9 jun 2018

Las columnas políticas, hoy sábado 9 de junio de 2018...

UN asesino solitario.....
Fernando Purón Johnston, candidato del PRI a diputado federal por el Distrito 1 en Coahuila,  fue asesinado a balazos después de participar en un debate con sus oponentes en Piedras Negras.

Según imágenes de cámaras de seguridad, el atacante lo observó durante varios segundos y después lo atacó por la espalda, disparándole en la cabeza.
Acto seguido, el atacante, que lo estaba esperando en las afueras del auditorio de la Universidad de Coahuila, en Piedras Negras, huyó.
Quién?, ¿Por qué? ¡No se vale!
En un video grabado momentos después del atentado, el candidato a Diputado local del Frente, Evaristo Lenin Pérez Rivera, dijo que a partir de ese momento suspendía su campaña política, a la vez que pedía garantías de seguridad para todos los candidatos.
Qué dice el Gobernador del Estado, Miguel Ángel Riquelme?
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Las columnas políticas, hoy sábado 9  de junio de 2018...
Templo Mayor/Reforma

DICE la sabiduría popular que: lo que no te mata, te hace más fuerte. Y tal parece que en el caso de Ricardo Anaya y el nuevo video con supuestas revelaciones en su contra, está ocurriendo lo segundo.
A DIFERENCIA de lo que pasó cuando la primera andanada por el mismo tema, el equipo anayista respondió rápido y grabó un video en el que el candidato presidencial acusó al gobierno de Enrique Peña Nieto de operar una guerra sucia en su contra y de haber pactado con Andrés Manuel López Obrador.
UN DÍA DESPUÉS, el video con las acusaciones contra el frentista tenía 520 mil vistas en YouTube... y la respuesta de Anaya acumulaba ya más de ¡4.5 millones!
A VER si no resulta que, a quienes buscaban pegarle a Anaya en la recta final de la contienda con esa supuesta "bala de plata" mediática, les acaba saliendo el tiro por la culata.
POR CIERTO, los frentistas de la CDMX arroparon ayer a Ricardo Anaya cuando llegó de Guadalajara acompañado por Jorge Castañeda, Santiago Creel y Damián Zepeda al Aeropuerto de la CDMX. Ahí lo esperaban más de 100 personas con banderas y pancartas gritándole "¡Presidente, Presidente!".
EN PRIMERA FILA estaba Vicente Fox quien, aunque ya había dicho en una entrevista que él apoya tanto a Anaya como a Meade, ayer se apersonó para sacarse una foto con el candidato del Frente y sus acompañantes... algo que no ha hecho con Meade desde hace meses.
A UN LADO de Fox, estaba la candidata al Senado Xóchitl Gálvez quien, fiel a su estilo, sacó para la fotografía del recuerdo una cartulina con el mensaje: "Les vamos a ganar con huevos". Y vaya que el comité de bienvenida estaba echando porras con... ¡ganas!
DE NO SER porque habló totalmente en serio, cualquiera creería que el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, fue ayer a Monterrey a contar chistes.
TRAS un recorrido por las obras de la Línea 3 del Metro al lado del gobernador de Nuevo León, Manuel González, dijo que todo avanza "excelentemente bien".
A PESAR de que el proyecto tiene 34 meses de retraso y no tiene presupuesto para comprar 26 vagones, el hombre del socavón desbordó un optimismo que ya quisiera el motivador César Lozano.
INCLUSO dijo que el presidente Enrique Peña siempre le ha dado "un lugar muy especial" a esa obra. Nomás que nadie se explica por qué la SCT congeló durante dos años los recursos para el proyecto y, cuando los soltó, lo hizo a cuentagotas. Qué misterio tan "especial".
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Frentes políticos/Excelsior...
I.   Y contando. Mucho se ha escrito acerca de que las próximas elecciones serán las más intensas en la historia reciente de México. Y quizás tengan razón, ya que no hay sector de la sociedad que no esté involucrado con el quehacer político. Y no sólo en territorio nacional, pues el INE informó haber recibido una cifra récord del voto de los mexicanos en el extranjero. Lorenzo Córdova, el consejero presidente, se comprometió a dar las cifras puntualmente de los votos foráneos que se concentran en una bodega de Tláhuac y que se contarán el 1 de julio a partir de las 5 de la tarde. Da gusto la participación de los mexicanos, pero llama la atención el poco tino de los consejeros ante las llamadas telefónicas por cooptación del voto y compra de credenciales del INE. ¿Cómo ganan así la confianza del electorado?
