20 ene 2023

Tlahuelilpan, la evolución del huachicol

 EJECENTRAL.COM, 20 de enero de 2023, 8:42 AM

Tlahuelilpan, la evolución del huachicol

Hace cuatro años, el estallido de un poliducto y su dramático desenlace se convirtió en el compromiso del gobierno de López Obrador para acabar con el robo de combustible, pero sucedió lo contrario: creció y se refinó este delito


Norma Montiel y Mauro Montero, REPORTEROS.

“¿Hola, tienes agüita? ¿Sí? Quiero 50 litros. Mañana al medio día voy por ellos”, se escuchó decir a Pedro en una de sus habituales llamadas telefónicas para comprar gasolina robada.

Este hombre de 49 años, albañil de oficio, vive con su familia en una colonia cercana al municipio de Tlahuelilpan, ahí en donde el 18 de enero de 2019, a las 18:58 horas, la acumulación de gasolina en una toma clandestina de combustible  provocó una explosión que dejó un saldo de 137 personas muertas.

“Qué doloroso fue. Si me dicen, ‘¿qué ha sido lo más fuerte, lo más doloroso en el tiempo que lleva como Presidente?’ Les diría lo de Tlahuelilpan, eso fue tremendo…”, dijo Andrés Manuel López Obrador al referirse a ese episodio que marcó su sexenio. 

Pero ni convertir el combate de este delito en prioridad en la agenda de gobierno; ni el despliegue del Ejército y la Guardia Nacional para frenar a los huachicoleros, cambió el rostro de este delito: Comunidades que siguen siendo beneficiarias y cómplices; tramos carreteros en los que se oferta en bidones el combustible a 5 o hasta 10 pesos menos que el precio en el mercado, y una pérdida de casi 11 millones de pesos cada 24 horas, es el panorama a tan sólo 20 meses que termine la administración de Andrés Manuel López Obrador

ejecentral recorrió las zonas del estado de Hidalgo, en las que robar combustible de los poliductos de Pemex y comprarlo es una tarea habitual y a plena luz del día, y que las autoridades no combaten de raíz.

Memoria de un estruendo

Desde hacía unos años los huachicoleros succionaban el poliducto de Tuxpan-Tula, pero desde diciembre, con el cambio de gobierno federal, no habían podido usarla, porque no pasaba gasolina. Pero ese viernes 18 de enero de 2019 sí, y por cada contenedor esperaban ganar unos 8 mil pesos, porque era gasolina Premium que venderían rápidamente en los pueblos a menos de la mitad de su valor comercial. Algo que antes hacían cada semana.

Normalmente tardaban unas dos horas, antes de cerrar la toma y ocultarla. Una operación que suelen hacer de noche los huachicoleros, para no ser vistos por las autoridades y evitar un mayor riesgo con el calor. Esta vez poco pudieron sacar. Unos 20 minutos después de haber llegado; sus halcones, estos jóvenes informantes que distribuyen por el pueblo y las carreteras, les avisaron que se acercaban los militares.

Huyeron, pero antes de hacerlo, “chingaron la tubería”, contaron quienes después conocieron de la operación. Lo hicieron para tener más tiempo y poder huir, al distraer a los soldados con lo escandaloso de la fuga.

El trágico desenlace de lo que pudo ser la “ordeña” común, dejó en evidencia uno de los delitos que se había dejado crecer en las últimas administraciones, y que impulsó el dinero fácil y rápido de grupos criminales, empleados de Pemex y al mismo tiempo grandes ventajas económicas a vecinos y todo tipo de negocios.

Para cortar de tajo el mercado el recién llegado presidente cerró los poliductos de la empresa productiva del Estado, lo que generó desabasto en el país, y tomó el control de la operación con el Ejército. 

Se hicieron algunas acusaciones que cuatro años después siguen abiertas. La intención, diría después en 2019, era impedir que le costara cerca de tres mil millones de dólares al año en pérdidas para Pemex.

Desde entonces las cosas han cambiado, pero no precisamente como aseguran los informes oficiales que se ofrecen desde las mañaneras. No ha disminuido y ahora los huachicoleros se han profesionalizado, han tomado medidas y tienen códigos para seguir vendiendo a plena luz del día. 

La gente los conoce, sabe quiénes son, cómo se mueven y maniobran. Por las calles es común ver camionetas con bidones “subir y bajar” de los terrenos en donde ya tienen ubicados los ductos. Los huachicoleros siguen “trabajando” ordeñando las tomas de Pemex.

