25 ene 2009

La Compañía

EL DISEÑO DEL ENEMIGO PARA OBAMA/ANDRES MONTERO GOMEZ
PUBLICADO EN El Correo (www.elcorreodigital.com); 21 de enero de 2009:
El movimiento fundamentalista Hamas fue financiado e impulsado por Israel y la CIA desde los años ochenta para debilitar a la OLP de Yasir Arafat. Aproximadamente en la misma época la CIA, utilizando con probabilidad canales del Mossad israelita, sufragaba a un tal Saddam Hussein y a su partido nacionalista Baaz para debilitar a un Irán homeinista con el que estaban en guerra. En paralelo, la CIA financiaba al movimiento talibán y a un colectivo insurgente comandado por Ossama Bin Laden a fin de expulsar a los rusos de Afganistán. Entre década y década y media después, los EE UU eran atacados, contribuían a atacar junto a Israel o trataban de gestionar el riesgo de todos y cada uno de esos grupos creados y alimentados con el dinero de los ciudadanos estadounidenses. Contemplado en diferido, buena parte de los tres mil ciudadanos estadounidenses asesinados en las torres gemelas han sido muertos con financiación de sus propios impuestos.
Tal vez todo el párrafo anterior sea ciencia ficción o creación literaria y cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia. La década de los ochenta fue sucia y ahora estamos recogiendo la basura. Aldo Moro fue asesinado por las Brigadas Rojas italianas en 1978. Algunas historias, que podemos tomar también como ciencia ficción si ustedes así lo prefieren, sugieren que tanto las Brigadas Rojas como el crimen organizado mafioso estaban infiltrados por la inteligencia italiana con dinero de la CIA en el marco de la macro-operación anticomunista Gladio. Moro quería una alianza con los comunistas italianos en plena guerra fría. A fin de contrarrestar el comunismo en Europa, también se dice que la CIA financiaba una logia negra masónica, Propaganda Due (P2), en la que asimismo se sitúa a Silvio Berlusconi como miembro. La P2 ha desaparecido, al menos tal como era conocida, y Berlusconi es el primer ministro más poderoso de la historia italiana.
Gazprom y la empresa energética italiana Eni han llegado muy recientemente a un acuerdo para superar los problemas que los rusos atribuyen a la interposición ucrania en el suministro de gas a Europa. Durante los primeros compases de la CIA, entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, una importante cantidad de dinero estuvo dedicado a operaciones encubiertas contra el comunismo en Europa. Hasta que la CIA tuvo presupuesto propio, la financiación de esas operaciones salía de los fondos del Plan Marshall. Está todo desclasificado y publicado. En aquellos tiempos, la inteligencia estadounidense armó y aprovisionó a cualquier resistente anticomunista organizado que prácticamente llamara a la puerta. La resistencia ucrania contra la Unión Soviética era activa entonces y, por ejemplo, la antigua Yugoslavia era un auténtico epicentro del denominado mundo libre contra el comunista mariscal Tito. Algunos de los insurgentes más comprometidos se agrupaban en función de filiaciones étnicas o religiosas. A principios de los noventa estallaba una guerra étnica en el centro de Europa continental, diez años después de la derrota del comunismo. Todavía no se han desclasificado los documentos que dan cuenta histórica del papel de la CIA en la caída del muro de Berlín, pero bien podría adjudicársele un papel en el aliento de corrientes disidentes en el interior de los Soviets. Ignoramos, todavía, si Putin desempeñó alguna misión en aquellas clandestinidades anticomunistas, aunque la prensa siempre le ha tachado de tipo gris y mediocre.
Ahora Berlusconi es el presidente de Italia y Putin el presidente de Rusia (formalmente es Dmitri Medvédev).
