31 ene 2011

Presunto culpable

Evidencian un sistema judicial fallido
Layda Negrete
Cartel de la película 'Presunto culpable'.
Foto: Especial
Una película de 84 minutos, con un costo de 10 millones de pesos, muestra una catástrofe: 92 por ciento de las acusaciones carecen de evidencia

Jésica Zermeño Núñez

Suplemento Enfoque de Reforma, Ciudad de México  (30 enero 2011).- La escena no se parece en nada a la de una película de Hollywood. No hay una sala espaciosa, el fiscal y el abogado defensor no tienen escritorio y el juez no cuenta con un martillo para llamar al orden. Este juicio tiene como escenario un cubículo de un juzgado en el Reclusorio Oriente, con ruido de fondo de múltiples teclados de cómputo en uso y espectadores amontonados detrás de un mostrador. El juez sólo se distingue de los demás por su vestimenta larga y negra, el único elemento de corte hollywoodense.
Los espectadores de Presunto culpable asisten, gracias a la presencia de las cámaras, al segundo juicio de José Antonio Zúñiga, un tianguista de 26 años que vive en Iztapalapa, acusado de homicidio y preso desde diciembre de 2005. En el primer juicio, sin cámaras, recibió 20 años de cárcel. En el segundo, en 2009, el público espera, en el filo de la butaca, que el resultado sea diferente, pues esta vez Toño es ayudado por un equipo jurídico comandado por Roberto Hernández y Layda Negrete –abogados, profesores del CIDE y hoy estudiantes de doctorado en la Universidad de Berkeley–.
Y lo esperan porque ya han visto y escuchado evidencias contundentes de que Toño, –como lo llaman todos– no pudo haber sido el asesino, porque hay testigos de que él estaba en otro lugar, porque las pruebas de balística fueron negativas y desapareció de los archivos el retrato hablado del agresor. Pero también han visto la incuestionabilidad de la información en las averiguaciones previas y los roles inamovibles del juez, que no toma en cuenta el juicio; de la abogada acusadora, y de los policías judiciales encargados de la detención de Toño, quienes sólo repiten "no recuerdo" ante las preguntas que el abogado defensor les hace.
Todo eso puede verse en Presunto culpable , el testimonio fílmico del escalofriante camino que hay que recorrer para demostrar la inocencia en un país donde ser inocente se queda sólo en la Constitución para aquellos que no pueden pagar una defensa en forma. La película llega a las salas de cine de la Ciudad de México el próximo 18 de febrero, después de haber recorrido exitosamente varias ciudades, desde Guadalajara hasta Budapest, pasando por Los Ángeles, Londres, Sarajevo, Turquía y hasta China. Catorce premios cinematográficos, 12 de ellos internacionales, y su exhibición en 23 festivales en distintos países avalan su calidad.
Layda Negrete, productora del filme y estudiosa del sistema penal mexicano desde hace 12 años, explica que el objetivo es que más mexicanos conozcan la deplorable situación del sistema de justicia. Quiere indignar, pero también sembrar esperanza.
"Los ciudadanos no entienden cuáles son las causas del problema, dónde están las deficiencias institucionales en justicia, por qué hay inocentes en la cárcel. Eso queremos mostrar, las cosas que la gente no sabe, que no ha visto.
"Lo que es lindo de este proyecto es que lo hacemos sin academia. No hay rollo legal, de política pública, de sociología. Nada más ves una historia que es súper potente. Y te hace sentir que hay soluciones, que hay gente que se la puede jugar. Es conmovedor ver a una persona en la cárcel, con 20 años de condena encima, y desde ese lugar, donde es sumamente improbable generar liderazgo, de repente crece y se enfrenta a un sistema entero. Toño, un mexicano común en un reclusorio, de repente confronta al juez, confronta al testigo, hace su propia defensa. Hasta le enviamos libros para que se preparara. Es increíble", sentencia.
'Yo haría lo mismo'
No es la primera vez que Layda y su esposo Roberto, director del filme, utilizan una cámara para dar cuenta de las inconsistencias en la conformación de los expedientes en los Ministerios Públicos, de los vicios del personal para consignar personas –encontraron que los agentes que no logran consignar al suficiente número de "culpables" trabajan doble turno, por ejemplo.
La primera vez fue en un docucorto de 19 minutos. Su trabajo con investigadores de estadísticas y encuestas a personas en reclusión se plasmó en El túnel (2006), los testimonios de varios reclusos que nunca vieron a un juez ni tuvieron acceso a su averiguación previa y purgan condenas siendo inocentes. Creían que la única forma de dar a conocer la alarmante situación era mediante el uso de las cámaras, con los testimonios de primera mano.
Familiares de Toño vieron su trabajo y los buscaron, desesperados. No se resignaban a que cumpliera una condena de 20 años siendo inocente. Layda y Roberto estudiaron el caso, vieron inconsistencias y lo tomaron. La nueva misión venció un primer gran obstáculo: tras un año de trámites, las autoridades del penal aceptaron que se filmara una primera entrevista con Toño de 15 minutos. Lo demás fue más fácil.
"Nos costó muchísimo trabajo, pero lo increíble fue que se abrieron todas las puertas. Había un argumento muy fuerte para nosotros que era 'Esto es público y tiene que haber acceso'. Ese argumento fue una pieza de ajedrez que se jugó bien.
"El juez nos decía 'no tengo nada que ocultar', y la forma en la que lo vemos operar es la forma en que él cree que debe hacer su trabajo. Eso nos da una clave muy importante de cuáles son las soluciones. No son las personas el problema, son los diseños institucionales. Tenemos un sistema de justicia fallido. Si yo estuviera en ese trabajo haría lo mismo, o no tendría ese trabajo. Si reemplazamos a los funcionarios que aparecen en la película en realidad veríamos exactamente el clon idéntico, porque las dependencias están diseñadas para operar de esa forma. Lo que nosotros tenemos con estas autoridades es agradecimiento, por la apertura. Nos hizo sentir que hay aliados dentro de las instituciones. Ellos saben que el sistema es insostenible", explica Layda.