Los números del fracaso

Las propias cifras de seguridad del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador revelan que en el combate al huachicol la estrategia perdió eficacia durante 2022. Se incrementó del 37.5 % en comparación a lo que contuvieron en 2021. 

Es decir, el promedio de extracción ilícita de combustibles durante 2022 ascendió a 5.7 mil  barriles por día, mientras que un año antes era del orden de 4.3 mil barriles, según información de la propia Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) a cargo de Rosa Icela Rodríguez Velázquez.

A pesar de la implementación de las mejores tecnologías que ha adquirido Pemex, y un mayor número de elementos de las Fuerzas Armadas en el combate al robo de combustible, las propias cifras del gobierno indican que la delincuencia ha logrado evadir esos cercos de seguridad o infiltrarse en el sistema para no ser detectados.

Esa proporción de barriles robados equivale a casi un millón de litros diarios, que al año representaron 354 millones 952.4 mil litros. Esta cantidad es similar a poco más de dos días de ventas de combustible en todo México que se hace de manera legal.

Durante el año pasado, las ventas dentro del país fueron de poco más de un millón de barriles por día, cerca de 160 millones de litros entre los tres combustibles: gasolinas de alto, bajo octanaje, así como de diésel.

Un análisis de costos de producción que realizó ejecentral, con base en cifras de Pemex, el boquete que sufrió la petrolera durante el año pasado, considerando los costos de producción en que se incurrió para obtener esos combustibles, por día perdió 10 millones 891.7 mil pesos; es decir, en un mes le robaron 326.7 millones de pesos, o si consideramos todo el año, entonces se le esfumaron de sus finanzas casi cuatro mil millones de pesos, similar al presupuesto que ejercerá la Cámara de Senadores este año, o lo que se le asignó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), ¡juntos!

Pero si agregamos todo el daño en el que incurre la sustracción ilícita, es decir, no sólo los costos de producción de Pemex, sino la logística para llegar con los intermediarios, la carga impositiva que debe pagar al Estado, los precios de venta promedio del año al público y los impuestos que estos pagan, el robo que sufre el país es de casi el doble.

En suma, se robaron más el año que acaba de concluir que lo sustraido durante 2021, pues la tendencia muestra ascenso.

Por las carreteras entre municipios hidalguenses es común ver a personas con garrafones o bidones, listos para ir a comprar el combustible robado.

Negocio comunitario

Miguel (como lo llamaremos para cuidar su identidad), un mecánico de oficio, relató a ejecentral cómo lo contactó un grupo de huachicoleros para que “sellará” las tomas.

Él los conoce, sabe que son miembros del grupo criminal llamado Pueblos Unidos, que mantienen operaciones en Tula, San Francisco, Santa Ana Ahuehuepan, La Curva, Anaya, Paloma, Tepetitlán, Sayula, Chapantongo, Nopala, San Gabriel, Ixmiquilpan y Tlahuelilpan, donde drenan ductos y disputan el territorio.

Seis mil pesos por toma fue lo que le ofrecieron, ellos enviarían una camioneta por él, lo transportarían a los “puntos de trabajo”, en un día solo tendría que soldar en frío cinco tomas, pero él conoce el riesgo, la tragedia en Tlahuelilpan lo dejó marcado, y no aceptó. 

Tuvo miedo, porque son los mismos que se dedican a vender drogas, a “rentear” a los comerciantes, a secuestrar y cometer otros delitos. 

Relata que sintió miedo de ser usado y terminar muerto, aunque la propuesta fue tentadora, 30 mil pesos en un día resultarían bastante bueno para su familia, pero prefirió negarse. 

Pero las camionetas siguen trabajando, de madrugada como procuraban hacerlo al inicio, cuando el “negocio” comenzó a tomar fuerza, pero ahora son menos. La ordeña ha ido a la baja y ahora son los grupos “pesados los que se encargan”.

Lejos quedó el momento de localizar los ductos, desenterrarlos y proceder a instalar la toma que permite extraer el combustible. La instalación de las tomas que solía realizarse soldando al ducto un tubo de cinco a siete centímetros de diámetro y de 15 a 30 centímetros de longitud, que posee una rosca en el extremo para instalar una válvula. 

›Con una especie de sacacorchos se perforaba el ducto, herramientas que se adaptaron para evitar algún tipo de riesgo, a causa de una chispa. Ahí se colocaba una válvula para cerrar la salida del combustible e instalar una manguera que es la que pasa el combustible a los toneles de mil litros que se llenan en cuestión de minutos debido a alta presión.

Ahora ya son las mismas tomas las que se siguen ordeñando y si Pemex las “cierra” se contrata a una persona que quite el “cinturón con el que tapan la perforación”. 

