6 jul 2009

Medina Mora

Columna Estrictamente Personal/Raymundo Riva Paacio
El traidor de cuello blanco
Publicado en Ejecentral.com.mx
El día en que se estrelló el avión donde viajaba el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y su ex colaborador José Luis Santiago Vasconcelos, Eduardo Medina Mora llegó al epicentro de la tragedia seis horas después, con su eterna sonrisa de media boca, entre cínico y ladilla, bromeando y contando chistes. El día que se agudizaba la crisis entre el gobierno federal y el de Sonora por el incendió en la guardería de Hermosillo, continuó con sus planes: asistió al estadio de Ciudad Universitaria para ver el primer partido de la final de futbol entre Pumas y Pachuca. El procurador general, uno podría decir, en toda su dimensión.
“Gualo”, como le dicen sus viejos amigos, es un personaje singular. Profundamente religioso -va todos los domingos a misa y comulga-, llegó a la administración pública por la puerta grande, se colocó en el lado opuesto de Felipe Calderón cuando buscaba la candidatura a la Presidencia, fracasó en cada uno de los cargos en los cuales se le encomendaron, y sin embargo, siempre cayó para arriba. Su carrera política es tan meteórica como sorprendente. ¿Por qué no se ha caído? Los políticos responden: porque el Presidente no tiene con quién remplazarlo, porque nadie quiere su cargo. En Washington añaden: es un “activo” de los servicios de inteligencia estadounidenses. Los cínicos comentan: lo respalda Televisa.
Todo puede ser una mera especulación, o no. Hay hechos que avalan las versiones, pero no hay confirmaciones contundentes. El caso es que Medina Mora, con todos los agravios que ha cometido contra la nación -por su incompetencia-, y contra el presidente Calderón -por su ineficiencia-, permanece fuerte en su puesto y, aparentemente, quitado de la pena. Quién fuera este catrín que no se ensucia las manos. Sus respaldos, en todo caso, sí tienen que ser muy fuertes.
Medina Mora aterrizó en el gobierno federal con la administración de Vicente Fox, de la mano del secretario de Gobernación, Santiago Creel, quien lo conocía como abogado y sabía de sus trabajos en el campo de la seguridad en el Grupo Desc. Creel lo invitó a ser director del CISEN, y al poco tiempo de haber llegado ahí, había puesto en la calle a alrededor de tres mil personas. El nunca aceptó esa cifra, y dijo que el cese había sido menor de 300. Pero para efectos prácticos, fue el desmantelamiento del servicio de contraespionaje, indispensable para la seguridad nacional.
Eliminó recursos humanos con lo que cerró fuentes de información. Mantuvo la tecnología en las condiciones en la que la encontró, sin invertir en nada, produciendo nuevos rezagos. Tomó decisiones que resultaron muy costosas para el país, como cuando presionado por el presidente Fox en agosto de 2001 por unos bombazos en bancos que se adjudicaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, Medina Mora obligó a su gente a dar resultados. Fue tan fuerte la presión, que forzó a que se “reventaran” dos casas de seguridad del EPR, al que pertenecían las FARP, que habían sido ordeñadas durante más de cinco años. Fox pudo decir públicamente que habían descubierto a los autores, pero sólo como siglas, pues se les escaparon los jefes del EPR, sus lugartenientes, y detuvieron únicamente a dos de sus hijos, que tuvieron que ser liberados años después.
Lejos de pagar por ello, siguió avanzando. Fox lo nombró secretario de Seguridad Pública a la muerte de Ramón Martín Huerta, en 2005, y se la jugó con Creel en la contienda con Calderón por la candidatura presidencial. Cuando se acomodaba el nuevo gabinete calderonista, él aspiraba quedarse en su cargo, pero terminó, en un puesto nada despreciable, como procurador general. Ahí, por lo que le toca, ha hecho muy poco del fondo, y mucho en relaciones públicas.
Las reformas fundamentales, como las quería Calderón, no las ha podido sacar, pero nadie le ha cobrado cuentas. Durante dos años, para un observador cuidadoso de sus conferencias de prensa, siempre salió a anunciar los avances de las secretarías de la Defensa, Marina y Seguridad Pública, con un fraseo como si fueran de él. Detenciones, decomisos espectaculares, erradicación de plantíos. Todo lo que pertenecía a otras áreas. Sus casos se cayeron de manera regular por un mal armado -el último en riesgo es el del empresario mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon-, y la gangrena de la corrupción y la penetración de los cárteles llegó a su propia recámara.
Medina Mora, ciertamente, tiene buen cobijo. En Estados Unidos, la CIA lo tiene en muy alta estima, así como la DEA. Hay razones. Se ha convertido en su gestor para que puedan ampliar sus niveles de operación en México, llegando a permitirles que participen físicamente en operativos e interrogatorios que deberían de ser totalmente soberanos de las autoridades mexicanas. De esto, no le ha informado al Presidente, como tampoco le advirtió de cómo los cárteles de la droga habían comprado la voluntad de quienes se supone debían combatir, hasta que pudo inventar, al vapor la Operación Limpieza.
Los medios, ya que no el gobierno, tampoco lo han tocado. Tiene inmunidad. Con los periódicos, o les vende favores político-judiciales a cambio de privilegios en el manejo editorial de los asuntos delicados de la PGR, o los tiene cerca mediante la entrega de averiguaciones previas de forma exclusiva. En la televisión también tiene un halo de protección. En buena parte, se podría decir, porque está asociado con ellos, como en el caso de Televisa, donde es amigo de la infancia del vicepresidente político de la empresa, Bernardo Gómez, y socio de CreaTV, donde sus pares son CIE, la principal empresa de entretenimiento en México, TVPromo, de Carlos Quintero, hermano de Alejandro, quien lleva la mercadotecnia comercial y política de Televisa, y el historiador Héctor Aguilar Camín.
Los empresarios son una fuente de su permanencia. Fue asesor del sector agropecuario durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, trabando una muy estrecha relación con los productores de Sonora, y fue consejero en el Consejo Coordinador Empresarial, que violó la ley electoral para atacar a Andrés Manuel López Obrador durante la campaña presidencial. En varios momentos ha
provocado la ira del Presidente, pero Calderón no va más allá de los regaños. En el entorno del mandatario tienen a Medina Mora como un “traidor” político, pero no parece inquietarlo mucho. Él vive para él, trabaja para él y hace relaciones públicas para él. O ahora, también para Josefina Vázquez Mota, a quien ven los panistas enemigos de Calderón, como una posible candidata a la Presidencia, contra el candidato calderonista. No digan que Medina Mora no aprende del pasado. Lo hace muy bien, pues no existe ningún castigo para no hacer lo que ha hecho durante casi una década, y en cambio, muchos incentivos para mantener esa línea de conducta. Quien no aprende, por si alguien no se ha dado cuenta, es el Presidente.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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