La revista estadounidense Forbes considera “deplorable” que el narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, disponga de una riqueza neta suficiente para entrar en su lista de multimillonarios, según un comunicado difundido este lunes por el director de la publicación, Steve Forbes.
El Chapo Guzmán aparece en el puesto 701 y es una de las 38 nuevas incorporaciones a la lista de 2009, que encabeza el fundador de Microsoft, Bill Gates.
Después de hacerse pública la inclusión de El Chapo en esa lista, el presidente Calderón, lamentó “profundamente” la escalada de una campaña en la que “la opinión pública y ahora hasta las revistas no sólo se dedican a mentir sobre la situación en México, sino a exaltar a los criminales”.
Forbes recuerda que en el pasado ha incluido a otros criminales, desde el mafioso Meyer Lansky (1982) hasta el narcotraficante colombiano Pablo Escobar (1987-1993) en su lista de millonarios.
“No disparen al mensajero”, concluye el comunicado.
Forbes recuerda que en el pasado ha incluido a otros criminales, desde el mafioso Meyer Lansky (1982) hasta el narcotraficante colombiano Pablo Escobar (1987-1993) en su lista de millonarios.
“No disparen al mensajero”, concluye el comunicado.
Dice Jorge Fernándes en su columna Razones (Excélsior, 17 de marzo de 2009);
"No sé de quién ha sido mensajero Forbes, pero lo que está en entredicho no es la publicación del nombre sino la falta de ética y rigurosidad periodística para estimar la fortuna, real o no, de un narcotraficante. La información no se basa en nada, no parte de un solo dato objetivo. Eso es lo que se ha criticado y desprestigia a esa publicación."
Coincido con Jorge!
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Columna Estrictamente Personal/Raymundo Riva Palacio
Gracias Forbes
Publicado en www.ejecentral.com.mx, 15/03/2009
La revista Forbes ha sido sujeta a un ataque feroz desde México, con misiles de discursos, lanza granadas de periodicazos y diatribas electrónicas de 50mm., por ubicar al sanguinario narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán en su lista de multimillonarios, junto a personalidades del mundo de los negocios, la política, los deportes y los espectáculos. Pero muchos de los que se enojaron, desde aquellos del tono vehemente hasta aquellos de timbre rococó, podrían estar equivocados en sus juicios sumarios contra el semanario que lee el establishment empresarial de Estados Unidos y muchos millones de morbosos en el mundo desde hace décadas, y deberían agradecerle a Forbes que haya puesto semejante atención en el “Chapo” de todos los mexicanos.
Al colocar a este hombre bajo los reflectores de la ambición y la envidia -que es lo que genera entre muchos de sus pares-, y por cuyo arresto la DEA ofrece una recompensa de 5 millones de dólares, Forbes colocó a Guzmán en la peor de las situaciones. Por un lado, los cazarecompensas refuerzan en automático la otra lista, esta sí letal, donde está “El Chapo”: la de sus enemigos en el narcotráfico que les urge liquidarlo a la brevedad posible. Por el otro, sus amigos y aliados, sometidos a una presión sofocante del gobierno federal y embarcados en una guerra contra los cárteles de la droga rivales, estarán viendo que la franquicia del Cártel de Sinaloa, en donde tiene Guzmán una membrecía platino, adquirió un valor inesperado que todos sus enemigos deben querer disminuir.
Bajo la lógica de las mafias, quien atrae tanta atención sobre un grupo criminal deja de ser un activo y pasa a convertirse en lastre. Por lo tanto, la racional es liquidarlo. Esta metodología de la supervivencia no es nueva en la delincuencia organizada en México. Sucedió hace no muchos años, cuando Amado Carrillo adquirió fama internacional como “El Señor de los Cielos”, por haber sido innovador en el mercado ilegal de las drogas y transportarlas en una flotilla de aviones Boing 727, el modelo más empleado por las líneas comerciales en aquél momento por su autonomía de vuelo en viajes intermedios y la capacidad de pasajeros.
La fama de “El Señor de los Cielos” atrajo excesiva atención sobre el Cártel de Juárez, que se había convertido, para las policías internacionales, en la joya de la corona para destruirlo. Carrillo era elusivo. Lo persiguieron por Rusia y por América del Sur; lo hicieron salir de Buenos Aires y lo encontraron en Viña del Mar; la prensa estadounidense se metió a revisar a sus operadores financieros y por dónde lavaba dinero. Descubrieron a los generales mexicanos que había corrompido y golpearon toda su estructura. La fuerza se estaba evaporando ante tanto ataque policial y la droga cada vez les resultaba más difícil adquirir, porque las operaciones para entregarlas cada vez eran más costosas. El negocio ya no funcionaba como antes, y todo se lo debían a “El Señor de los Cielos”.
