van a ayudarla
o no", aseguraba Willer en su día: "Los más religiosos, por el
contrario, fundamentan menos su generosidad en las emociones y más en otros
factores, como el dogma, la identidad de grupo o la reputación".
Desde hace siglos, distintos autores
han abordado el debate de si la religión, creer o temer a Dios, provoca en los
humanos una actitud más bondadosa, más solidaria, más empática hacia el
sufrimiento de los demás. No obstante, en los últimos años la investigación
psicológica ha revelado varias tendencias consistentes, como que los creyentes
tienden más a dirigir su empatía hacia su propio grupo, que religiosos y no
religiosos motivan su altruismo en valores diferentes y que usan criterios
distintos para determinar qué acciones son inmorales.
Sin embargo, la idea de que la religión
consolidaba el altruismo aparecía en diversos estudios, como los que vienen
publicando autores como Azim Shariff, que ha repasado en la revista Science la
importancia de la fe a la hora de mostrarse más generoso con los demás. En sus
trabajos se ponía a prueba el altruismo de la gente después de hacerles pensar
(consciente e inconscientemente) en Dios y sus manifestaciones: aquellos que
leían sobre él o veían vídeos relacionados antes de la prueba se mostraban
notablemente más generosos que los que no. Las motivaciones no eran la
compasión o la empatía, pero ayudaban más al prójimo al tener presente la
figura divina.
Por eso, Shariff considera que los
resultados del estudio en niños publicado hoy "parecen superficialmente contradictorios"
con su trabajo. Pero de gran importancia: "Creo que se trata de unas
conclusiones fascinantes a partir de un esfuerzo impresionante. Este estudio
nos obliga a repensar seriamente las cosas a fin de conciliar lo que
sabemos", resume Shariff, de la Universidad de Oregón.
Los
padres y madres más religiosos creen que su prole es la más solidaria; los
experimentos mostraron que era justo al revés
Lo difícil sería explicar por qué ateos
y creyentes (o poco religiosos frente a muy religiosos) actúan de forma
distinta cuando se trata de pensar en los demás. Aunque no hay respuestas
concluyentes, tanto Shariff como Decety
aluden a una cierta licencia moral que se otorgan aquellos que ya rezan por los
demás: si ya cubro el cupo de generosidad en mi parroquia, eso me exime de
tener que ser altruistas con desconocidos. "Es un fallo mental
particularmente interesante: haciendo algo bueno, que ayuda a fortalecer
nuestra propia imagen positiva, se desinhibe el comportamiento egoísta y por lo
tanto somos más propensos a tomar decisiones inmorales", explica Decety,
uno de los mayores expertos en empatía. Eso explicaría que los niños criados en
hogares religiosos, que se perciben como más sensibles y justos, son de hecho
los menos altruistas entre sus compañeros de clase.
Shariff, más crítico, considera que
esto tiene una lectura a la inversa. "Se limitan a un tipo específico de
generosidad espontánea. Es posible que alguien sea enormemente altruista
donando el 20% de sus ganancias a la caridad. Y como ha estructurado su
altruismo de este modo, no se sienten obligados a donar a un mendigo en la
calle que les pide dinero de forma espontánea, o a un psicólogo que les da la
oportunidad de compartir con alguien en un experimento".
;;;;;;;;;En la parábola de Jesús que recogió
Lucas en los Evangelios, era un sacerdote quien pasaba de largo ante el
necesitado y únicamente