20 ene 2011

La menguante insularidad balear

La menguante insularidad balear

Por Ramon Folch, socioecólogo. Director general de ERF
Publicado en EL PERIÓDICO, 19/01/11;
A mediados del siglo XIX, Cyrus Field, emprendedor visionario de Massachusetts, se empeñó en tender un cable telegráfico submarino entre Europa y América. En aquel entonces ya había algunos en Europa y en los propios Estados Unidos, pero ninguno tan largo. Tras mucha brega y algún fracaso, lo logró en verano de 1857: Terranova e Irlanda quedaron unidas telegráficamente mediante dos cables empalmados en el centro del Atlántico. La conexión se rompió a las pocas semanas, pero Field volvió a lograr su empeño en 1866, esta vez con un cable de una sola pieza (7.000 toneladas) que tendió el famoso Great Eastern, el mayor barco de la época.
Aquella proeza estimuló el tendido de cables submarinos en el mundo entero. En verano de 1860, tres cables submarinos consecutivos unieron Menorca con Mallorca, Mallorca con Ibiza e Ibiza con Xàbia; al año siguiente, Barcelona y Maó quedaron unidas telegráficamente por otro cable. Eran cables muy simples que solo permitían transmitir un mensaje tras otro, sin simultaneidad, pero trastocaron la vida isleña, porque las noticias llegaban en cuestión de minutos, no de días o semanas, como antes. La insularidad balear empezó a tambalearse.
Luego llegaron más cables, un servicio diario de barcos de vapor entre Palma y Barcelona a finales del siglo XIX, un primer vuelo postal entre Barcelona y Palma en 1920 y, a partir de 1934, los primeros vuelos regulares con hidroaviones, a cargo de la compañía Lape (Líneas Aeropostales Españolas). Recientemente, en 2009, se hizo realidad una nueva conexión física permanente, como la de los famosos cables telegráficos, pero de mayor enjundia material: entró en servicio el gasoducto Dènia-Ibiza-Mallorca. De siglo y medio a esta parte, la insularidad balear no cesa de menguar, así pues.
Hay que prepararse ahora para otra novedad significativa. A finales de 2011, Red Eléctrica Española podrá transportar electricidad entre la península y Mallorca gracias a un sistema submarino de cables tendidos entre Sagunt y Santa Ponça; un sistema derivado conectará, en 2012, Mallorca con Menorca e Ibiza. Serán dos cables HVDC (High Voltage Direct Current) que transportarán corriente continua a 250 kilovoltios, con una potencia conjunta de 400 megavatios; también habrá un cable de retorno y dos cables de fibra óptica. Ello significa que las Baleares contarán con electricidad peninsular prácticamente equivalente a la generada por una central de ciclo combinado, que no es poco. Pero sobre todo significará que entrarán en la red eléctrica europea. Eléctricamente hablando, dejarán de ser un archipiélago.
Cada uno de estos dos cables portadores, de una sola pieza de 237 km, pesa 6.700 toneladas, casi tanto como el primer cable trasatlántico de 3.500 km. Se explica: no es lo mismo un hilo que transporta una modesta señal telegráfica que un robustísimo cable capaz de acarrear 200 MW. Hay mucha destreza tecnológica tras ello. De hecho, harán el tendido los dos únicos barcos del mundo capaces de llevar a cabo una tarea de semejantes proporciones, el noruego Skagerrak y el italiano Giulio Verne. En algunos puntos, los cables se situarán en fondos de casi 1.500 metros de profundidad (1.485). En el mundo, solo hay una línea comparable, la que une Cerdeña con la península Itálica
No es casual. Cerdeña es la Mallorca italiana. Sicilia es aún mayor, pero el estrecho de Mesina tiene apenas 3 km de ancho. Estas grandes islas mediterráneas deben estar eléctricamente integradas en la red europea y ahora las Baleares lo estarán. El problema será otro: la quasi isla eléctrica y gasista es España. Sus líneas transfronterizas con Francia tienen capacidad para 1.400 MW, pero la estrategia de la Unión Europea para garantizar la coherencia del sistema eléctrico comunitario demanda 4.000 en el horizonte 2020, o sea más del triple. No es ninguna exageración, se trata de los niveles ya existentes entre territorios de la Unión desde hace años. Se nos pide, simplemente, que no seamos la excepción. Resulta que la península se puede conectar adecuadamente con las Baleares, a pesar de los casi 240 km de mar que hay de por medio, pero no ha sido capaz de hacerlo lo bastante con Francia. Pasmoso.
En términos operativos, tanto para las Baleares con respecto a la península, como para la península respecto del resto de Europa, estas interconexiones son muy recomendables. En términos estratégicos, igualmente. Y en términos sostenibilistas, todavía más. Un desarrollo vigoroso de las renovables exigirá versatilidad en la red de transporte. La seguridad del suministro ante cualquier contratiempo, también. Si tendemos cables y gasoductos submarinos con las Baleares, pero no resolvemos pronto el relativo aislamiento eléctrico y gasista que tenemos con Europa, la insularidad se trasladará a la península. Y es que, además de técnica de punta, se precisa visión anticipatoria. Como la de Cyrus Field en su momento.

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