El laberinto del vendedor de humo/Gregorio Morán
Publicado en LA VANGUARDIA, 14/03/09;
De todas las variables posibles, al presidente Zapatero le ha salido la peor. Les suele pasar a los hombres que han nacido con una flor en el culo; vulgar expresión que se atribuye a quienes la suerte les ha acompañado siempre, incluso cuando parecía imposible. Y es que un día se les empieza a torcer y no hay modo de recuperar la planta, ni la maceta, ni nada. Me explico. La derrota de la izquierda en Galicia es trascendental, y lo es porque no ha perdido en los burgos podridos,sino en las ciudades. En otras palabras, su comportamiento en el gobierno ha sido tan baboso, estúpido y prepotente que su misma base social les ha rechazado. Lo ocurrido en el País Vasco es lo peor que le podía ocurrir al PSOE y lo menos malo que le podía suceder al Partido Socialista de Euskadi.
Se vuelve a repetir una historia similar, pero en el peor de los momentos, a lo acaecido en Catalunya tras las últimas elecciones autonómicas; que el resultado de las urnas consiente combinaciones perjudiciales para el partido en el Gobierno central. Si Zapatero hubiera sido un líder fuerte, con convicciones y previsión de la jugada, jamás hubiera permitido un tripartito en las peculiares condiciones en las que consintió al Partit dels Socialistes de Catalunya el de Maragall y el de Montilla. ¡Vaya si hubiera podido dificultarlo, y hasta impedirlo! (Permítanme un paréntesis. En Catalunya, una de las cosas más divertidas e incongruentes a la hora de hacer los análisis es que todos denuestan al Estado central pero casi nadie valora su incontestable poder, sin el cual la vida política, no digo ya la económica, no podría funcionar en las condiciones en que lo hace). Pero Zapatero es como un chiste mal contado, que nos obliga a todos a ser benevolentes. Sencillamente creía en su capacidad de exitoso vendedor de humo, y que al final, la suerte, el azar, la fortuna, le ofrecería una salida beneficiosa.
Y hete aquí que después de perder Catalunya - la valoración real de Zapatero en estas tierras roza el insulto, digan lo que digan las encuestas bien pagadas-tiene la más humillante de las derrotas en Galicia, donde su sombrío maestro de ceremonias, Pepiño Blanco, desarrolló su capacidad de comprar, pagar, corromper, amenazar, y todo para hacer el ridículo y luego llamarse a andanas alegando que él no quería, que tenían que haber sido antes. El fuste de un político se mide en la asimilación de las derrotas, no en el ninguneo de las responsabilidades; disfrutamos de una clase política de alfeñiques, que se quiebran al primer embate. ¿Alguien en su sano juicio puede entender la reacción de los prohombres del tripartito catalán, con Montilla a la cabeza, ante las críticas de un semanario anglosajón? Me acordé de los tiempos del cólera.
Y luego Euskadi. Lo ocurrido allí tiene todas las características de una trampa para elefantes. No son los vascos un prodigio de sentido del humor, pese a lo que sostengan sus chistosos televisivos. Desde El Quijote hay muchos chistes sobre vascos, pero muy pocos de vascos que sobrepasen lo chirene bilbaíno y la ironía donostiarra. Sin ánimo de ofender, pero la religión limita mucho el humor, de ahí que aquellas comunidades impregnadas de religiosidad canónica, entiéndase vascos y catalanes y navarros, tengan un humor que solemos llamar muy suyo, es decir, limitado. Viene esto a cuento porque la situación vasca tiene algo de chiste autóctono. A menos que ocurra una catástrofe - que en el País Vasco no sería la primera vez-el próximo lehendakari puede ser Patxi López, del Partido Socialista. Ahora bien, al margen de los talentudos analistas mediáticos que se hacen mieles pensando en la Reconquista de Euskadi por España, yo creo que no tiene muchas posibilidades de gobernar.
