EN TERCERA PERSONA/Héctor De Mauleón /
El Universal, 2 de septiembre de 2020
A mí también me gustaría vivir en su México, señor presidente
Apenas el 24 de agosto pasado, EL UNIVERSAL dio a conocer un video en el que miembros del Ejército perpetran una ejecución extrajudicial en Tamaulipas.
Las imágenes fueron tomadas el 3 de julio de este año, a solo un par de meses de la firma del acuerdo por el cual el presidente facultó a las fuerzas armadas para hacer labores de seguridad pública sin que lo obstaculice, regule o fiscalice ningún tipo de control civil.
El video, tomado en Nuevo Laredo, es idéntico al de los años del derramamiento de sangre que tanto horrorizaron a México entero. Los soldados disparan centenares de veces contra una camioneta en la que viajaban miembros del crimen organizado. El vehículo recibe 243 impactos de arma larga. Personas que bajan de la unidad son acribilladas. Alguien grita que en la caja de la pick up hay una persona viva y un militar responde: “¡Mátalo, mátalo, a la verga!”.
Más tarde se supo que a bordo de la pick up iban tres personas privadas de la libertad, un migrante procedente de Chiapas, un joven universitario y un sujeto cuya identidad no fue establecida. Los tres estaban amarrados de pies y manos. También ellos murieron acribillados. El saldo fue de 12 muertos, que los militares presentaron como miembros de la delincuencia organizada.
El video se dio a conocer dos semanas antes del segundo informe de gobierno del presidente López Obrador.
En ese informe de 45 minutos, en el que según SPIN, taller de comunicación política integrado por académicos, se hicieron 101 afirmaciones no verdaderas, el presidente sostuvo que en México “ya no hay torturas, desapariciones, ni masacres”.
Un listado de actos de extrema violencia cometidos en México, los cuales han sido recopilados por la organización Causa en Común, demuestra que hay otro país y otra realidad. Solo entre enero y julio de 2020 la prensa registró 429 masacres, 572 profanaciones de cadáveres, 404 actos de tortura, 365 descuartizamientos, 312 cuerpos calcinados, 217 asesinatos de menores de edad, 66 feminicidios agravados, 49 intentos de linchamiento, 42 casos de esclavitud, 23 asesinatos de políticos, 18 actos de terrorismo, 17 asesinatos de defensores de derechos, 14 linchamientos, 14 mutilaciones, 5 asesinatos de periodistas, 5 violaciones agravadas, 4 asesinatos de personas con discapacidad.
Al mismo tiempo, entre diciembre de 2018 y la fecha del segundo informe, la cifra de desaparecidos es de más de 27 mil. De acuerdo con los números de la Secretaría de Gobernación, en 2020 un promedio de 13 personas desaparecen en México cada día. La tragedia de más de 27 mil familias fue borrada de un plumazo en el discurso presidencial.
El periodista Jorge Ramos se refería ayer en Twitter a la otra tragedia: “Lo que no escuchaste en el informe presidencial de @lopezobrador_, 58,058 mexicanos han sido asesinados desde que llegó a la presidencia (Dic 2018) hasta Julio del 2020, según cifras oficiales de homicidios dolosos”.
En el otro país y la otra realidad, 99 mexicanos en promedio son asesinados cada día. Los feminicidios han crecido 5% y hay zonas críticas donde la violencia ha partido la vida de los ciudadanos.
Mientras el presidente daba su informe (“No es para presumir: en el peor momento tenemos el mejor gobierno”), Guaymas, Sonora, salía de un fin de semana en el que hubo once ejecuciones, que deberán sumarse a las 28 con que en esa ciudad cerró el mes de agosto: incluidas las de un niño de 12 años que pereció al lado de su tío, cuando sicarios lo acribillaron en una colonia, y el de una joven de 25 años que fue acribillada frente a la reja de su casa, cuando salía a instalar su puesto de burritos (su pequeña hermana, que presenció la ejecución, quedó bañada en sangre).
En 2019 México vivió el año más violento desde que se mide la violencia. Este año hemos pasado por el mes más violento, la semana más violenta, el fin de semana más violento y el día más violento de nuestra historia reciente.
El viernes pasado la realidad nos volvió a abofetear el rostro con el video de un joven que fue asesinado en Naucalpan a sangre fría, a bordo de una combi, para que el resto de los pasajeros vieran que el robo era “de verdad”. “Me vale verga. Traemos el tiro arriba. Mira, me sobran balas, más las que tengo guardadas en la bolsa de la chamarra”, dijo el asesino del muchacho, que se desangró hasta morir, pues los pasajeros se quedaron sin teléfonos para llamar una ambulancia.
Nada de ese México pasó por el informe del presidente que cree encarnar el mejor gobierno en el peor momento.
Al terminar el informe, Adrián LeBarón, miembro de una familia masacrada en Bavispe, Sonora (murieron tres mujeres y seis niños), se dirigió al presidente desde su cuenta de Twitter: “Dice López Obrador que ya no hay masacres. ¿Se le olvida que la de mi hija y nietos fue durante el año que informa? Y las tantas ejecuciones del país, ¿esas tampoco cuentan? ¿Creerá que si no las menciona no existimos? Quiero vivir en su México, ahí todos seríamos felices”.
Sí. A mí también me gustaría vivir en su México, señor presidente.
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Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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