Socios del narco mexicano
J. Jesús Esquivel, reportero.
J. Jesús Esquivel, reportero.
Publicado en la revista Proceso, no. 1652, 29 de junio de 2008;
De acuerdo con un informe de inteligencia del gobierno de Estados Unidos obtenido por Proceso, Hamas, Hezbollah y otros grupos radicales islámicos se han convertido en socios de los cárteles mexicanos del narcotráfico: los proveen de armas y los ayudan a distribuir droga en Europa y Medio Oriente. Funcionarios de la DEA y del Departamento de Justicia adelantan a este semanario que “en los próximos días” realizarán un operativo en la frontera compartida por Brasil, Argentina y Paraguay –donde están asentados los grupos radicales islámicos– que mostrará los nexos de éstos con los narcotraficantes mexicanos.
WASHINGTON.- Grupos terroristas islámicos venden armas a cárteles mexicanos del narcotráfico y colaboran con ellos para distribuir droga en Europa y Medio Oriente.
Tal es una de las conclusiones del informe titulado Logros del año fiscal 2007, elaborado por el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
“La información de inteligencia y las investigaciones sobre narcoterrorismo que hemos realizado identifican nexos entre los narcotraficantes mexicanos, los de Filipinas y de Colombia con elementos pertenecientes a organizaciones extranjeras calificadas como terroristas por el Departamento de Estado”, indica el documento de inteligencia del NDIC, una de cuyas copias obtuvo este semanario.
Con base en información de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), de la Agencia Federal Antidrogas (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el documento del NDIC subraya:
“Los resultados de 74 investigaciones sobre narcoterrorismo que ha llevado a cabo la División de Operaciones Especiales de la DEA documentan que grupos islámicos con presencia en la frontera común de Argentina, Brasil y Paraguay, lavan dinero, venden armas y trafican drogas de las principales organizaciones criminales mexicanas”.
Narcoterrorismo
El documento indica que la mayor parte de las agrupaciones islámicas con presencia en Sudamérica están vinculadas con los palestinos y que utilizan las ganancias que obtienen de su relación con los narcotraficantes de México y del resto de América Latina para financiar sus causas.
Identifica a grupos como Hezbollah, Hamas, Frente para la Liberación Palestina, Organización para la Liberación de Palestina y al Frente Popular para la Liberación de Palestina como los socios árabes de los carteles del narcotráfico de México.
“Grupos como Hezbollah y Hamas
–precisa– han traficado en Europa y el Medio Oriente grandes cantidades de heroína y cocaína que les venden los narcotraficantes de México, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil”.
Y agrega: “Además, estos grupos terroristas han establecido contratos multimillonarios para vender armas a los narcotraficantes mexicanos y colombianos”, las cuales son comercializadas por “proveedores criminales de Yemen, Kuwait, Siria, Argentina, Brasil y Bulgaria”.
Un funcionario del NDIC consultado por Proceso sobre el contenido del documento de inteligencia, comenta: “En los últimos cinco o seis años los cárteles de la droga de México se han posicionado como las organizaciones criminales más poderosas de América Latina. Y como éstas tienen ya un alcance intercontinental en el trasiego de narcóticos, los grupos terroristas del Medio Oriente no han querido perder la oportunidad de sacarles dinero”.
“Se habla mucho de que las armas utilizadas por los principales cárteles de México llegan de Estados Unidos, pero casi no se menciona que muchas de éstas, decomisadas por las autoridades mexicanas a los narcotraficantes, son fabricadas en Europa o en Medio Oriente y que son del tipo que utilizan los grupos islámicos que apoyan la causa palestina”, apunta el funcionario del NDIC, quien pide el anonimato debido a que sus comentarios se refieren a un documento de inteligencia no desclasificado.
Ese documento señala: “También se identificó un lazo de cooperación entre el crimen organizado de México con narcotraficantes de la región sur de Filipinas, y con elementos de las organizaciones terroristas Abu Sayyaf y Jamayah Islamiyah”.
El documento del NDIC no identifica los cárteles del narcotráfico de México relacionados de manera directa o indirecta con los grupos radicales islámicos. Sin embargo, un funcionario del Departamento de Justicia consultado por este semanario dice que se trataría de los cárteles del Golfo, de Sinaloa, de los Arellano Félix, así como de Los Zetas. Un vocero de la DEA confirmó a Proceso que se trata de los “tres o cuatro principales cárteles” que operan en territorio mexicano.