II. Tramposos por siempre. El DNA de la clase política se hereda por generaciones. Por eso México no cambia. Presidentes municipales, diputados, delegados federales y líderes de distintos partidos políticos utilizaron para estos comicios la paridad de género, que obliga la ley, para cubrir sus intereses a través de sus esposas e hijas, quienes ahora hacen campaña y figurarán en las boletas del 1º de julio. Tan sólo en Puebla destacan los casos de los presidentes municipales perredistas de Huauchinango, Gabriel Alvarado Lorenzo y del municipio de Venustiano Carranza, Rafael Valencia Ávila, quienes postularon a su esposa y hermana como abanderadas a la diputación local y federal, respectivamente.
¿Y los tribunales electorales saben el significado de nepotismo?
III. Fuego. Las cosas no andan bien al interior del Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México. A las cuatro acusaciones que tiene Ismael Figueroa, candidato a diputado local de Por la CDMX al Frente y exlíder sindical de los bomberos, dos ante el Instituto Electoral de la Ciudad de México, una ante la Contraloría Interna y otra ante la Fepade, se suma ahora la muerte de Javier García Salinas, segundo inspector de esta corporación, asesinado a balazos y quien mantenía un pleito legal con la corporación y el candidato. Arden los ánimos y el tema se sale de control. ¿Nadie voltea a ver qué sucede al interior de la honorable casa de los tragafuego?
IV. Descaro total. La delincuencia hace de las suyas en Guanajuato y las autoridades siguen dormidas. Esta semana dos personas más fueron asesinadas cuando se disponían a ingresar al templo de Las Criptas, en Irapuato. Fueron sorprendidos por varias personas que se hacían pasar como lavacoches. Dispararon contra Mario Rivera, de 64 años de edad y su nieto de 14 años. En León, por redes sociales, se reportó la presencia de integrantes del Cártel del Golfo comiendo y más de 10 hombres armados resguardando el restaurante El Gaucho Palmas. Y la policía ni por enterada. Eso sí, las autoridades encargadas de la seguridad han recibido su quincena puntualmente. Eso que ni qué.
V. Entre la vida y la muerte. El excandidato a la alcaldía de Torreón en 2017, Carlos Centeno, fue víctima de un ataque a balazos y se encuentra grave en el hospital. Un hombre que le acompañaba en su camioneta resultó muerto y él pudo descender del vehículo y fue auxiliado antes de desvanecerse. La UAC lamentó la agresión de quien se desempeña en la actualidad como director de la Facultad de Derecho de Torreón. La casa de estudios solicitó a las autoridades se realicen a fondo las investigaciones pertinentes para esclarecer los hechos. El colmo: Elementos de Seguridad Pública de Torreón, Fuerza Coahuila, Fuerza Metropolitana y Grupo de Armas y Tácticas Especiales acudieron al lugar, al igual que personal de la Sedena. Pero de los agresores… nada. Ah, México.
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  ¿El pacto de los ardidos?
Arsenal/FRANCISCO GARFIAS
Excelsior...
El caso Anaya deja al descubierto los riesgos de hacer política y  negocios simultáneamente. La vigencia de la frase “un político pobre es un pobre político” —atribuida a Carlos Hank González— quedó en el siglo pasado.
En los tiempos de lo que Carlos Marín llama “priato” —en el siglo pasado—, se veía natural el enriquecimiento de los políticos.
Cada seis años había nuevos millonarios. El sexto era el de Hidalgo: “que chingue a su madre el que deje algo…”
Pero hoy la cosa es diferente. El hartazgo de la sociedad con la corrupción tiene al PRI en una coyuntura tan difícil como la del año 2000. Cualquier cosa que huela a transa es repudiada.
La presión ciudadana —y no la voluntad de tal o cual partido— ha obligado a meter exgobernadores a la cárcel: Duarte, Borge, Yarrington, Eugenio Hernández, Padrés, Granier y Mario Villanueva.
No son todos los que están. Allí está el caso de César Duarte. Un pendiente…
En ese sentido, más allá de los alegatos de que el gobierno de Peña Nieto lo ataca para desacreditarlo y evitar que llegue a la Presidencia, hay oscuros en el caso Anaya, que Ricardo no ha explicado con claridad:
El papel del chofer de Barreiro en la firma de los documentos para  constituir Manhattan Master Plan  Development.
Esa empresa compró la nave industrial en Querétaro a la familia de Anaya en 54 millones de pesos. El chofer firmó su constitución por hacerle un favor a su jefe, según confeso.
¿No sabía Anaya que el testaferro era el chofer de Manuel Barreiro?