La naturaleza de la inteligencia estadounidense en particular, y de cualquier otro potente servicio secreto en general, podría resumirse en torno a tres “C”: conocer, comprender y cambiar la realidad. La CIA ha sido acusada repetidamente de no haberse enterado de ninguno de los acontecimientos que han conformado nuestra historia reciente. Sin embargo la CIA que vemos no necesariamente se corresponde con la que no vemos. En un servicio de inteligencia el componente encargado de “comprender” la realidad es su departamento de análisis. Habitualmente, los analistas utilizan la información proporcionada por el espionaje, es decir, por el conjunto de agentes destinado a “conocer” la realidad. Por último, “cambiar” la realidad ha recaído siempre en los servicios clandestinos, los responsables de las operaciones encubiertas. La CIA ha operado clandestinamente en la práctica totalidad del mundo. No siempre quienes tenían que conocer y comprender estaban al tanto de lo que estaba siendo cambiando.
El presidente George Bush se ha despedido pronunciando en su discurso que los EEUU no han sufrido un nuevo atentado terrorista en suelo americano en los siete años últimos años de su mandato. El terrorismo es el nuevo enemigo. Ese terrorismo de Bin Laden y los talibanes que hace décadas eran aliados, del Iraq que hace años era financiado contra Irán, de los rebeldes proatlantistas que se enfrentaban a Moscú o de los islamistas que debilitaban a la OLP. Incluso hay una novela cuya trama sugiere que ETA-pm asesinó a Carrero Blanco, al menos, con el conocimiento de la agencia de inteligencia estadounidense. La novela no hila tan fino como para desentrañar si se trataba de los agentes destinados a conocer, a comprender o a cambiar la realidad.
Hubo un instante, al acabar la guerra fría, en donde el crimen organizado estuvo a punto de ser declarado el nuevo enemigo global. Eran los momentos de los planes antidroga promovidos desde EEUU sobre un negocio ilícito que había financiado algunas operaciones para cambiar el mundo, o también de las estrategias antimafia sobre unos grupos a veces utilizados para lograr que todo siguiera como
estaba. Ya saben que otra película apunta a la Cosa Nostra estadounidense, en connivencia con intereses del negocio armamentístico y diversos grupúsculos secretos, de encontrarse detrás del asesinato del presidente Kennedy. En fin tras desaparecer el comunismo, el crimen organizado global casi se convierte en el nuevo enemigo. Los servicios de inteligencia filtraban a la prensa informes sobre las ingentes cantidades de capital negro blanqueado que estaban contaminando las economías legales. De repente el terrorismo, un fenómeno activísimo en Europa desde los años setenta, golpeó a los Estados Unidos. Y el yihadismo detrás de él como doctrina aglutinadora. Ya teníamos al nuevo enemigo.
¿Ustedes recuerdan que los grupos terroristas palestinos secuestraban aviones durante los años setenta?; ¿recuerdan los constantes atentados en Europa?; ¿por qué el terrorismo ha tardado más de veinte años en convertirse en el enemigo global?. Quizás porque entonces se consideraba una derivación más de la guerra fría y, por tanto, ya teníamos a otro enemigo bien enfocado.
El gran juego siempre ha sido el arte de gestionar al enemigo. Es difícil creer que todo haya sido planificado al milímetro. Es decir, que después de un enemigo como el comunismo se decidiera que la guerra global iba a ser contra el yihadismo. La prueba de que no es así, de la ausencia de planificación, es la década de los noventa, donde los actores del gran juego estaban completamente desorientados, intentando organizarse en torno a una nueva realidad multipolar. A punto también ha estado China en algún planteamiento de ser el enemigo global para el siglo XXI. Sin embargo, la dependencia mundial del comercio y el consumo, y la importante de China en ese esquema, lo ha debido de impedir.
¿Necesita la sociedad global a un enemigo identificable?. En los EEUU el mayor porcentaje del abultado presupuesto de inteligencia, ése destinado a conocer, a comprender y a cambiar la realidad, no lo tiene asignado la CIA sino el Pentágono, es decir, el Ministerio de Defensa.

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