12 feb 2010

La renuncia de Gomez Mont, algunos comentarios

Columna Arsenal Francisco Garfias
Excélsior, 12 de febrero de 2010;
“Son unos mensos…”
El presidente Calderón operó personalmente el voto a favor de la alianza con la izquierda en Oaxaca. Lo confirmaron a este reportero integrantes de la dirigencia nacional panista. El primer mandatario hizo llamadas telefónicas a miembros del CEN azul para pedir respaldo a la coalición que va a postular al obradorista Gabino Cué como candidato a gobernador en esa entidad.
Otro elemento que jugó a favor de la alianza del PAN con los partidos que —paradójicamente— no reconocen a Calderón, es el “profundo desprecio” con el que Fernando Gómez Mont trató a los integrantes del CEN, en su alegato contra las coaliciones. “Son unos mensos”, les dijo el titular de la Segob, antes de irse de la sede del partido, sin esperar el debate interno.
En la cúpula panista confiesan que esperaban que por lo menos seis integrantes del Comité Ejecutivo —de un total de 41— se pronunciaran en contra de la polémica alianza. Pero después del “convincente” discurso de don Fernando, y las sugerentes llamadas de Los Pinos, 40 votaron a favor y sólo hubo una abstención.
A base de testimonios pudimos reconstruir las horas previas a la renuncia de Gómez Mont, quien argumentó “razones profesionales que no puedo revelar”, al anunciar su salida del partido en el que ha militado tantos años. Es un secreto a voces que el secretario de Gobernación pactó con los priistas el respaldo a la Ley de Ingresos de 2010, a cambio, entre otras cosas, de la promesa de que el PAN no haría coalición en Oaxaca con el PRD, el PT y Convergencia.
A las 17 horas del pasado martes, el secretario de Gobernación se encerró con César Nava, jefe nacional del PAN, en las oficinas de este último, en avenida Coyoacán.
“Es absurdo ir a las alianzas, vamos a perder la interlocución con el PRI”, argumentó el inquilino de Bucareli. Nava no le compró el argumento. Palabras más, palabras menos, el jefe panista repuso que era la única forma de ganarle a Ulises Ruiz en Oaxaca. El tono subió. Media hora después, dieron por terminado el encuentro, sin llegar a un acuerdo.
A las 17:30 se juntó el quórum. Comenzó la reunión del CEN. El primero que habló fue José González Morfin, secretario general del partido. Detalló los acuerdos alcanzados con el resto de la coalición. Luego tomó la palabra Gómez Mont. De entrada se desmarcó de su jefe. “Lo que voy a decir es personal, no represento a nadie”, destacó. Y se lanzó en su exposición. Sabedor de que era una batalla perdida, no desperdició mucha saliva. En 20 minutos desahogó su alegato. Apenas terminó, se paró y se fue, sin esperar respuesta.
El cónclave siguió. Habló la diputada Josefina Vázquez Mota, a favor; el ex jefe nacional, Germán Martínez, a favor. El senador Humberto Aguilar, a favor. Este último, integrante del grupo de Santiago Creel, lamentó la actitud de Gómez Mont. Hizo público su disgusto por el adjetivo de “mensos” que el funcionario les endilgó.
Al día siguiente hubo una comida en Los Pinos. En la mesa: Josefina Vázquez Mota, Felipe Calderón, Gómez Mont, César Nava y Gustavo Madero. Nueva discusión, muy ríspida. El ahora ex panista repitió su alegato: la interlocución con el PRI está liquidada. La reforma política también. Fue sacrificada a la alianza, advirtió. Fue allí donde entregó a Nava su renuncia al partido.
En el CEN asumen que Gómez Mont consultó con Calderón los acuerdos que supuestamente hizo con el PRI. La pregunta es que, suponiendo que Felipe sabía del pacto, ¿por qué renunciar al PAN, si el que le falló fue su jefe? Por cierto que en el entorno de Nava son formales: nada sabía el hombre de lo negociado con el tricolor.
En la opinión no pasó desapercibida la incongruencia que significa renunciar al PAN y quedarse en la Segob. En el Senado recogimos la versión de que Gómez Mont sí renunció al cargo, pero que el Presidente le pidió que aguantara. Esta versión ayudaba a don Fernando a neutralizar críticas, pero en Bucareli la desmienten casi con furia: nunca renunció a la Secretaría. ¡No me ayudes, compadre..!
