La guerra de Calderón también es del Pentágono/
Jorge Carrasco Araizaga, reportero.
Revista Proceso # 1836, 8 de enero de 2012
Con el gobierno de Felipe Calderón, los estrategas militares estadunidenses obtuvieron vía libre para sus acciones de “contranarcoterrorismo” en territorio mexicano. Con esa bandera desplegaron aquí a tres agencias del Pentágono, obtuvieron un presupuesto inusualmente alto, convirtieron los mecanismos de cooperación bilateral en un negocio para la industria militar privada de Estados Unidos y además nombraron agregado militar en su embajada al contralmirante Colin J. Kilrain, un hombre con dilatada experiencia en “operaciones especiales”.
La guerra del presidente Felipe Calderón a los narcotraficantes abrió un nuevo mercado para la industria militar de Estados Unidos: empresas privadas de ese poderoso sector han obtenido millonarios contratos del gobierno de ese país para fabricar y proveer de equipo y material bélico a México.
La presencia de esas empresas es sólo una vertiente de la creciente participación del Departamento de Defensa en la política exterior de Estados Unidos hacia México. Desde 2010 el Pentágono tiene a tres agencias de inteligencia en territorio mexicano, autorizadas por el gobierno de Calderón, cuya guerra al narco es considerada por el país vecino como uno de sus conflictos bélicos en el mundo.
El Pentágono ha previsto la posibilidad de un atentado terrorista contra intereses estadunidenses en o desde México. El 12 de diciembre pasado el Departamento de Defensa anunció que enviaba a un experto en terrorismo internacional como agregado militar y oficial en jefe de Defensa de su embajada.
Se trata del contralmirante Colin J. Kilrain, quien hasta esa fecha era director encargado de combate al terrorismo en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que depende directamente del presidente y tiene injerencia directa en la política exterior.
Kilrain ha participado en numerosas operaciones militares en los Balcanes, el Golfo Pérsico, Irak y Afganistán. En la segunda mitad de los ochenta participó en la operación naval para proteger los tanques petroleros de Kuwait de posibles ataques de Irán durante la guerra de este país con el Irak de Hussein.
Al terminar la Guerra Fría, Kilrain estuvo destacado en la Marina alemana y de ahí pasó al Grupo Especial de Guerra Naval en la intervención militar de su país en Haití. Aprovechando que además del alemán domina el español, entre 1995 y 1997 lo asignaron a Panamá.
Los siguientes dos años permaneció de nuevo en Alemania como jefe ejecutivo de la Unidad Especial de Guerra Dos, de la Marina, y a fines de los noventa, después de la guerra de los Balcanes provocada por la disolución de Yugoslavia, fue comandante naval en la zona.
Tras los atentados terroristas de Al Qaeda, en Nueva York, en septiembre de 2001, Kilrain fue comisionado a la Oficina de Contraterrorismo del Departamento de Estado, donde se encargó de las operaciones del Equipo de Apoyo de Emergencia Extranjera.
Después llegó a Filipinas y Yemen para apoyar la Operación Libertad Duradera, como se conoce a la intervención militar de Estados Unidos en Afganistán. De ahí pasó a Puerto Rico en calidad de comandante de la Unidad Especial de Guerra Cuatro.
Regresó a Afganistán como director de la coalición internacional en apoyo de la Fuerza de Tarea de Operaciones Especiales Conjuntas y posteriormente se integró a la Operación Libertad para Irak, desde donde coordinaba acciones en Pakistán.
En 2008 asumió el puesto de comandante de todas las unidades Seal de la Marina a lo largo de la costa Este de Estados Unidos. Las Seal –acrónimo de sea, air and land: mar, aire y tierra– son los equipos de élite de la Marina considerados los más poderosos del mundo.
En el Consejo de Seguridad Nacional de su país, el ahora agregado militar estuvo al frente de la oficina de combate al terrorismo, según informaron el pasado 12 de diciembre el secretario de la Marina Ray Mabus y el jefe de Operaciones Navales, el almirante Jonathan Greenert, al anunciar la designación de Kilrain en México.
Negocios en el frente sur
Con la Iniciativa Mérida como justificación, el gobierno de Calderón acordó con el de Barack Obama la apertura en México de una Oficina Bilateral de Inteligencia, con la presencia de nueve agencias civiles y militares de su país (Proceso 1776).
