20 dic 2023

¿Bendecir el pecado?

Ha generado mucho ruido la Declaración Fiducia supplicans  del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, de entrada,  el Cardenal Prefecto del Dicasterio, Víctor Manuel Fernández,   explica, entre otras cosas, lo que la Declaración no es: no es una luz verde al matrimonio gay y no es un cambio en la doctrina de la Iglesia de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son siempre materia grave de pecado. ¿No cambia nada, entonces? No, cambia mucho, es casi una revolución. En la historia de la Iglesia, toda auténtica revolución, sin embargo, es también al mismo tiempo un retorno al origen, a la presencia misionera de Cristo en la historia humana.


La situación de partida que la Declaración tiene en mente es la de una pareja "irregular" que pide la bendición. Para despejar el campo de cualquier malentendido, imaginemos que no se la piden a un sacerdote, sino a sus padres. ¿Daría usted esta bendición? Yo la daría. No bendeciría las relaciones sexuales irregulares, pero bendeciría el cuidado de uno por el otro, el apoyo que se dan mutuamente en la vida, el consuelo en el dolor y la compañía ante las dificultades. El amor nunca es malo...., dice, pero señala que sexo si.

Mmm.

Iglesia de México aclara que sobre uniones del mismo sexo "no puede bendecir el pecado"

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señaló que la Iglesia no puede bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, porque constituyen un pecado.

"(La CEM) desea orientar pastoralmente sobre la posibilidad de impartir bendiciones a las parejas en situaciones irregulares o del mismo sexo, a la luz de recientes documentos oficiales de la Iglesia... No bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él", señaló en un comunicado.

Lo anterior, a raíz de la modificación en la Congregación para la Doctrina de la Fe, que establece "la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su 'status' ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio".

Al respecto, la CEM refirió que se pueden impartir bendiciones informales, pero ello no convalida las uniones entre personas del mismo sexo.

"La bendición que pueden pedir personas en situaciones irregulares, la Iglesia la otorga como un gesto de cercanía y acompañamiento para ayudarles a madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades", especificó.

Añadió que sí se pueden ofrecer oraciones no litúrgicas a quienes las soliciten, "sin ánimo de legitimar situaciones irregulares, sino como expresión de la misericordia pastoral de Cristo y de la Iglesia hacia toda persona".

Y subrayó que la reciente modificación publicada el 18 de diciembre de 2023, afirma que no se pueden bendecir ritualmente uniones que contradigan el matrimonio entre un hombre y una mujer.

"Son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos, y lo que lo contradice", señaló.

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Declaración doctrinal abre las bendiciones para las parejas "irregulares”

Con la 'Fiducia supplicans' del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobada por el papa Francisco, será posible bendecir parejas formadas por personas del mismo sexo, pero al margen de cualquier ritualización e imitación del matrimonio. La doctrina sobre el matrimonio no cambia, bendecir no significa aprobar la unión.

Ante la petición de dos personas de ser bendecidas, aunque su condición de pareja sea "irregular", será posible que el ministro ordenado dé su consentimiento. Pero sin que este gesto de proximidad pastoral contenga elementos ni remotamente parecidos a un rito matrimonial. Así lo afirma la Declaración "Fiducia supplicans" sobre el significado pastoral de las bendiciones, publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y aprobada por el Papa. Un documento que profundiza en el tema de las bendiciones, distinguiendo entre las bendiciones rituales y litúrgicas, y las bendiciones espontáneas que se asemejan más a gestos de devoción popular: precisamente en esta segunda categoría se contempla ahora la posibilidad de acoger también a quienes no viven según las normas de la doctrina moral cristiana pero piden humildemente ser bendecidos. Desde agosto de hace 23 años, el antiguo Santo Oficio no publicaba una declaración (la última fue en el año 2000 "Dominus Jesus"), un documento de alto valor doctrinal.

"Fiducia supplicans" se abre con una introducción del prefecto, el cardenal Víctor Fernández, quien explica que la declaración profundiza en el "significado pastoral de las bendiciones", permitiendo "ampliar y enriquecer su comprensión clásica" a través de una reflexión teológica "basada en la visión pastoral del Papa Francisco". Una reflexión que "supone un verdadero desarrollo respecto a lo dicho hasta ahora sobre las bendiciones", llegando a incluir la posibilidad "de bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo, sin validar oficialmente su estatus ni modificar en nada la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio".