El proyecto
Contrario a lo que se ve en la pantalla, la filmación de Presunto culpable fue en el inicio una odisea familiar. Un primo o ellos mismos cargaban la cámara. La hermana de Layda se hacía cargo del sonido, escondida debajo de los escritorios del juzgado para no salir en las tomas. Pero el proyecto se ha hecho tan grande que, gracias a donaciones, se ha duplicado el número de copias con las que llegará a la Ciudad de México, de 50 a 100 –y esperan llegar a 120–, y gente del cine reconocida internacionalmente llegó a ofrecer su ayuda, porque creen en su mensaje, dice Layda.
Entre los que llegaron están Geoffrey Smith (The English Surgeon ) en la dirección; en la producción, Martha Sosa (Amores perros, Los que se quedan ) y Yissel Ibarra (Amores perros, Todo el poder ); Lynn Fainchtein (Biutiful, Voces inocentes ) en la supervisión musical y Martín Hernández (Amores Perros, Babel, El laberinto del fauno, Biutiful ) en el diseño sonoro.
Roberto y Layda han decidido renunciar a sus ganancias y donarlas a Renace, una organización de la sociedad civil que defiende jurídicamente a personas con bajos recursos. Además, Cinépolis se estrena como distribuidor, y ha renunciado a la comisión por la distribución.
Con Presunto culpable Layda y Roberto exigen que se graben todas las declaraciones y los juicios, para poder vigilar a la policía y al sistema. Es la única forma de auditar, sostienen.
"Tiene que haber un sistema en el que puedas poner las manos al fuego por cualquier declaración. Y es una cuestión de entrenamiento de policías y de técnica. En otros países ya se hace. Lo único que tenemos que hacer es voltear y ver afuera. Esto también tiene que ser parte de la lucha oficial, sin duda", sentencia Layda.

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