De ellas el Pentágono es la que tiene más agencias en la oficina de Paseo de Reforma 265, en la Ciudad de México, a un costado de la embajada estadunidense.
El Departamento de Defensa logró con Calderón lo que siempre buscó: realizar labores de inteligencia y espionaje en México con el consentimiento gubernamental. Desde hace más de un año operan en el país la Agencia de Inteligencia Militar (DIA, sus siglas en inglés), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
Al amparo de la guerra al narcotráfico el Pentágono ha buscado mayores recursos económicos para operar en México. En sus peticiones de presupuesto para el año fiscal 2012, que comenzó en octubre pasado, solicitó mil 200 millones de dólares para su operación en este país.
En el apartado dedicado a las “guerras en curso” de Estados Unidos en el mundo, etiquetó esos recursos para “incrementar el apoyo a las actividades en México” como parte de la guerra declarada por Calderón a los cárteles del narco. La cifra está apenas por debajo de los mil 500 millones de dólares solicitados para el Programa de Defensa Químico-Biológica y supera el monto requerido para la producción de aviones.
Un reporte del Senado sobre el gasto del gobierno estadunidenses en contratos relacionados con la lucha antinarcóticos en América Latina, fechado en junio de 2011, establece que entre 2005 y 2009 México fue el segundo país de la región con más contratos del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado, después de Colombia.
El país sudamericano tuvo contratos por mil 900 millones de dólares, contra 170 millones de México. En el reporte se aclara que en realidad la cifra es mayor porque hay otros contratos que abarcan a distintos países, entre ellos México.
Elaborado por el subcomité de Contratos en el Extranjero, del Comité de Seguridad Interna y Asuntos Gubernamentales, el informe evidencia que en el sexenio de Calderón más contratos han amarrado las empresas estadunidenses, y que la cifra más alta se alcanzó en 2008, con 64 mil 400 millones de dólares.
Precisó que el incremento del gasto coincidió con el inicio de la Iniciativa Mérida, que implicó un paquete de ayuda de mil 400 millones de dólares para México y América Central en asistencia contra el narcotráfico y la delincuencia organizada.
El acercamiento del gobierno de Calderón a la política militar de Estados Unidos ha beneficiado a empresas de aviación, defensa electrónica, telecomunicaciones, logística y servicios de ingeniería contratadas principalmente para proveer a la Marina Armada de México.
De acuerdo con la página de internet del Departamento de Defensa, los contratos con México no tienen precedentes significativos en la relación bilateral reciente. Antes de diciembre de 2006, cuando Calderón asumió la Presidencia, el Pentágono había contratado a empresas privadas de la industria militar de manera esporádica y marginal en relación con México.
Entre 1995 y 2005 sólo aparecen seis contratos con dichas empresas: tres son para manufacturar piezas para el Ejército y la Marina estadunidenses en Tijuana y Ciudad Juárez; los otros tres forman parte de la ayuda militar de Estados Unidos a distintos países, y en ellos México participa con porcentajes menores.
Ya con Calderón como gobernante, la industria militar privada de ese país logró contratos específicos para México. Según su página de internet, el Departamento de Defensa ha asignado ya 13 contratos en lo que va del sexenio. No todos son para la guerra contra el narcotráfico: algunos han sido para la maquila de piezas para las fuerzas armadas estadunidenses y otros para levantar bardas en la frontera.
Ningún año del gobierno de Calderón ha pasado sin que el Pentágono haya contratado a una empresa para realizar actividades vinculadas con México.
El 15 de diciembre de 2006, la Agencia de Logísticas de Defensa –encargada de proveer apoyo logístico de combate al Pentágono, tanto en tiempos de guerra como de paz– le dio un contrato por 12 millones 487 mil dólares a la empresa Aero Company, de Indianápolis, para elaborar tapones de armas de combate en San Luis Potosí.
En septiembre de 2007, la Marina de Estados Unidos hizo otro contrato de maquila para México; fue por casi 145 millones de dólares y con la empresa Lockheed Martin Simulation, Trainning and Support, de Orlando, Florida.
El contrato, que concluye en septiembre de 2012, consistió en la elaboración de un nuevo sistema logístico para vehículos militares en plataformas de la Marina estadunidense. Según informó el Departamento de Estado, 35% del trabajo de maquila se realiza en La Mesa, Tijuana. El resto en Florida y Minneapolis.
