8 dic 2018

Las columnas políticas hoy, sábado 8 de diciembre de 2018

El Ministro Alberto Pérez Dayán prohibió a la Cámara de Diputados utilizar la nueva Ley Federal de Remuneraciones para fijar salarios que los servidores públicos recibirán en 2019....
El ministro concedió una suspensión en la acción de inconstitucionalidad promovida por senadores de Oposición, que pidieron a la Corte invalidar la ley.
La decisión final será  hasta que no se resuelva la validez de esta norma, pero sus efectos podrían “implicar la transgresión de irreversible de algún derecho humano”, dijo el Ministro....
“Con el fin de preservar la materia del juicio y evitar que se cause un daño irreparable, procede conceder la suspensión solicitada para el efecto de que las remuneraciones que perciban los servidores públicos de los Poderes de la Unión y de todos los demás entes públicos para el Ejercicio de 2019, no sean fijadas en términos de la Ley reclamada, hasta en tanto se resuelva el fondo de la controversia”, especifica el ministro.
Aunque la Cámara de Diputados y el Poder Ejecutivo pueden inconformarse con la decisión, la Corte discutiría la impugnación hasta el próximo año cuando ya esté aprobado el Presupuesto.
La ley establece que ningún servidor público puede ganar más que los 108 mil pesos mensuales....
La suspensión no impide expresamente reducir salarios, y Pérez Dayán rechazó la petición de los senadores opositores de dejar vigentes los que se han pagado durante 2018.
"Procede conceder la suspensión para el efecto de que las remuneraciones que perciban los servidores públicos de los Poderes y todos los demás entes públicos para el ejercicio de 2019, no sean fijadas en términos de la ley reclamada", ordenó Pérez Dayán.
Agregó que los salarios tendrán que ser fijados con base exclusivamente en lo que prevén los artículos 75, 94 y 127 de la Constitución, así como tercero transitorio de la reforma de 2009 a la Carta Magna, que fijó el sueldo del Presidente como tope.
El artículo 127 señala que es "irrenunciable" la remuneración de funcionarios.
Mario Delgado (Morena) advirtió que la Cámara de Diputados no dará marcha atrás en la reducción de salarios de funcionarios públicos a pesar del freno de la Corte.
En un comunicado expuso que el Presupuesto 2019 se determinará con estricto apego a lo que dice el artículo 127 de la Constitución, donde se establece que nadie puede ganar más que el titular del Ejecutivo federal.
Andrés Manuel López Obrador al arribar a Chiapas, dijo ser respetuoso de la autonomía del Poder Judicial, empero criticó la resolución...Aseguró que, a diferencia del Poder Judicial, el Ejecutivo sí se apegará a lo que dice el artículo 127 de la Constitución que establece que ningún funcionario puede recibir más salario de lo que obtiene presidente de la República, y confío que así suceda en el Legislativo “pues a final de cuentas ellos aprobaran el Presupuesto (2019)”.
“Nosotros (el Ejecutivo) nos vamos a ajustar a eso, y creo que va a ser lo mismo el Legislativo. En el caso del Poder Judicial si ellos mismos resuelven que van a seguir recibiendo sueldos exagerados, estratosféricos, sueldos hasta de 600 mil pesos mensuales están dando un mal ejemplo de quienes deberían de impartir justicia.....
Rechazó que la determinación en la SCJN fuera una afrenta entre poderes del Estado, por lo que dijo esperarán la resolución en la Corte, pero mientras tanto “no se puede quedar callado”.
Y aquí la crítica.  Dijo que ponen un mal ejemplo; afirmó que los funcionarios que cobran hasta 600 mil pesos mensuales, en un país pobre, son deshonestos!
Les sugirió quitar el retrato de Benito Juárez de la Corte. Y dijo que tanto el Ejecutivo como el Legislativo se apegarán al mandato constitucional de que ningún funcionario gane más que el Presidente. Punto!
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Las columnas políticas hoy, sábado 8 de diciembre de 2018..
Templo Mayor/ Reforma
QUIENES fueron a comer ayer al hotel St. Regis de Paseo de la Reforma pudieron ver en una mesa junto a un ventanal a la candidata ganadora de la elección a la gubernatura de Puebla, la panista Martha Érika Alonso.
ESTABA con su esposo, el actual coordinador de los senadores blanquiazules y ex gobernador poblano, Rafael Moreno Valle, y con el último dirigente del partido Nuevo Alianza, Luis Castro Obregón.
CUENTAN que se les veía preocupados y serios. Y cómo no, si la inminente decisión que debe tomar el Tribunal Electoral federal sobre la anulación de los comicios de julio los debe tener comiendo... ¡pero ansias!