Patxi López puede conseguir ser elegido lehendakari, tras unos meses que van a ser de órdago, gracias a los votos del PP, pero a partir de ahí qué hace, o qué puede hacer. Para quienes conocemos con cierto detalle al PSE, a menos que les insuflen talento político en cantidades industriales, les será muy difícil moverse entre una sociedad mayoritariamente nacionalista - reitero, por si alguien lo pasa por alto, el mayoritariamente-, y las horcas caudinas del Partido Popular del País Vasco, cuyo mayor mérito es el de resistir con dignidad un acoso agobiante y criminal. Ni he votado ni votaré en mi vida al PP, considero a Jaime Mayor Oreja un sujeto despreciable desde hace muchos años, y tengo abundantes motivos para ello, pero no puedo menos que admirarme de que haya alguien capaz de militar en el PP del País Vasco. Pero la política es otra cosa, y el PP, por su propia dinámica, hará imposible todo lo que facilite un gobierno socialista en Euskadi. Son enemigos; no sólo adversarios, sino enemigos.
Ahora bien, todo puede cambiar. ¿Se acuerdan de hace unos meses, cuando el vendedor de humo sonreía con su gesto del dedo en la cejita y su cara guiñolesca, haciendo como que no se enteraba cuando le preguntaban por la crisis? ¿Crisis? ¿Qué crisis? Parece que fue ayer cuando negaba la evidencia, como los niños que hacen sus necesidades en la cama, en nuestra cama. Y ahora estamos hasta el cuello, siendo el hazmerreír de todos aquellos que escucharon perplejos el “hemos superado a Italia, y pronto a Francia”. Yo lo escuché, y a veces pienso que lo he soñado, porque nadie parece recordarlo. Un gobierno en caída libre, un presidente con un desprestigio ganado a pulso, un partido férreo, soldado con el metal más indeformable: el interés por la supervivencia. Y luego un acojone general absoluto, basado en la idea de que no sabemos adónde vamos pero estamos al tanto de que vamos muy mal. Me entusiasman esos señores que dicen: hay que animarse, la vida sigue, tenemos que hacer como si todo fuera bien. Yo tenía un amigo que aseguraba que el frío y el dolor eran cuestiones psicológicas; bastaba no hacerles caso. Murió el pobre de un infarto; la tensión, dijo el médico.
Los medios de comunicación van a desempeñar un papel fundamental en la situación política que empezamos a vivir. Porque puede suceder algo muy especial, y es que los poderes fácticos de este país inicien una inteligente, abundante y golosa campaña en favor de la gran coalición. Un Zapatero humilde y risueño encuentra pareja de hecho en un Mariano Rajoy desenvuelto y seguro. No es amor, tampoco es sólo interés, sino el reconocimiento de que el sistema se viene abajo y que hay que salvar los muebles, porque siempre se puede instalar la casa en otro lugar más adecuado. Eso que llaman patriotismo, y que consiste en salvarse los mismos en el holgado barco de la patria.
Si ustedes se fijan, notarán que cuando las cosas van rematadamente mal, aparecen los bollycaos asegurando nuevos plazos para el aborto, y que si puedes casarte puedes abortar, y venga a discutir entre lo progre y lo retro. O ese encanto de niña rockera que es Leire Pajín, que habla como las presentadoras de televisión - hizo cursos-,y nos anuncia cosas, muchas cosas. Porque el vendedor de humo es la atracción principal, y quien esté al tanto del negocio sabe que antes hay que incitar la ansiedad de los espectadores, aumentar su adrenalina, para que en el momento estelar salga el chico de la sonrisa de oro y nos diga con su mejor acento de Sinatra de León: “tranquilos, no pasa nada”.