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Columna De naturaleza política/Enrique Aranda
Excélsior, 12 de febrero de 2010
Secretario saliente…
¿Cuánto tiempo después de ser desconocido y, más aún, repudiado en los hechos por sus compañeros de partido, puede un secretario de Gobernación mantenerse en el cargo? ¿Es posible pensar que permanezca “como si nada hubiera sucedido…” en la posición de altísima responsabilidad y compromiso con su jefe, el titular del Ejecutivo, cuando de manera pública renuncia al partido de origen de la gran mayoría de quienes, con el presidente Felipe Calderón, comparten la responsabilidad de gobernar al país?
Ésas, y muchas otras preguntas intercaladas con llamados a la unidad del blanquiazul y no pocos ataques al berrinchudo (Fernando) Gómez Mont, se hicieron en prácticamente todos los ámbitos donde, de una u otra manera, se abordó el tema de quien, ya ayer, era identificado como el secretario saliente…
Ayer, en efecto, fue el día en que, en medio de un entorno de incertidumbre y mal disimulado malestar, estalló la más grave crisis política en la historia de la actual administración. La tempranera y apresurada citatoria de una tensa sesión extraordinaria de la Comisión Política de Acción Nacional, con participación de dirigentes partidistas —su demacrado controlador, entre ellos—, secretarios de Estado, gobernadores y coordinadores en el Senado y la Cámara de Diputados, entre otros, así lo evidencia.
Ahí, al margen del unánime cierre de filas en torno al jefe del Ejecutivo y a la institución como tal, se definieron las líneas generales de una primera estrategia para enfrentar, al menos hasta el sábado en que deberá reunirse el Consejo Nacional, la difícil disyuntiva —“me corres o me corres…”— que incluso llevó a algunos a arriesgarse a decir —“más en broma que en serio”— el nombre de posibles sustitutos; Juan Molinar, el ex priista Javier Lozano…
En la acera de enfrente, la tensión no fue menor. La certidumbre de una inminente salida y el arropamiento que en favor de su titular montó el priismo, convencieron a muchos de la profundidad de la crisis… aunque se destacó siempre la congruencia del secretario y se arriesgó incluso que, con su renuncia al panismo, había comenzado a construirse su eventual candidatura independiente para 2012…
Incertidumbre, pues, caos y versiones encontradas de una historia, ciertamente producto de las cuestionables alianzas con “la izquierda enemiga de siempre”, que sin duda no se prolongará en el tiempo…
Asteriscos
* Inminente, se afirma entre priistas, miembros de la burbuja de Tereso Medina, que aseguran contar ya con la respectiva copia, que se hará la presentación de la iniciativa de reforma laboral que el calderonismo pretende que se apruebe en el actual periodo de sesiones. Comentaremos su contenido…
Veámonos aquí el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
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Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Excélsior, 12 de febrero de 2010;
La agenda ya es sólo el 2012
La renuncia de Fernando Gómez Mont al PAN es una consecuencia directa de la política de alianzas implementada por su partido para las elecciones de este año. Y resulta evidente también que la oposición pública del titular de Gobernación debía ser entendida como algo que iba mucho más allá de una simple postura política interna. Es verdad, existía un compromiso recíproco de Gómez Mont con el PRI para sacar adelante el Presupuesto y la reforma fiscal, como se le había pedido desde los ámbitos más altos del poder, con el acuerdo de que no habría alianza PAN-PRD en las elecciones de 2010, sobre todo en Oaxaca. Ese compromiso no se cumplió y Gómez Mont, luego de una evidente derrota en la comisión política de su partido, el martes, decidió renunciar al PAN y queda la duda de cuál es su sustentabilidad en Gobernación, pues hasta el momento de escribir estas líneas el presidente Calderón no había hecho declaración alguna respecto a la decisión de su secretario del interior.
Hasta ahí la anécdota. En realidad, el tema de fondo es cuál es la lógica política que seguirán el gobierno y el PAN y esa lógica, hoy, debemos insistir en ello, resulta esquizofrénica. ¿Qué es lo importante para la administración de Calderón en el cuarto año de su gobierno?, ¿sacar adelante su agenda legislativa y política o ganar o tener mayor presencia electoral de cara a los comicios de 2012?, ¿cuáles son sus alianzas estratégicas: las que puede realizar con el PRI, con quien puede tener, por lo menos con algunas de sus corrientes, acuerdos que van más allá de lo superficial, o con el PRD, con el que no existen acuerdos que vayan más allá de la próxima elección estatal (porque todos coincidirán en que la posibilidad de una alianza de ese tipo para una elección presidencial no sólo es utópica, sino simplemente ingenua)?, ¿quiere el gobierno federal completar un ciclo de reformas en este sexenio o quiere, como lo han dicho algunos de sus integrantes más destacados, hacer una serie de propuestas, que saben que no podrán salir adelante, pero con ellas se plantean ganar el debate y tener una suerte de programa para 2012?, ¿el gobierno federal y el PAN están convencidos de que ya no se podrá hacer nada con el PRI en lo que resta del sexenio y prefieren, entonces, comenzar desde ahora la confrontación política?
