6 may 2011

Exige FCH: Patria antes que partido

Abajo el discurso completo
 Exige FCH: Patria antes que partido
Dice la entrada de una nota de Mayolo López del periódicoReforma:,
"Al calor de la Ceremonia Conmemorativa de la Batalla de Puebla, el Presidente Felipe Calderón lanzó ayer la arenga "Patria antes que partido", para sostener que ninguna autoridad debe desoír el clamor de justicia de los ciudadanos. Ceñida la banda presidencial al pecho, en el mausoleo levantado en memoria del General Ignacio Zaragoza, el Mandatario auguró una victoria sobre el crimen organizado, toda vez que al Estado, dijo, le asiste la razón, la ley y la fuerza.Arropado por los Secretarios de la Defensa, Marina, Gobernación y Economía, así como por la Procuradora General de la República, el Presidente trajo a escena las palabras que en el fragor de la Batalla del 5 de Mayo de 1862 pronunciara el General Miguel Negrete, quien, en un principio opuesto a los liberales en la Guerra de Reforma, terminó por unirse al General Ignacio Zaragoza y defender sus convicciones con un apotegma: "Yo tengo Patria antes que partido...".
Con el Gobernador Rafael Moreno Valle y los miembros de su comitiva oficial, Calderón rindió ayer una guardia de honor al pie del mausoleo del General Ignacio Zaragoza.
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Discurso del Presidente Calderón en la CXLIX Aniversario de la Batalla del 5 de mayo de 1862 y Toma de Protesta de Bandera a los soldados del Servicio Militar Nacional
  Puebla, Puebla, 5 de mayo del 2011
Señor Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Cámara de Diputados.
Senador Francisco Arroyo Vieyra, Vicepresidente del Senado de la República.
Ministro Luis María Aguilar Morales, Ministro de la Suprema Corte y Representante de la misma.
General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa Nacional.
Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, Secretario de Marina.
Doctor Rafael Moreno Valle Rosas, Gobernador del Estado de Puebla.
Diputado José Guillermo Aréchiga, Presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado.
Magistrado David López Muñoz, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Licenciado Eduardo Rivera Pérez, Presidente Municipal de Puebla.
Honorables integrantes del presídium.
Apreciables Legisladores.
Distinguidos invitados especiales.
Jóvenes estudiantes.
Señoras y señores:
Hoy celebramos, con júbilo, con respeto y con admiración uno de los momentos más gloriosos de nuestra historia nacional.
En este mismo lugar, los patriotas y valientes soldados mexicanos derrotaron, hace 149 años, al mejor ejército del mundo. A un ejército que buscaba someter a nuestro país al capricho de un dictador extranjero: Napoleón III.
Como sabemos, México fue invadido, sin justificación alguna, en 1862, por tropas francesas, que comenzaron su marcha hacia la Ciudad de México, desde Veracruz, batiendo a los nuestros en las primeras batallas.
La tarea de hacer frente al invasor en Puebla quedó en manos del Ejército  de Oriente, comandado entonces por el joven y brillante General Ignacio Zaragoza. Sin duda, era mucho lo que estaba en juego en esta ciudad.
Aquí estaba concentrada la mayor parte de las tropas mexicanas, ya que resultaba fundamental para la defensa de la capital de la República detener el avance francés.
Aquellos fueron momentos sumamente amargos y dolorosos para el país. Había entonces quienes pensaban que la joven República no tendría viabilidad como Nación y que lo mejor era claudicar y someterse a una potencia extranjera.
Había quienes pensaban que el ejército francés era invencible. Ciertamente, había mexicanos que, rebasados por el pesimismo y el miedo, no tenían esperanza alguna.
Pero la historia hoy nos recuerda que en medio de la desazón, también había mexicanos valientes que se sentían llamados a combatir con decisión y a toda costa, porque sabían que lo que estaba en riesgo era ni más ni menos que el futuro de la Patria y la libertad de las próximas generaciones de mexicanos.
De los muchos ejemplos heroicos desplegados aquella mañana del 5 de mayo, está también el del General Miguel Negrete, quien aunque se había opuesto en un primer momento a los liberales en la Guerra de Reforma, al desencadenarse la intervención extranjera no dudó en unirse al General Ignacio Zaragoza, para defender a México de las bayonetas extranjeras, y al ser cuestionado por sus propios partidarios exclamó: Yo tengo Patria antes que partido.