En julio y agosto de 2007, el Ejército de aquel país hizo dos contratos con la empresa Sundt Construction, de Phoenix, Arizona, por 42 y 31 millones de dólares, respectivamente, para el diseño y construcción de barreras permanentes, así como caminos de acceso y monitoreo en la frontera con México.
En enero de 2008, el Departamento de Defensa le dio un contrato por casi 9 millones de dólares a la empresa Multinational Logistic Services Limited, de la isla de Malta, en el Mediterráneo, para dar servicios de apoyo a la Marina y al gobierno estadunidenses en puertos comerciales de Canadá, México, el Caribe, y Centro y Sudamérica. El contrato no especifica los puertos mexicanos implicados en esas operaciones.
En julio de ese año, el Pentágono asignó el primer contrato dirigido a combatir el narcotráfico y las posibles amenazas terroristas procedentes de México. Fue para la empresa ITT Systems Division, de Colorado Springs, por 33 millones 697 mil dólares, y formó parte de un programa financiado por la oficina Antinarcóticos, Contra Proliferación y Amenazas Globales de la Subsecretaría de Defensa.
El objetivo fue dotar a la Fuerza Aérea de Estados Unidos de capacidad de vigilancia por radar las 24 horas de los siete días de la semana. El propósito del Pentágono es detectar objetivos de bajo nivel en la frontera con México, el estrecho de Florida y el suroeste de Puerto Rico.
El programa se creó para apoyar las misiones antinarcóticos y lo que define como “contranarcoterrorismo” que llevan a cabo el Comando Norte y el Comando Sur de Estados Unidos. El contrato también benefició las misiones del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte en su país.
El Centro de Guerra en Superficie de la Marina estadunidense contrató en septiembre de 2009 a la empresa Defense & Electronics, de Arnold, Missouri, para producir lanzadores de cohetes. El contrato fue por 6 millones 473 mil dólares. Los lanzacohetes pueden ser utilizados en aviones de ala rotaria o fija, y en su mayoría se destinaron a la Marina y a la Fuerza Aérea de Estados Unidos, pero una parte se apartó para México, bajo el programa de Ventas Militares al Extranjero. En la información pública no se especifica cuál institución mexicana obtuvo los dispositivos bélicos.
Durante 2010, el Pentágono reportó el mayor número de contratos para México. Dos fueron para entrega de equipo a la Armada, uno para maquila y otro para el transporte de restos humanos de militares estadunidenses que deban pasar por México.
El 6 de agosto de ese año entregó un contrato por 35 millones de dólares a la empresa Sikorsky Aircraft Corp., de Stratford, Connecticut, para la entrega de tres helicópteros UH-60M (Blackhawk) y tres plantas auxiliares de los mismos para la Marina mexicana. El contrato está vigente hasta diciembre de 2012.
Esa misma empresa obtuvo el 10 de septiembre siguiente otro contrato por 36 millones y medio de dólares para la entrega de otros tres Blackhawk a la Marina Armada de México, aunque esta vez se trata de aparatos adaptados. En ambos casos el contratista fue el ejército de Estados Unidos.
Mediante otro contrato, la Marina estadunidense le encargó a la empresa JDS Uniphase Corporation, de Maryland, que manufacture en su planta de Guadalajara equipos de prueba de protocolos de internet usados en distintos sistemas de armas. El monto del acuerdo fue de 6 millones de dólares y el periodo establecido fue de un año, pero podría extenderse hasta agosto de 2015.
En noviembre de 2010, el Comando de Transporte de la Fuerza Aérea de Estados Unidos pagó 9 millones de dólares a la empresa Kalitta Charters, LLC, de Ypsilanti, Michigan, para el transporte aéreo de restos humanos. La cobertura incluye Estados Unidos, Alaska, Canadá, México, Puerto Rico y las Islas Vírgenes. En septiembre de 2011 se realizó otro contrato similar, pero por 12 millones y medio de dólares.
Y, en mayo pasado, la Marina estadunidense firmó otro contrato por 9 millones de dólares con JDS Uniphase para que elabore nuevos sistemas de pruebas de armas en su planta de Guadalajara.
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