28 ene 2017

Y Peña Nieto, entre que sí y que no

Y Peña Nieto, entre que sí y que no/
ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
Revista Proceso # 2100, 28 de enero de 2017
En la peor crisis diplomática que vive México en décadas, el presidente Enrique Peña Nieto se paralizó. En una semana, los embates del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, provocaron el deterioro de la relación binacional y del lado mexicano se respondió siempre de manera tardía y sin contundencia para, finalmente, conseguir una tregua mediante un acuerdo de opacidad.

“Los presidentes también convinieron por ahora ya no hablar públicamente de este tema controversial”, informó Los Pinos respecto a la construcción y quién pagará el muro fronterizo, al mediodía del viernes 27, en un breve comunicado en el que dio a conocer una conversación telefónica que sostuvieron la mañana de ese día Peña Nieto y Trump.
En las 72 horas previas a la llamada en que se pactó el silencio sobre el tema, los estadunidenses, con la voz cantante de su flamante mandatario, habían adelantado la discusión del tema que, se suponía, ocuparía la agenda hasta el martes 31, cuando Peña Nieto viajaría a Estados Unidos para reunirse con su par estadunidense. Sin embargo, las hostilidades se abrieron el martes 24.
Ante las invectivas contra México y los mexicanos, iniciadas hace 19 meses por el excéntrico magnate, el gobierno de Peña Nieto mantuvo un tono conciliatorio y de apertura a la negociación. Lo mismo ocurrió durante la campaña presidencial, cuando invitó a Trump a Los Pinos –un día antes de rendir su informe de gobierno–, aun a costa de su popularidad.