Ricardo no ha precisado cuáles son sus verdaderas relaciones con el empresario queretano. Tampoco ha hablado de la ruta que siguió ese dinero por distintos paraísos fiscales. ¿Lo sabía?
Ayer dijo contundente que no conoce a Juan, hermano de Manuel, al que vimos en un video mientras hablaba con una mujer argentina sobre el supuesto financiamiento ilegal de la campaña del abanderado del Frente.
El argumento central de su defensa es que se trata de una estrategia del gobierno de Peña pactada con AMLO.
López Obrador ya les contestó. Dice que no hace pactos en lo oscurito. Y más:
“El que no quiera ver visiones, que no salga de noche, si están en malos pasos, sobre todo, si se metieron a hacer negocios, si están manchados de corrupción pues, en campaña sale todo, todo...”
El abanderado del Frente reaccionó con enojo a la publicación del último video sobre el presunto financiamiento ilegal de su campaña. El mensaje que subió a redes se produjo poco después de que comenzó a circular el video de Juan Barreiro.
A juicio nuestro, le faltó sangre fría. Sobraron los calificativos, las amenazas, el hígado.
Otra vez repitió que, cuando sea Presidente —lo que, honestamente, se ve muy difícil—, se encargará de que Peña Nieto enfrente la justicia y, de resultar culpable, vaya a la cárcel.
Segundos antes, ya lo había condenado al recordar que en la Ibero dijo que Peña “es un corrupto”.
El abanderado del Frente afirma que lo atacan porque “denunció” el pacto EPN-AMLO y porque es el único que le puede ganar al tabasqueño.
Ese pacto tendría dos vertientes: el apoyo del Presidente que se va a el candidato de Morena, a cambio de impunidad para él en el sexenio que viene.
¿Usted ve a López Obrador en esas componendas?
Las reacciones están divididas. Una de ellas me llamó la atención poderosamente: la de Jorge Castañeda, coordinador de estrategia de la campaña de Anaya.
En un artículo publicado en nacion321.com bajo el título de Pacto de Ardidos, El Güero escribe:
“No existe ninguna señal de que Peña Nieto recorra el camino de Calderón, y de Fox: No se propone cerrarle el paso a AMLO, como lo sugirieron empresarios, políticos, intelectuales, inversionistas, de manera directa o indirecta”.
Me pregunto: ¿y eso está mal?
El panista Ernesto Cordero, presidente de la Mesa Directiva del Senado, escribió un tuit en el que apunta:
“En Acción Nacional hay panistas honestos y deshonestos, @RicardoAnayaC es un candidato deshonesto y habemos militantes que no podemos apoyarlo”.
El legendario Jefe Diego, asesor jurídico de la coalición Por México al Frente, por el contrario, asegura que todo es un ardid para pegarle a Ricardo Anaya, y punto.
La reacción que más me sorprendió es la de mi respetado amigo Fernando Belaunzarán. Se fue contra la prensa que no se ha casado con la versión de Anaya. En otras palabras, generalizó:
“No pocos medios bailan al son de la #LeyChayote y le darán un juego que no merece. Así es el periodismo cuando depende del dinero del gobierno”.
¿Belaunzarán sugiere censurar el contenido del video porque Anaya dice que es falso? Es pregunta.
Luis Costa Bonino es un exasesor de López Obrador. Doctor en Ciencias Política, trabajó para François Mitterrand, Pepe Mujica y Emmanuel Macron.
Hoy trabaja para Biram Dah Abeid, líder mundial antiesclavista, en su campaña hacia la Presidencia de Mauritania.
Este experto dice sobre las encuestas en México:
“Cuando dejen de lado el truco engañoso del ‘voto efectivo’, y muestren a casi la mitad de los mexicanos que aún no ha decidido, que rechaza la encuesta o no responde, va a quedar muy claro que la elección presidencial está muy lejos de haberse definido”.
¡Órale!, diría Brozo.
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 Pactar es lo nuestro...
Retrovisor/IVONNE MELGAR
Excelsior...
López Obrador compite con la continuidad que representa Meade y la otra propuesta de cambio de Anaya .
Ya en la recta final de la campaña de 2006, en el centro de Toluca, Andrés Manuel López Obrador hablaba de enfrentar a los delincuentes de cuello blanco y de la histórica capacidad de la clase política mexicana para ponerse de acuerdo.
Son ideas que hoy parecen haber sido resueltas con éxito por el puntero en las encuestas.
Porque esta vez, contrario a lo sucedido en 2006 y 2012, el tres veces aspirante presidencial habría logrado conciliar su bandera contra “la mafia del poder” y los acuerdos con diversos actores de las élites.
