28 ago 2011

Hará el milagro Juan Pablo II?



Parece que ese es el propósito de placear las reliquias del hoy beato -y pronto santo- Karol J. Wojtyla.
El “show” por un milagro…
Rodrigo Vera
Revista Proceso # 1817, 28 de agosto de 2011;
Las reliquias del beato Juan Pablo II ya empezaron a recorrer el país: la caravana-show durará casi cuatro meses y pasará por todas las diócesis y arquidiócesis de México para, según sus organizadores, “conseguir la paz y que cese la violencia”. Pero el propósito de pacificar a la nación mediante el acto de idolatrar las pertenencias de un muerto comenzó con una mala señal: mientras el cardenal Norberto Rivera presentaba la primera parada de la gira en la Basílica de Guadalupe, en Monterrey ocurría la matanza en el Casino Royale…
Felipe Calderón, su esposa y sus tres hijos entraron a la nunciatura apostólica por el blanco portón adornado con el escudo vaticano en bronce, atravesaron los espaciosos jardines interiores y llegaron al salón donde estaban expuestas las reliquias del beato Juan Pablo II.
Ahí la familia del presidente se fotografió ante la figura de cera que representa el cuerpo yacente del beato con la cabeza recostada en un cojín, las manos cruzadas al pecho y enfundado en las suntuosas vestimentas que usó en vida. A un lado se exhibía la reliquia principal: una cápsula con sangre del llamado Papa viajero.
Con esta publicitada visita a la nunciatura –el domingo 21–, Calderón dio el banderazo de salida para que las reliquias recorran durante cuatro meses todo el país.
El sacerdote Manuel Corral, coordinador de la peregrinación de las reliquias, aclara la intención de la Iglesia: “El único objetivo de la peregrinación es conseguir la paz y que cese la violencia y la inseguridad en el país. Trataremos de unir a los mexicanos, pues todos unidos seremos más fuertes ante al enemigo que nos quiere vencer”.
–¿De qué modo piensan lograr la paz?
–Mediante la oración. Nuestra única arma es la oración. Rezar y rezar por el bien de todos los mexicanos. Queremos levantar la esperanza de la gente.
–¿Por qué se valen de la figura de Juan Pablo II?
–Porque él le tuvo un gran amor a México y logró aglutinar a los mexicanos. Lo demuestran las cinco visitas que hizo al país. Juan Pablo II podrá ser muy criticado en ciertos aspectos, lo reconozco, pero es innegable que siempre quiso el bien para México. Por eso queremos que la gente reviva su recuerdo y valore el gran legado que nos dejó. Eso es lo importante.
Corral, también vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), adelanta que la peregrinación por la paz será una movilización eclesiástica como nunca antes se había visto en México: “Es la primera vez que unas reliquias van a recorrer todo el país. ¡Imagínese! Estarán en cada una de las 91 diócesis y arquidiócesis que hay en México. ¡En todas! Ninguna circunscripción eclesiástica se quedará sin recibirlas”.
–Y durante cuatro meses… ¿no es muchísimo tiempo?
–Sí. Pero qué otra cosa se podía hacer si cada diócesis está pidiendo que le dejemos más días las reliquias. Las feligresías de cada región están histéricas y se quejan de que podrán venerarlas muy poco tiempo.
–¿Cómo surgió la iniciativa de traer esas reliquias a México?
–Desde antes de la beatificación de Juan Pablo II varios grupos y movimientos de laicos católicos pedían que se trajeran sus reliquias a México. En el episcopado les decíamos que necesitábamos sujetarnos a un proceso.
“Al darse la beatificación, el 1 de mayo, esos grupos volvieron a insistir. Y entonces nos pusimos en contacto con Roma y vimos que era factible el envío de las reliquias. El tema se debatió en el consejo de presidencia y luego en el consejo permanente de la CEM. Finalmente los obispos mexicanos aprobaron por unanimidad que se trajeran las reliquias.
“Pasamos después a los trámites en el Vaticano: hicimos gestiones con el postulador de la canonización del beato, con la Congregación para las Causas de los Santos y con la Congregación para el Culto Divino. Todas dieron su aprobación. El miércoles 17 traje las reliquias de Roma y firmé como responsable de su internación en el país”.
El episcopado mexicano –en un comunicado que difunde en su página en internet, www.cem.org.mx– aclara el sentido que le dará a la veneración de esas reliquias:
“Ante la percepción de un México sumido en el terror, dolor, desesperanza, angustia, venganza y rencor, consecuencia de la inseguridad y la violencia por aquellos que se han inclinado por la cultura de la muerte, la veneración de las reliquias será una oportunidad para que los bautizados y personas de buena voluntad volvamos los ojos a Dios, y que por la intercesión de Juan Pablo II alcancemos su perdón y misericordia.”
Las reliquias se trasladaron primero a la nunciatura y de ahí salieron, el jueves 25, a exhibirse masivamente en México, haciendo una primera escala en la Basílica de Guadalupe, iniciando así el largo peregrinaje “por la paz y la unidad” que concluirá el próximo 15 de diciembre.