Tras los primeros parágrafos (1-3), en los que se recuerda el anterior pronunciamiento de 2021, ahora ampliado, la declaración presenta la bendición en el sacramento del matrimonio (parágrafos 4-6) declarando "inadmisibles los ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio" y "lo que lo contradice", para evitar reconocer en modo alguno "como matrimonio algo que no lo es". Reiteró que, según la "perenne doctrina católica", sólo se consideran lícitas las relaciones sexuales dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer.

Un corazón de pastor que nunca cierra la puerta

Un segundo amplio capítulo del documento (parágrafos 7-30) analiza el significado de las diversas bendiciones, que tienen como destino personas, objetos de devoción, lugares de la vida. Recuerda que "desde un punto de vista estrictamente litúrgico", la bendición requiere que lo que se bendice "sea conforme a la voluntad de Dios expresada en las enseñanzas de la Iglesia". Cuando con un rito litúrgico específico "se invoca una bendición sobre determinadas relaciones humanas", es necesario que "lo que se bendice pueda corresponder a los designios de Dios inscritos en la Creación" (11). Por tanto, la Iglesia no tiene potestad para conferir una bendición litúrgica a parejas irregulares o del mismo sexo. Pero hay que evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones sólo a este punto, exigiendo para una simple bendición "las mismas condiciones morales que se exigen para la recepción de los sacramentos" (12).

Tras analizar las bendiciones en la Escritura, la declaración ofrece una comprensión teológico-pastoral. Quien pide una bendición "se muestra necesitado de la presencia salvadora de Dios en su historia", porque expresa "una petición de ayuda a Dios, una súplica por una vida mejor" (21). Esta petición debe ser acogida y valorada "fuera de un marco litúrgico", cuando se encuentra "en un ámbito de mayor espontaneidad y libertad" (23). Consideradas desde la perspectiva de la piedad popular, "las bendiciones deben valorarse como actos de devoción". Para conferirlas no es necesario, por tanto, exigir como condición previa una "perfección moral previa".

Profundizando en esta distinción, sobre la base de la respuesta del Papa Francisco a la dubia de los cardenales publicada el pasado mes de octubre, en la que pedía discernir sobre la posibilidad de "formas de bendición, solicitadas por una o varias personas, que no transmitan una concepción errónea del matrimonio" (26), el documento afirma que este tipo de bendición "se ofrece a todos”, sin pedir nada, haciendo sentir a las personas que permanecen bendecidas no obstante sus errores y que "el Padre celestial sigue queriendo su bien y esperando que finalmente se abran al bien" (27).

Existen "diversas ocasiones en las que las personas acuden espontáneamente a pedir una bendición, ya sea en peregrinaciones, en santuarios o incluso en la calle cuando se encuentran con un sacerdote", y tales bendiciones "se dirigen a todos, nadie puede ser excluido" (28). Por tanto, quedando prohibido activar "procedimientos o ritos" para estos casos, el ministro ordenado puede unirse a la oración de aquellas personas que, "aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida" (30).

El tercer capítulo de la declaración (parágrafos 31-41) abre, por tanto, la posibilidad de estas bendiciones, que representan un gesto hacia quienes "reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo" (31). Tales bendiciones no deben ser estandarizadas, sino confiadas al "discernimiento práctico en una situación particular" (37). Aunque se bendice a la pareja pero no la unión, la declaración incluye entre lo bendecido las relaciones legítimas entre las dos personas: “en la oración breve que puede preceder esta bendición espontanea, el ministro ordenado podría pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad" (38). También se aclara que, para evitar "cualquier forma de confusión y escándalo", cuando una pareja irregular o del mismo sexo pida la bendición, "nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio" (39). Este tipo de bendición "puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación" (40).

Por último, el cuarto capítulo (parágrafos 42-45) nos recuerda que " cuando la relación con Dios está enturbiada por el pecado, siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él" y deseándola pueda ser en algunas situaciones "el bien posible" (43).

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El Vaticano se abre a la discusión sobre la diversidad sexual/Bernardo Barranco V.

La Jornada, 20 de diciembre de 2023 00:04

La Iglesia tiene la velocidad de un elefante cansino. Sin embargo, debemos reconocer que el cristianismo en más de 2000 años ha sabido adaptarse a las formaciones histórica y civilizatorias. Así debemos ubicar que el Vaticano, avalado por el papa Francisco, haya aprobado el lunes que los sacerdotes católicos puedan administrar bendiciones a las parejas del mismo sexo, así como a las parejas en situación “irregular”, siempre que dichas bendiciones no sean parte de un ritual o liturgia de la Iglesia, es decir, serán bendiciones “informales”.