La solución fue de libro: sus socios y aliados decidieron asesinarlo. Agobiado por tanto acoso, Amado Carrillo se internó en una clínica de la ciudad de México para que un grupo de médicos contratados por el Cártel de Juárez le cambiara la cara en una cirugía plástica, pero a los doctores se les murió “El Señor de los Cielos” en la plancha del quirófano. No fue el único muerto en ese episodio. Todos los que participaron en el cambio de imagen, fueron ejecutados. Maltrecho, el Cártel de Juárez trató de recomponerse con líderes que no pertenecían a la familia Carrillo, pero fueron golpeados nuevamente. Su hermano Vicente finalmente se hizo del poder del Cártel, pero hoy está enfrentado, precisamente, al de Sinaloa, y tiene que pelear contra él aliado con los Beltrán Leyva y con Los Zetas.
La experiencia de Amado Carrillo en Juárez apunta para que sea la de Guzmán en Sinaloa, gracias a la entrega periodística de Forbes. “El Chapo” es un narco que ha estado muy disminuido desde que lo metieron al penal de Puente Grande, y durante los primeros años después de su fuga en 2001, estuvo a salto de mata, económica y permanentemente sostenido por los jefes del Cártel de Sinaloa, sin mayor responsabilidad operativa. El quiebre del Cártel de Sinaloa lo volvió a llevar a la cima, pero más por la relación con los actuales jefes, Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José “El Azul” Esparragosa e Ignacio Coronel, que por haber reconstruido y reconstituido la fuerza de antaño.
Desde mediados del año pasado, hubo indicaciones de que “El Chapo” ya deseaba entregarse, aunque nunca estuvo claro en qué términos y condiciones. No sucedió nada. Lo que sí pasó, de acuerdo con altos funcionarios federales, es que en los últimos meses de 2008, se recibieron mensajes de los cárteles que deseaban una tregua, que querían que el calor de la batalla disminuyera. Nunca se supo tampoco cuáles serían los términos y condiciones, porque esa puerta no la abrió el gobierno federal. Estos dos movimientos, cuando menos, sugieren cierta debilidad, tanto de “El Chapo” como de los cárteles, donde la unción de Guzmán en el selecto club de los multimillonarios del mundo, llega en mal momento.
La indignación por haberlo ubicado en la lista de Forbes, tendría que ser de “El Chapo”, sobretodo, porque la revista colocó inopinadamente -se supone- en la misma situación de Amado Carrillo en el epílogo de su vida. Forbes le acaba de pintar un blanco sobre su pecho, sobre su espalda y sobre su cabeza. Con la experiencia de lo que sucedió con “El Señor de los Cielos”, Guzmán puede empezar a considerar que aquella parte de su espalda que siempre estuvo protegida, ya no lo está más, y que en la lista de sus enemigos deben estar inscribiéndose rápidamente los que hasta hoy son sus amigos. Si uno está en el lado del combate al narco, habría que decir, más bien, “Gracias Forbes“.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Gracias Forbes
Publicado en www.ejecentral.com.mx, 15/03/2009
La revista Forbes ha sido sujeta a un ataque feroz desde México, con misiles de discursos, lanza granadas de periodicazos y diatribas electrónicas de 50mm., por ubicar al sanguinario narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán en su lista de multimillonarios, junto a personalidades del mundo de los negocios, la política, los deportes y los espectáculos. Pero muchos de los que se enojaron, desde aquellos del tono vehemente hasta aquellos de timbre rococó, podrían estar equivocados en sus juicios sumarios contra el semanario que lee el establishment empresarial de Estados Unidos y muchos millones de morbosos en el mundo desde hace décadas, y deberían agradecerle a Forbes que haya puesto semejante atención en el “Chapo” de todos los mexicanos.
Al colocar a este hombre bajo los reflectores de la ambición y la envidia -que es lo que genera entre muchos de sus pares-, y por cuyo arresto la DEA ofrece una recompensa de 5 millones de dólares, Forbes colocó a Guzmán en la peor de las situaciones. Por un lado, los cazarecompensas refuerzan en automático la otra lista, esta sí letal, donde está “El Chapo”: la de sus enemigos en el narcotráfico que les urge liquidarlo a la brevedad posible. Por el otro, sus amigos y aliados, sometidos a una presión sofocante del gobierno federal y embarcados en una guerra contra los cárteles de la droga rivales, estarán viendo que la franquicia del Cártel de Sinaloa, en donde tiene Guzmán una membrecía platino, adquirió un valor inesperado que todos sus enemigos deben querer disminuir.
