11 ene 2017

Columna “Voltear la hoja”/Sylvia Teresa Manríquez

Columna “Voltear la hoja”/Sylvia Teresa Manríquez
Estuvimos aquí
“Como el camino terreno está sembrado de espinas,
Dios ha dado al hombre tres dones:
la sonrisa, el sueño y la esperanza" Immanuel Kant
I
Dice el Doctor Francisco González Gaxiola, reconocido catedrático de la Universidad de Sonora, que entre los personajes rebeldes que nos hacen confirmar que luchar por vivir vale la pena se encuentra el filósofo prusiano Immanuel Kant.
El mismo Dr. González es uno de esos personajes combatientes y generosos de los que he hablado en entregas anteriores. Siempre listo para orientar y compartir conocimiento. Además de aprender, en su aula siempre hay espacio para el dialogo, el debate y la propuesta.
Rebelde, observador, crítico y propositivo, me compartió las palabras de Kant tan vigentes hoy como cuando las expresó en siglo XVIII.
Y es que a veces duele tanto la realidad que se dificulta recordar, tener presentes a quienes antes que nosotros se mantuvieron en pie de lucha, cada quien desde su trinchera.

II
Hablando de seres generosos, de esos que se atreven a reconocer las necesidades de una sociedad y hacer algo para resolverlas, se encuentra el Doctor Raúl Martin Cabañas.
Hace casi dos décadas fue el primero en hablar sin tapujos sobre tanatología: la muerte, sus causas, sus fenómenos y el dolor que nos implica.
El Doctor Martin trajo a Hermosillo la representación de la AMTAC, Asociación
Y es que hablar de la muerte es difícil. Las y los sonorenses hemos tenido que aprender a sobrellevar duelos inesperados e injustos.
Duelo. Cerrar ciclos; de eso habla la tanatología; cerrar ciclos, seguir viviendo, aprender como continuar con y a pesar del dolor.
III
Una persona valiosa nos acerca a otra. Estuvo en la capital sonorense la Doctora Nancy O’Connor autora del libro “Déjalos ir con amor”.
El Doctor Martin fue el puente para conocerla y preguntarle sobre el dolor de perder a gente querida.
Encontré en la Doctora O’Connor a otra persona extraordinariamente generosa. No habla fluidamente el idioma español pero si lo entiende, yo no hablo bien el inglés pero lo entiendo; sin embargo pudimos entendernos y hablar sobre el dolor que nos produce la muerte.
Ella me explicó que existen diferentes tipos de duelo y todos varían de una persona a otra. Que la muerte del yo es uno de los duelos más difíciles de identificar. Como cuando se es víctima en un accidente, la mudanza a una nueva ciudad, un nuevo empleo, los atracos, la pérdida de la vista o algún órgano, los divorcios, el abandono, ser ignorado para un ascenso o los cambios relacionados con la edad.
Me habló del duelo de los amantes y de las personas homosexuales, cuando el sobreviviente no tiene a quien recurrir en busca de consuelo. Del duelo que dejan los suicidas, la culpabilidad y remordimientos cuando es un cónyuge, padre, madre, hija o hijo quien ha terminado su vida por propia mano.
Me dijo también que la muerte de un amigo, una amiga, es un duelo que nos enfrenta con nosotros mismos, porque nos obliga a considerar nuestra propia muerte.
IV
La Doctora O’Connor explica que el duelo nos prepara para aprender a ser sobrevivientes. Me preocupa la certeza de que ser sobrevivientes no es una sensación nueva muchos mexicanos.
Porque no es igual el dolor de la muerte de alguien que cierra su ciclo naturalmente que cuando parte de este mundo anticipada y violentamente.
Hay duelos tan grandes que se aplican a toda una ciudad, estado, país. Como sobrevivir a la tragedia ABC, las desapariciones forzadas, las ejecuciones, los feminicidios, las guerras; nuestras calles secuestradas y nuestras plumas y bocas amordazadas.
Nuestro futuro plagiado con medidas que se toman sabiendo que se daña a los más desamparados; sin perspectiva de cambios o acciones que den esperanza.
Duelo, sí. Porque la impotencia también es pérdida.
Temo que el duelo permanente nos haga insensibles, ciegos y sordos a las propuestas y llamados de seres generosos y rebeldes.

Nancy O’Connor dice en el libro “Déjalos partir con amor” que es imposible vivir sin dolor y que debemos limitarnos a hacer lo mejor que se pueda, como tratar de vivir bien, reír, amar con todo el corazón, retribuir, ayudar a los demás y dejar tras nosotros un legado, para que alguien sepa que estuvimos aquí.

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