28 sept 2009

Fernando Vallejo

El Espectador, 26 Septiembre 2009;
Nelson Fredy Padilla Entrevista al escritor Fernando Vallejo recibió Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional por su obra literaria y por ser “conciencia crítica del país”. Entrevista exclusiva con El Espectador se va lanza en ristre contra medio país.
Esta vez lo encontré feliz de haber llegado a Bogotá en “una tarde tan bonita”. “Es el clima perfecto”, me dijo durante un paseo por los jardines de las Torres del Parque, al pie de su tan odiada plaza de toros La Santamaría. Sonriente, amable, cariñoso. Así es Fernando Vallejo cuando algo le toca el corazón. El motivo de su alegría fue aplazar el regreso a su casa en México para recibir en la Universidad Nacional el Doctorado Honoris Causa. Se lo concedió el viernes el Consejo Superior “por el valor de su obra en el panorama literario de Colombia y del mundo hispanoparlante” y por ser “una de las conciencias críticas más importantes del país”.
“Por fin me voy a graduar de algo”, anunció el erudito en casi todo pero que nunca había recibido un título de nada, sin que se le borrara la sonrisa con la que se burla hasta de él mismo. El gesto ya era mueca cuando subimos al apartamento donde hace casi 30 años empezó a procesar su indignación por las desdichas de Colombia, donde escribió el guión de la película Crónica roja, donde entendió que debía tomar distancia de la “mala madre” que es su patria para transformarla en ficción literaria, donde recibió a El Espectador y se despachó contra medio país.
Maestro, ahora es Doctor. ¿Qué significa para usted un Honoris Causa?
-No me lo esperaba. La verdad yo no sabía que eso todavía existía, pensé que eran cosas de la Colombia de antes.
-El Consejo Superior Universitario exaltó el valor de su obra literaria, no sólo en Colombia sino en Hispanoamérica. ¿Qué opina?
-Muy generoso.
-También habló de las estructuras de sus obras, del estilo, de la construcción narrativa.
-Me imagino que se refiere a la prosa porque una cosa es ser un buen prosista y otra un buen escritor
¿Usted qué se considera?
-Ninguno de los dos, pero sí tengo clara la diferencia. Por ejemplo, Mujica Lainez, el argentino, para mí es el más grande prosista de nuestro idioma y tal vez el más grande escritor siga siendo Cervantes.
-¿Cómo evalúa el conjunto de su obra?
-Eso que lo evalúen los demás. Yo las cosas que escribo las olvido. Una de las razones mías para escribir es pasar al papel recuerdos olvidarlos.
-Su discurso literario surge luego de una larga etapa de estudio que se comprueba en Logoi, su gramática del lenguaje literario. ¿Es así?
-Yo de niño estudiaba gramática. Me sabía la de Bello con las notas de Cuervo. Leía todo tipo de gramáticas; las de Nebrija, Salvat, Gili Gaya. Me hacía la ilusión de que me iban a enseñar a escribir, pero ninguna se había dado cuenta de una distinción elementalísima: que en todo idioma hay dos formas de uso casi opuestas, la de la lengua hablada y la de la lengua escrita. Estudié filosofía y letras y los profesores no eran lectores y nadie enseña lo que no sabe. Di muchas vueltas por la vida, pasé por el cine y finalmente a los 40 años empecé a sistematizar una infinidad de fórmulas, basado en los grandes escritores de la historia. Fue mi primer libro.
Fue agarrar ese corsé, como llama García Márquez a la gramática, y adaptarlo a su yo.
Sí. El problema es que esa distinción entre lo coloquial y lo literario hoy en día se está borrando porque los escritores escriben en un lenguaje muy pobre, sin ritmo, sin sonoridades, sin sintáxis.
¿Es culpa sólo de los escritores o del afán comercial de las editoriales?
-Las editoriales no están presionando a nadie. Los escritores tienen mucha prisa en escribir, no sé por qué. Tendrán mucho que contar o tendrán una ambición muy desmedida.
