Apostemos por nosotros mismos/ |
Roberto Gil Zuarth |
No es éste un alegato en contra de las alianzas electorales. Apostar por nosotros mismos significa mucho más que el rótulo de una decisión en torno a las competencias electorales. Es asumir los costos y los riesgos que implica decidir. Hacer política para empujar hacia el cambio, sin arredrarnos por lo que no hemos conseguido y sin renunciar a lo que desde siempre queremos ser. Hacer política, siguiendo a Castillo Peraza, con "alma utópica pero con cuerpo responsable".
Acción Nacional ha dejado de hacer política. Encuentro tres razones de esa atrofia intelectual y organizativa. En primer lugar, el partido ha dejado en manos de la oposición la narrativa sobre las tesis que lo definen, sobre las políticas públicas que procura y, en particular, sobre los resultados de su desempeño gubernamental. El retrato que se expone sobre Acción Nacional son los pincelazos deformadores de sus adversarios. El partido ha sido omiso en hilvanar un discurso coherente y autocrítico sobre su capacidad de gobernar y las circunstancias que le ha tocado enfrentar. No ha sabido reivindicar como mérito propio el largo período de estabilidad económica y política, la
vigencia de las libertades, la transparencia, la universalización de la salud, la gestión frente a la crisis mundial, la lucha por la seguridad. Ha renunciado a explicar las resistencias políticas que impiden profundizar en el cambio. No ha contextualizado sus errores y aciertos. Ha sido incapaz de atribuir responsabilidad a quienes pretenden conservar el estado actual de cosas. En ese vacío, lo primero que se ha perdido es la confianza en nosotros mismos; se ha sembrado la prisa de muchos panistas por regresar a la oposición para encontrar un cómodo asidero al desconcierto. Desde ese vacío, sólo podremos ofrecer reflejos antipriistas que dicen muy poco sobre lo que somos.
En segundo lugar, la organización está ensimismada en la política interna. La prioridad colectiva se ha desplazado de la plaza pública a la asamblea partidaria. Carece de objetivos de trabajo común para cultivar la confianza de los ciudadanos, para forjar liderazgos, para formar cuadros capaces de hablar el lenguaje de las políticas públicas. La organización debe trabajar la calle, regresar a la universidad, retomar una presencia activa en la sociedad civil organizada. Debe superar ya el viejo dilema entre abrirse y perder identidad, o cuidar su esencia a costa de morir de inanición. El partido se ha cerrado por el temor de que lleguen mejores ciudadanos y nos desplacen. Es hora de cambiar de visión: abrir las puertas del partido para motivar a todos a ser mejores.
En tercer lugar, el partido ha renunciado a reconocerse como una opción liberal y, por tanto, ha dejado de convocar a la mayoría social que apostó por la transición democrática, y que ahora reclama políticas públicas que hagan posible que cada cual sea capaz de pensar y decidir por sí mismo, sin el estorbo del Estado, sin concepciones impuestas del bien, sin esa cultura de los privilegios que limita la potestad de elegir.
El PAN debe defender sin cortapisas la libertad. Pero no esa idea de libertad que se conforma con la ausencia del Estado frente al mercado, sino aquella que reclama la expansión significativa de las capacidades individuales. La libertad en su doble acepción, negativa y positiva, que es simultáneamente derecho individual y poder individual. La libertad que también asigna al Estado el deber de remover los obstáculos para que cada uno pueda alcanzar su plan de vida. La libertad que garantiza la iniciativa y alienta el mérito. Esa libertad que es garantía de la intimidad y vocación pública de autogobierno.
Decía Castillo Peraza que hacer política es un riesgo, una posibilidad, pero, ante todo, una exigencia. Es deber individual para construir junto con el otro el destino común. Debemos asumir el riesgo de apostar por la libertad: combatir con todas nuestras fuerzas los privilegios políticos, sindicales, fiscales y empresariales; construir una mayoría social que procure una mayor presencia de lo privado en lo público; impulsar más competencia en los mercados y más eficiencia en los servicios públicos; perseverar en la lucha por la seguridad; invertir en capital físico y humano, en infraestructura productiva y educación; igualar a los mexicanos en el punto de partida.
Apostar por nosotros mismos es poner la inteligencia y la voluntad al servicio de la libertad. Hacer política total para una victoria cultural. Hacer política total por nuevas victorias de Acción Nacional.
El autor es ex subsecretario de Gobernación y diputado federal por el PAN.
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