En este campo es posible hacer muchas cosas, pero no se pueden jugar dos bazas tan contradictorias al mismo tiempo. Se buscan acuerdos o se plantean confrontaciones; si se hacen alianzas de carácter tan coyuntural, y desde posiciones que están en las antípodas, contra otro actor político, se debe asumir que ese actor evidentemente no colaborará en la búsqueda de acuerdos en ámbitos no comiciales. El discurso de que las acciones electorales no tienen por qué contaminar las agendas legislativas, está muy bien para un curso de política correcta, pero en la realidad jamás ocurre así: pensar de esa manera es ingenuo o peca de pensar que los demás lo son.
Gómez Mont viene, además, de una experiencia política que está en las antípodas de lo que se resolvió en estos días en el panismo y en el gobierno (no se puede separar una cosa de la otra y, si alguien dice que César Nava o la dirección del PAN están tomando esta línea sin consultar con el presidente Calderón, estaríamos aún peor). Fue, detrás de Diego Fernández de Cevallos, quien construyó todos los acuerdos legislativos que se tejieron en la segunda mitad del sexenio de Salinas de Gortari y lograron establecer una amplia agenda de cambio, que tuvo enormes beneficios, mas también costos para el PRI: no fueron gratuitos, fue toda la época de las concertacesiones, que le dieron al PAN, por primera vez, posiciones de poder real en los estados y desde donde se construyó la plataforma que el permitió llegar al poder en 2000. No fue una historia menor ni coyuntural. Para sacar adelante esa agenda, Diego debió confrontarse muchas veces con diversos sectores del PAN: algunos rompieron, pero siempre convenció a sus principales dirigentes de respetar los acuerdos que se habían adoptado.
Eso intentó Gómez Mont el martes, y la respuesta fue el, “que empiece la fiesta”, que soltó algún diputado. La propuesta del secretario de Gobernación perdió por 40 votos a cero. El partido como tal decidió apostar a la confrontación con el PRI y correr el riesgo de una serie de alianzas con sus adversarios históricos del PRD, y por la búsqueda de espacios electorales, y decidió, también, abandonar la agenda legislativa. No hay otra lectura posible. En ese contexto se inscribe la renuncia de Gómez Mont al PAN. Tendrán que decidir, el Presidente y el secretario de Gobernación si pueden y quieren seguir adelante juntos, a pesar de esas posiciones tan encontradas.
Deberán decidir, el Presidente y el titular de la Segob, si pueden y quieren seguir juntos a pesar de posiciones tan encontradas.
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**En el Senado recogimos la versión
Se equivocó Gómez Mont
Columna La historia en breve/Ciro Gómez Leyva
Milenio Diario, 2010-02-12
Creo que Fernando Gómez Mont se equivocó con su renuncia al PAN desde la oficina de Bucareli. Si lo hizo para recalcar su oposición a las alianzas PAN-PRD, sólo consiguió que 37 por ciento de los ciudadanos pensara que fue por esa causa, contra 36 por ciento que piensa lo contrario (encuesta nacional del Gabinete de Comunicación Estratégica, 500 entrevistas telefónicas, levantadas ayer en la tarde). Además, 61.6 por ciento considera que debe renunciar a Gobernación ya.
II. Se equivocó porque provocó que una parte del gabinete se cohesionara en su contra. Y esa fricción es algo que, al menos hasta la semana pasada, él no estaba buscando. De un secretario de Estado en mi SMS: “Ahora resulta que todo esto es un derroche de dignidad y pudor. Que no mame. Aires de soberbia, superioridad intelectual y un brutal egoísmo, aderezado con un toque de deslealtad al Presidente y a la democracia interna del partido. En Bucareli no se puede despachar con arrebatos. La política es para los políticos y no para filósofos, poetas o litigantes”.