La Universidad Nacional también valoró la controversia que genera su obra. ¿Por qué ven esa fortaleza en sus 15 libros?
-No lo sé. Las novelas que he escrito, que son de primera persona y podrían parecer autobiográficas, si generan controversia es porque la que genera controversia es la vida mía. En cuanto a las opiniones mías, son ajenas a la literatura, yo no me valgo de ella para sostener tesis.
¿Se considera “conciencia crítica del país”?
-Esa es una buena voluntad para conmigo. Yo no me considero la conciencia de Colombia. No sé si Colombia tenga conciencia, yo creo que no la tiene, Colombia ya la perdió si es que algún día la tuvo. Y no sólo no tiene conciencia sino que no tiene memoria.
-¿Un país de inconscientes?
-Un país de aficionados al fútbol, alucinados y desbordados por una realidad caótica, angustiosa, terrorífica, que nos rebasó a todos.
En todo caso esa crítica permanente a Colombia, con la que unos se identifican y otros le critican a usted, recorre toda su obra, desde Los días azules hasta El desbarrancadero.
Para llegar a decir que la patria de uno es una mala madre se necesita tiempo de haberlo visto. Eso no quiere decir que uno no la quiera. No puede ser buena madre un país que ha echado a tres millones de sus hijos, un país que ha desplazado a cuatro millones y los dejó sin tierra ni casa, un país con millones de desempleados, cuya población vive casi toda en la desesperanza, en la miseria económica, cultural, espiritual. A quién se la tenemos que atribuir, ahí está el asunto. A quienes nos han dirigido desde que nos separaron de España: la clase política y la Iglesia Católica. Ellos son los culpables del desastre que es Colombia.
¿Según usted nuestro sino es un rumbo cada vez más oscuro?
-Yo lo veo así porque no nos vamos a poder desembarazar de la clase política. Aunque siempre ha sido mezquina, en la época de la Independencia algo de honorabilidad tenía. En cambio la clase política colombiana de este momento es vil, rapaz, cínica, miserable, despreciable y lo que es peor, ha hundido a Colombia en su vileza.
¿No se salva nadie?
-Usted de todos los políticos colombianos no hace uno. Ambiciosos del poder que se las dan de servidores públicos cuando en realidad son aprovechadores públicos, van detrás de los puestos con la única aspiración de subir en la jerarquía burocrática.
¿Qué opina de los precandidatos presidenciales?
-Cómo pretende esta gentucita tener el descaro de pensar que pueden dirigir el destino de 44 millones de personas. ¿Quiénes son ellos? ¿Qué han hecho sino subir en la escalera de la burocracia?
-Según las encuestas, si pasa el referendo, la mayoría de los colombianos volvería a reelegir a Álvaro Uribe.
-Yo he oído decir muchas veces que este señor que tenemos ahora es el mejor presidente de Colombia. Es una frase estúpida, hecha a la ligera, con desconocimiento total porque la gente no sabe la lista de presidentes colombianos del siglo XIX, ni siquiera de los últimos 30 años. No podemos hablar de mejor cuando todo es malo, tendríamos que decir el menos malo. En este caso creo que es de los más malos, uno de los más viles y uno de los más ruines.
-¿Por qué?
-Porque es un hombre de pasado tenebroso, inculto, mentiroso, que invoca el nombre de Dios, el Espíritu Santo, la religión como si fuera cura. Que atropella a uno y a otro, que comete errores garrafales, es un inepto. Colombia en los años que lleva gobernándonos se ha derrumbado totalmente. Desde lo que habían dejado los bellacos que lo presidieron, muy en especial César Gaviria y Andrés Pastrana, hemos ido más hacia el abismo. Colombia es más inculta que cuando él entró, tiene más pobres que cuando él entró, Colombia es más caótica. Todo se basa en el cuento que está venciendo a la guerrilla y a qué costo. Mire el costo de los golpes que da este sinvergüenza que no está capacitado para presidir ni el Gobierno ni las Fuerzas Armadas.
¿A cuáles golpes se refiere?