Los católicos conservadores, especialmente estadunidenses, se oponen férreamente a bendecir a las parejas del mismo sexo. Pero hay que reconocer que en muchas iglesias de diferentes países es práctica recurrente. En especial y de manera abierta en países como Alemania, Bélgica y Holanda, los sacerdotes ya lo han estado haciendo abiertamente, incluso en ceremonias solemnes.

El pronunciamiento vaticano fue sorpresivo. Tan sólo en marzo de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó la bendición de las parejas homosexuales, en clara alusión a las resoluciones del sínodo alemán. El dicasterio romano determinó en un documento titulado Responsum ad dubium (Respuesta a una duda), que los clérigos católicos no pueden bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, porque Dios “no puede bendecir el pecado”.

Inesperado posicionamiento del Papa, porque en el sínodo reciente sobre sinodalidad, que concluyó en octubre último, el tema fue tratado de manera decepcionante en el documento final. El sínodo ha abordado temas polémicos, como el celibato, el diaconado femenino, y la manera de acoger a personas con diversas orientaciones sexuales. En el documento final se ha omitido por completo la referencia a la nomenclatura “LGTB” que había sido usada en el documento de trabajo. Se ha optado por hablar de la acogida de personas con diversas orientaciones sexuales.

En los 10 años de pontificado, sobre la diversidad sexual, Francisco ha recibido ataques y amenazas de cisma por los sectores católicos ultraconservadores. Podríamos decir que Francisco ha soportado dos embestidas tanto de conservadores como de progresistas. A dos fuegos Bergoglio ha resistido. También, recibe la presión de católicos de avanzada en Alemania, Bélgica y Holanda. Bajo amenaza de cisma, demandan una revisión y grandes renovaciones en moral sexual. Temas candentes en que Roma ha bajado la cortina, como el sacerdocio femenino, el celibato y la aceptación de matrimonios entre personas del mismo sexo.

El Papa defiende los derechos de los homosexuales en la sociedad secular, pero los discrimina dentro de la Iglesia. ¿Por qué la homosexualidad sigue siendo un tabú para la Iglesia católica? Hay estudios que revelan que en la vida religiosa existe más de 50 por ciento de homosexualidad. Frédéric Martel, autor del libro Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, 2019, aventura que son homosexuales hasta 80 por ciento en la curia romana. Entre más homófobos son los clérigos, escribe Martel, más proclives son a las prácticas homosexuales subterráneas. Probablemente Francisco sea el Papa más abierto a la condición homosexual. Recordemos el vuelo de regreso de Río a Roma, en julio de 2013. Francisco se dirigió a los periodistas en el avión y les preguntó: “¿Quién soy yo para juzgar a los homosexuales?” Siete años después, hizo un nuevo pronunciamiento en el documental Francesco. Ahí el Papa dijo: “Los homosexuales tienen derecho a vivir en familia. Son hijos de Dios y tienen derecho al reconocimiento del Estado”. El Papa abogó por las uniones civiles legales para los homosexuales, pero rechaza el matrimonio homosexual. El mismo Francisco que criticó la exclusión por orientación sexual, segrega a los sacerdotes homosexuales que salen del clóset y cierra las puertas de los seminarios.

El documento publicado el pasado lunes, titulado “Confianza suplicante”, señala que los sacerdotes no deben impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a las personas en cualquier situación en que puedan buscar la ayuda de Dios a través de una simple bendición. Sostiene que no supone una legitimación del amor entre personas del mismo sexo. Por ello, el cardenal también argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sentenció que la nueva directriz no debe confundirse con el sacramento del matrimonio, sino que es un signo que tiene el propósito de establecer que Dios acoge a todos sin distinción. Su posicionamiento es tajante: “No pretendemos legitimar nada sino sólo abrir la vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor, y también invocar al Espíritu Santo para que se puedan vivir con mayor fidelidad los valores del Evangelio”.

El Syllabus de Pío IX, en 1864, el Papa condenaba las nociones de libertad de conciencia, libertad de expresión y democracia. Tuvieron que pasar más de 100 años para que el Concilio Vaticano II, los reconociera y los resignificara. El documento avalado por Francisco es un paso importante en el ministerio de la Iglesia hacia las personas LGBTQ. Se despliega una gran oportunidad para abrir grandes debates de la relación entre sexualidad y espiritualidad en el ámbito católico, plagado de desasosiegos y sentimientos pecaminosos. Temas inhibidos y prohibidos por el tradicionalismo católico.

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