VAYA que trae el santo de espaldas el secretario de Turismo, Miguel Torruco. No sólo provocó la "cuarta confusión" con el asunto de qué vuelos irán a cuál aeropuerto, sino que ya se le acabó la luna de miel con un sector importante de los empresarios turísticos.
PESE a las recomendaciones y peticiones de los turisteros en sentido contrario, terminó por desaparecer el Consejo de Promoción Turística, cuya misión era atraer visitantes a México.
ENTRE los inconformes está el organismo cúpula del sector, el Consejo Nacional Empresarial Turístico, que preside Pablo Azcárraga, a quienes nomás no les cuadran la cifras del titular de Sectur, quien dijo que con ese recorte se ahorrarán 8 mil millones de pesos.
EL ASUNTO es que ese dinero no salía del presupuesto federal, sino de impuestos que pagan los turistas extranjeros en México. Además, esos recursos se usarán ahora para financiar el Tren Maya, por lo que nomás no ven en dónde estará el ahorro.
LA BANCADA de Morena que domina el Congreso del Estado de México le volvió a prender la mecha a la bomba de las pensiones.
LA ANTERIOR Legislatura -dominada por el PRI- aprobó una reforma que, entre otras cosas, abría la puerta a la portabilidad en materia de seguridad social. Es decir, que los derechohabientes del ISSEMyM tendrían derecho a cambiarse, sin perder derechos ni antigüedad, al IMSS o al ISSSTE y viceversa.
ADEMÁS, se creaba un nuevo esquema de ahorro para el retiro que si bien implicaba un costo para empresarios y empleados, le daba viabilidad a un muy presionado sistema estatal de pensiones.
EL HECHO es que los morenistas abrogaron la ley por considerar que afectaba a los trabajadores. Lo que no dicen es que, en ese asunto, hay un boquete de unos -gulp- 6 mil millones de pesos... y tampoco han dicho cómo lo piensan tapar.
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Incipit/Jorge Volpi
Reforma, 
López Obrador se sabe dueño de un relato, de una erudita visión de la historia que culmina con él
Desde sus primeras líneas y sus primeros párrafos, un buen relato anuncia su desarrollo y su final: el inicio como resumen anticipado de la trama. Si el sexenio de Andrés Manuel López Obrador fuese una novela -nuestra novela-, ese principio ya está aquí, ante nuestros ojos. Conviene, pues, mirarlo así: como una apretada e intensa serie de acciones y símbolos que delinean desde ahora a su personaje principal. Nada determina, por supuesto, que a la postre nosotros vayamos a convertirnos en los caracteres secundarios de una novela de terror o de una novela con final feliz -todos quisiéramos lo último-, pero al menos podemos identificar ya los principales rasgos de su protagonista.
Lo primero es su nueva forma de ejercer el poder. O, para ser más precisos, su forma inédita de mostrar cómo ejercerá el poder. Un poder mayor al de cualquier otro Presidente en la turbulenta democracia mexicana, pero que él anuncia como un poder distinto, compartido. Tras 12 años en campaña, AMLO no podía arriesgarse a perder su cercanía con la gente, ese baño de multitudes que es su mayor legitimidad. Lo peor que podría ocurrirle, lo sabe, es convertirse en "el gran solitario de palacio".
Por ello necesitaba subvertir las alambicadas formas de la Presidencia. Pieza fundamental de esta estrategia ha sido negarse a vivir en Los Pinos -esa lujosa prisión- y abrirlo desde el primer día de su mandato. Ha anunciado que lo convertirá en un gran espacio cultural, pero por lo pronto es otra cosa: un museo de la arrogancia. AMLO quería que fuese visitado a raudales para que los ciudadanos constataran no tanto el obsceno despilfarro, sino la aún más obscena lejanía de quienes lo habitaron. Otros signos completan esta imagen: las consultas, su coche, su diálogo con quienes se le aproximan, el fin del Estado Mayor, la venta del avión, su casa de Tlalpan.
Todos estos elementos arropan su principal meta: la opción preferencial por los pobres (uso esta expresión eclesiástica a propósito). Sin importar su religión personal, AMLO pone en escena una religiosidad laica. Pero su gobierno se pretende, además, un régimen ilustrado: a diferencia de Peña o Fox, e incluso de Calderón -cuyo maniqueísmo católico nos tiene donde estamos-, se sabe dueño de un relato, de una erudita visión de la historia que culmina con él. Por ridícula que les parezca a algunos, la Cuarta Transformación es una prodigiosa construcción retórica, no sólo porque ahora todos la usamos, sino porque da un sentido de finalidad a todas sus medidas. Que su perspectiva histórica contenga lagunas o malentendidos es natural: el Presidente no imparte una clase de historia, sino que dispone una narrativa escatológica, muy necesaria en estos tiempos de escepticismo: la idea, casi olvidada, de que al término de su gobierno todo será mejor.
