12 feb 2018

Marilú Esponda Sada, vocera de la arquidiócesis Primada de México

Adiós al sacerdote  Hugo Valdemar Romero deja de ser portavoz de la Arquidiócesis Primada de México.., todo tiene su tiempo...
Bienvenida Marilú Esponda Sada, mujer de toda las confianzas de Carlos Aguiar Retes..
¿Quién es ella?
Así se describe....

Estudió Comunicación en la Universidad Panamericana (IPADE); ha sido directora de Comunicación Institucional de esa Universidad además de profesora de Introducción a los medios de comunicación y de Problemas sociales contemporáneos.
Es licenciada en Teología por la Universidad de la Santa Croce en Roma..(2006-2009)
Ha sido directora de varias instituciones.
Durante la Visita del Papa Francisco en México en febrero de 2016, fue vicecoordinadora del área de Comunicación en el Comité Organizador.
En 2015 terminó la Maestría en Administración de Empresas para Ejecutivos con Experiencia (Medex) en IPADE Business School.

Fue miembro del Senior Team en Río de Janeiro, durante la Jornada Mundial de la Juventud en 2013.
Es colaboradora en distintos medios de Comunicación, como UNO TV, Televisa y semanalmente en Matutino Express de ForoTV.
Es socio fundadora de la Agencia Variopinto Comunicación, donde asesora diversas empresas e instituciones sociales y educativas en comunicación estratégica para el logro de sus objetivos.


Fue  directora de Prensa de la Conferencia del Episcopado Mexicano en tiempos de Aguiar Retes.
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Marilú publicó recientemente un libro sobre Carlos Aguiar Retes, “Una Iglesia para Soñar....construyendo caminos de unidad”., 
Ed, Ediciones Sapientia, 2018..Prólogo de Valentina Alazraki (abajo la presentación)
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 “Una oficina de comunicación eclesial puede y debe estar a la altura de las mejores instituciones del mundo”, asegura Marilú.
En entrevista para la webDesde la fe, Marilú Esponda habla en torno a la responsabilidad que se le ha encomendado, y también sobre a la importancia que tiene para el nuevo Arzobispo Primado de México la comunicación social.
-¿Qué significa para ti estar al frente de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis Primada de México.
-Pues es un gran honor y una responsabilidad aún más grande. Pondré todo de mi parte para estar a la altura de la misión, apoyando, como comunicadora, a don Carlos y a la Arquidiócesis. La comunicación es tarea de servicio, y a eso me dedicaré con pasión.  Si tuviera que destacar algo en concreto, diría que lo más valioso de mi trabajo será escuchar mucho, entender las distintas posturas, asumirlas, valorarlas, empatizar con ellas para poder aportar desde mi posición al mutuo entendimiento, al diálogo social, al bien común. Es, sin duda, un gran reto que me obliga a ejercitar el difícil arte de la escucha.
Para Don Carlos –explica­– la comunicación es fundamental para que una institución de cualquier índole pueda lograr sus objetivos. “Por eso incluye a los comunicadores entre los social shapers, como configuradores de la realidad social”.
Agregó: “Don Carlos sabe que el papel de los comunicadores no se reduce a ser meros testigos o espectadores de lo que pasa. Un comunicador formado, culto y trabajador, no se queda en los hechos: se informa del contexto, investiga las causas que explican lo que sucede y que ayudan a interpretar, y sabe responder a las necesidades e inquietudes de las personas. Así contribuye al progreso social, y contrarresta la labor de los que fomentan el odio o la arrogancia. La información ha de servir para aumentar el conocimiento y respeto del otro. La profesión de un comunicador es muy exigente, y por eso Don Carlos la aprecia, valora y agradece mucho”...
La nueva vocera afirma que una oficina de comunicación eclesial puede y debe estar a la altura de las mejores instituciones del mundo. “Se suele decir que content is King; es decir, que los contenidos son lo más importante, y en eso, la Iglesia tiene un tesoro: un mensaje que hace felices a las personas. Los canales son importantes, pero lo que llevamos a la gente lo es mucho más”.
A la pregunta de cómo describiría la relación que Aguiar espera tener con los medios de comunicación, Marilú dijo estar segura que ésta será de escucha, de diálogo y de construir puentes. “Él mismo lo ha dicho en distintas ocasiones. La última, con motivo de su profesión de fe al llegar a la Ciudad de México: ‘Tengo mucha ilusión en empezar a trabajar en esta querida Ciudad de México, tan compleja y tan rica: sus problemas y sus alegrías; sus miedos e ilusiones; sus inquietudes y satisfacciones. Me interesa tender puentes y abrir espacios para encontrar juntos, mediante el diálogo sincero y abierto, caminos de entendimiento que generen confianza y reconstruyan el estilo de vida de nuestra sociedad’”.
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Está es la introducción del libro..
INTRODUCCIÓN
El 9 de enero de 2018, Don Carlos Aguiar Retes cumplió 68 años; en el brindis que hubo después de comer, Monseñor Leodegario Gómez citó una frase de él: “Vive como si fueras a vivir mil años, y prepárate como si fueras a morir mañana”. Sin duda, es un reflejo de su estilo de vida -pensé-. Así confirmé que valía la pena contribuir a que se conozca un poco más de cerca al nuevo Arzobispo Primado de México.

