“Perdón en nombre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra...” papa Francisco a la víctima
Desde finales de agosto de 2016 está en la cárcel preventiva, Carlos López Valdés, acusado por su probable responsabilidad en la comisión del delito de violación equiparada agravada y corrupción de menores. Hace años usando su “poder divino” violó a un niño de nombre Jesús Romero Colín, quien era monaguillo y tenía entonces 11 años.
El agresor sexual fue detenido en Jiutepec, Morelos, por elementos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ) en cumplimentó a la orden de aprehensión librada por el juez 55 en materia penal, con sede en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, causa penal 244/08. La fiscalía Central de Investigación para la Atención de Delitos Sexuales ha llevado las indagatorias correspondientes de manera muy lenta quizá por la falta de cooperación de las partes.
El delito ocurrió en 1994 y siguió hasta 1999, cuando el inculpado era el párroco de los templos de San Agustín de las Cuevas, y San Judas Tadeo, en la delegación Tlalpan, al sur de la Cd. de México.
Años después -en 2007- la victima decidió denunciar los hechos criminales. Primero lo hizo con las autoridades eclesiásticas, quizá para darle la oportunidad de que hicieran algo; el día 22de marzo la madre de Jesús Esperanza Colín habló con el entonces obispo Jonás Guerrero Coronaresponsable d la VI Vicaria para exponerle el asunto vergonzoso.
¿Qué pasó entonces?
Al enterarse de la gravedad del caso las autoridades actuaron equivocadamente; lo que hicieron y -está documentado- fue pedirle que atendiera su problemática emocional y “conductas inadecuadas...”
Meses después, gracias a la presión mediática –reportajes en medios impresos y electrónicos-, le suspendieron momentáneamente la licencia sacerdotal, e iniciaron un juicio canónico que duró varios años, primero en el Tribunal Interdiocesano en México y al final la Congregación para la Doctrina de la Fe le quitó el grado sacerdotal, ello concluyó en enero de 2011.
Para la arquidiócesis de México ahí quedó su responsabilidad, nadie fue a la cárcel nadie pago daño a la víctima.
Empero, hay que decir que los abogados de la victimas interpusieron el 17 de agosto de 2007 una demanda penal en contra del cura por violación y abuso sexual; después acudieron a presentar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México e incluso acudieron al Comité de Derechos del Niño, de la ONU.
Es recomendable ver el documental Agnus Dei (Cordero de Dios) de Alejandra Sánchez Orozco: fue exhibido en distintos festivales de cine y se pudo ver en algunas salas de la Ciudad de México por muy poco tiempo.
Quizá por todo eso, el caso llegó a los oídos del papa Francisco. De hecho la víctima le escribió al líder religioso de su situación, ante ellos, el papa les respondió con una misiva muy personal, escrita con pluma azul sobre una tarjeta de opalina color blanco de 15.5 por 11 centímetros, con el sello azul marino del Estado de la Ciudad del Vaticano, y fechada el 19 de julio de 2013. Un año después Jesús la hizo pública, tengo una copia en mi poder que la comparto de nuevo en LSR. Vale la pena transcribir las 95 palabras escritas con puño y letra del papa jesuita:
“Tengo recibida su carta. Con dolor, vergüenza, la releí y también con los mismos sentimientos la respondo. Perdón en nombre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra. Rezo por Usted y por todos los que pasaron por ese martirio. Quiero estar cercano. En Usted, y en los que han sufrido lo mismo, veo la cara de Cristo ultrajada. Estoy a su lado y, por favor, le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cuide. Fraternalmente, Francisco”.
¡Pero el jesuita sabe que no puede haber perdón sin justicia!
Además ese delito hoy se castiga severamente sobre todo a quienes los hayan ocultado.
Debemos decir que antes la legislación eclesiástica toleraba esos hechos. Los sacerdotes “pecadores” eran cambiados de parroquia y algunas veces se les enviaba a casas de recuperación –donde se atendían por problemas de alcoholismo, adicciones, depresión y “situaciones de vida afectiva”.
El agresor fue enviado a “curarse” a la Casa Damasco.
Hagamos una retrospectiva de lo que ocurrió con el caso de Jesús.
Hay un oficio –JGC/04207- que muestra la evidencia de protección de la Arquidiócesis Primada hacia el agresor sexual. Es de la VI Vicaría, cuyo responsable era Monseñor Jonás Guerrero Corona, está fechado el 13 de septiembre de 2007, y dirigido al Presbítero Carlos López Valdez – nótese como le habla de “tu” -, que dice:
“P(adre) López el 13 de marzo de este año te entregué una carta de extrañamiento, donde te pedía que atendieras tu problemática que comprende lo económico y lo emocional, recomendándote acudir a la ayuda de un terapeuta a favor de tu vida sacerdotal“.