“Por ahora no podemos señalarlos (a dichos cárteles) porque en los próximos días llevaremos a cabo una operación en Sudamérica (en la frontera común de Argentina, Brasil y Paraguay) contra Hezbollah debido a su relación con narcotraficantes sudamericanos y mexicanos”, comenta el vocero de la DEA, quien también solicita el anonimato por tratarse de una investigación en curso.
Advertencias
Desde los setenta, las agencias estadunidenses comenzaron a advertir que grupos islámicos establecidos en Sudamérica se dedicaban a traficar armas en la región. Sin embargo, en el último lustro los narcotraficantes mexicanos se convirtieron en sus principales clientes.
“El cambio más notable es que ahora los grupos islámicos ubicados en Sudamérica trabajan para los narcotraficantes mexicanos como distribuidores de droga en Europa y Medio Oriente. Es más: tenemos información de que los cárteles de México pagan con droga (heroína, metanfetaminas y cocaína) las armas que les venden los grupos terroristas”, asegura el vocero de la DEA.
El 30 de enero de 2006, Michael Brown, jefe de Operaciones de la Agencia Federal Antidrogas, informó al Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, las agencias federales intensificaron sus investigaciones sobre la presencia de grupos terroristas islámicos en Sudamérica y que, como resultado de ello, descubrieron que éstas tenían nexos con las organizaciones del narcotráfico en la región.
Brown explicó que los grupos islámicos obtienen de ello grandes ganancias y puso ejemplos: “Una inversión de 6 mil dólares en la compra de un kilogramo de cocaína a narcotraficantes mexicanos o colombianos, puede redituarles una ganancia mínima de 30 mil dólares por la venta de esta droga en España (…) de 110 mil dólares en Hungría o Israel y hasta de 150 mil dólares en Arabia Saudita”.
Otros documentos de inteligencia del Departamento de Justicia –cuyas copias también obtuvo Proceso– indican que los narcotraficantes mexicanos establecieron los primeros contactos con grupos radicales islámicos, como Hezbollah, a principios de esta década y por intermedio de narcotraficantes colombianos, brasileños, peruanos, así como de integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“La frontera tripartita (de Brasil, Argentina y Paraguay) es utilizada como el punto central para el trafico de cocaína que se lleva a Europa y otras regiones del mundo. Grupos como Hezbollah y Hamas están obteniendo enormes cantidades de dinero procedente de las drogas que les venden principalmente los narcotraficantes mexicanos”, destaca uno de los documentos del Departamento de Justicia fechado el 9 de mayo de 2006.
Respecto de las armas que los grupos islámicos venden a los narcotraficantes mexicanos, el informe de inteligencia del NDIC señala que éstas proceden de Medio Oriente y Europa. Llegan primero a Sudamérica. Después, los “contactos criminales de los grupos islámicos” y “sus agentes libaneses” –que se encuentran distribuidos en todo el continente, pero con “amplia concentración en Centroamérica”– las transportan a México por “mar, tierra y aire”.
“Les venden todo tipo de armas, desde las más elementales hasta equipo para derribar helicópteros o destruir tanques (…) como los que usan Hezbollah o Hamas para atacar al ejército israelí en los Territorios Ocupados de Palestina o en el Líbano”, indica el documento.
“Tenemos también evidencias de que las pandillas centroamericanas, como la Mara Salvatrucha de El Salvador, también colaboran con los grupos terroristas islámicos en el transporte de armas y municiones que tienen a México como destino final”, precisa el ya citado funcionario del Departamento de Justicia.
Uno de los documentos de esa dependencia del gobierno estadunidense indica que el ambiente político de izquierda que priva en Sudamérica y que tiende a ser de confrontación con la política exterior del presidente George W. Bush, es aprovechado por grupos como Hamas y Hezbollah, los cuales encontraron en la frontera común de Brasil, Argentina y Paraguay una especie de refugio y un centro de operaciones transnacionales, tanto para vender armas a México como para traficar drogas a Europa y Asia. Ello a su vez –señala ese documento– permite a los narcotraficantes mexicanos pasar casi inadvertidos en el financiamiento indirecto de actos terroristas que grupos radicales islámicos cometen contra Israel.
