18 jul 2008

Espionaje en la PGJDF

Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 18 de julio de 2008;
Zayas: guerra en “la sombra”
El ex jefe de la Unipol mantiene control de la ProcuraduríaDos juegos de cadenas refuerzan la
reja de su celda
Una vez que su más poderoso enemigo, Rodolfo Félix, fue echado del cargo como responsable de la procuración de justicia del GDF, Guillermo Zayas, el “chivo expiatorio” del escándalo Divine, regresó por sus fueros.
Desde “la sombra” inició una guerra que por lo menos parece haber cobrado su primera víctima: Gustavo Salas, fiscal de Homicidios de la PGJDF, a quien una grabación filtrada a un diario nacional exhibió de cuerpo completo (Reforma, 16 de julio), al tiempo que la maniobra mostró quién manda en esa poderosa parcela de poder de la Procuraduría capitalina.
Y es que aun desde prisión —y sobre todo una vez que dejó el cargo el mayor enemigo de Zayas—, el ex jefe de ese inoperante invento llamado Unipol mantiene férreos controles intramuros de la corrupta Procuraduría. Y prueba de ese control es la grabación en la que Gustavo Salas se exhibe y exhibe el tipo de guerra y el nivel de la misma que se libra en la PGJDF.
Esa grabación es una pequeña muestra del nivel de espionaje que en todas direcciones se ejerce en una institución penetrada y controlada no sólo por la corrupción, sino por el crimen organizado, el narco y todas las lindezas que se imaginen. Y no son muchos los augurios de que las cosas cambien, pues en sustitución de Félix llegó nada menos que Miguel Ángel Mancera, policía del mismo “establo” de los que se fueron. Bueno, existen versiones de que Mancera es del mismo grupo que Zayas, y que una vez derrocado de la PGJDF Félix, su suerte cambiará de manera radical, ya que ahora podría iniciar una investigación en su contra. La venganza, pues.
Por lo pronto, ya sin su verdugo en el cargo, Zayas se dice listo no sólo para dejar la prisión muy pronto —además de que la CDHDF vigila su caso con lupa, debido al elevado riesgo que corre en la cárcel—, sino para limpiar su imagen. El ex superpolicía se dice inocente del crimen intencional de 12 personas en el New’s Divine, perseguido por razones políticas, víctima de una decisión política y “puesto” ante sus potenciales asesinos por las autoridades de procuración de justicia del GDF. Poca cosa.
Pero además, Zayas dice a propios y extraños que no tiene ni tentaciones ni tendencias suicidas. Es decir, que se adelanta a los que imaginen que pudiera aparecer sin vida en su celda, en condiciones no explicables. En prevención a quienes pudieran intentar “suicidarlo”, no toma ni una gota de agua del penal, y menos come bocado alguno. Alimentos y agua son vigilados de manera estricta por su esposa. Y por nadie más.
Como todos saben, Zayas está preso en el Reclusorio Oriente, en una celda aislada —y lejos del resto de los internos—, y las 24 horas es vigilado por tres turnos de ocho policías que no tienen ninguna relación con custodios o personal del penal. Pero además, como medida extrema de seguridad, su celda también es vigilada por dos perros de ataque. Es decir, lo vigilan más que al más peligroso de los delincuentes. Sólo que en este caso la vigilancia es en prevención de potenciales atentados, ya que Zayas llevó a prisión a muchos de los criminales de alta peligrosidad que hoy comparten el mismo penal.
Aun así, a decir de mandos judiciales, son tres las amenazas más claras que ha recibido Guillermo Zayas desde que está en prisión. Por un lado, son cotidianas las advertencias con una fuerte carga sexual. Esa situación ha llevado a Zayas a una precaución extraordinaria; dos juegos de cadenas refuerzan la reja de su celda. Y nadie tiene la lleve más que él.
Pero los mensajes de verdadero riesgo han salido de tres peligrosos criminales. El primero, Orlando Magaña Dorantes, el multihomicida de la familia Narezo Loyola —que en 2002 mató a cinco integrantes de esa familia y a dos trabajadoras domésticas—, quien en prisión es algo así como un héroe. Los mensajes de Magaña Dorantes son alusivos precisamente a la forma en que asesinó a la familia Narezo.
También aparecen entre los potenciales asesinos de Zayas, dos presos cuyos nombres dicen poco: Hugo Alberto Rojas y Gilberto Gutiérrez. ¿Sabe usted quienes son? Bueno, acaso recuerde algo si le damos sus alias. El primero es conocido como Hugo Bocinas, y el segundo como Beto Pelotas. ¿Quienes son? Casi nada, peligrosos sicarios de Tepito. Y los dos han hecho saber en ese mundo de los mensajes carcelarios que van por Zayas, el otrora superpolicía que “en la sombra” libra su propia guerra.
EN EL CAMINO
Por cierto, dicen los que saben que en la casa presidencial no estaban del todo convencidos de que Miguel Ángel Mancera fuera titular de la PGJDF. De lo que están seguros es que no van a reñir con el jefe de Gobierno. Es decir, que si quiere seguir con problemas, es su decisión. Al tiempo.

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