La Iglesia, “al quite”

Roberto Velázquez Nieto, especialista en temas eclesiásticos, asegura a Proceso:
“Con esta gran movilización, sin precedentes en la historia política de México, la Iglesia intenta ocupar los vacíos que está dejando el Estado mexicano, un Estado fallido sobre todo en regiones enteras del norte del país, como Tamaulipas, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.
“La jerarquía católica optó por utilizar la figura de Juan Pablo II, uno de los líderes religiosos y políticos más influyentes del siglo XX y de principios del XXI. Ese pontífice, que tuvo mucho arrastre en México, será el icono de la peregrinación que apenas inicia y que ya cuenta con el pleno respaldo del gobierno de Calderón.”
–¿La jerarquía católica intenta apoyar al gobierno?
–Para utilizar un término taurino, la Iglesia hoy sale al quite y le está diciendo al gobierno federal: “Quítate y déjame lidiar con mis métodos”. Eso es lo novedoso de la movilización encaminada a contener la alarmante inseguridad.
–¿Cuál es su lectura de la visita de Calderón a la nunciatura?
–Bueno, Calderón pertenece al PAN, un partido que siempre ha comulgado con los postulados de la Iglesia católica. Y en lo personal, el presidente es un admirador de la vida y obra de Juan Pablo II, viajó a Roma para asistir a su beatificación. No es de extrañar su visita a la nunciatura para pedirle el milagro a las reliquias que lo hagan salir del atolladero.
Investigador del Archivo Secreto Vaticano e investigador huésped de la Universidad de Texas, Velázquez Nieto no descarta que el gobierno calderonista haya hecho arreglos cupulares en Roma para traer las reliquias.
“Mientras la jerarquía católica gestionaba en el Vaticano el traslado de las reliquias, la canciller mexicana Patricia Espinosa también estaba allá. Trascendió que fue por junio o julio. De ser ciertas estas versiones, la canciller necesariamente tuvo que reunirse con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, a fin de tratar el tema.”
Velázquez indica que de cualquier modo “se tuvieron que hacer gestiones en la embajada de México ante el Vaticano, lo mismo que en la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, pues el traslado de reliquias tan importantes debe tener el visto bueno del gobierno mexicano”.
Por otra parte, el investigador repara en que la peregrinación por la paz arranca sin tener propuestas en materia de seguridad: “La peregrinación de la Iglesia carece de propuestas concretas. Al menos no le conozco ninguna. En ese sentido es muy diferente al movimiento ciudadano encabezado por el poeta Javier Sicilia, también de inspiración cristiana y encaminado a buscar la paz, pero claramente opuesto a la militarización y con propuestas legislativas muy claras”.
–¿Qué opina sobre el recurso de utilizar una muestra de sangre y un muñeco de cera para levantar una gran movilización?
–La idolatría es un recurso viejísimo. La adoración de las reliquias fue muy usual en la Iglesia de la Edad Media, cuando los huesos y vestimentas de los mártires y santos eran muy venerados. Sorprende que en pleno siglo XXI se vuelva a echar mano de la idolatría.
Otros analistas también empiezan a criticar ese carácter idolátrico de la peregrinación, como Roberto Blancarte, investigador de El Colegio de México, quien equipara a las reliquias del beato con las “reliquias más estrambóticas e inverosímiles” del medioevo.
Blancarte –en artículo publicado en el diario Milenio el martes 16– afirma que como en la Edad Media, ahora los prelados católicos confían en que su “gira necrofílica” tendrá “efectos milagrosos”. Y que el beato Wojtyla “desde los cielos puede ayudar al país a salir de la ola de inseguridad en que vivimos”.
El periodista polaco Maciek Wisniewski –en una colaboración para el diario La Jornada, el martes 23– asegura que así como en vida Karol Wojtyla hacía un show de sus presentaciones en público, hoy su figura itinerante de cera representa una “reliquia-show” y significará un retorno al “oscurantismo”.
Corral rebate estas impugnaciones: “Todos tendemos a la idolatría, a tener ciertos rituales y símbolos que nos dan fortaleza y nos ayudan a afianzarnos en la vida. La idolatría se da a todos los niveles. Por ejemplo, entre los intelectuales es prenderse a una idea o creerse dios.
“El ámbito trascendental, que es lo más grande y sublime, también se expresa en ritos y símbolos. De manera que no deberíamos juzgar a los fieles por venerar una reliquia; habría que preguntarle a ellos el significado de tocar el vidrio que protege la figura de cera del Papa.”
–¿La movilización del episcopado intenta bloquear al movimiento por la paz de Sicilia?
–¡No! ¡En lo absoluto! La lucha de Sicilia es muy loable. Tiene una buena intención. Su movimiento y nuestra peregrinación son dos caminos distintos que, sin embargo, tienen el mismo objetivo; buscar la paz y la armonía entre los mexicanos. Nosotros apoyaremos siempre a cualquier movimiento que procure el bien de México.
–¿No hay ninguna intencionalidad política en su peregrinación?
–¡Ninguna! Nuestra única intención es buscar la paz, ¡y punto! Para ello estamos repartiendo estampitas que contienen oraciones por la paz.
Aparte de la muestra de sangre que le fue extraída a Juan Pablo II, durante la peregrinación se venerarán otras reliquias del beato, como solideos, sandalias, rosarios, estolas, escapularios, albas, cíngulos y bandas con el escudo papal, entre otras prendas que adornarán a la figura de cera itinerante elaborada por el escultor mexicano César Cervera, quien calcó el rostro de la mascarilla mortuoria del beato. A la figura la resguarda una estructura de cristal, alpaca y talavera hecha por Jesús Herrera Santos.
Las reliquias y la figura recorrerán el país en camionetas que fueron adaptadas para exhibir los objetos. A los vehículos también les adaptaron luces para que por las noches pueda distinguirse a lo lejos su paso.
Sin embargo los peregrinos recorrerán zonas peligrosas controladas por los cárteles de la droga. En Michoacán, por ejemplo, las reliquias llegarán en octubre a los puntos más conflictivos: Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Tacámbaro y Morelia.
Al mes siguiente recorrerán el peligroso estado de Chihuahua en puntos como Ciudad Juárez, la Tarahumara, Nuevo Casas Grandes, Cuauhtémoc, Madera y la capital del estado. Igualmente la peregrinación atravesará regiones peligrosas de Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y otros estados considerados de alto riesgo.
Manuel Corral comenta preocupado: “Hemos abordado el tema con encargados de seguridad del gobierno federal. Llegamos a la conclusión de que lo mejor es hacer nuestros eventos en horas no peligrosas para no exponer la vida de los fieles ni las reliquias. Ya veremos cómo nos coordinamos con cada autoridad local. Tenemos confianza en que todo saldrá bien”.