Se trata de una conciliación concretada, particularmente esta semana, al reunirse con los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios, a quienes un mes atrás descalificó como “minoría rapaz”.
A diferencia de hace 12 años, cuando ese empresariado participó en el fraude en su contra, según la narrativa del candidato de Morena, hoy ese sector aceptó abrir el camino de los acuerdos,
Versiones de los participantes en esa reunión enfatizan que AMLO accedió a revisar el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y prometió no moverle al actual modelo económico.
Si bien entre inversionistas y empresarios persiste la desconfianza sobre la viabilidad financiera de las promesas de López Obrador, la mesa de la negociación ya está puesta.
Y ése es el gran distintivo de esta tercera campaña presidencial de AMLO: Su capacidad de construir acuerdos de palabra y de facto como parte de su proselitismo.
Esa actitud conciliadora del candidato de Morena no sólo ha enviado señales de tranquilidad a las élites económicas, sino también al propio gobierno federal y al presidente Enrique Peña, a quien ha decidido —así lo expone en mítines y lo declara en entrevistas— darle el beneficio de la duda. 
No es una proeza menor la forma en que AMLO ha ido administrando sus críticas a “la mafia del poder” con las señales de “amor y paz” hacia sus integrantes de las esferas política y económica.
La proeza resulta todavía mayor cuando advertirnos que los seguidores duros y nuevos del candidato no se decepcionan por sus guiños al presidente Peña ni por sus anuncios de que, de ganar el próximo primero de julio, habrá borrón y cuenta nueva, es decir, que nadie será castigado por actos de corrupción anteriores a su futuro gobierno.
En una sociedad que se asume agraviada por la impunidad, este giro de López Obrador en plena campaña sólo puede explicarse por su ventaja en la intención de voto que —al margen de la fiabilidad de las cuestionadas encuestas—, en los hechos, es proporcional a la confianza que él le tiene a la fuerza de su liderazgo.
Este liderazgo viene de atrás. Pero se consolida en esta competencia justamente porque logra la conciliación entre las ofertas de reivindicar al pueblo y los acuerdos con el statu quo, con el establishment, con el estado de las cosas y, por supuesto, con “la mafia del poder”.
Y ese es el gran logro de AMLO en 2018: Haber capitalizado esa idiosincrasia mexicana afín a que todo cambie sin que nada se desacomode.
 López Obrador compite con la continuidad que representa el abanderado del PRI, José Antonio Meade, y la otra propuesta de cambio, la de un Ricardo Anaya que esta semana radicalizó su discurso contra lo que llama “el pacto de impunidad”.
Es cierto que la oferta del candidato del Frente PAN-PRD-Movimiento Ciudadano se ha sostenido en la propuesta de castigo a la corrupción, bandera que le resultó exitosa cuando como dirigente nacional panista hizo alianza con los perredistas, en las elecciones estatales de 2016.
La estrategia electoral frentista funcionó en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, donde los gobiernos de Miguel Ángel Yunes, Carlos Joaquín González y Javier Corral dieron seguimiento a las promesas de investigar a sus antecesores de filiación priista.
Pero lo que había sido un éxito a nivel local, resultó contraproducente en la campaña presidencial de Anaya, a quien el gobierno y el PRI atajaron con el supuesto caso del lavado de dinero, mismo que nunca se ha probado en la PGR.
Aun cuando se admite que el enojo social contra la corrupción está marcando este proceso electoral, analistas, priistas y políticos del Frente han señalado que el panista “se equivocó” al plantear que los casos del actual gobierno en esa materia serían castigados.
Fuentes del equipo de Anaya relatan que éste se encontraba dividido entre quienes proponían seguir esa ruta y los que argumentaban que ésta era suicida.
Pero llegó el video anónimo del jueves buscando revivir el expediente del presunto lavado de dinero y la decisión del candidato de responsabilizar al gobierno del “montaje” y de un pacto con AMLO a cambio de impunidad.
A 24 días de la elección, Anaya tomó un camino sin retorno e inédito en la historia mexicana: La de enfrentarse con advertencias al Presidente.
¿Tiene futuro esa apuesta en un país cuya clase política asume que más vale un mal arreglo que un buen pleito?
Se trata de una frase que hoy parecería estar definiendo la disyuntiva de la elección presidencial.
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El día que el Papa se equivocó/Jorge Ramos Ávalos
Reforma, 09 Jun. 2018
"Yo fui abusado cuando estaba en el colegio; yo y muchas otras personas", me dijo el periodista chileno Juan Carlos Cruz. "Este cura (Fernando Karadima) viene abusando desde 1958. Un hombre queridísimo en esa época. Se proclamaba casi santo. Cuando se murió mi papá me dijeron 'Ve donde él, que te puede ayudar'. Yo estaba destrozado. Ahí, al poco tiempo, comenzaron los abusos".