“La operación contra Hezbollah que daremos a conocer en los próximos días pondrá en evidencia la clara relación que existe entre el narcotráfico y los grupos islámicos, pero sobre todo mostrará a los gobiernos latinoamericanos el enorme potencial criminal con el que cuentan actualmente las organizaciones del crimen organizado de la región. Particularmente, mostrará a las autoridades mexicanas que estas organizaciones (islámicas) son una gran amenaza para la seguridad nacional de su país, de Estados Unidos e, incluso, de algunos países suda-mericanos”, remata el funcionario del Departamento de Justicia.
WASHINGTON.- Grupos terroristas islámicos venden armas a cárteles mexicanos del narcotráfico y colaboran con ellos para distribuir droga en Europa y Medio Oriente.
Tal es una de las conclusiones del informe titulado Logros del año fiscal 2007, elaborado por el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
“La información de inteligencia y las investigaciones sobre narcoterrorismo que hemos realizado identifican nexos entre los narcotraficantes mexicanos, los de Filipinas y de Colombia con elementos pertenecientes a organizaciones extranjeras calificadas como terroristas por el Departamento de Estado”, indica el documento de inteligencia del NDIC, una de cuyas copias obtuvo este semanario.
Con base en información de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), de la Agencia Federal Antidrogas (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el documento del NDIC subraya:
“Los resultados de 74 investigaciones sobre narcoterrorismo que ha llevado a cabo la División de Operaciones Especiales de la DEA documentan que grupos islámicos con presencia en la frontera común de Argentina, Brasil y Paraguay, lavan dinero, venden armas y trafican drogas de las principales organizaciones criminales mexicanas”.
Narcoterrorismo
El documento indica que la mayor parte de las agrupaciones islámicas con presencia en Sudamérica están vinculadas con los palestinos y que utilizan las ganancias que obtienen de su relación con los narcotraficantes de México y del resto de América Latina para financiar sus causas.
Identifica a grupos como Hezbollah, Hamas, Frente para la Liberación Palestina, Organización para la Liberación de Palestina y al Frente Popular para la Liberación de Palestina como los socios árabes de los carteles del narcotráfico de México.
“Grupos como Hezbollah y Hamas
–precisa– han traficado en Europa y el Medio Oriente grandes cantidades de heroína y cocaína que les venden los narcotraficantes de México, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil”.
Y agrega: “Además, estos grupos terroristas han establecido contratos multimillonarios para vender armas a los narcotraficantes mexicanos y colombianos”, las cuales son comercializadas por “proveedores criminales de Yemen, Kuwait, Siria, Argentina, Brasil y Bulgaria”.
Un funcionario del NDIC consultado por Proceso sobre el contenido del documento de inteligencia, comenta: “En los últimos cinco o seis años los cárteles de la droga de México se han posicionado como las organizaciones criminales más poderosas de América Latina. Y como éstas tienen ya un alcance intercontinental en el trasiego de narcóticos, los grupos terroristas del Medio Oriente no han querido perder la oportunidad de sacarles dinero”.
“Se habla mucho de que las armas utilizadas por los principales cárteles de México llegan de Estados Unidos, pero casi no se menciona que muchas de éstas, decomisadas por las autoridades mexicanas a los narcotraficantes, son fabricadas en Europa o en Medio Oriente y que son del tipo que utilizan los grupos islámicos que apoyan la causa palestina”, apunta el funcionario del NDIC, quien pide el anonimato debido a que sus comentarios se refieren a un documento de inteligencia no desclasificado.
Ese documento señala: “También se identificó un lazo de cooperación entre el crimen organizado de México con narcotraficantes de la región sur de Filipinas, y con elementos de las organizaciones terroristas Abu Sayyaf y Jamayah Islamiyah”.
El documento del NDIC no identifica los cárteles del narcotráfico de México relacionados de manera directa o indirecta con los grupos radicales islámicos. Sin embargo, un funcionario del Departamento de Justicia consultado por este semanario dice que se trataría de los cárteles del Golfo, de Sinaloa, de los Arellano Félix, así como de Los Zetas. Un vocero de la DEA confirmó a Proceso que se trata de los “tres o cuatro principales cárteles” que operan en territorio mexicano.
“Por ahora no podemos señalarlos (a dichos cárteles) porque en los próximos días llevaremos a cabo una operación en Sudamérica (en la frontera común de Argentina, Brasil y Paraguay) contra Hezbollah debido a su relación con narcotraficantes sudamericanos y mexicanos”, comenta el vocero de la DEA, quien también solicita el anonimato por tratarse de una investigación en curso.