A la construcción de un líder cercano con la gente -ya basta de llamar a esto populismo- y dotado con un propósito, AMLO añade dos virtudes copiadas de grandes figuras históricas: la generosidad y la prudencia. Quiere mostrarse como un hombre de poder de talante casi platónico, que ha domeñado sus pasiones. De ahí el perdón anticipado que ofrece a sus predecesores: como el nuevo tiempo comienza con él mismo, la idea de punto final cierra una era oscura. Poco importa lo que ocurra con la justicia -que de todos modos no funciona-, al Presidente le importa mostrarse como un árbitro superior, poco interesado en los corruptos fantasmas del pasado. No es vengativo, pero no porque sea bondadoso, sino porque la venganza -lo que él percibe como tal- es un distractor.
La prudencia que tanto se le exigió en campaña, en cambio, lo traiciona. La invoca para justificar el mando militar de la Guardia Nacional sin recordar que el mismo argumento fue usado por Calderón. Una prudencia que vende como realismo -tantos se lo pidieron- y que corre el riesgo de arruinar la brillante construcción de su personaje realizada con sus demás decisiones. Porque la prudencia y el realismo, cuya consecuencia es la militarización del país, podrían colocarlo del mismo lado de sus enemigos históricos.
@jvolpi
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Tres Méxicos/Jorge Ramos Ávalos
Reforma, 08 Dic. 2018
Esto de ser periodista es, muchas veces, un verdadero privilegio. Puedes ver lo mejor y lo peor de un país en muy poco tiempo. Así, en una semana, viajé de Guadalajara a Tijuana y, de ahí, a la Ciudad de México. Y lo que empezó como un homenaje al libro terminó en un monumento a la desigualdad. Les cuento.
No hay nada como caminar entre montañas de libros. Literalmente. En un mundo cada vez más digital, donde los libros se están convirtiendo en pantallas, hay algo casi nostálgico en el olor a papel. Por eso la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es, sin lugar a dudas, una de las mejores cosas de México. Resume -en un laberíntico centro de convenciones- la cultura, el pasado y las ideas que se nos han ocurrido a los mexicanos en los últimos años.
Ahí, tocando y oliendo libros, recordé una entrevista que le hice en el 2006 al indispensable Carlos Fuentes. "Este es un país con una sociedad civil muy fuerte, que tiene una cultura muy fuerte y que ha venido practicando la democracia en mil agrupaciones cívicas", me dijo. "Hay una cultura cívica que se ha desarrollado subterráneamente. Este país tiene una larga tradición de ejercicio democrático que, si no se ha manifestado siempre en la altura institucional, sí se ha ejercido a la altura de la cultura popular". Qué rico es México.
El principal problema que uno tiene en la Feria del Libro es conseguirse una maleta suficientemente grande para llevarse todo lo que quieres leer en los próximos meses. Y ese es, digamos, un buen problema.
Bien leído y recargado llegué a Tijuana, Baja California, a cubrir la llegada de las caravanas de refugiados centroamericanos. Esto es lo que ocurre cuando gente desesperada toma decisiones desesperadas. Están huyendo de la violencia de las pandillas, la corrupción y la pobreza extrema. Imposible culparlos.
Los vengo siguiendo desde que cruzaron la frontera de Guatemala con Chiapas. Cuando estos inmigrantes, en su mayoría de Honduras, se enteraron que podían acercarse a Estados Unidos, relativamente protegidos y sin tener que pagarles miles de dólares a los coyotes, se pusieron a caminar.
Pero pocas veces he visto sacrificios tan grandes. Acabo de entrevistar a un padre soltero de 27 años de edad que ha empujado y cargado por cientos de kilómetros la silla de ruedas en la que viaja su hija, de siete años de edad y que sufrió un derrame cerebral. Busca tratamiento médico para su hija y ya cruzó a Estados Unidos.
Fue frustrante e indignante ver cómo quedó el albergue Benito Juárez en Tijuana después de un aguacero. Los improvisados techos de plástico no aguantaron y las pocas pertenencias que trajeron los refugiados quedaron totalmente empapadas. Había niños enfermos, gente sin zapatos y, a unos metros, una frontera casi sellada por Donald Trump.
La mayoría de los inmigrantes ya han sido trasladados a otro albergue, con techos y más protegido. Otros se están saltando el muro, regresando a sus países o explorando una nueva vida en México. Miles de mexicanos los han ayudado durante todo el trayecto con ropa, comida, transporte y dándoles ánimo. Pero me brincan los gritos e insultos xenofóbicos que escuché de algunos, pocos, en Tijuana. Eso desafina en un país, como México, que ha sido exportador de inmigrantes por décadas.
Y de ahí me fui a la Ciudad de México a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador. Más de 30 millones de mexicanos votaron por un cambio y ya se siente.