Inquietud en Catedral

Aún no comenzaba la peregrinación y ya había nerviosismo en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que albergará las reliquias del 5 al 8 de septiembre. Armando Martínez, abogado de la sede catedralicia, empezó a quejarse porque el recinto –que ya ha sufrido varias agresiones– no está en condiciones de recibir las reliquias.
“Los fieles, el recinto y el cardenal Norberto Rivera corren riesgos en su seguridad”, declaró Martínez, aterrado, el domingo 21. Las autoridades capitalinas intentan tranquilizarlo con la promesa de reforzar esos días la vigilancia policiaca afuera de la Catedral.
No es para menos el nerviosismo eclesiástico, ya que varios curas han sido asesinados presuntamente por el crimen organizado. El mismo episcopado mexicano –en abril pasado– dio a conocer una lista de 12 sacerdotes caídos (Proceso 1798).
Para colmo, un presagio funesto ocurrió el pasado jueves 25, el mismo día que arrancó la peregrinación y en la Basílica de Guadalupe se le oficiaba la primera misa a las reliquias; un atentado mataba a más de 50 personas en el Casino Royale de Monterrey.
Durante esa misa en la Basílica Norberto Rivera exhortaba: “Es necesario dar paz con otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar. Son necesarias, sobre todo, las armas morales”.
Velázquez Nieto augura una movilización de millones de fieles: “Tomando en cuenta los cuatro meses de peregrinaje y el hecho de que las reliquias estarán en importantes santuarios y catedrales, es previsible una gran movilización de millones y millones de fieles como nunca antes se había visto”.
–¿Pero todo quedará en un movimiento de pura devoción a las reliquias?
–Eso no lo sabemos porque la peregrinación apenas empieza. Puede haber sorpresas. En torno a la jerarquía se aglutinan infinidad de grupos, católicos y no católicos, de ultraderecha y progresistas. Hay incluso sacerdotes, religiosos y obispos que están defendiendo los derechos humanos de las víctimas del narcotráfico y oponiéndose a la guerra de Calderón. En fin, la peregrinación puede culminar con propuestas prácticas y concretas por parte de la Iglesia, incluso con la visita del Papa Benedicto XVI, como ya la pide el gobierno para dar consuelo a los mexicanos.
–¿Es entonces una movilización de consecuencias imprevisibles?
–Sí. Y con ella la jerarquía intenta demostrar su fuerza y su poder de convocatoria. Tiene el aval del gobierno porque éste ya se siente desesperado e impotente, al extremo de que espera casi un milagro para solucionar el problema de la violencia, cuyo último episodio sangriento fueron los más de 50 muertos del Casino Royale.
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