-Por ejemplo atacar al Ecuador. Cómo puede hacerlo provocando un conflicto, olvidándose de que allá viven 600 mil colombianos que Colombia echó. Se olvidó que si a este país lo sostiene algo son las remesas de los exiliados, a los cuales nunca menciona como si fuera mérito suyo mantener la economía.
-Pero las cifras del gobierno hablan de reducción de secuestros y de violencia guerrillera, del éxito de la seguridad democrática.
-Pero cuál democracia si aquí no hay más democracia que las camarillas que tienen una maquinaria electorera. Son los que deciden por el resto o es que alguien puede competir con ellos. Si usted es una persona honorable, con capacidad, que surja de una universidad, ¿podría subir? Es imposible porque tienen todo comprado. Y cuál seguridad si este es el país más inseguro. Vaya para que vea al centro de Medellín.
-¿Qué ha visto en su típica caminata entre su casa y el parque Bolívar, a donde le gusta ir a saludar a sus amigos?
-Una ciudad que ya no es la nuestra. La miseria total. Niños de 12 o 13 años con hermanitos de cuatro papás distintos y no conocen ni al propio. Medellín se le volvió a ir de las manos. En el parque Bolívar hay un CAI de policías bachilleres desarmados, apenas con garrote. Atracan a la gente delante de ellos porque yo lo he visto con mis ojos. A veces agarran a un cuchillero, lo meten dos días a la cárcel, después lo dejan ir y si le han hecho algo regresa y los acuchilla. A la autoridad ya no la respetan, no tenemos autoridad, las Fuerzas Armadas desaparecieron, también el Estado, han dejado inerme a Colombia.
-Pero en las selvas la guerrilla está cercada.
-Con ese cuentecito nos tienen desde hace seis años. A la guerrilla no la ha vencido, a ‘Tirofijo’, el primer hampón de Colombia, lo dejó morir impune, no fue capaz de agarrarlo. Tampoco ha podido con el ‘Mono Jojoy’, a ‘Raúl Reyes’ lo mató causándonos un problema internacional con el más fraternal país hermano de Colombia. Es muy fácil dar la orden de ir a atacar al otro sin pedirle permiso al otro presidente. Y con eso vive armando manifestaciones, azuzándolas para que redunden en provecho de su imagen mientras Colombia se sigue derrumbando.
-Las cifras oficiales también hablan de una recuperación de la economía.
-La industria colombiana no ha avanzado. Aquí la construcción se mueve por las remesas de los colombianos, ni siquiera por el narcotráfico sino por el sudor de la frente de los exiliados que dejaron su país y arruinaron sus vidas.
-Álvaro Uribe es antioqueño como usted, ¿cuánto lo conoce para evaluarlo de esa manera?
-No lo conozco y lo considero una vergüenza de Antioquia, como Pablo Escobar, una desgracia que Colombia haya producido un hombre tan despreciable.
-¿Le diría esto mismo en la cara?
-Pero claro. A mí no me va decir que me va a golpear la cara como dice con su vocecita de rufián de barrio. Yo le respondo en la misma moneda.
-¿Entonces qué le produce la segunda reelección?
-I
ndignación. Pero de todas maneras él es el la punta de lanza de una clase política igual de despreciable que él.
-Si no es él, ¿del ramillete de precandidatos, a quien encargarle la Presidencia?
-Quién si todos son iguales. El ramillete de gentuza, de bribones, de ambiciosos. Que no conocen algo elemental que conocían los políticos de antes: honorabilidad.
-Le voy a citar nombres: Juan Manuel Santos.
-Este un asno con perdón de los asnos que son unos pobres animalitos que considero mi prójimo. Este hombre las bestialidades que le he oído decir es para no creer, son de retardado mental. Cuando el ataque a Ecuador decía que no habían invadido el territorio, que no había sido un ataque aéreo sino simplemente disparos. ¿Los disparos van por el aire o a ras de tierra? No sabe hablar y se atribuye los éxitos, supuestos porque esta es la hora en que no acaban con las Farc a pesar de dedicar a eso todos los recursos de Colombia dejando hundir el país. Son unos fracasados.