Sus palabras siguen resonando en el tiempo y nos dan ejemplo a todos de lo que dijera muchos años antes Vicente Guerrero: La Patria es Primero. De que la Patria debe estar siempre por encima de intereses personales o de grupo, de que el bien de la Patria debe motivarnos a todos los mexicanos de bien a unir esfuerzos para enfrentar los más duros desafíos.
El 5 de mayo 1862, pasadas las 11 de la mañana, comenzó el duelo de artillería entre los ejércitos francés y mexicano. Al cabo de hora y media, los franceses lanzarían feroces ataques de infantería contra los fuertes de Loreto y de Guadalupe, aquí asentados.
Las tropas nacionales pelearon valientemente en aquella jornada, sabiendo que en ello iba el futuro de la Nación. Los franceses fueron así rechazados varias veces, pero volvían a la carga y cada vez con mayor fuerza.
Cuando parecía que el enemigo alcanzaría su objetivo de llegar hasta Los Fuertes mismos, los valientes zacapoaxtlas se lanzaron en combate cuerpo a cuerpo contra el invasor.
Los generales franceses, entonces, enviaron a lo más granado de su ejército, a los Cazadores de Vincennes, pero ni así pudieron avanzar y conseguir su meta. Comenzó a llover y granizar, y el combate se tornó aún más encarnizado.
Derrotados final y totalmente, los franceses tocaron retirada hacia las 5 de la tarde de un día como hoy. El Ejército Mexicano había triunfado.
El General Felipe Berriozábal, quien también fue parte medular en la victoria nacional, dijo a sus soldados: Las águilas francesas han atravesado los mares para dejar caer al pie de la Bandera mexicana los laureles de Sebastopol, Magenta y Solferino. Habéis combatido a los primeros soldados del mundo y hoy sois los primeros en vencerlos.
El 5 de mayo de 1862 está grabado con tinta indeleble en los corazones de todos los mexicanos. Es una muestra palpable de patriotismo y de valentía, de entereza y de coraje. Es un momento que puso de manifiesto lo mejor que hay en el corazón de cada hija y de cada hijo de esta noble tierra.
La lección que nos deja aquella jornada histórica, es que muchas veces los desafíos parecen insuperables, pero no lo son. La lección es que los mexicanos somos un pueblo capaz de superar el desánimo, de enfrentar cualquier reto y de superarlo, de salir adelante.
Bien lo señaló Andrés Henestrosa, al decir: Cuando todo parece que se ha perdido; cuando parece que el hombre olvidó el orgullo y la voluntad de serlo; cuando todos callaron, cuando pareció que todos rindieron la frente y doblegaron la cerviz; cuando se creyó que toda lucha era inútil ante lo que se tuvo por invencible y por irremediable. Es cuando nacen el héroe, el apóstol, el libertador, el mártir, el profeta; el poeta, que con su canto levanta murallas para defender a la Patria.
Y así fue, porque ante el desafió del imponente ejército francés, surgieron los valientes defensores de Puebla, que lo dieron todo por México.
Esa es la lección inmortal. Esa es la enseñanza escrita con la sangre propia que nos dejaron los héroes de 1862, aquellos gigantes que no se amilanaron ante el poder del enemigo.
Si los mexicanos de hoy podemos ver más lejos es sólo porque estamos parados sobre sus hombros, sobre los hombros de aquellos gigantes. Ciertamente, como ayer, hoy la Patria tiene desafíos. Los mexicanos enfrentamos enemigos poderosos que pretenden, como lo pretendieron los enemigos de ayer, imponer sus reglas, acabar con la libertad de los mexicanos y acabar, también, con las libres instituciones de la República, que en la historia nos hemos sabido dar los mexicanos.
Me refiero a los criminales, a los enemigos de las familias, a los enemigos de la democracia, a los enemigos de las mexicanas y los mexicanos de bien. A esos cobardes, que roban, que extorsionan, que secuestran, y que matan mexicanas y mexicanos honrados y trabajadores, ciudadanos inocentes, apropiándose de su patrimonio, envenenando a sus hijos y, finalmente, privándoles de la vida.
Las acciones de la delincuencia, lo sabemos bien, han generado dolor y congoja inconmensurable en sus víctimas, pero también en todos los mexicanos. Y ante este enemigo, hay quienes, de buena o mala fe, quisieran ver a nuestras tropas retroceder, a las instituciones bajar la guardia, y darles simple y llanamente el paso a esas gavillas de criminales.
