21 ene 2010

Iglesia católica y PRD

Coumna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Iglesia y PRD: intolerancias recíprocas

Excélsior, 21 de enero de 2010

La cadena de equívocos entre la jerarquía eclesiástica de la Iglesia católica y la dirigencia del PRD raya en lo absurdo, sólo compatible con una concepción política, de ambos, basada en autoritarismos recíprocos que llevan a una confrontación que, pudiendo ser rica, producto de un debate de ideas, se torna vacía.
¿Realmente lo que está en el fondo de todo este debate, de estos encuentros y desencuentros entre la Iglesia y la izquierda, es el tema del matrimonio entre personas de un mismo sexo o el derecho de ellas de adopción? El punto sin duda es el que marca esta coyuntura, pero va mucho más allá, viene de una larga cadena de desencuentros mutuos.
Por una parte la Iglesia en México no se ha caracterizado precisamente por mantener posiciones progresistas, o abiertas a muchas problemáticas sociales, sobre todo en el terreno de la sexualidad y la pareja. Al contrario, muchas de sus posiciones están alineadas, es verdad, a las convicciones hegemónicas en la Santa Sede, sobre todo desde la llegada del papa Benedicto XVI, pero no contemplan siquiera los matices que, por ejemplo, tienen otras iglesias, desde buena parte de la brasileña hasta sectores de la Iglesia en Colombia, para no hablar de la mayoría de las europeas e incluso de la estadunidense. Aquí lo hemos comentado en alguna oportunidad: no puede ser que en innumerables parroquias se nieguen a bautizar al hijo de una mujer soltera o que se exijan tantos requisitos para formar parte de esa congregación. No puede ser, para llegar al tema de moda, que haya obispos que se expresen con tanto desprecio de personas homosexuales. No puede ser que se condene con tanta fiereza esos temas, sin un atisbo de tolerancia y, al mismo tiempo, se despida con todos los honores al padre Gerardo Montaño sin que se nos proporcione, por lo menos, una explicación de por qué falsificó una fe de bautizo para encubrir a los Arellano Félix con motivo del asesinato del cardenal Posadas Ocampo o porqué los llevó a la Nunciatura con Girolamo Prigione. No puede ser que se intervenga con tanta ligereza en temas políticos. La sociedad en México es indudablemente católica en su mayoría y más aún guadalupana, pero algo sucede, porque esas posiciones de la jerarquía de la Iglesia están generando un alejamiento de la gente con ella que debería ser asumido con mayor humildad por la Iglesia si se le quiere superar.
El caso del PRD se sustenta en una verdadera cadena de excesos contra la Iglesia, en una suerte de jacobinismo trasnochado que se aleja de las verdaderas posiciones progresistas o liberales. Y no estoy hablando de la aprobación del matrimonio de personas de un mismo sexo o de la despenalización del aborto en el DF. Me refiero a la invasión de la Catedral, por manifestantes, en su momento lopezobradoristas y ahora del SME (que es lo mismo). Me refiero a las expresiones insostenibles de un legislador sobre el fallecido cardenal Corripio Ahumada y un supuesto hijo suyo. Me refiero a las demandas penales que han presentado contra el cardenal Norberto Rivera. ¿Cómo pueden, en todo ese contexto, los dirigentes del PRD ir a la Conferencia del Episcopado a reunirse con el obispo Carlos Aguiar y pretender que aquí no ha pasado nada?
El PRD y cualquier otro partido tienen todo el derecho del mundo de mantener una agenda política, impulsarla, sacarla adelante, con el beneplácito o no de la Iglesia católica o de cualquier otra congregación religiosa. Pero, de la misma forma que demanda, con razón, que las iglesias no confundan la fe con las leyes, que no mezclen el reino de Dios con el de los hombres, debe mostrar responsabilidad y respeto por los hombres de la Iglesia y sus convicciones, sus templos, y no pueden agredir ni insultar en forma tan vana.
Lo único que se logra con esas dos posturas tan intransigentes es convertirnos cada día más en una sociedad intolerante, sin capacidad de diálogo y de disenso. Y hace mal el PAN, en todo ese contexto, tratando de subirse a una disputa en lugar de atemperarla. Los priistas no han dejado en claro su posición, aunque con el tema del aborto en los estados le han hecho algo más que un guiño a la Iglesia, pero, por lo menos en este debate, han tenido el tino de no profundizar los disensos.
Lo único que se logra con esas dos posturas tan intransigentes es convertirnos cada día más en una sociedad intolerante.

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