-El ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, ‘Uribito’.
-Cuál Uribito, si el otro es chiquitico cómo va a decir Uribito, eso es como decir enanito chiquito, chiquito. Todos son uribitos.
-La izquierda: Carlos Gaviria, Gustavo Petro.
-Es una gentuza igual. Andan con el cuento de que son de la izquierda pero son unos mamones de la teta pública. Este señor Carlos Gaviria cuánta plata gana haciéndose pasar por abanderado de los pobres, es tan impúdico como los de derecha.
-Él fue magistrado y se le considera representante de la intelectualidad, como a usted.
-Cuál intelectualidad. Yo no he sabido que haya intelectualidad en Antioquia, tal vez en los tiempos de Carrasquilla y Francisco de Paula Rendón.
-¿Y los precandidatos del Partido Liberal?
-Sé que han sido burócratas de gobiernos infames.
-¿Y las mujeres, ahora conservadoras? Noemí Sanín y Martha Lucía Ramírez.
-Esas son las embajadoras que siempre han estado en altos cargos públicos aprovechándose de ellos, son las aprovechadoras públicas.
-¿O sea que no votaría hoy en las consultas internas?
-No, yo no voto.
-¿Alguna vez ha votado? ¿Por quién?
-Una vez voté por Carlos Lleras Restrepo. Era un hombre honorable.
¿No le parece que el Frente Nacional marcó al país con dos partidos tradicionales en el poder y sentó las bases de la actual violencia?
-Alberto Lleras y Carlos Lleras era señores, honorables, cultos, lúcidos, responsables. Carlos Lleras fue de los primeros en darse cuenta que uno de los principales problemas de Colombia es demográfico y desde entonces ningún gobernante, desde alcalde a Presidente, ha hecho algo para detener la natalidad desbordada. Es una locura. ¿Para qué siguen haciendo carreteras, transmilenios? Nada es suficiente ni los edificios. ¿Y qué van a comer? Yo no voy a sacar la cara por ningún político de Colombia.
-¿Entonces a quién entregarle el país? ¿A independientes como Mockus, Fajado o Garzón?
-Yo no sé. No tengo una solución a esto, creo que no hay ninguna. Como salimos de este cáncer que no mata, de esta roña incurable que es la clase política nuestra, no tenemos cómo. Y cuando alguien llega desde la universidad se convierte en otro político, como Antanas Mockus y Fajardo. Llegan a subir por la escalera burocrática. Si usted tiene a un Castro como en Cuba, ¿qué puede hacer? ¿Matamos al tipo? No podemos matarlo, está superprotegido.
¿Supo del concierto de Juanes en La Habana?
-Una parodia despreciable. Eso no es música, él no es un músico, canta muy feo y no tiene talento. Teníamos músicos, compositores de verdad como José Barros, Lucho Bermúdez, pero se olvidaron. Grotesco cohonestar con su presencia a estos tiranos asesinos de los Castro, criminales como nadie en América. Fue una cosa impúdica de este muchacho, otra vergüenza de Antioquia.
-Nómbreme alguien que sea orgullo de Antioquia. ¿Usted?
-Nada. Los industriales que hubieran podido cambiar el país los arruinaron desde Bogotá con las trabas burocráticas y con el hampa que dejaron que los secuestrara y asesinara. También con el contrabando que les dejaron entrar con la apertura miserable de César Gaviria. Quedan unos especuladores financieros, los que llaman el sindicato antioqueño, sindicato de patrones, qué cinismo.
-Fidel Castro un criminal. ¿Y Hugo Chávez?
-Un hombre que acabó con Venezuela, que repartió el petróleo para hacerse ver, un hombre tan feo, tan aburrido, tan inculto, tan vulgar, tan guache. Es un problema para nosotros muy grave, aunque tal vez sus amenazas sean para sus necesidades internas.
-Pero usted fue a Venezuela con Chávez en el poder y recibió el Rómulo Gallegos.