El 02 de abril -agrega el escrito-, en las oficinas de esta VI Vicaría fuiste confrontado por S.E.R. (leer como su “Excelencia Reverendísima) Mons. Marcelino Hernández y tu servidor, en la que aceptaste la realidad de tus conductas inadecuadas y nuevamente te pedimos que te atendieras”.
El día 03 de abril se entregó la amonestación canónica “para que cambies de conducta y evitar el escándalo” y volví a recomendarte para que presentaras con Mons. Marcelino Hernández para tu atención médica”.
Subraya que “Cada vez más preocupado por tu salud integral (física, sicológica, moral y espiritual) y dado el descuido e irregularidad como has asumido tu proceso de atención a tu persona y a tu ministerio, me veo en la necesidad de proceder a suspenderte las licencias ministeriales (cc. 13333-1338) ad cautelam (léase provisionalmente) hasta que este proceso administrativo haya concluido”.
Continua la amonestación “Por lo pronto, preséntate de inmediato ante S.E.R Mons. Marcelino Hernández para que ingreses y recibas tratamiento en Casa Damasco, para que de ese modo sumas tu intención emocional y psíquica como ya se te había pedido y que no has atendido debidamente.
De este modo, al retirarte tus licencias ministeriales queremos manifestarte que la Iglesia está preocupada por tu ministerio, pero también debes salvaguardar el bien en sí misma, particularmente si explícitamente hay denuncias sobre tu modo de actuar, y por tanto debes asumir y responder ante las respectivas autoridades eclesiástica y civil”.
Está firmado por el Vicario Jonás Guerrero y el secretario Carlos González Guerrero.
Tiene los sellos correspondientes (anexo).
Observemos que la amonestación al agresor se parece mucho a la que emitió la Santa Sede en mayo de 2006 contra el padre Maciel, cuando se decidió “invitarlo” a retirarse a una “vida de oración y penitencia”, sin llevarlo a un proceso canónico debido a su avanzada edad.
Y es que la legislación eclesiástica hasta antes del papa Francisco perdonaba todos esos pecados.
No es casual que apenas hace tres años –el 11 de julio de 2013–, Francisco emitió un Motu Propio (decreto papal) donde dio a conocer una nueva legislación en materia penal y de sanciones administrativas para el Estado de la ciudad del Vaticano y la Santa Sede. Y sobre todo enfatizó el delito contra los menores, entre los cuales se señalan: La venta, la prostitución, el reclutamiento y la violencia sexual contra los menores; la pornografía infantil, la posesión de pornografía infantil; actos sexuales con menores.
Por eso nos resulta increíble que la VI Vicaría en igual de haber puesto al cura a disposición de las autoridades civiles lo hayan mandado a curarse a Casa Damasco, como si fuera un enfermo.
¡Error gravísimo!
Lo que debieron haber era poner al presunto criminal a disposición de la autoridad correspondiente.
Deben saber los ministros de culto que fueros eclesiásticos los eliminó el presidente Juárez hace más de 100 años.
Sin embargo, para Armando Martínez, abogado de la arquidiócesis dijo hace tiempo que ellos cumplieron con su obligación de inhabilitarlo como sacerdote en 2011.
Creo que el papa Francisco piensa distinto y ha pedido cero tolerancia.
El caso del ex sacerdote Carlos López Valdés es paradigmático, y regresa el tema de la pederastia en la Iglesia Católica.
Y aunque el “pecado” ocurrió hace años el tema está más vivo que nunca en la agenda del papa Francisco. Hace unos días el líder religioso se reunió con dos víctimas italianas de abusos sexuales por parte del clero. Una de ellas sufrió abusos cuando era menor de edad y la otra cuando era mayor de edad. Hay muchos casos de este tipo en el mundo, lamentablemente.
Y por ello, el papa jesuita, gracias a la iniciativa de una víctima, ha propuesto a las conferencias episcopales de todo el mundo a establecer una Jornada de Oración por los sobrevivientes y las víctimas de abusos del clero. La Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, presidida por el Cardenal Arzobispo de Boston, Sean O’Malley, cree “que la oración es parte del proceso de curación de los supervivientes y de la comunidad de los creyentes”.
Según la Comisión, algunos de los episcopados ya han respondido positivamente, son los casos de Australia, Sudáfrica y Filipinas, hasta este momento México todavía no lo hace. Es buena oportunidad para hacerlo, quizá esa sea una de las encomiendas del nuevo nuncio Franco Coppola, quien arribará a México la próxima semana, tiene boleto de avión para el día 28 de septiembre.
