11 sept 2022

Isabel II del Reino Unido

 Isabel II del Reino Unido/Enrique Moradiellos es miembro de la Real Academia de la Historia.

ABC, Sábado, 10/Sep/2022;


Pese a formar parte de la Casa de Windsor y tener como padre al segundo hijo varón del Rey Jorge V, la joven Isabel Alejandra María (Lilibet, en la familia) no estaba en absoluto destinada a ceñir la corona del Reino Unido de la Gran Bretaña y Norte de Irlanda. Sólo se convirtió en potencial heredera en el año 1936, cuando su tío, el voluble Rey Eduardo VIII, decidió abdicar antes incluso de ser coronado para poder casarse con Wallis Simpson, una mujer norteamericana divorciada y muy poco apreciada en los círculos sociopolíticos dirigentes del país. Fue aquella crisis dinástica y constitucional la que llevó a su padre, el Duque de York, a subir al trono de manera precipitada como Jorge VI, contra su voluntad más íntima, a pesar de sus dificultades de expresión oral y contando afortunadamente con el apoyo de su mujer, la noble escocesa Isabel Bowes-Lyon, madre de sus dos únicas hijas: Isabel (nacida en 1926) y Margarita (nacida en 1930).

Aquellos tiempos fueron realmente críticos para su familia y para el país y su inmenso imperio ultramarino recién convertido en la Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones), que afrontaban la creciente amenaza del régimen nacionalsocialista alemán y se aprestaban para combatirla en la inminente Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El desafío fue superado a un coste de sangre inmenso y sólo gracias al tesón de un pueblo reunido en torno a su reticente pero abnegado soberano, magistralmente ayudado por un primer ministro, Winston Churchill, que presidió un Gobierno de unión nacional postreramente vencedor de sus enemigos. La pequeña Isabel creció en ese crítico ambiente bélico (la Familia Real se negó a abandonar Londres y buscar refugio en Canadá) y se hizo mayor en la difícil posguerra mundial, dominada ya por gobiernos laboristas. No en vano, la épica victoria bélica dio paso a nuevos peligros internacionales en la forma de una Guerra Fría que redujo el papel de Gran Bretaña a la condición de aliado 'especial' de los Estados Unidos en su confrontación bipolar con la Unión Soviética.

Superando ciertas reservas paternas y maternas y contando sólo con veintiún años, en 1947 la futura Reina contrajo matrimonio con el Príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, convertido en Duque de Edimburgo como consorte y luego nombrado Príncipe del Reino Unido por decisión real. Aquel oficial de la Marina alto, apuesto y divertido permanecería lealmente a su lado hasta su muerte en 2021, casi a punto de cumplir los cien años, pese a ocasionales desencuentros por su difícil encaje en su papel oficial secundario. Por eso la Reina despidió entonces públicamente a su marido fallecido reconociendo que «él ha sido, sencillamente, mi principal fuerza y permanencia todos estos años». Felipe fue también el padre de sus cuatro hijos, a los que ambos educaron con la combinación de afecto y severidad que era norma de su tiempo y de su rango: Carlos (1948), Ana (1950), Andrés (1960) y Eduardo (1964).

En febrero de 1952, tras la repentina muerte de su padre mientras estaba de viaje con su marido por varios países de la Commonwealth, tuvo que regresar a Londres para subir al trono como Isabel II, en una de las primeras ceremonias de coronación televisadas, seguida por millones de espectadores de todo el mundo. En su nuevo papel constitucional tuvo que hacer del enorme y algo gélido Palacio de Buckingham su nueva residencia oficial y amago de hogar, aunque pudiera compartirlo con sus lugares preferidos para veranear o descansar: el Castillo de Balmoral en las Tierras Altas de Escocia y la mansión de Sandringham en Norfolk (costa este de Inglaterra). Fue el comienzo de un reinado de algo más de setenta años, el más longevo de todos los monarcas del Reino Unido, superando incluso a su famosa tatarabuela, la reina Victoria (63 años en el trono, entre 1837 y 1901).

Sin duda ha sido un reinado plagado de buenos y malos momentos y episodios, tanto institucionales como personales. Entre los primeros, cabe mencionar el lento pero perceptible declive del papel internacional del Reino Unido tras los complejos procesos de descolonización e incipiente globalización, que llevaron primero en 1973 al ingreso renuente en la Comunidad Económica Europea y concluyeron más tarde en su problemático abandono en 2016 (el Brexit). Entre los segundos, destaca acaso lo que ella misma denominó en un discurso público su 'annus horribilis' de 1992, cuando se produjo el escándalo que precedería al divorcio de su hijo mayor y de su mujer, la joven Diana, Princesa de Gales. El descenso inaudito en la popularidad de la Familia Real que conllevó aquel conflicto matrimonial y posterior divorcio llegarían a su trágica culminación en agosto de 1997, cuando la Princesa Diana falleció en un accidente de automóvil en París y el dolor popular ante su dramática muerte obligó a modificar los protocolos de duelo oficial de manera inesperada y radical.

La respuesta de la Reina Isabel II a los desafíos de esa coyuntura estuvo a tono con su formación, carácter y trayectoria, especialmente su sentido del deber público, su resignado estoicismo y una innata aversión hacia el sentimentalismo melodramático que casaba muy bien con la tradicional flema británica. En todo caso, afrontando las críticas públicas sobre su supuesta frialdad e inhumanidad, trató de recomponer el prestigio de la Corona y se esforzó por proteger a sus nietos huérfanos, los príncipes Guillermo (futuro heredero) y Enrique. Y pese a todos los pronósticos adversos, cabe decir que logró finalmente restablecer su papel y volver a ser la figura real que, en palabras del primero de sus nada menos que catorce primeros ministros, Winston Churchill, combinaba «un aire de autoridad y reflexividad asombroso». Dice mucho de su personalidad y protagonismo histórico que hubiera muerto, en su querido castillo escocés de Balmoral, con el reconocimiento generalizado hacia su impecable labor institucional de más de siete décadas y siendo todavía la Reina de dieciséis países: el Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Antigua y Barbuda, Barbados, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, Islas Salomón, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, y Tuvalu.

'Sit Tibi Terra Levis'.


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