21 ago 2011

Turismo y política/Walter Laqueur

Turismo y política/Walter Laqueur, director del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.
Publicado en LA VANGUARDIA, 21/08/11.
Es pleno verano. Los escolares están de vacaciones, así como los diputados, y permanecen cerradas buen número de oficinas en toda Europa. Ha habido olas de calor en Estados Unidos y en Moscú, pero no en Inglaterra, Francia ni Alemania, que casi han tiritado a la hora de escribir estas líneas… Algunas meteorólogas jóvenes que ofrecen la previsión del tiempo en canales de televisión estadounidenses aparecen en bikini. Y –sorpresa, sorpresa– el turismo aumenta pese a la losa de la deuda y la crisis de la eurozona.
La industria turística ha atravesado años malos,  pero los resultados del 2011 prometen ser buenos. El sector turístico de gama alta es próspero; el volumen de negocio de los hoteles de cinco estrellas ha aumentado un 9% y de los de cuatro estrellas sólo un 3%. Los turistas chinos han sobrepasado a los oligarcas rusos y su entorno como clientes de mayor largueza en el gasto en Europa. Pero el dólar acusa debilidad y los deseosos de adquirir relojes, ropa de moda o perfumes encuentran mejores precios en Nueva York que en Europa. Para comprar perfume francés ya no hace falta entrar en tiendas de Sephora o Guerlain en los Campos Elíseos u otros establecimientos en la avenida Montaigne.
En el caso de las tiendas de lujo de París es prácticamente una necesidad contar con personal con conocimientos de chino. Las guías turísticas chinas recomiendan a sus lectores que elijan hospedaje económico y no frecuenten restaurantes de lujo, pero animan a comprar caro. Numerosos turistas con cierto nivel de formación visitan Cambridge en Inglaterra porque uno de los más famosos poemas en chino está dedicado a esta ciudad y su universidad. Pese a las dificultades económicas, los turistas japoneses siguen constituyendo una importante realidad en Europa (o vuelven a serla de nuevo).
Los viajes en crucero abundan, a medida de los deseos de la clientela: celebración de fiestas, bailes de disfraces o lunas de miel, viajes de exploración, desplazamientos a la Antártida o río Mekong arriba. Hay expediciones al Sáhara occidental o a Namibia. Los periódicos y revistas estadounidenses ofrecen cruceros a sus lectores para que estos puedan conocer a sus colaboradores favoritos.
Cada vez es más barato el desplazamiento por vía aérea; un vuelo de Londres al sur de España cuesta menos de treinta libras esterlinas. Desplazarse en taxi del aeropuerto de Londres al West End o a la periferia cuesta el doble de precio. Si no le apremia el tiempo, un canadiense con suerte puede ir a Washington en autobús por un dólar si quedan asientos libres en el último minuto.
El panorama descrito presenta un inconveniente: la competencia entre líneas aéreas que cada vez pagan menos a sus pilotos, tripulación y personal de tierra, de forma que empiezan a menudear las huelgas. Hemos visto imágenes de pasajeros bloqueados en aeropuertos… Por lo demás, la comida que se sirve durante el vuelo –cuando se sirve– resulta incomestible y varias líneas aéreas proyectan cobrar a los pasajeros por el uso de los lavabos.
En fin, estamos presenciando transformaciones de notable calado.  Francia, que recibe casi ochenta millones de visitantes al año, sigue siendo el país más visitado, seguido de España. Estados Unidos ocupa actualmente el número tres de la lista porque resulta barato e Italia ocupa el cuarto lugar. Europa fue antes testigo de la afluencia anual de turistas de norte a sur en dirección al sol. Sin embargo, numerosos turistas acusan el exceso de sol y, en consecuencia, han aumentado los viajes turísticos a Escandinavia y a los países bálticos en general, y no únicamente a los fiordos noruegos. Existe actualmente incluso un hotel de cinco estrellas en las islas Spitzbergen.
Por razones políticas, hay escaso turismo en dirección al norte de África y Oriente Medio. Una bofetada en pleno rostro, ya que las economías de estos países dependen en notable medida del turismo. Los visitantes refieren que las pirámides están prácticamente desiertas incluso los fines de semana y los lugares turísticos del Sinaí no se juzgan seguros por los ataques de beduinos en las inmediaciones. Grecia ha acusado asimismo los efectos de la crisis económica. Por otra parte, el turismo ha prosperado en otras partes del mundo: un 17% de aumento en Latinoamérica, un 14% en Asia meridional y un 10% en el Sudeste Asiático.
El turismo –conviene recordarlo– fue durante bastantes siglos el privilegio de los ricos. El turismo de masas no hizo su aparición hasta los años sesenta. ¿Seguirá creciendo incluso en época de crisis? Nadie puede asegurarlo con certeza. Aunque probablemente sigan afluyendo a Europa turistas procedentes de Asia, esta clase de turismo –sobre todo el de alta gama– es sólo una pequeña parte, por ejemplo, de los visitantes que recibe anualmente Francia.
Hay muchas personas deseosas de viajar, aunque sólo sea para evadirse unos días del sombrío ambiente que viven en su país. Pero la realización de tal deseo pende de numerosos factores que no siempre pueden pronosticarse como, por ejemplo, el precio de la gasolina o la situación de guerra o paz en el mundo.

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