6 jul 2022

Con el colapso del derecho al aborto en EU, las mujeres negras

Con el colapso del derecho al aborto en Estados Unidos, las mujeres negras y latinas sufrirán más/ Karen Attiah is a columnist for The Washington Post. She writes on international affairs, culture and social issues. Previously, she reported from Curacao, Ghana and Nigeria.

The Washington Post, Martes, 05/Jul/2022;

La líder del grupo bíblico de mujeres se me acercó. En voz baja, me dijo: “¿Sabes?, el aborto tenía la intención de ser una forma de genocidio contra las personas de color”.

La implicación era que ella, como mujer latina, y yo, teníamos un deber especial con nuestras etnias: debíamos luchar contra el aborto porque era una manera de combatir el racismo. “¿Sabías que Margaret Sanger quería exterminarnos?”.

Era 2010, yo tenía 22 años y estaba en una sesión de estudio bíblico vespertino para mujeres en la iglesia evangélica a la que asistía en un suburbio de Dallas. Las mujeres estaban planeando una peregrinación a una marcha contra el aborto. Aunque había crecido yendo a la iglesia, ese año me había bautizado de nuevo para volver a dedicarle mi vida a Jesús. Asistía a la iglesia dos veces por semana e incluso llegué a considerar convertirme en una líder juvenil.

Me enseñaron —y así lo creí— que los cristianos debían infiltrarse en todos los ámbitos de la vida social, política y cultural de Estados Unidos, para restaurarle la nación a Dios antes de que Jesús pudiera regresar. El dominionismo divino era más importante que la democracia “mundana”. Aún así, me sentí incómoda al protestar contra las clínicas de aborto.

¿Por qué era necesario que condenáramos a otros, incluso a mujeres embarazadas desesperadas? ¿Realmente Dios quería que aumentáramos el sufrimiento en el mundo?

Con el tiempo, dejé la iglesia. Pero la radical anulación del fallo del caso Roe vs. Wade me recuerda esos días, y en particular a ese discurso antiaborto personalizado a mi medida, como mujer negra: Sanger, la fundadora de Planned Parenthood, era una eugenista racista. El aborto legalizado estanca el crecimiento de la población negra en Estados Unidos.

Pero la historia que las fuerzas antiaborto quieren que creamos es totalmente falsa. Un mundo tras la anulación de Roe vs. Wade pondrá a las mujeres negras de Texas bajo un riesgo impío, tanto física como legalmente.

Desde esta semana, ahora será mucho menos seguro para mí quedar embarazada en el estado en el que nací.

Las estadísticas hablan por sí solas. El triunfo de la cruzada evangélica de más de 40 años contra el aborto se traducirá en sufrimiento para las mujeres, y de manera desproporcionada para las mujeres negras. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las mujeres negras tienen más de cuatro veces más probabilidades de haber tenido abortos que las mujeres blancas. A nivel nacional, las mujeres negras también tienen más probabilidades de sufrir abortos espontáneos o muerte fetal —lo cual ahora, de forma repentina, además de ser una tragedia personal, es un momento de grave peligro legal en muchos lugares— que las mujeres blancas. En Texas, que ya tiene una tasa de mortalidad materna más alta que el promedio nacional, las mujeres negras fallecían a una tasa de 37.1 por cada 100,000 nacimientos. El número equivalente para las mujeres blancas es 14.7.

Ahora, muchas mujeres negras que enfrentan embarazos de alto riesgo —y que no tienen los recursos para viajar con facilidad fuera del estado— no tendrán más remedio que completar sus embarazos. Todo esto generará dificultades físicas y económicas que mantendrán a muchas mujeres negras y sus familias en las clases sociales bajas.

Las iglesias en Texas, incluida la que formé parte, afirman enhebrar la aguja de la compasión con respecto al aborto, no abogando enérgicamente por una mejor atención médica en todo el estado, sino señalando los centros de embarazos en crisis financiados por la Iglesia y los programas de capacitación para aquellos que desean convertirse en padres adoptivos. Para muchas personas, esta es la manera de mostrar el amor de Cristo. Yo también solía creer eso.

Pero los sistemas de acogida y adopción están lejos de ser una panacea. Recordemos, esto es Estados Unidos: desde la esclavitud, hemos tenido una larga historia racista de niños de mujeres negras que han sido separados de sus madres de manera legal por los sistemas del Estado blanco.

Ciertamente, la supremacía blanca cree que es correcto obligar a las mujeres negras a dar a luz y, al mismo tiempo, concluir con mucha mayor rapidez que los padres negros son incapaces de cuidar a sus hijos. Las personas negras son más propensas a ser acusadas de abuso y negligencia infantil en Texas; los servicios de protección infantil se llevan a los niños negros en Texas en tasas más altas. Los niños de las comunidades negras también permanecen más tiempo en los sistemas de cuidado temporal que los niños blancos. Todo eso va a empeorar a partir de ahora.

Justo ahora, aquí en Texas, me preocupa mi privacidad y mis derechos de expresión sobre el tema del aborto.

Cualquier persona con ciudadanía en Texas, incluyendo profesionales médicos, pueden denunciar a la policía a quienes ayudan a las mujeres que desean abortar, a cambio de una recompensa. Ya ha sido arrestada una mujer latina este año; un profesional médico la reportó tras alegar que había intentado abortar.

Expandir la capacidad de Texas para vigilar y perseguir a mujeres negras y latinas no tiene nada de cristiano. No hay nada amoroso en amenazarlas con la tiranía del encarcelamiento.

Sé que la comunidad de mi vieja iglesia está celebrando la anulación de Roe vs Wade. Pero en realidad hay mucho que lamentar. Las mujeres, niñas y niños negros sufrirán con toda seguridad. Muchos exevangélicos como yo que alguna vez formamos parte del movimiento religioso que ayudó a que esta situación se concretara, sentimos tristeza, e incluso culpa.


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