Este es el testimonio que Juan Carlos Cruz le quería contar al Papa Francisco durante su visita a Chile en enero de este año. También le quería decir que el obispo chileno Juan Barros había sido testigo y cómplice de los abusos sexuales, según han declarado las víctimas. Pero el pontífice defendió al obispo y no quiso escuchar más. "El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar", dijo el Papa en la ciudad de Iquique. "No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia".
Ese fue el día en que el Papa se equivocó.
"Dijo que éramos calumniadores, para mí eso fue un dolor tremendo", me contó Juan Carlos. "Mira, en la iglesia ha habido una cultura de abuso y una cultura del encubrimiento del abuso. Habiendo vivido las dos cosas, el abuso es tremendo -te quedan las secuelas- y uno trata de salir adelante. Pero después la gente que te debería ayudar, que te debería proteger, te da una cachetada en la cara. Te destrozan tu honra, porque protegen a su institución".
El viaje a Chile no fue el éxito que esperaban los organizadores. Ni el Papa. Y eso, aparentemente, lo hizo recapacitar. Tras llegar a Roma envió a dos sacerdotes a investigar lo que estaba ocurriendo en Chile. Hablaron con Juan Carlos en Nueva York y con casi 70 personas más. El informe, de más de dos mil páginas y sumamente crítico a la jerarquía católica, obligó a los 34 obispos chilenos a presentar su renuncia al Papa.
Pero luego Jorge Mario Bergoglio hizo algo más, algo muy personal. Invitó durante casi una semana a su residencia de Santa Marta, en el Vaticano, a Juan Carlos, a James Hamilton y a José Andrés Murillo. Ellos son los que, a partir del 2010, rompieron su silencio y tomaron el liderazgo en las denuncias de abuso sexual y encubrimiento por parte de la iglesia católica chilena. Ahí, por fin, el Papa escuchó una versión muy distinta. "Yo se lo dije al Papa, cara a cara, como si lo hubiera conocido toda la vida", recordó Juan Carlos. "Y yo le dije crudamente todo lo que quería decirle".
Luego de varias conversaciones durante casi una semana, el Papa se disculpó. Así recordó Juan Carlos las palabras del pontífice en una conferencia de prensa en Roma en mayo: "Juan Carlos, quiero pedir perdón por lo que te sucedió, como el Papa y también a nombre de la iglesia universal. Yo era parte del problema y es por eso que te pido disculpas".
El día de nuestra entrevista, Juan Carlos estaba particularmente conmovido. El Papa acababa de enviar una durísima carta a los líderes de la iglesia católica en Chile y donde, por fin, se ponía del lado de las víctimas. "Espero que esta cultura de abuso empiece a cambiar. Y que para los miles de sobrevivientes de abuso, esto sea un modelo", reflexionó Juan Carlos.
El problema es que la carta del Papa y sus disculpas no han cambiado nada. Todavía. El sacerdote Fernando Karadima no está en la cárcel. El Vaticano le ordenó una "vida de oración y penitencia". Tampoco están detenidos los religiosos que encubrieron esos crímenes.
Ojalá el Papa nos vuelva a sorprender. Estamos esperando. Porque lo que ha hecho hasta ahora no se puede llamar justicia.
Mientras tanto, lo ocurrido en Chile debería repetirse en otros países de América Latina donde también se han denunciado numerosos abusos y ocultamientos. ¿Por qué este escándalo explota en Chile?, le pregunté a Juan Carlos.
"No me considero un héroe. Mis amigos tampoco se consideran héroes. Nosotros lo que hemos hecho bien es ser persistentes. Cuando nos destrozaban la reputación, hemos seguido luchando".
¿Sigues creyendo en Dios?, le pregunté antes de despedirnos. "Sigo siendo católico", me dijo. "La relación que uno tiene con Dios es lo más personal que uno puede tener en la vida. Nadie te puede quitar eso".
Posdata. Aquí va mi entrevista con Juan Carlos Cruz: https://bit.ly/2Mc37SY.
@jorgeramosnews
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El polvorín nacional
SOBREAVISO / René Delgado
Reforma, 09 Jun. 2018
La temporada obliga a marcar las diferencias, no las coincidencias. Así es la temporada. Las elecciones son para eso, pero hay un problema: el suelo donde están parados los candidatos presidenciales es un polvorín.
