Siluetas
detrás de emboscada en Sinaloa/ Juan Velediaz
Estado Mayor, 3 de octubre del 2016
Por segunda ocasión en este año
el ejército fue emboscado por grupos criminales en el estado de Sinaloa, ahora
sucedió a las afueras de Culiacán, donde la madrugada del viernes 30 de
septiembre un convoy militar fue atacado por sorpresa dejando cinco militares
fallecidos y diez heridos, varios de ellos de gravedad. En enero pasado sucedió
en La Huerta, Mocorito, donde una patrulla del ejército fue atacada por
pistoleros donde cinco militares murieron. Las disputas al interior de la mafia
sinaloense del narco, sus ajustes y reacomodos, son el contexto donde los
mandos militares poco han podido hacer para plantar cara al poder de fuego del
crimen organizado.
México,
3 de octubre.- Son los hombres de mayor confianza de Iván Archivaldo Guzmán
Salazar, se les conoce como “los Chimalis”, y serían uno de los grupos armados
que la madrugada del pasado viernes 30 de septiembre, emboscaron un convoy del
ejército en la salida norte de Culiacán, donde murieron seis militares y ocho
más resultaron heridos.
El ataque fue perpetrado en contra de tropas que
custodiaban una ambulancia donde era trasladado Julio Oscar Ortiz Vega, apodado
“el Kevin”, uno de los “líderes emergentes” del cartel de Pacífico, herido en
un enfrentamiento en la comunidad de Acacoragua, en el municipio serrano de
Badiraguato, Sinaloa.
El
ataque duró menos de una hora. De acuerdo a fuentes de la tercera región
militar con sede en Mazatlán, los fallecidos y heridos pertenecían a la 24
Compañía de Infantería No Encuadrada (C.I.N.E.), que tiene su sede en San
Ignacio, al sur del estado. Efectivos de esta unidad más los que forman la 20
C.I.N.E. que tiene su sede en la capital de la entidad, se habrían sumado a
tropas del 110 batallón de infantería, para reforzar las operaciones contra el
narcotráfico y los grupos que se disputan la zona del Triángulo Dorado, donde
en junio pasado hubo incursiones armadas en La Tuna, poblado natal de Joaquín
“El Chapo” Guzmán; Huixiopa, donde nació Juan José Esparragoza Moreno
legendario capo y uno de los jefes más longevos del cartel al que se dio por
muerto hace un par de años pero cuyo cadáver nunca apareció; La Palma, cuna de
los hermanos Beltrán Leyva; así como Arrollo Seco y otras comunidades que
colindan con Chihuahua.
Iván
Archivaldo, hijo del Chapo Guzmán, quien junto con su hermano Alfredo son
conocidos como “los Menores”, se deslindaron del ataque horas después por medio
del abogado de su padre. Sin embargo el general de división Alonso Duarte
Mújica, comandante de la tercera región militar que abarca las zonas militares
de Durango y Sinaloa, aseguró el viernes que la sospecha sobre los dos hijos
del hombre que encabezó a la organización hasta enero pasado cuando fue
detenido, se basa en la participación de grupos que tienen el control en la
capital sinaloense.
En
el último año “los Menores” abrieron varios frentes al interior del estado de
Sinaloa contra grupos antagónicos y ex socios de su padre.
Reportes de la
Procuraduría de Justicia de la entidad, refieren que encabezaron una disputa y
se quedaron con el control territorial del corredor Culiacán-Navolato, otrora
sede del clan de los Carrillo Fuentes. En ese lugar desplazaron a “los Dámaso”,
como se conoce al grupo que encabeza Dámaso López Núñez, operador del cartel y
antiguo hombre muy cercano al Chapo Guzmán apodado “el Lic”. Ahí fue donde el
grupo de “los Chimalis” se hizo fuerte contra “los Montana”, la pandilla de
pistoleros que encabeza el hijo de Dámaso, conocido como “el Mini Lic”.
El
control de Culiacán, de acuerdo a este reporte, estaría dividido entre los
Guzmán, los López Nuñez y los Zambada. Fue Iván Archivaldo quien recibió la
anuencia de Ismael “el Mayo” Zambada para defender el territorio serrano donde
su tío, Aureliano Guzmán Loera, es quien encabezaría las hostilidades contra el
grupo de los Beltrán Leyva, lidereado por Alfredo Beltrán Guzmán, hijo mayor de
Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, detenido en enero del 2008 y cuya captura se
tradujo en la mayor ruptura que ha tenido el clan de Sinaloa desde los años 90,
seguido de un baño de sangre en la capital del estado.