-El Rómulo Gallegos no me lo dio él, él no fue a la ceremonia y usted sabe que yo le di la plata (cien mil dólares) a una protectora de animales, no para insultar al premio ni a quienes me lo dieron.
-¿En las actuales circunstancias volvería a recibir el premio?
-Volvería a decirle a Chávez lo sinvergüenza que es.
-¿Cómo analiza esta enfermedad regional de amañarse en el poder y el papel de aparatos gubernamentales acusados de crímenes como el controvertido DAS colombiano?
-Terrorífico todo. El deterioro moral de Colombia es generalizado. Aquí se destapan alcantarillas día por día.
¿Con qué modelo se le cambia el rumbo a este país?
-Una forma que yo veo con claridad es volver a cerrar las importaciones, acabar los tratados de libre comercio, permitir que los pequeños industriales florezcan , no con auxilios sino quitándoles trabas y dejándolos respirar. Es que los impuestos son imposibles. Un mercado de 44 millones de personas es suficiente para que produzcamos hasta aviones sin necesidad de depender de nadie.
-Usted recibió doctorado. ¿Qué papel debe asumir la universidad para que este país tenga futuro?
-Reformar la educación ni siquiera desde la escuela primaria sino empezando por enseñarle a la gente que no se puede reproducir como lo está haciendo, a respetar a los animales, a no matarlos para comérnoslos. Si la Iglesia católica y el cristianismo no se lo dijeron nunca hay que decírselo, empezar de nuevo. No a las corridas de toros, no a las granjas avícolas.
¿Qué siente cuando hay corrida aquí en La Santamaría?
-Esperanza en Colombia porque he visto muchachitos y muchachitas de menos de 20 años protestando contra ellos, diciéndoles consignas fantásticas como ‘Ahí vas, miserable, con tu moza a las corridas’. El toreo está acabándose porque el fútbol lo sigue desplazando no porque la moral de la humanidad haya cambiado.
¿Usted no es hincha ni de Nacional ni de Medellín?
-No. Esa es otra forma de imbecilizar a Colombia. Tener un país pendiente de unos tarados que le dan patadas a un balón y que ganan fortunas mientras los otros le llenan los estadios de gente analfabeta, ignorante, con unos sueldos de hambre que es lo que tienen. Si alguien juega fútbol que lo juegue pero como espectáculo es grotesco, degradante.
¿Su deporte preferido es escribir?
-No. El sexo, si lo podemos considerar como deporte.
-¿No estaba concentrado en otra novela sobre la muerte, que cierra el ciclo de La rambla paralela y El desbarrancadero?
-Sí. Estoy terminando mi último libro El don de la vida, que trata de la bendición de la muerte.
¿Cuál es su nueva mirada de la muerte?
-Yo veo la muerte como una bendición y la vida como una desgracia. Considero que nadie tiene derecho de ponerle esa desgracia a otro. Es un crimen sacar a alguien de la paz de la nada a la cual tenemos que volver. Nosotros no nos vamos a ir al cielo.
-¿Y por qué el último libro?
-Es que yo no tengo más que decir, ya me aburre la literatura. Éste lo estoy escribiendo contracorriente, imponiéndome la humillación de escribir porque no tengo más que hacer. Tengo la vida vacía, vacía como nunca. Ya no leo ni libros de ciencia.
¿Y el piano?
-En México toco un ratico al día pero me aburre también.
¿Y sus perros?
-Se me murió Kim hace dos meses, sólo me queda Kina.
-¿Todavía convive con el escenógrafo David Antón?
Sí. Siempre.
-Si tiene una relación de pareja, su mascota, su familia ¿por qué dice que su vida es vacía?
-Esas cosas íntimas yo no las trato.
-¿Pero justifíqueme el vacío?
-Siento que hay personas, y en ese nivel incluyo a los perros, que me retienen en la vida, que me impiden ponerle punto final a esto.
-Lo dice como si contemplara la posibilidad del suicidio.
-El punto final es eso exactamente.
-Prefiere el suicidio a esperar la muerte.