Pero, más que nada, ahorita nos estamos tanteando. Tantear es una palabra maravillosa y aplicadísima en estos días en México. Estamos conociendo los límites del nuevo gobierno y, en algunos casos, se está ofreciendo (temporalmente) el beneficio de la duda.
La política es brutal. Nadie está más solo en México que un ex Presidente. Pero para simbolismos me quedo con la apertura al público de la que fuera la residencia oficial de Los Pinos (con una superficie 14 veces más grande que la Casa Blanca). Nada como ver, con tus propios ojos, la desconexión, los lujos y excesos de los ex gobernantes pagados, por supuesto, con los impuestos de todos los mexicanos. ¿De verdad era necesario el cine privado y un búnker de guerra? Lo normal ha dejado de serlo.
Así vi tres Méxicos de un jalón.
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¿Cómo frenar la violencia?/Ana Laura Magaloni Kerpel
Reforma, 08 Dic. 2018
Contener la espiral de violencia es la asignatura más desafiante que enfrenta el país. No tenemos respuestas, pero sí un montón de aproximaciones equivocadas. El fenómeno delictivo es heterogéneo, multicausal, complejo y dinámico. Lo que entendemos es insuficiente. En términos generales, en México y en el mundo sabemos que los índices delictivos, una vez que se mueven al alza, crecen con facilidad y rapidez y disminuyen con enorme dificultad y lentitud. No hay soluciones fáciles ni de efectos inmediatos. Es más probable que la violencia continúe al alza a que se frene y lo más complicado es que disminuya. También sabemos que contextos de bajo crecimiento, recesión o crisis económicas detonan inseguridad. En México, en este momento, ¿cuáles podrían ser pasos en la dirección correcta?
La semana pasada estuve en la Cumbre de Seguridad Ciudadana organizada por el BID en Chile. Lo que más llamó mi atención es que la temática y las aproximaciones al fenómeno de la inseguridad han cambiado radicalmente de las que existían hace 10 años. A principios de este siglo, la discusión giraba centralmente en torno a las grandes reformas institucionales. Hoy, en cambio, la discusión tiene un énfasis en dos elementos: 1) políticas preventivas que atiendan las causas de la violencia: reinserción de personas que salen de prisión, tratamientos contra adicciones, terapias de contención de impulsos violentos para jóvenes, programas contra la violencia intrafamiliar, atención a casos de negligencia grave en el cuidado de los niños, entre otros, y 2) estrategias policiales focalizadas y capacidad de inteligencia a ras de tierra, es decir, saber qué pasa, manzana por manzana, en términos de violencia y conflictividad social para generar distintas intervenciones policiales puntuales y diferenciadas según estos contextos sociales y delictivos específicos. Por ejemplo, un operativo policial para rescatar cuatro manzanas controladas por una banda criminal o una estrategia contra el homicidio en determinados barrios de una ciudad. Con éxitos y fracasos, algunos países de la región están entendiendo y aprendiendo que la seguridad se construye de abajo hacia arriba y que la política de seguridad exige una diversidad de instrumentos simultáneamente. Muchas acciones sociales y policiales focalizadas y dirigidas a grupos de personas o territorios específicos. Es así como la tasa de homicidios en Bogotá ha bajado 11 puntos en la última década.
López Obrador, yo creo que porque conoce el país a ras de tierra, intuitivamente sabe que hay que atender las causas sociales del fenómeno delictivo y lo piensa hacer a través de una amplia cobertura de programas sociales. También sabe que la delincuencia es un fenómeno que cambia permanentemente según contextos regionales específicos, de ahí la necesidad de generar información a ras de tierra a través de sus coordinaciones territoriales y la atención personal, diaria y puntal de lo que está pasando en cada una de esas demarcaciones.
El problema central es que, a pesar de tener las intuiciones correctas, AMLO no logró romper con la visión sustantiva de sus dos antecesores. López Obrador, al igual que Peña y Calderón, está convencido de que el Ejército y la Marina pueden contener la violencia, ahora ya en forma de Guardia Nacional y con rango constitucional. Se trata de institucionalizar en definitiva esa visión. La idea de focalizar y acotar a intervenciones puntuales el uso de la fuerza es lo opuesto a una Guardia Nacional desplegada en todo el territorio. Esto último, ya lo sabemos, produce más violencia.
En segundo término, López Obrador, al igual que sus antecesores, está convencido de que el gobierno federal es capaz, por sí solo, de frenar la inseguridad y la violencia en el país. Es decir, que puede prescindir de los gobiernos locales. En este sexenio continuaremos bajo el paradigma fracasado de que la seguridad se puede construir de arriba hacia abajo. Gravísimo error: sin gobiernos locales que hagan su trabajo social y policial, no habrá gobierno federal que frene la violencia...


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