III. Se equivocó porque, como secretario de Gobernación y panista de toda la vida, tiene a los priistas de plácemes y brindando. Botón de muestra, la frase del senador Manlio Fabio Beltrones: “Los años me han enseñado que hay dos razones por las cuales un secretario del gabinete del Presidente en turno renuncia: la primera es porque el Presidente le pierde la confianza; y la segunda, porque él le pierde la confianza al Presidente. No sé si alguna de las dos se esté dando en este momento”.
IV. Gómez Mont es, esencialmente, una mente lúcida. No creo que haya planeado las cosas así. Por la razón que sea, se equivocó. Hablo de Gómez Mont, el funcionario público.
gomezleyva@milenio.com .12-Feb-2010
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Columna Horizonte político/José Antonio Crespo
Excélsior, 12 de febrero de 2010;
¿Portazo o congruencia?
Que Fernando Gómez Mont no haya dado una explicación a su salida del PAN nos obliga a la especulación aunque, de haber publicitado sus razones, probablemente también tendríamos que conjeturar, pues rara vez los políticos comparten los verdaderos motivos de sus decisiones.
1) Me parece sumamente creíble la generalizada versión de que Gómez Mont habría empeñado su palabra al PRI de que no habría coalición PAN-PRD en Oaxaca, a cambio del respaldo priista a elevar el IVA de 15 a 16% (algo indebido desde una óptica de Estado). El mero rechazo personal de Gómez Mont a la alianza con el PRD (compartida por muchos panistas de diverso rango, aunque no lo griten a los cuatro vientos) no justificaría esta renuncia, dada su elevada responsabilidad en el gobierno. Pero ello, a su vez, abre dos posibles hipótesis: A) En el momento de ese acuerdo, Felipe Calderón aún no se habría definido respecto de las alianzas, y Gómez Mont, por decisión propia, habría buscado forzar la decisión del Presidente al respecto; B) Calderón habría dado su consentimiento al acuerdo con el PRI, y después lo incumplió y dejó asumir el costo a su secretario de Gobernación (como recomendaría Maquiavelo), si bien en esta segunda tesis, más lógica hubiera sido la renuncia de Gómez Mont a su cargo.
2) El nombramiento de Gómez Mont en Gobernación no sólo representó un acercamiento con el PAN —al no pertenecer al círculo cercano de Calderón— sino también al PRI, en un momento en que ya se vislumbraba que ese partido recobraría la mayoría en la Cámara baja. Y es que Gómez Mont pertenece al grupo político de Diego Fernández de Cevallos, que goza de la cercanía y la confianza del PRI al menos desde 1989. Recordemos que legisladores priistas propusieron a don Diego como sustituto de Juan Camilo Mouriño. Al no poder cumplir su ofrecimiento al PRI, y como muestra de congruencia, Gomez Mont decide romper con su partido (la otra opción hubiera sido renunciar a su cartera, pero seguramente no es el momento más adecuado para el gobierno de perder a quien, desde mi punto de vista, ha sido el único secretario de Gobernación panista que parece secretario de Gobernación, en medio de la promoción de la reforma política y en plena crisis de seguridad).
3) Calderón enfrenta varios dilemas: dificultar la interlocución con el PRI para las reformas que están sobre la mesa, aceptando las alianzas con el PRD, o bien rechazar éstas al costo de despejar el terreno al PRI hacia 2012. Se decidió por lo segundo, pues en efecto las coaliciones podrían quitarle algunos triunfos al PRI este año, y en esa medida complicarle su retorno al poder. Lo que refleja que a Calderón no le agrada nada la idea de que, bajo su gobierno, el PRI regrese a Los Pinos, lo que inevitablemente se leería como una regresión democrática provocada por un rotundo fracaso de la gestión calderonista. Por otro lado, la disyuntiva cruza una línea ideológica: ¿qué partido preferiría Calderón que ganara en caso de que el PAN no tenga ya posibilidades de retener la Presidencia? ¿El antidemocrático y corrupto PRI o el populista y rijoso PRD? Como panista, probablemente Calderón prefiera al PRI (igual que la mayoría de sus correligionarios); como Presidente, un eventual triunfo del PRD al menos podría presentarse como una continuación y ampliación de la democracia (al aceptar una nueva alternancia, ahora por la izquierda, que Vicente Fox combatió por las buenas, las malas o como fuera).