Mi encuentro con Don Carlos fue del todo inesperado. En 2004, acababa de ser nombrado Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y buscaba a una persona que dirigiera la oficina de prensa. Alguien me habló de la posibilidad de desempeñar esa función y me negué: «¡Cómo yo!». Recién salida de la universidad, tenía proyectos muy distintos por delante.
Pero ese mismo día, al llegar a mi casa, tenía un mensaje: “Que llames al Padre Manuel Corral”, seguido del número telefónico. Pero no le llamé -porque no lo conocía-, y tampoco al día siguiente que volvió a llamar. Al tercer intento, le escuché: “Nos han hablado de ti, y Monseñor Aguiar te quiere conocer”.
-Padre le contesté-, yo no soy la persona adecuada; no sé casi nada de las oficinas de prensa, y no podría dirigir una a pesar de todo, y para no ser descortés, acepté asistir a la entrevista.
-Mira me dijo-, necesitamos a alguien que esté dispuesto, aunque tengamos que ir aprendiendo en el camino, eso es lo que quiere Don Carlos.
-Sí, Padre, pero aquí entre nos, tampoco me encanta la idea de trabajar rodeada de obispos.
-No será como te lo imaginas-dijo, sonriendo-, estoy seguro de que no te vas a arrepentir.
En ese momento, entró Don Carlos Aguiar, quien, con su característico rostro amable y sonrisa serena, me invitó a pasar a su oficina.
-De manera que tú eres quien trabajará con nosotros- expresó.
-¡No, Don Carlos, pienso que sería mejor que busquen a otra persona!
Mira, no te preocupes-respondió el entonces Obispo de Texcoco, yo lo he rezado, y además no dependerá de mí, porque tenemos que pasar tu nombramiento a votación del Consejo de Presidencia; es probable que no lo acepten, pues nunca ha habido una mujer en este puesto, sólo te pido que me envíes tu currículum, y Dios dirá.
Me fui de ahí un poco confundida: «¿qué había pasado?, ¿qué iba a pasar? ¡No! -pensé convencida-, ese puesto no es para mí». No me pude comunicar los días siguientes directamente con él, pero le dejé un par de recados: que no se preocupara por la cuestión de mi votación, porque había decidido dedicarme a otras actividades profesionales, y que rezaría por él.
Mes y medio después, con un proyecto profesional que me absorbía por completo, recibí una llamada de parte de Don Carlos: “Que si puedes ir mañana a las oficinas de la Conferencia del Episcopado Mexicano”. Al día siguiente, me informó: “El Consejo de Presidencia te votó por unanimidad, y me gustaría presentarte mañana ante los medios de comunicación, pues habrá una rueda de prensa para anunciar un evento muy importante, en el que estarán presentes varios obispos de Latinoamérica”. Me transmitió una confianza y una seguridad aplastantes. Así fue como salí de su oficina siendo la Directora de Prensa de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
«Creo que con él sí quiero trabajar -pensé-». De modo que arreglé todo lo necesario para estar ahí al día siguiente y los siguientes dos años y medio.
La muerte de Juan Pablo II, la elección de Benedicto XVI, la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, la primer visita Ad Limina que los obispos mexicanos hicieron al Papa Benedicto XVI, las innumerables ruedas de prensa, comunicados y comentarios que llenaban el día a día, me hicieron conocer a Don Carlos a través de distintos prismas, para constatar que él siempre es el mismo: sereno, alegre, discreto, valiente, firme y muy amable.
No está por demás decir que por mi inexperiencia tuvimos tropiezos en múltiples ocasiones. “No te preocupes -me decía-, todos aprendemos de los errores”. Me tomaba en cuenta siempre. Incluso cuando otros no querían que estuviera presente en algunas reuniones, él me incluía. A golpe de confianza, lograba que los otros también confiaran en mí. Así es Don Carlos, su lealtad es contagiosa.
Trabajamos en un ambiente de total sinceridad y confianza. No había barreras mentales, y las cosas fluían sin dificultad. Al menos esa es la sensación de todos los que colaboramos con él. “Tienes mi nombre y mi firma, haz lo que consideres oportuno”, nos repetía.
En una ocasión, trabajando en Roma, ciertos miembros de una orden religiosa me trataron muy mal. Manifesté a Don Carlos mi indignación, añadiendo que no quería volver a saber nada de ellos. Él me dijo: “Mañana me han invitado a cenar y quiero que me acompañes”. “¡De ninguna manera, Monseñor! -le contesté-, eso sería una humillación”. Con esa mirada tranquila y firme, me dijo: “Pues tienes que ser humilde, salimos mañana a las 7:00 p. m.,”. Quizá sobra decir que fui a la cena resignada y sin ganas. En cuanto llegamos, el superior de la orden nos esperaba a la entrada; se dirigió a mi, me besó la mano y me ofreció una disculpa muy sincera. La verdad no lo esperaba, pero resultó un detalle muy significativo de Don Carlos, tanto para enseñarme a no tomar los agravios a la tremenda, como para ayudarles a ellos a rectificar.
Don Carlos es una persona inteligente y sencilla, que no le interesa aparentar. Le importan ante todo las personas, a quienes aprecia y respeta por encima de todas las cosas. No aciertan quienes buscan encajarlo en el eje progresistas-conservadores, izquierdas- derechas, porque al proponer la unidad de la Iglesia, le he visto muchas veces integrar los distintos carismas y puntos de vista que conviven dentro de ella.
He quedado gratamente sorprendida al hablar con decenas de personas que lo han conocido desde niño y en las distintas etapas de su vida: como acólito, como seminarista, como sacerdote y luego como Rector del Seminario de Tepic; como Obispo en Texcoco, en la CEM, en el CELAM; como Arzobispo en Tlalnepantla, en el Vaticano. Todos coinciden en que es una persona que sabe escuchar, dialogar, unir y proyectar las cosas hacia un mejor escenario. Estoy convencida que dará un impulso enorme y sabrá afrontar tantos desafíos que tenemos en nuestra Ciudad de México y en nuestra querida Iglesia. Dios coloca a las personas indicadas en el lugar preciso para una misión particular.
Ciudad de México, 24 de enero de 2018
San Francisco de Sales, Patrono de los comunicadores..

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