Así, por las carreteras y caminos entre municipios hidalguenses es común ver a personas con garrafones o bidones, listos para ir a comprar el combustible robado, pese a que algunos aseguran que el huachicol afecta a los autos, el hecho de ahorrarse algunos pesos en cada “carga” los impulsa a comprar “agüita”.

Los costos por litro rondan desde los 15 a los 17 pesos, lo que significa un ahorro que va de cinco pesos o hasta 10, por litro de gasolina.

Es por eso que resulta un gran negocio y más durante una crisis económica. Eso explica y la falta de su combate, por qué tomas clandestinas detectadas por Pemex en 2022 superan las reportadas durante los dos años anteriores. 

Este año la empresa productiva del Estado detectó 11 mil 320 puntos para el robo de combustible en todo el territorio nacional entre enero y octubre. 

En la primera entidad los municipios de Ajacuba, Cuautepec de Hinojosa y Tula de Allende concentran la mayor cantidad de puntos de extracción ilegal de hidrocarburos entre 2019 y 2022.

Las entidades de Hidalgo y el estado de México, para este 2022, se ubican como los focos rojos en tomas clandestinas, ya que, en su conjunto, agrupan

65 % de las picaduras.

Para el caso del territorio hidalguense, la cifra de tomas ilegales entre enero y septiembre del 2022 se posicionó en cuatro mil 037; mientras que en la segunda entidad, la cifra fue de mil 232, de acuerdo con los informes públicos.

Las pérdidas por huachicoleo en Petróleos Mexicanos (Pemex) se han disparado en el 2022 un 196.6 %, según sus reportes financieros. De acuerdo con los documentos oficiales de la petrolera, entre enero y septiembre del 2022, las pérdidas por el robo de combustibles se estimaron en 14 mil 243 millones de pesos; mientras que, para el mismo periodo del año pasado, la cifra fue de 4 mil 801 millones.

Algo sí cambió

La presencia de la Guardia Nacional cambió el precio, la operatividad y los delitos. Guadalupe cuenta que al inicio el negocio daba buenas ganancias. Ella compraba el combustible y por cada litro ganaba alrededor de cinco pesos y vendía unos mil 200 litros al día; es decir, podía tener ganancias de hasta 180 mil pesos al mes. Ahora las cosas son distintas.

“Ya no conviene, es mucho arriesgue, le vas ganando uno o dos pesos al litro y ya no hay todos los días. Son sólo dos o tres días por semana. Por eso la gente ya no quiere comprar. Y para nosotros no es buena opción porque ya te meten a la cárcel y están pidiendo 200 mil pesos para dejarte salir, ¡ya ni lo de la ganancia!”, explicó a ejecentral.

Incluso, Alberto, un vecino del municipio de Tezontepec de Aldama, cuenta que de las 10 personas que conoce y sabe que se dedicaban a la extracción del combustible, ya solo dos de ellas siguen “sacando líquido”. 

¿Cuánto sacan en promedio?, se le pregunta.

—Ya no es lo mismo que antes, al inicio sacaban mínimo 15 mil litros por noche, ahora cuando se puede sacan unos mil 500, si bien les va. Recuerdo que a mi me tocó comprar hasta en seis pesos el litro, ahora está a 15 o 16 y si no me pongo las pilas y hago mi apartado, tengo que esperar hasta 15 días para “surtirme”. 

¿Las cosas se han complicado por la presencia de la Guardia Nacional? 

—Desde la explosión en Tlahuelilpan las cosas por acá cambiaron, el ducto que perforaron, el que provocó la explosión, como primera medida, Pemex lo tapó con concreto, con una capa de varilla y concreto de unas 10 pulgadas de espesor. 

“Pero lo que se dice por aquí es que la orden de la policía de Pemex, ahora, es que tiren a matar. Por ejemplo, hace poco mataron a unos aquí por San Gabriel, los encontraron en una toma y les dispararon, por eso ya solo son los grupos grandes los que se quedaron con el negocio. Porque hubo muchos enfrentamientos entre huachicoleros y la Guardia Nacional.

¿Qué pasó con las personas que se dedicaban a la venta? 

—Antes se movía muchísimo dinero, ahora 100 mil pesos al día era poco. A todos los que andaban en eso les gustó el dinero, ganar bien en poco tiempo. Por ejemplo, uno de los chavos que conozco empezaba a sacar líquido como a las 10 de la noche y a la media noche ya estaba en su casa. Ahora que ya no pueden vender huachicol, algunos se dedican al robo de camiones, de tráileres. Ahí andan en el Arco Norte, en las carreteras… 


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