La moneda vuela a la altura del precio incontenible de la gasolina. La virtual suspensión de la renegociación del Tratado de Libre Comercio y la amenaza de una guerra comercial alertan de un sacudimiento económico. La deuda de los estados y la Federación llenan los barriles sin petróleo. La corrupción persiste y se tolera. El problema de las pensiones ahí está, aun cuando nadie lo mencione. Las reformas estructurales -particularmente, energética, educativa y político-electoral- exigen su revisión. La violencia criminal y política aumenta, no cesa. La inseguridad pública tiende a derivar en una crisis de seguridad nacional. El irresponsable desmantelamiento del aparato de procuración de justicia colapsa al de impartición de justicia. La ausencia de gobierno es mayúscula. La configuración de las coaliciones integradas a partir del desfiguramiento de los partidos anticipa un desastre político. Todo en medio de un malestar y crispamiento social de doble mecha corta, tentados a expresarse como sea.
Agregar a ese cuadro ingredientes de desestabilización con fuego real o de artificio es en extremo peligroso. Nunca es bueno jugar con cerillos. Menos, si se está parado sobre un polvorín.
Prometer en tono distinto el cambio con futuro, el avance contigo o la cuarta transformación del país sin reparar en la situación interna y externa, así como en la estrechez del margen de maniobra, es -dicho con suavidad- una quimera. Sólo garantizar el control o la contención de la circunstancia sería una osadía política, digna de reconocimiento. Si después de ello cabe sentar los cimientos de una propuesta distinta a la prevaleciente, mérito mayor de aquel que pudiera hacerlo.
Por lo pronto, el momento exige, sí, subrayar las diferencias, pero no convertirlas en motivo de ruptura. Exagerar las diferencias sin fincarlas en propuestas y sin mirar la circunstancia, es convocar a un juego eliminatorio. Eliminar no es sinónimo de elegir, sino de excluir, quitar, separar, matar... justo lo contrario a la política, justo el alimento del odio y el hartazgo social.
Ninguna democracia nace de la eliminación del contrario, ahí muere. Cuando ello ocurre, a la palabra "adversario" la reemplaza la de "enemigo".
El eje de la campaña electoral aún en curso se ha caracterizado por una paradoja.
Desde su propia perspectiva, las coaliciones Por México al Frente y Todos por México -curiosa la semejanza del nombre por cuanto revela su cercanía y distancia- han coincidido en repudiar y descalificar la propuesta de la coalición Juntos Haremos Historia, sin distinguir y presentar la propia. La propuesta del frente abanderado por Ricardo Anaya se resume en la continuidad con ajustes, instrumentada por un indefinido y abstracto gobierno de coalición; la de la coalición encabezada por José Antonio Meade se sintetiza en el continuismo sin ajustes, instrumentada por el grupo tricolor empoderado que, ahora, se debilita y resquebraja.
Una segunda y absurda paradoja. Esas dos coaliciones se han enfrascado en un pleito que, en el empeño por eliminarse entre sí, ha dejado el campo libre a la liderada por Andrés Manuel López Obrador, Juntos Haremos Historia. El priismo no logra desbarrancar a Ricardo Anaya y éste no consigue caminar al ritmo que quisiera y ambos niegan haber dejado escapar a su presa. Y la Procuraduría... ¡ay! la Procuraduría.
Algo más. Anaya denuncia el supuesto pacto entre Morena y la administración, anhelando en silencio reponer el que tuvo y Meade niega rotundamente la existencia de ese pacto, suspirando que su acuerdo con la administración se sostenga. Ambos disputándose el apoyo de ¡Vicente Fox!
Ante esa disputa y en condición de impulsar la mística del triunfo inevitable y ampliar su fortaleza en el Legislativo y las gubernaturas en juego, Andrés Manuel López Obrador no repara en la generación de expectativas, superiores a la posibilidad de realizarlas si se toma en cuenta la descomposición del cuadro económico.
Una peculiaridad más. Esta vez, la incertidumbre electoral no deriva de la competencia entre los candidatos.
Desde el arranque de la contienda y según los estudios de preferencia electoral, la ventaja favorece considerablemente a Andrés Manuel López Obrador. Los esfuerzos de Ricardo Anaya y los de José Antonio Meade en ningún momento han colocado en un apuro al puntero y sí, en cambio, a ellos mismos. La incertidumbre no deriva del desconocimiento de quién podría ganar, sino del conocimiento de quienes podrían perder.
Ahí se explica el ahínco en imbuir miedo a elegir al puntero. Surge del pavor de quienes temen no el cambio de reglas en el juego, sino quedar fuera del juego. Por eso, los llamados telefónicos atemorizantes y los videos difamatorios, hechos desde el anonimato de quienes, por el pavor a perder, ocultan su nombre.