72
horas de rabia y desasosiego
El
primer fin de semana de octubre del 2016, será recordado como uno de los más
tristes para los deudos y compañeros de los seis militares fallecidos. También
el del anuncio por parte del alto mando militar de una ofensiva “con todo” en
contra el cartel del Pacífico, que no se da desde que el ejército se hizo a un
lado del combate frontal a los grupos del narco en la entidad al iniciar el
sexenio.
Al
amanecer del viernes 30 de septiembre la base militar de Culiacán, sede de la
comandancia de la novena zona, era un hervidero de movimiento de tropas,
unidades artilladas y vehículos de transporte. En Mazatlán dentro de las
instalaciones castrenses de la región militar, helicópteros de la Fuerza Aérea
comenzaron a movilizar soldados vía aérea desde muy temprano hacia la capital
del estado.
Eran
las primeras horas después de la emboscada que fue ejecutada con precisión, en
donde los que la realizaron cumplieron con su objetivo de rescatar a un
individuo y aniquilar a los soldados. Según una definición tomada del Manual de
Operaciones en Campaña (MOC), una emboscada se define como “un ataque
sorpresivo hacia fuerzas enemigas en movimiento”. Dentro de los objetivos de
las emboscadas, se encuentran el rescate de prisioneros y el aniquilamiento del
adversario. Algo que ocurrió en ambos casos.
Según
fuentes castrenses el objetivo central no fue rescatar a sangre y fuego a un
pistolero de poca monta, sino enviar un mensaje de parte del cartel de Sinaloa
de que está más vivo y tiene más poder que nunca a pesar del encarcelamiento de
su máximo líder y el secuestro reciente en Puerto Vallarta de los dos vástagos
de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Este
fue un acto de demostración de fuerza, que en lo político deja muy mal parado
al gobierno federal y a las fuerzas armadas ya que se arrebató al Estado
mexicano el monopolio del uso de la fuerza, consideran. Una señal de anarquía,
rasgo de la actuación de las organizaciones del narcotráfico desde hace varios
años en diferentes puntos del territorio nacional, añaden.
Hasta
el pasado domingo 2 de octubre, el reporte de los heridos era que un teniente
se encontraba muy delicado, un sargento segundo estaba en situación grave ya
que por las heridas podría perder una pierna, y un soldado permanecía con
estado de salud reservado. Cinco soldados más se encontraban bajo observación
con ligeras mejorías. Según los reportes, los militares fueron atacados con
fusiles Barret calibre .50 milímetros, granadas de fragmentación y fusiles
AK.47 y R-15, a la altura del fraccionamiento Barcelona, en la salida norte de
la capital sinaloense.
El
mismo viernes una compañía, alrededor de 100 efectivos, del Grupo Aeromóvil de
Fuerzas Especiales (GAFE), llegó en vuelo proveniente de la ciudad de México a
Culiacán. Son parte de la avanzada que opera ya en el estado para intentar dar
con los responsables del ataque. De acuerdo a las mismas fuentes militares, se
realiza una búsqueda por todos los medios de gente vinculada a la emboscada, el
sábado se aseguraron dos camionetas que los pistoleros usaron y se tienen
pistas de los autores materiales.
El
sábado en la ceremonia luctuosa y homenaje de cuerpo presente de los militares
caídos, realizada en la explanada del 94 batallón de infantería en Culiacán, el
general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, lanzó
una dura advertencia a los autores del ataque. “Nuestros soldados fueron
emboscados por un grupo no contabilizado de enfermos, insanos, bestias,
criminales con armas de alto calibre incendiando dos vehículos militares, seres
sin conciencia que basan sus acciones en atemorizar a la gente de bien”. (…)
“Que las organizaciones criminales sepan que no descansaremos hasta que sean
juzgados por sus delitos con todo el rigor de la ley, que la indignación
presente en muestra actitud y nuestra moral se encauza para fortalecer nuestra convicción
para reducir la violencia y los delitos”.
Juan
Veledíaz
@velediaz424
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