La oferta de apertura y negociación se mantuvo con Trump ya en la Presidencia estadunidense, cuya primera semana se marcó por la radicalización de las declaraciones y acciones que entre el martes 24 y la mañana del viernes 27 tensaron la relación binacional, hasta que se anunció que se dejaría de ventilar públicamente la información.
Esa opacidad ha enmarcado la conducta del gobierno mexicano, que a lo largo de la semana evitó informar inclusive los temas específicos de las negociaciones que tenía una delegación mexicana en Washington, encabezada por el canciller Luis Videgaray, ese que, sin experiencia diplomática, fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores el pasado miércoles 4, con la idea –explicada por Peña Nieto–, de que se encargara de la nueva relación que suponía la flamante administración estadunidense.
Insistencia en la negociación
El sábado 21, un día después de que Trump asumiera, la Presidencia de México emitió un comunicado para informar que Peña Nieto había felicitado por teléfono al magnate por su toma de posesión y que se programaba un encuentro entre ambos en un futuro cercano.
El tono del comunicado insistía en la posición de apertura a la negociación mantenida desde noviembre por Peña Nieto, pues se expresó “la voluntad de México de trabajar en una agenda que beneficie a ambos países, con un enfoque de respeto a la soberanía de las dos naciones y responsabilidad compartida” y reiteraba “la prioridad estratégica de los lazos bilaterales para ambos países y su interés de mantener un diálogo abierto”.
El mencionado diálogo pretendía avanzar a partir del establecimiento de una mesa de negociación el miércoles 25 y el jueves 26, cuando la delegación mexicana, encabezada por Videgaray y por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal, viajaría a Washington para afinar temas de la agenda binacional.
El anuncio de esa negociación se perfiló como una avanzada del encuentro de Peña Nieto con Trump, programada para el martes 31, y que se anunció el domingo 22.
Más de un año y medio después de que el republicano iniciara la descalificación de México y de los mexicanos, y tres meses después de que ganó la elección, las medidas comprometidas por Trump en campaña se pusieron en marcha el martes 24, al emitir un mensaje por la red social Twitter, justo cuando los negociadores mexicanos encabezados por Videgaray se dirigían a Estados Unidos:
“Mañana se planea un gran día en seguridad nacional. Entre muchas otras cosas ¡construiremos el muro!”, escribió Trump.
Un día antes Peña Nieto había convocado a representantes de todos los sectores a la residencia oficial de Los Pinos para presentar un plan de política exterior que, entre otras cosas, proclamaba la defensa de los connacionales, una diversificación de relaciones y la construcción de “una nueva etapa de diálogo y negociación” con Estados Unidos.
“Ni sumisión ni confrontación”, fue el mensaje que destacó con persistencia la Presidencia, reflejo precisamente de la ambigüedad que se mostraría en los días siguientes.
Ante el mensaje de Trump el martes 24 no hubo respuesta del gobierno mexicano que, con todo, mantuvo el viaje de sus negociadores a Washington.
Ese mismo día se informó que se cancelaba la asistencia de Peña Nieto a Punta Cana, República Dominicana, donde participaría en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, programada para el miércoles 25. La cancelación fue intempestiva, pues incluso la fuente presidencial ya se alistaba para el vuelo. Así, la oportunidad de respaldo internacional, con un foro programado, se desechó. Peña Nieto se recluyó, no hubo aparición pública, mensaje ni posicionamiento.
Entonces, el miércoles 25, en su quinto día como presidente, el estadunidense cumplió sus promesas de campaña al firmar dos órdenes ejecutivas: una para radicalizar sus medidas migratorias y otra para la construcción del muro fronterizo.
Y Peña Nieto calló. Durante medio día, la petición de que cancelara el encuentro, así como la filtración a la agencia AP de que era una opción que estaban considerando, se viralizó en redes sociales; los dirigentes de las diferentes fuerzas políticas le expresaban su apoyo, pero también le pedían actuar con dignidad. Y finalmente, fuera de los canales oficiales, se dijo a unos cuantos periodistas que habría un mensaje a la nación, aunque no se fijó la hora precisa.
En el mensaje a la nación más corto desde que empezó su gestión, Peña Nieto dijo que lamentaba y reprobaba la decisión de extender el muro fronterizo, reiteró que México no lo pagaría y anunció medidas para apoyar a mexicanos en el extranjero; ofreció y exigió respeto, pero una vez más, refrendó “la voluntad” de trabajar y negociar para llegar a acuerdos.
Deslizó además que las órdenes ejecutivas ocurrían durante una negociación comercial y que no informaría las acciones a seguir hasta que regresaran sus negociadores, y previa consulta con el Senado y la Conferencia Nacional de Gobernadores.
La ambigüedad fue resuelta la mañana del jueves 26, pero por Donald Trump cuando –una vez más vía Twitter– expresó a las 07:20 horas que si México no quería pagar el muro, era mejor cancelar el encuentro programado. Hasta después de las 11:00 de la mañana Peña Nieto reaccionó mediante un comunicado, que en dos párrafos informó que no asistiría a la reunión, aunque otra vez insistió en su apertura:
“El presidente Peña Nieto también reiteró la voluntad de México de trabajar con los Estados Unidos para lograr acuerdos en favor de ambas naciones.”
Todo escaló en las horas siguientes: Trump dijo en Filadelfia, durante un encuentro con legisladores republicanos, que había acordado con Peña Nieto cancelar el encuentro pues si no quería pagar el muro “tan necesario” carecía de sentido mantener la cita.
Luego añadió: “Mientras México no trate con justicia y respeto a Estados Unidos, este encuentro no tenía sentido”, para luego advertir que tomaría otras medidas.
Aunque horas después el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que se mantenían abiertos los canales de diálogo y se podría reprogramar el encuentro, terminó anunciando que planeaban imponer un arancel de 20% a la importación de productos mexicanos.
La embestida continuó por la mañana del viernes 27, cuando Trump emitió otro mensaje poco después de las 05:00 horas: “México ha tomado ventaja de Estados Unidos durante demasiado tiempo. Déficits comerciales masivos y poca ayuda sobre la muy débil frontera tiene que cambiar AHORA” (sic).
Horas más tarde se refirió a la llamada con Peña Nieto durante una conferencia de prensa en la cual repitió el contenido de su tuit. Aseguró que fue una llamada “muy, muy amistosa” y aseguró que mantendrían negociaciones comerciales en las que ganara Estados Unidos, porque México los había hecho ver como tontos. Aunque no mencionó el pacto de silencio sobre el tema del muro, ya no lo abordó en esa aparición.
En México, Peña Nieto se reunió con los presidentes de las cámaras de Diputados y Senadores, así como con los coordinadores de los principales grupos parlamentarios. Según la Presidencia, todos expresaron su apoyo a Peña Nieto, aceptaron ampliar recursos para la red consular y coincidieron en llamar a la “unidad nacional”, una convocatoria en la que Peña Nieto insiste desde noviembre pasado.

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