4) Volvemos a ver cómo la agenda electoral entorpece gravemente la dinámica parlamentaria y la negociación entre partidos que simultáneamente se disputan el poder. Parece pertinente insistir en llevar aún más lejos la política de compactación de los comicios a, por ejemplo, dos fechas por sexenio; la elección presidencial y, a medio término, la de gobernadores (para evitar fenómenos de arrastre, y elevar además la participación en esos comicios). Las coaliciones electorales (y electoreras), no sólo del PAN y el PRD (sino de todos con todos en distintos puntos), si bien no necesariamente impedirán las reformas que se deben discutir, sí las entorpecen fuertemente.
5) Podemos confirmar que la negativa de Gómez Mont a la candidatura presidencial iba en serio. De no ser así, ni de loco renunciaría; más valdría “tragar sapos” (engendros, en este caso), como lo hizo, por ejemplo, Santiago Creel en su momento. Algunos comparan esta renuncia a la salida de Calderón del gabinete en 2004. Pero la salida del PAN hace complicada —por no decir imposible— la candidatura, por más que numerosos panistas coincidan con Gómez Mont, y aun si las coaliciones fracasaran rotundamente este año.
Al Presidente no le agrada nada la idea de que, bajo su gobierno, el PRI regrese a Los Pinos, lo que se leería como
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Diego Fernández de Cevallos respaldó el retiro del blanquiazul de uno de sus mejores amigos, Fernando Gómez Mont, y aseguró que mientras César Nava sea el presidente nacional del panismo, seguirá “distante y marginado”. A pesar de que puntualizó que se morirá en Acción Nacional, lo “único que puedo hacer, en función de mis convicciones más profundas, es estar distante y marginado de esta dirigencia”.
En entrevista radiofónica, El Jefe Diego no quiso mandarle ningún mensaje a Nava Vázquez y dijo: “No tengo nada que hablar con César Nava”.
Diego se opuso a las coaliciones no con un partido de izquierda o de centro, el problema dijo es que: “Son partidos que están proponiendo e imponiendo en donde gobiernan comportamientos y leyes que van contra natura. “Que van contra los valores fundamentales de la sociedad como son los valores de la familia y los derechos humanos fundamentales de los recién nacidos en todo el concepto este de la apertura a la adopción para las parejas de homosexuales.
“Lamentablemente esto trastorna el mundo de valores por el que ha luchado y defendido el PAN, de tal suerte que si esto se puede hacer a un lado, se puede hacer a un lado todo”.
Y “no todos los panistas estamos de acuerdo en que por vencer al PRI se llegue a este tipo de situaciones o alianzas.
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El sigilo de Gómez Mont. ¿Se irá?
Columna En Privado/Joaquín López-Dóriga
Milenio Diario, 2010-02-12
Alguien debe tratar el mal humor social que nos aqueja. Florestán
El pasado día 20, en una intervención en El Colegio de México, Fernando Gómez Mont fijó su posición ante las alianzas electorales: En lo personal creo que son profundamente antidemocráticas.
Al día siguiente habló con los reporteros en el patio de la Secretaría de Gobernación, ese espacio que sólo pisan sus titulares cuando quieren hacer una declaración. Y allí, al matizar, ratificó su rechazo a las alianzas electoreras que equiparó al fraude electoral.
En forma simultánea a estas declaraciones, César Nava, presidente del PAN, avanzaba con las negociaciones en Durango, Oaxaca, Hidalgo y Puebla, para aliarse con sus enemigos orgánicos, PRD y PT.
En diciembre, durante las negociaciones para sacar el paquete fiscal del presidente Calderón, Gómez Mont había llegado a un acuerdo con Beatriz Paredes, y con gobernadores como Enrique Peña Nieto y Ulises Ruiz: ellos aportarían los votos para aprobarlo y a cambio el PAN no haría alianzas contra el tricolor.
En el caso Oaxaca, el acuerdo fue verbal; pero en el del Estado de México hay quienes, partícipes, afirman que hay un documento firmado por Gómez Mont y Paredes.
El martes sesionó el Comité Ejecutivo Nacional del PAN para votar la alianza en Oaxaca. El secretario de Gobernación no forma parte de esta élite partidista, pero acudió a reiterar su rechazo. Habló, lo escucharon, se fue y luego sus 40 integrantes la aprobaron por unanimidad.
A la mañana siguiente, Gómez Mont conversó con el presidente Calderón para darle a conocer su decisión. Tenía su responsabilidad como secretario de Gobernación: mantener la gobernabilidad que pasa por una interlocución válida con el PRI, que había perdido por el tema de las coaliciones.