Advertencias
Desde los setenta, las agencias estadunidenses comenzaron a advertir que grupos islámicos establecidos en Sudamérica se dedicaban a traficar armas en la región. Sin embargo, en el último lustro los narcotraficantes mexicanos se convirtieron en sus principales clientes.
“El cambio más notable es que ahora los grupos islámicos ubicados en Sudamérica trabajan para los narcotraficantes mexicanos como distribuidores de droga en Europa y Medio Oriente. Es más: tenemos información de que los cárteles de México pagan con droga (heroína, metanfetaminas y cocaína) las armas que les venden los grupos terroristas”, asegura el vocero de la DEA.
El 30 de enero de 2006, Michael Brown, jefe de Operaciones de la Agencia Federal Antidrogas, informó al Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, las agencias federales intensificaron sus investigaciones sobre la presencia de grupos terroristas islámicos en Sudamérica y que, como resultado de ello, descubrieron que éstas tenían nexos con las organizaciones del narcotráfico en la región.
Brown explicó que los grupos islámicos obtienen de ello grandes ganancias y puso ejemplos: “Una inversión de 6 mil dólares en la compra de un kilogramo de cocaína a narcotraficantes mexicanos o colombianos, puede redituarles una ganancia mínima de 30 mil dólares por la venta de esta droga en España (…) de 110 mil dólares en Hungría o Israel y hasta de 150 mil dólares en Arabia Saudita”.
Otros documentos de inteligencia del Departamento de Justicia –cuyas copias también obtuvo Proceso– indican que los narcotraficantes mexicanos establecieron los primeros contactos con grupos radicales islámicos, como Hezbollah, a principios de esta década y por intermedio de narcotraficantes colombianos, brasileños, peruanos, así como de integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“La frontera tripartita (de Brasil, Argentina y Paraguay) es utilizada como el punto central para el trafico de cocaína que se lleva a Europa y otras regiones del mundo. Grupos como Hezbollah y Hamas están obteniendo enormes cantidades de dinero procedente de las drogas que les venden principalmente los narcotraficantes mexicanos”, destaca uno de los documentos del Departamento de Justicia fechado el 9 de mayo de 2006.
Respecto de las armas que los grupos islámicos venden a los narcotraficantes mexicanos, el informe de inteligencia del NDIC señala que éstas proceden de Medio Oriente y Europa. Llegan primero a Sudamérica. Después, los “contactos criminales de los grupos islámicos” y “sus agentes libaneses” –que se encuentran distribuidos en todo el continente, pero con “amplia concentración en Centroamérica”– las transportan a México por “mar, tierra y aire”.
“Les venden todo tipo de armas, desde las más elementales hasta equipo para derribar helicópteros o destruir tanques (…) como los que usan Hezbollah o Hamas para atacar al ejército israelí en los Territorios Ocupados de Palestina o en el Líbano”, indica el documento.
“Tenemos también evidencias de que las pandillas centroamericanas, como la Mara Salvatrucha de El Salvador, también colaboran con los grupos terroristas islámicos en el transporte de armas y municiones que tienen a México como destino final”, precisa el ya citado funcionario del Departamento de Justicia.
Uno de los documentos de esa dependencia del gobierno estadunidense indica que el ambiente político de izquierda que priva en Sudamérica y que tiende a ser de confrontación con la política exterior del presidente George W. Bush, es aprovechado por grupos como Hamas y Hezbollah, los cuales encontraron en la frontera común de Brasil, Argentina y Paraguay una especie de refugio y un centro de operaciones transnacionales, tanto para vender armas a México como para traficar drogas a Europa y Asia. Ello a su vez –señala ese documento– permite a los narcotraficantes mexicanos pasar casi inadvertidos en el financiamiento indirecto de actos terroristas que grupos radicales islámicos cometen contra Israel.
“La operación contra Hezbollah que daremos a conocer en los próximos días pondrá en evidencia la clara relación que existe entre el narcotráfico y los grupos islámicos, pero sobre todo mostrará a los gobiernos latinoamericanos el enorme potencial criminal con el que cuentan actualmente las organizaciones del crimen organizado de la región. Particularmente, mostrará a las autoridades mexicanas que estas organizaciones (islámicas) son una gran amenaza para la seguridad nacional de su país, de Estados Unidos e, incluso, de algunos países suda-mericanos”, remata el funcionario del Departamento de Justicia.
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