Es una pena el repunte de esas prácticas, cuando se venían restableciendo puentes.
Jugar a descarrilar el concurso electoral en el último tramo o a generar expectativas por arriba de la posibilidad, a sabiendas del grado de descompostura del cuadro económico, político y social en un entorno adverso, es jugar con cerillos... sobre un polvorín.
· EL SOCAVÓN GERARDO RUIZ
Quienes conocen el trazo del tren Ciudad de México-Toluca y saben del soporte construido en el kilómetro 41, detrás del Monumento al Caminero, en el cauce del río Ocoyoacac, miran con miedo la obra. ¿Tienen motivo?
sobreaviso12@gmail.com
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¿Qué les toca a los jueces?/Ana Laura Magaloni Kerpel
Reforma, 09 Jun. 2018
¿Qué puede hacer un juez constitucional por los acusados y las víctimas cuando existe un sistema de persecución criminal colapsado, autoritario y sin autonomía política? Esa es la pregunta que se deriva de la sentencia del Primer Tribunal Colegiado del Décimo Noveno Circuito. Esta semana, dicho tribunal resolvió los amparos que promovieron cuatro de los acusados por el caso Ayotzinapa en 2015. En una sentencia de más de 700 hojas, ordenó reponer la investigación del caso y la creación de una Comisión de Investigación para la Verdad y la Justicia en el caso Ayotzinapa. ¿Es una decisión jurídicamente sólida y políticamente viable para que sepamos qué pasó con los 43 normalistas y quiénes son los responsables?
Una parte importante de la sentencia se dedica al análisis de las declaraciones de los imputados y de los testigos. De forma minuciosa, el tribunal evidencia cómo el caso Ayotzinapa está sustentado en declaraciones y testimonios extraídos por la fuerza. El tribunal estudia los informes de los médicos, el tiempo que pasó entre la detención y la puesta a disposición de detenidos en la agencia del MP, la validez que deben tener las declaraciones autoinculpatorias y un largo etcétera. Es una sentencia que retrata nítidamente el actual sistema de persecución criminal que no sabe construir un rompecabezas delictivo y que sólo conoce los golpes, el maltrato y la intimidación para explicarnos qué paso y quiénes son los responsables.
Sin embargo, a pesar de exhibir de esa manera los métodos de investigación de la PGR, los magistrados no dejan en libertad a los presuntos responsables. Para evitar esa decisión, ordenan que se les aplique el Protocolo de Estambul y así determinar si hubo o no tortura. Tres años después ese Protocolo no sirve para comprobar que fueron torturados, pero, lo más importante, su conclusión no tiene nada que ver con sus argumentos. ¿Por qué desnudar los métodos violentos de extracción de confesiones y luego decidir que se aplique el Protocolo de Estambul? En realidad, la pregunta de fondo es otra: ¿deben seguir siendo procesados los imputados a pesar de que la evidencia que los inculpa fue extraída con tortura?
Ello me lleva al meollo del asunto: ¿qué hacer con la investigación del caso Ayotzinapa? Hasta la fecha, no sabemos qué paso con los 43 normalistas. Pero sí sabemos que lo que ha dicho la PGR que pasó (su verdad histórica) es falso; también sabemos que existen 130 personas acusadas por ese caso cuya acusación está sustentada en esa verdad histórica de la PGR. Asimismo, tenemos la certeza de que la investigación se hizo a base de declaraciones y testimonios extraídos con golpes e intimidación. Finalmente, conforme más tiempo pasa, las pruebas, los rastros, los testimonios y un largo etcétera, se desvanecen.
Ante este desastre, un Tribunal Colegiado decidió que las víctimas y la CNDH, a través de una Comisión de Investigación sin presupuesto ni atribuciones legales, se encargarán de conducir la investigación y ordenar al MP qué hacer. Es decir, las víctimas pasaron a ser las responsables de que se haga justicia y de resolver los múltiples entuertos de la PGR. Yo no creo que ello sea una buena solución, ni que tenga un sólido sustento jurídico.
No obstante, sí creo que una Comisión de Investigación, creada desde el Congreso o el Ejecutivo (distinto a Peña), con un Fiscal especial, expertos internacionales, presupuesto y atribuciones, es el mejor camino para resolver el caso Ayotzinapa. Las víctimas deben ser informadas, escuchadas y tomadas en cuenta, pero nunca ser las encargadas de la investigación. La CNDH debe velar por el respeto de los derechos humanos de las víctimas y los acusados. Pero la Comisión Investigadora, con un Fiscal especial con atribuciones para ejercer la acción penal, debe ser la única instancia encargada de la investigación. Ante el desastre y la complejidad del caso Ayotzinapa, hay que ser extremadamente cuidadosos con la solidez jurídica y la viabilidad política de lo que se propone.
