26 jul 2009

Discriminación en La Marina

Excelente reportaje de Francisco Gómez
El Universal, 26 de julio de 2009;
Discriminación hunde a marino/reportaje
Él fue el marino C-5518979 y asegura que vistió con lealtad y disciplina durante cinco años el uniforme de militar. Su sueño siempre fue ser oficial y embarcarse, pero hace dos años fue dado de baja del servicio —según él— por ser homosexual. La Secretaría de Marina rechaza esa versión y afirma que el ex marinero Guillermo Gamundi Coronado concluyó su contrato laboral y su separación del servicio no tuvo nada que ver con su preferencia u orientación sexual.
Lo cierto es que el primer día de febrero de 2007, Gamundi Coronado recibió en sus manos el oficio 398/07 en el que su superior, Agustín Salgado Téllez, le comunicó que “causara baja del servicio activo de la Armada de México por terminación de contrato”. Era definitivo. No le darían un nuevo contrato de “reenganche”, como se denomina en la Armada al documento que se firma para proseguir dentro de la institución.
Esa era la parte legal, pero en el fondo, según el ex marino, había un por qué diferente: la relación sentimental que mantuvo, fuera de las instalaciones navales a las que pertenecía, con un capitán, y el denunciar abusos en su contra por ser gay. Su preferencia sexual y esa relación, dice, fueron los motivos reales para que no se le permitiera permanecer en la Marina.
Sin embargo, oficialmente la Armada de México asegura que no existe discriminación de ninguna índole dentro de la institución, y da a conocer que todo el personal, trátese de quien se trate, puede incluso recurrir a instancias superiores para apelar decisiones de los altos mandos que pudieran ser violatorias de derechos humanos o contra la ley.
“Estuve activo durante cinco años en el servicio y no cometí ninguna falta grave ni violé el código de disciplina, incluso mi carta de retiro me la dieron con ‘buena conducta’”, agrega Gamundi Coronado. “Antes de los tres días que marca la Ley Orgánica de la Armada de México, pedí ante mis superiores reconsiderar mi baja, pero fue inútil”.
De esta forma, justo el séptimo día de aquel febrero, el todavía marino recibió un nuevo documento por parte de su superioridad. “Esta comandancia de sector naval militar le comunica a usted que no desvirtúa ni modifica su situación en la que se encuentra, así que se continuará con el trámite de baja”, decía el texto del oficio 457/07 que le envió el vicealmirante Conrado Aparicio Blanco. Se habían agotado ya todas las instancias legales para seguir en la Marina.
Rompe el silencio tras dos años
“No me pudieron dar la baja por violaciones a la disciplina o por mala conducta. Sabían que era gay, pero nunca di motivo para ser sancionado por mi preferencia sexual; cuidé en todo momento separar mi condición sexual del servicio”, dice Gamundi Coronado, quien hoy sabe que para él ya es imposible volver a vestir el uniforme de marino, pero prefiere no seguir callado.
-¿Pero por qué hablar hasta ahora?
-Pues porque de acuerdo con él “han ocurrido otros casos similares al mío, y para que la gente sepa lo que sucede en el medio militar. No sólo los homosexuales tenemos problemas, hay mujeres que también sufren de hostigamiento”, afirma este hombre de apariencia juvenil que luce en el cabello unas luces apenas dibujadas por un tinte.
“Dejé pasar tiempo porque me tuve que poner a trabajar para poder sobrevivir y lo hice hasta ahora porque no nada más es buscar quién quiere escuchar y saber de mi historia; tienes que saber que puede haber consecuencias”, expresa.
“Tienes que vencer el miedo por todos los problemas que te puede acarrear una situación como esta, incluso en tu familia. En mi caso, ellos no saben nada de mi homosexualidad, nunca supieron de todo lo que pasé durante mi estancia en la Armada, y eso también me daba miedo por los problemas familiares que pudiera tener, lo mismo que con la secretaría, porque obviamente no van a estar conformes con lo que yo declaré.
“Lo que sí puedo decir con toda seguridad es que nunca tuve un solo correctivo u otra sanción que se me haya impuesto por alguna conducta, o que me haya visto haciendo lo que ellos llaman obscenidades; mi conducta por ese motivo fue impecable”, aclara.
Del mar a la calle
Guillermo muestra fotografías en las que aparece vestido de marino. Tiene en la manos los papeles para demostrar su pertenencia a la Armada y el informe de su baja del servicio. Primero, narra, se enroló en la Marina en Tampico, Tamaulipas; luego trató de estar cercar de su familia, en Tuxpan, y pidió su cambio a Veracruz. “El infierno que viví en Tuxpan me hizo pedir mi cambio a Coatzacoalcos, pero fue todavía peor y me dieron de baja.
“Desde niño tuve el deseo de ser marino y pensé que podía hacer una carrera militar. Hay un contrato de seis meses que me dieron primero cuando me alisté y desde ahí mismo uno sabe si eso es lo que quieres o no. Me quedé cinco años porque me gustó, no te quedas sólo por necesidad, pues quizá en otro lugar puedes encontrar mejores condiciones de trabajo, máxime que cuando yo estuve en la Marina las condiciones salariales y de prestaciones no eran como están ahora.
“Yo siempre fui marinero. Nunca ascendí porque cuando estuve en la Armada era el sexenio de Vicente Fox y no hubo ascensos durante más de cinco años.
“Aunque estuve comisionado como oficinista, nunca me permitieron ir hacia arriba. Pero comenta que hubo otro motivo: “el comandante de aquella época sabía de la relación que tenía en ese momento con un capitán, y que mantuvimos siempre fuera de la institución; eso me trajo muchos problemas, demasiados.
“Al capitán le prohibieron que me hablara dentro y fuera del medio militar y lo amenazaron porque es muy mal visto que un egresado sea gay; de hecho ellos tiene que casarse, tener una familia para que ante todos sean militares ejemplares.
“Mi preferencia sexual y esa relación fueron los motivos de que ahora no pueda seguir en la Armada. Yo tenía planes a largo plazo, deseaba con todo el corazón quedarme y hacer una carrera, pero todo se vino abajo”, lamenta.
“Me dañaron moralmente”
“Me afectó incluso moralmente: los primeros días de mi baja me los pasé encerrado, acostado y yo estaba acostumbrado ya a la rutina militar: levantarme temprano, estar con tus compañeros, cantar el himno nacional, formarte, ir a guardias.... Y todavía, además de que me dieron de baja, me demandaron por la vía civil”, indica el ex marino.
Según la denuncia que presentó un capitán, “a mí y a otro compañero —también homosexual— nos acusó de que por habernos dado de baja le íbamos a hacer daño a él o a su familia”, pero cómo es posible, se pregunta Guillermo, “si él era capitán de corbeta. Él tenía el mando, el grado, la protección e incluso cuando nos citaron él fue escoltado por varios oficiales más, nosotros íbamos solos... Te intimidan y preferí mejor quedarme callado y ya no defenderme.
“Yo quedé muy lastimado, muy dañado. Yo a mi familia nunca le dije que fue por esto. En mi casa me decían que era un tonto, que era un pendejo porque ya llevaba la cuarta parte de una carrera —los marineros, según Gamundi, pueden jubilarse a los 20 años de servicio—. Preferí no decirles que me fui porque quise.
“Imagínate cuántos soldados o marinos ‘tapados’ deben dar de baja... Ya no debe existir discriminación para nadie dentro de las fuerzas armadas”, concluye el ahora ex marino
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