Hoy les digo que eso no puede y no va a ocurrir. Porque tenemos la razón, porque tenemos la ley, y porque tenemos la fuerza, vamos a ganar.
No está a la altura de nuestro legado histórico la opción siquiera de considerar de rendirse; la opción de claudicar y entregar al país; la opción de abandonar a su suerte a las familias mexicanas,  y que sobre las calles de las ciudades y los pueblos de México transiten, no las autoridades instituidas democráticamente, sino simplemente criminales y gavillas asesinas de ambición incontrolable y de perfidia manifiesta.
El retraimiento del Estado, el retiro de las fuerzas del orden frente al crimen significaría otorgarles licencia abierta para secuestrar, para extorsionar,  e incluso, matar a ciudadanos, según su conveniencia y según su insaciable ambición.
Significaría renunciar al deber fundamental de proteger a las familias; significaría dejar el destino del país en sus manos.
Como Presidente de todos los mexicanos, comparto plena y profundamente el dolor, la tristeza, la indignación que ha causado la delincuencia al arrebatar cobardemente la vida y la tranquilidad en muchos, muchos hogares del país. Pero es, precisamente, ese dolor y esa indignación, lo que nos motiva a seguir adelante.
A pesar de duda o desánimo que pueda haber comprensiblemente en muchas personas, tenemos que hacer acopio de fuerza, enfrentar y dominar el mal.
Los mexicanos de bien estamos en el mismo bando. Y por eso, la acción de los criminales, más allá de nuestras legítimas discrepancias, más allá de puntos de vista que pueden y deben ser divergentes, no debe dividirnos, debe unirnos en nuestro propósito de consolidar un México de justicia, de paz, de seguridad y de democracia.
A ello estamos convocados todos, sociedad y Gobierno. A ello estamos llamados especialmente los Poderes de la Unión, los gobiernos locales y todas las fuerzas políticas. Ahí está el ejemplo del General Miguel Negrete, quien dijo: Yo tengo Patria antes que partido.
México espera mucho, mucho de todos los que tenemos responsabilidades públicas y políticas. Ninguna autoridad debiera desoír el clamor de justicia de los ciudadanos. Ningún gobernante o representante debe rehuir la responsabilidad para obtener beneficios políticos o eludir costos de la tarea que se cumple por deber.
Todos los mexicanos debemos tener Patria antes que partido.
Jóvenes soldados del Servicio Militar Nacional:
A ustedes digo que enaltezcan siempre los más altos principios de la Patria, lleven siempre en el corazón nuestra Bandera Nacional. Ámenla y defiéndanla con todas sus fuerzas.
A ustedes y a todos los jóvenes de México, a todas las mexicanas y mexicanos hoy inundados por el dolor y la desesperanza, les recuerdo y recuerdo a todos las inmortales palabras del General Ignacio Zaragoza al amanecer del 5 de mayo de 1862.
Ante el imponente despliegue del enemigo, en el dramatismo de la hora vivida entonces por la Patria, por supuesto, mucho más grave que el que ahora vivimos, se dirigió así Zaragoza a sus tropas, para arengarlas:
Soldados: Hoy vais a pelear por un objeto sagrado, vais a pelear por la Patria. Yo prometo que en la presente jornada conquistaréis un día de gloria. Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra Patria.
Soldados: Leo en vuestra mente la victoria. Viva la Independencia Nacional y Viva la Patria.
Zaragoza, Berriozábal, Negrete, nunca rechazaron su deber. No pactaron con el enemigo. No consintieron su avance. Pelearon y, a pesar de todas las adversidades, vencieron. Y hoy, la Patria los recuerda con emoción y con orgullo. Tenemos ejemplo en ellos y en todos los héroes de Puebla para conducirnos con honorabilidad.
Actuemos, jóvenes mexicanos, actuemos pensando en nuestra Patria y en nuestras familias, para protegerlas de cualquier amenaza.
Actuemos como lo marca nuestro Himno Nacional con orgullo: Un soldado en cada hijo te dio. Un soldado tiene la Patria en todos y cada uno de ustedes. Como soldados de México, debemos unir esfuerzos, y defender a la República y a sus instituciones.
Y estoy seguro que todos leeremos en el cumplimiento del deber y en el amor a México, la victoria.
Defendamos a México y llevémoslo al futuro, al futuro que sembraron pródigamente los héroes nacionales que hoy conmemoramos. Defendamos a México y.
Qué Viva el General Ignacio Zaragoza.
Y qué Viva México.

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