Por último decir que el caso de Jesús Romero Colín ocurrió antes del papado de Francisco cuando los delitos de pederastia se toleraban, hoy ya no... Además de que hace un año -el 10 de junio de 2015- el pontífice autorizó la creación de un nuevo tribunal contra los abusos sexuales, que trabajará en la Congregación de la Doctrina de la Fe, y que se encargará de las denuncias contra obispos que se sospeche hayan encubierto casos de abusos de este tipo.
También decir que el ex párroco aunque está detenido en el reclusorio goza de la presunción de inocencia que señala la Constitución.
La causa penal 244/08 lo tiene en sus manos un juez penal, esperamos un debido proceso, y que el inculpado pague por sus crímenes cometidos.
Seguramente serán llamados a declarar muchas personas, hoy son altos prelados.
Tomando en cuenta la legislación al momento de los hechos la pena será mínima; por violación agravada podría recibir hasta 21 de cárcel y ochos más por corrupción, de acuerdo al código penal de 1996.
Pero el caso tiene un impacto mediático.
PD. Unas precisiones sobre el caso:
i) Fue de llamar la atención el comunicado No. No. CS2016-970 de la PGJ de la Ciudad de México cuando se detuvo al ex sacerdote, son 274 palabras, hay 85 de más, un párrafo completo.
La detención fue el viernes 26 y se dio a conocer hasta el domingo 28, pusieron el nombre completo del indiciado con todo y fotografía cuando deben de cuidar la presunción de inocencia. Fue muy bueno que no hayan dado a conocer el nombre de la víctima –nosotros los ponemos debido a que la Jesús así lo decidió-.
Ah y por último hay en el comunicado un párrafo de más, que no tiene razón de ser, dice:
“Al conocer el ilícito, el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis Primada de México solicitó que se iniciara el juicio canónico contra el indiciado, y a su vez, el Tribunal Eclesiástico informó a la congregación de la doctrina de la Fe en la Santa Sede en Roma, Italia, quienes continuaron con la investigación, remitiendo como sentencia definitiva en el 2010 (Sic, fue en 2011), su exclusión del ejercicio sagrado del ministerio; además, se le prohibió predicar y desempeñar algún oficio directivo en el ámbito pastoral ni fungir como administrador parroquial“.
¿Por qué ciudadano procurador, Rodolfo Fernando Ríos Garza?
¿Así se lo pidieron?
ii) El 29 de marzo de 2015 el periodista Rodrigo Vera de la revista Procesopublicó un reportaje sobre el tema, mismo que mereció una carta de Hugo Valdemar Romero, vocero de la arquidiócesis donde le dice que:
“Efectivamente, tan pronto el entonces sacerdote Carlos López fue denunciado ante el obispo auxiliar Jonás Guerrero por la señora Esperanza Colín, el 22 de marzo de 2007, se inició una investigación canónica, (y) el acusado fue retirado de su oficio de párroco, y en septiembre del mismo año se le suspendió de su ministerio sacerdotal, en espera de que, luego de ser enviada la documentación a Roma, llegara la sentencia definitiva, lo cual aconteció en 2011”.
Agrega: “Desde que Carlos López recibió la suspensión en marzo de 2007, se le prohibió celebrar cualquier sacramento. Si él continuó haciéndolo, fue en abierta rebeldía ante el cardenal Rivera, y si ha continuado celebrando hasta ahora, lo hace desafiando la autoridad del Papa Francisco, pues está suspendido de forma irrevocable”.
La respuesta del reportero fue que a decir de la víctima la “inhabilitación quedó en el puro papel y esconde un acto de encubrimiento, pues Carlos López continuó oficiando misas en la arquidiócesis durante todo su proceso, y ahora lo sigue haciendo en el estado de Morelos”.
Precisemos al padre Valdemar. Según el oficio –JGC/04207- de la VI Vicaria transcrito en la parte de arriba demuestra que el agresor sexual se le seguía tratando como sacerdote, es decir como ministro de culto, además de que estaba registrado en Gobernación.
Leamos el escrito fechado el 13 de septiembre de 2007, de entrada se le dirige al “Presbítero Carlos López Valdez“. Todos sabemos que dentro del catolicismo, los presbíteros son sacerdotes que sirven en una diócesis. Dice el canon 521 § 1 del código de derecho canónico; “Para que alguien pueda ser designado párroco válidamente debe haber recibido el orden sagrado del presbiterado”.
También se le trata como “padre“: P. López“.
Y el 3 de abril se le entregó la amonestación canónica “para que cambies de conducta y evitar el escándalo”. Y no fue sino hasta el 13 de septiembre cuando se le “suspende las licencias ministeriales (cc. 1333-1338) ad cautelam (léase provisionalmente) hasta que este proceso administrativo haya concluido”.
El proceso fue largo y concluyó en 2011.
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