Siento piedad por Patxi López, un buen chaval, tan limitado como su padre, que era un buen socialista, limitado. Sobre sus espaldas y su talento, sobre todo su talento, se juega una partida de excepción. A veces se producen milagros, y resulta que Barakaldo o Sestao acumulan saberes de Florencia o Milán. Parece un chiste de bilbaínos. El día que un tipo de la margen izquierda de la ría del Nervión osó romper una tradición barnizada por el jesuitismo de Deusto y el rancio olor del Abra negurítico. Que los dioses le acompañen, porque si espera algo de Pepiño Blanco y del vendedor de humo, mejor que se retire. Como máximo, en la vida te dan una oportunidad.
Se vuelve a repetir una historia similar, pero en el peor de los momentos, a lo acaecido en Catalunya tras las últimas elecciones autonómicas; que el resultado de las urnas consiente combinaciones perjudiciales para el partido en el Gobierno central. Si Zapatero hubiera sido un líder fuerte, con convicciones y previsión de la jugada, jamás hubiera permitido un tripartito en las peculiares condiciones en las que consintió al Partit dels Socialistes de Catalunya el de Maragall y el de Montilla. ¡Vaya si hubiera podido dificultarlo, y hasta impedirlo! (Permítanme un paréntesis. En Catalunya, una de las cosas más divertidas e incongruentes a la hora de hacer los análisis es que todos denuestan al Estado central pero casi nadie valora su incontestable poder, sin el cual la vida política, no digo ya la económica, no podría funcionar en las condiciones en que lo hace). Pero Zapatero es como un chiste mal contado, que nos obliga a todos a ser benevolentes. Sencillamente creía en su capacidad de exitoso vendedor de humo, y que al final, la suerte, el azar, la fortuna, le ofrecería una salida beneficiosa.
Y hete aquí que después de perder Catalunya - la valoración real de Zapatero en estas tierras roza el insulto, digan lo que digan las encuestas bien pagadas-tiene la más humillante de las derrotas en Galicia, donde su sombrío maestro de ceremonias, Pepiño Blanco, desarrolló su capacidad de comprar, pagar, corromper, amenazar, y todo para hacer el ridículo y luego llamarse a andanas alegando que él no quería, que tenían que haber sido antes. El fuste de un político se mide en la asimilación de las derrotas, no en el ninguneo de las responsabilidades; disfrutamos de una clase política de alfeñiques, que se quiebran al primer embate. ¿Alguien en su sano juicio puede entender la reacción de los prohombres del tripartito catalán, con Montilla a la cabeza, ante las críticas de un semanario anglosajón? Me acordé de los tiempos del cólera.
Y luego Euskadi. Lo ocurrido allí tiene todas las características de una trampa para elefantes. No son los vascos un prodigio de sentido del humor, pese a lo que sostengan sus chistosos televisivos. Desde El Quijote hay muchos chistes sobre vascos, pero muy pocos de vascos que sobrepasen lo chirene bilbaíno y la ironía donostiarra. Sin ánimo de ofender, pero la religión limita mucho el humor, de ahí que aquellas comunidades impregnadas de religiosidad canónica, entiéndase vascos y catalanes y navarros, tengan un humor que solemos llamar muy suyo, es decir, limitado. Viene esto a cuento porque la situación vasca tiene algo de chiste autóctono. A menos que ocurra una catástrofe - que en el País Vasco no sería la primera vez-el próximo lehendakari puede ser Patxi López, del Partido Socialista. Ahora bien, al margen de los talentudos analistas mediáticos que se hacen mieles pensando en la Reconquista de Euskadi por España, yo creo que no tiene muchas posibilidades de gobernar.