Al mediodía se lo comunicó a Nava y por la tarde la hizo pública en una carta de dos párrafos con un agujero: por discreción profesional no puedo revelarle los motivos de su renuncia, le decía al dirigente panista.
Esa discreción causó más que una molestia en Los Pinos, donde reprocharon que le haya abierto un flanco al Presidente, mientras otros cercanos a esa casa, del primer círculo calderonista, llegaron a decir: Eso de no poder revelar las razones de la renuncia partidista por sigilo profesional sirve para todo menos para asumir el golpe y quitárselo al Presidente y al partido.
A ver de qué tamaño y duración es la molestia presidencial y si los términos de la renuncia al PAN afectan su relación con Calderón y su funcionalidad como titular de Gobernación.
El PAN ha perdido a un militante histórico, Gómez Mont; veremos si el Presidente de la República ha ganado un secretario de Gobernación, o lo ha perdido.
Aunque el incluirlo en su comitiva a Ciudad Juárez, ayer, quiso ser un mensaje de Calderón. Por ahora...
Nos vemos el martes, pero en privado.
lopezdoriga@milenio.com.12-Feb-2010
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Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Excélsior, 12 de febrero de 2010;
El dilema priista de los panistas
Dice la sabiduría popular que no se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo. Al parecer, los gobiernos panistas no lo han entendido. No es posible pretender la cooperación con el PRI en el Congreso y, al mismo tiempo, unirse con el PRD para disputarle, en serio, varias gubernaturas el próximo 4 de julio.
No es la primera vez que los gobiernos panistas se enfrentan al dilema de qué tanto cooperar con su principal oposición, el PRI, y qué tanto hay que enfrentarse a este partido. Este conflicto —yo diría existencial— de los panistas ha estado presente desde que ganaron la Presidencia en el año 2000.
En el gobierno de Vicente Fox pronto salió a relucir con el choque que tuvieron el secretario de Relaciones Exteriores y el de Gobernación. Para Jorge Castañeda, el triunfo de Fox había representado la ruptura con el pasado autoritario y, por tanto, la necesidad de enterrar de una vez por todas las fuerzas del antiguo régimen. En contraste, según Santiago Creel el electorado no había mandado una señal de cambio tan contundente en la elección de 2000, lo que se había reflejado en la conformación de un gobierno dividido con una participación importante del PRI en el Congreso; esto obligaba al gobierno a una postura de acomodo con las fuerzas del antiguo régimen.
Trasladémonos, ahora, a 2010 donde el dilema sigue presente. Las posiciones encontradas ahora están protagonizadas por el presidente del PAN y por el secretario de Gobernación. Para César Nava hay que asociarse electoralmente con los partidos de izquierda a fin de desmantelar, de una vez por todas, las instituciones autoritarias del PRI que se han refugiado en los gobiernos de los estados. Según Fernando Gómez Mont esta alianza es absurda, “antidemocrática” en sus palabras, y complica, si no es que aniquila, la posibilidad de cooperar con el PRI en el Congreso para sacar adelante legislaciones importantes.
Fox dudó durante mucho tiempo qué postura privilegiar. Sin embargo, acabó por acomodarse con el PRI. Ganó Creel. Castañeda eventualmente salió del gabinete. Por su parte, Calderón optó por la misma opción de cooperación con el PRI durante la primera parte de su sexenio. Pero las elecciones del año pasado prendieron las alarmas en el gobierno panista. El PRI arrasó. Había que hacer algo para detener al tricolor en su camino por recuperar la Presidencia en 2012. Calderón, al parecer, comenzó a dudar y cambiar de postura. Le empezó a agradar la idea de enfrentarse, con todo, al PRI. De ahí la alianza electoral PAN-PRD que ya se anunció en Durango y Oaxaca y que se cocina en otros estados. De ahí, al parecer, la renuncia de Gómez Mont a su militancia panista como una forma de protesta, supongo, por la decisión de los del PAN de competir con todo en contra del PRI.
Cuando se escriba la historia de los dos primeros gobiernos de la alternancia en México, un capítulo entero tendrá que dedicarse a lo que podría denominarse el “dilema priista de los panistas”. ¿Qué demonios hacer con el PRI?, esa ha sido una pregunta fundamental para los gobiernos del PAN: ¿Respetar a los priistas o romper con ellos? ¿Negociar o enfrentarlos? ¿Cooperar o chocar? Lo que resulta utópico es que las dos cosas sean posibles porque, como bien dice el dicho, no se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo. Y eso sí que lo entienden los priistas.

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