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El triunfo y la violencia/Jorge Volpi
REforma, 09 Jun. 2018
Decía la semana pasada que, si nada excepcional ocurre, el 1o. de julio Andrés Manuel López Obrador se convertirá al fin en presidente de la República. En esta semana sus números en las encuestas han subido, si cabe, y ninguna estrategia de sus rivales -ni las irritantes llamadas que violan la protección de datos personales ni el par de encuestas chapuceras aireadas por el PRI- se ha mostrado ni si- quiera vagamente exitosa en su afán de desbancarlo. Ya no se trata sólo del pertinaz voto de castigo a un sistema que durante doce -o dieciocho- años se ha revelado tan ineficiente como corrupto, sino de la percepción social de que el triunfo de su candidatura se ha vuelto, a tres semanas de las elecciones, inevitable.
Por ello, más que continuar analizando las razones de su triun- fo -o las que han conducido a la estrepitosa derrota de sus contrincantes-, conviene analizar los principales desafíos que habrá de encarar su gobierno en unos meses, en cuanto acabe el larguísimo interregno -herencia del viejo régimen- asentado en nuestras leyes. Si el sábado pasado me ocupé del combate a la corrupción, el principal tema de la campaña de AMLO, hoy me referiré a un tema que ha resultado mucho más complejo y elusivo en su discurso, el de la violencia (y su correlato, el narcotráfico).
Hasta ahora, hay que reconocer que el candidato de Morena ha sido el único en abordar como prioridad las condiciones que la han generado -la desigualdad y la pobreza-, pero también que, igual que sus rivales, no ha querido centrar su discurso en la catástrofe humanitaria que vivimos, acaso porque no tiene una idea clara de cómo remediarla. Aunque conoce el país como nadie, pocas veces se ha referido explícitamente a los 200 mil muertos de la guerra contra el narco, a las decenas de miles de desaparecidos y desplazados, y no ha articulado una política clara respecto a las drogas. Una de sus primeras propuestas -si no ocurrencias-, casi al inicio de su campaña, fue la posibilidad de mantener un diálogo con los criminales y de impulsar una ley de amnistía: la vaguedad de sus términos, que no ha sido capaz de detallar ni cuando fue cuestionado sobre el tema durante el primer debate, la ha convertido en uno de los principales blancos de ataque del PAN y del PRI en su contra.
Un poco a la manera de Vicente Fox con Rubén Aguilar, han tenido que ser distintos colaboradores de AMLO quienes se han visto obligados a tratar de explicar, o más bien de definir, su estrategia contra la violencia. Hasta el momento, la posición más destacada ha sido la esgrimida por la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, designada por López Obrador para ocupar la Secretaría de Gobernación, tanto en varias intervenciones públicas como en un artículo reciente. Ha sido ella quien se ha referido de manera explícita a una "justicia transicional" -el término aplicado a aquella que se pone en marcha en procesos de paz luego de conflictos armados con vías a la reconciliación- y al drástico cambio de paradigma en el combate al narcotráfico.
El punto central de la propuesta de Sánchez Cordero radica no sólo en atender las causas de la violencia, sino en terminar con el maniqueísmo impuesto desde la época de Calderón y en reconocer que el aumento de la violencia a niveles nunca vistos a partir de 2006 se debió a la irresponsable intervención de las fuerzas de seguridad del Estado más que por la perversidad de los criminales (o a la supuesta guerra entre los cárteles). Desechada la perspectiva punitiva, se impone entonces reconocer las condiciones de cada lugar para articular políticas públicas de prevención, educación y salud antes que asimilarlas en un entorno de guerra.
Ha sido también Sánchez Cordero la primera en proponer abiertamente una nueva legislación sobre las drogas, abriendo las puertas a su legalización, algo que AMLO jamás se ha atrevido siquiera a entrever. Hay que insistir en que, sin este punto, cual- quier estrategia de seguridad parece condenada al fracaso. Las ideas de la ministra son, hasta el momento, las más avanzadas en toda la campaña: lo más deseable sería que AMLO las abrazase abiertamente desde ahora para que, a la hora de recibir un sinfín de presiones nacionales e internacionales una vez convertido en presidente electo, no se arredre a la hora de ponerlas en marcha.
@jvolpi

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