Bajo la lógica de las mafias, quien atrae tanta atención sobre un grupo criminal deja de ser un activo y pasa a convertirse en lastre. Por lo tanto, la racional es liquidarlo. Esta metodología de la supervivencia no es nueva en la delincuencia organizada en México. Sucedió hace no muchos años, cuando Amado Carrillo adquirió fama internacional como “El Señor de los Cielos”, por haber sido innovador en el mercado ilegal de las drogas y transportarlas en una flotilla de aviones Boing 727, el modelo más empleado por las líneas comerciales en aquél momento por su autonomía de vuelo en viajes intermedios y la capacidad de pasajeros.
La fama de “El Señor de los Cielos” atrajo excesiva atención sobre el Cártel de Juárez, que se había convertido, para las policías internacionales, en la joya de la corona para destruirlo. Carrillo era elusivo. Lo persiguieron por Rusia y por América del Sur; lo hicieron salir de Buenos Aires y lo encontraron en Viña del Mar; la prensa estadounidense se metió a revisar a sus operadores financieros y por dónde lavaba dinero. Descubrieron a los generales mexicanos que había corrompido y golpearon toda su estructura. La fuerza se estaba evaporando ante tanto ataque policial y la droga cada vez les resultaba más difícil adquirir, porque las operaciones para entregarlas cada vez eran más costosas. El negocio ya no funcionaba como antes, y todo se lo debían a “El Señor de los Cielos”.
La solución fue de libro: sus socios y aliados decidieron asesinarlo. Agobiado por tanto acoso, Amado Carrillo se internó en una clínica de la ciudad de México para que un grupo de médicos contratados por el Cártel de Juárez le cambiara la cara en una cirugía plástica, pero a los doctores se les murió “El Señor de los Cielos” en la plancha del quirófano. No fue el único muerto en ese episodio. Todos los que participaron en el cambio de imagen, fueron ejecutados. Maltrecho, el Cártel de Juárez trató de recomponerse con líderes que no pertenecían a la familia Carrillo, pero fueron golpeados nuevamente. Su hermano Vicente finalmente se hizo del poder del Cártel, pero hoy está enfrentado, precisamente, al de Sinaloa, y tiene que pelear contra él aliado con los Beltrán Leyva y con Los Zetas.
La experiencia de Amado Carrillo en Juárez apunta para que sea la de Guzmán en Sinaloa, gracias a la entrega periodística de Forbes. “El Chapo” es un narco que ha estado muy disminuido desde que lo metieron al penal de Puente Grande, y durante los primeros años después de su fuga en 2001, estuvo a salto de mata, económica y permanentemente sostenido por los jefes del Cártel de Sinaloa, sin mayor responsabilidad operativa. El quiebre del Cártel de Sinaloa lo volvió a llevar a la cima, pero más por la relación con los actuales jefes, Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José “El Azul” Esparragosa e Ignacio Coronel, que por haber reconstruido y reconstituido la fuerza de antaño.
Desde mediados del año pasado, hubo indicaciones de que “El Chapo” ya deseaba entregarse, aunque nunca estuvo claro en qué términos y condiciones. No sucedió nada. Lo que sí pasó, de acuerdo con altos funcionarios federales, es que en los últimos meses de 2008, se recibieron mensajes de los cárteles que deseaban una tregua, que querían que el calor de la batalla disminuyera. Nunca se supo tampoco cuáles serían los términos y condiciones, porque esa puerta no la abrió el gobierno federal. Estos dos movimientos, cuando menos, sugieren cierta debilidad, tanto de “El Chapo” como de los cárteles, donde la unción de Guzmán en el selecto club de los multimillonarios del mundo, llega en mal momento.
La indignación por haberlo ubicado en la lista de Forbes, tendría que ser de “El Chapo”, sobretodo, porque la revista colocó inopinadamente -se supone- en la misma situación de Amado Carrillo en el epílogo de su vida. Forbes le acaba de pintar un blanco sobre su pecho, sobre su espalda y sobre su cabeza. Con la experiencia de lo que sucedió con “El Señor de los Cielos”, Guzmán puede empezar a considerar que aquella parte de su espalda que siempre estuvo protegida, ya no lo está más, y que en la lista de sus enemigos deben estar inscribiéndose rápidamente los que hasta hoy son sus amigos. Si uno está en el lado del combate al narco, habría que decir, más bien, “Gracias Forbes“.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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