-Lo preveo. Lo que ocurre es que vivir es muy difícil y morirse ni se diga. No es fácil dejarle a los demás problemas empezado por el cadáver. Es una desgracia haber nacido.
¿Cuál sería una muerte ideal?
-Dormido.
¿Morir en México o en Colombia?
-Quiero morirme en Medellín, en la casa del barrio Boston donde nací. De tal manera que después de haber andado tanto no haya avanzado un palmo.
-¿No le queda ni un sueño?
-Personal, no. Me gustaría que se acabara el sufrimiento de los animales.
-Hay críticos que dicen que usted se merece incluso una candidatura a un Nobel. ¿No es ese el sueño de un escritor?
-No veo por qué tenga que soñar con el Nobel. Es un premio que dan los suecos y no creo que ellos puedan decidir sobre la lengua española. De nuestra lengua decidiríamos nosotros o España.
Entonces el Premio Cervantes.
-No, yo no sueño con premios porque están muy devaluados, los han dado muchas veces a muchas medianías.
Están por elegir el nuevo Nobel. ¿A quién se lo daría?
-A mí la literatura no me interesa. Lo que quería saber ya lo sé, lo que quería vivir ya lo viví, lo que quería saber de latín, de griego, biología, de física, de ciencias, de historia ya lo sé, ya lo aprendí.
-Esa actitud parece soberbia, egocentrista.
-Llámela como quiera, a lo mejor es muy humilde y muy sincera. Es que yo he tenido más experiencias en la vida que la inmensa mayoría de los escritores. No me lo contaron, yo he vivido en la clase baja, en la clase media; he dormido en las calles de Bogotá con los mendigos y con los perros, tapándome con los periódicos; he vivido con la clase política alta de Colombia porque mi papá estaba en la política yo no quise seguir su camino. En este momento ningún escritor de mi idioma me dice nada.
¿Se va a radicar de nuevo en Colombia?
-Sí, me quiero venir a terminar mi vida.
¿Cuándo?
-En un tiempito, en unos meses. De todas maneras los dos países son un desastre.
¿México está igual o peor que Colombia?
-Lo de México es una pelea entre los carteles de las drogas, ellos no se están metiendo con la gente como hizo Pablo Escobar aquí. En la economía mexicana el impacto del narcotráfico es mínimo.
-¿Está con la represión o la legalización?
-Con legalización, aunque creo que el consumo de coca se acaba solo porque desde hace quince años la gente joven consume anfetaminas. La coca es de gente mayor, pasará de moda, la reemplazará otra cosa, ya no tendrá el mismo prestigio social.
¿Usted ha consumido drogas?
-Sí.
¿Cuáles?
-Todas.
¿Qué? ¿Marihuana, cocaína?
-Todo, todo. Me falta LSD y heroína inyectada.
¿Por qué las ha probado?
-Yo he probado muchas cosas.
¿Qué consejo le daría a un joven?
-Qué consejo le voy a dar a unos muchachos que están en la desesperanza, que tienen el panorama cerrado, que no tienen futuro, que no saben qué va a ser de sus vidas. El panorama es sombrío, no hay para dónde mirar, somos una ruina absoluta.
-Una madre que lea esta entrevista puede pensar que usted es un mal ejemplo.
-Es que si vamos a interpretar a la gente de forma simplista y sacando de contexto las cosas qué van a decir de mí. Van a satanizarme. Yo no le estoy diciendo a los muchachos que usen drogas pero qué quieren que haga, qué más droga que esta realidad monstruosa, alucinada que estamos viviendo.
-¿La universidad puede cumplir un papel salvador en el siglo XXI?
-Los muchachos de la universidad podrían ser la esperanza de Colombia porque son los que tienen una mínima cultura, pero la casi totalidad de los maestros colombianos son malos, no pueden estar ocupando esos puestos, sólo buscan la promoción en el escalafón, la universidad actual es una plaga para la sociedad, cuesta mucho sostener a esos burócratas que acumulan títulos sin saber ortografía y les escriben las tesis. La reforma que se necesita es muy grande, una revolución moral y espiritual total
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