Patxi López puede conseguir ser elegido lehendakari, tras unos meses que van a ser de órdago, gracias a los votos del PP, pero a partir de ahí qué hace, o qué puede hacer. Para quienes conocemos con cierto detalle al PSE, a menos que les insuflen talento político en cantidades industriales, les será muy difícil moverse entre una sociedad mayoritariamente nacionalista - reitero, por si alguien lo pasa por alto, el mayoritariamente-, y las horcas caudinas del Partido Popular del País Vasco, cuyo mayor mérito es el de resistir con dignidad un acoso agobiante y criminal. Ni he votado ni votaré en mi vida al PP, considero a Jaime Mayor Oreja un sujeto despreciable desde hace muchos años, y tengo abundantes motivos para ello, pero no puedo menos que admirarme de que haya alguien capaz de militar en el PP del País Vasco. Pero la política es otra cosa, y el PP, por su propia dinámica, hará imposible todo lo que facilite un gobierno socialista en Euskadi. Son enemigos; no sólo adversarios, sino enemigos.
Ahora bien, todo puede cambiar. ¿Se acuerdan de hace unos meses, cuando el vendedor de humo sonreía con su gesto del dedo en la cejita y su cara guiñolesca, haciendo como que no se enteraba cuando le preguntaban por la crisis? ¿Crisis? ¿Qué crisis? Parece que fue ayer cuando negaba la evidencia, como los niños que hacen sus necesidades en la cama, en nuestra cama. Y ahora estamos hasta el cuello, siendo el hazmerreír de todos aquellos que escucharon perplejos el “hemos superado a Italia, y pronto a Francia”. Yo lo escuché, y a veces pienso que lo he soñado, porque nadie parece recordarlo. Un gobierno en caída libre, un presidente con un desprestigio ganado a pulso, un partido férreo, soldado con el metal más indeformable: el interés por la supervivencia. Y luego un acojone general absoluto, basado en la idea de que no sabemos adónde vamos pero estamos al tanto de que vamos muy mal. Me entusiasman esos señores que dicen: hay que animarse, la vida sigue, tenemos que hacer como si todo fuera bien. Yo tenía un amigo que aseguraba que el frío y el dolor eran cuestiones psicológicas; bastaba no hacerles caso. Murió el pobre de un infarto; la tensión, dijo el médico.
Los medios de comunicación van a desempeñar un papel fundamental en la situación política que empezamos a vivir. Porque puede suceder algo muy especial, y es que los poderes fácticos de este país inicien una inteligente, abundante y golosa campaña en favor de la gran coalición. Un Zapatero humilde y risueño encuentra pareja de hecho en un Mariano Rajoy desenvuelto y seguro. No es amor, tampoco es sólo interés, sino el reconocimiento de que el sistema se viene abajo y que hay que salvar los muebles, porque siempre se puede instalar la casa en otro lugar más adecuado. Eso que llaman patriotismo, y que consiste en salvarse los mismos en el holgado barco de la patria.
Si ustedes se fijan, notarán que cuando las cosas van rematadamente mal, aparecen los bollycaos asegurando nuevos plazos para el aborto, y que si puedes casarte puedes abortar, y venga a discutir entre lo progre y lo retro. O ese encanto de niña rockera que es Leire Pajín, que habla como las presentadoras de televisión - hizo cursos-,y nos anuncia cosas, muchas cosas. Porque el vendedor de humo es la atracción principal, y quien esté al tanto del negocio sabe que antes hay que incitar la ansiedad de los espectadores, aumentar su adrenalina, para que en el momento estelar salga el chico de la sonrisa de oro y nos diga con su mejor acento de Sinatra de León: “tranquilos, no pasa nada”.
Siento piedad por Patxi López, un buen chaval, tan limitado como su padre, que era un buen socialista, limitado. Sobre sus espaldas y su talento, sobre todo su talento, se juega una partida de excepción. A veces se producen milagros, y resulta que Barakaldo o Sestao acumulan saberes de Florencia o Milán. Parece un chiste de bilbaínos. El día que un tipo de la margen izquierda de la ría del Nervión osó romper una tradición barnizada por el jesuitismo de Deusto y el rancio olor del Abra negurítico. Que los dioses le acompañen, porque si espera algo de Pepiño Blanco y del vendedor de humo, mejor que se retire. Como máximo, en la vida te dan una oportunidad.
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