16 ago 2012

La opinión de Jorge Fernández sobre María de las Heras


María de las Heras: la fuerza de la vida/Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, en Excélsior, 16 de agosto de 2012
María de las Heras fue de las mejores en su profesión, pero sobre todo una de las mejores personas con las que me he cruzado en la vida. Ser amigo de María era vivir rodeado de ideas disparadas como misiles, de ocurrencias inteligentes aunque fueran disparatadas, de un sentido prácticamente único para ver las cosas, de vivirlas, hasta las más pequeñas, en forma intensa, de sentir la vida en forma constante. Durante muchos años con María y con su compañero, su esposo, César Augusto Santiago, nos veíamos, nos juntábamos a comer y a platicar con pasmosa regularidad: prácticamente todas las semanas, la mayoría de las veces en Cuernavaca. El trabajo, las vicisitudes de nuestras vidas personales, nos fueron alejando, pero nunca disminuyeron el cariño y el afecto sincero por ambos. Sabía que María había estado enferma, pero nunca supe de la gravedad de su estado, hasta que regresé de estas vacaciones y supe que estaba internada, que había sido operada, que luchaba por su vida. El martes en la tarde simplemente se fue.

Escribió César Augusto que iba a extrañar a María en el mundo político. No sólo se le extrañará: deja un vacío que no se llenará. María podía acertar o equivocarse en sus juicios, pero siempre lo hacia con inteligencia, generosidad, estilo, con un sentido del humor que conseguía romper innumerables barreras. Pero, además, sabía trabajar en el medio político como pocos: creó un método de medición que se alejaba de la ortodoxia porque venía de la política, porque quería utilizar sus mediciones como un instrumento político. Ella, con César Augusto y unos pocos más, comenzaron por primera vez a trabajar y desarrollar ese sistema con Luis Donaldo Colosio, desde la dirigencia del PRI a fines de los 80. Trabajaban, medían, llegaban a analizar hasta calle por calle cómo se movía el electorado. En algunos sectores no priistas comenzaron a hablar de un “fraude cibernético” porque simplemente no comprendían o no quería comprender cómo se mide el electorado en unos comicios modernos. Ahora todos lo hacen, con mayor o menor acierto: en esos años era una verdadera vuelta de tuerca.
Muerto Colosio, María comenzó a trabajar en forma independiente y con mucho éxito. Muchos de sus amigos priistas se enojaron cuando, antes de las elecciones del año 2000, María adelantó que ganaría Vicente Fox e incluso pudo estimar con acierto hasta el número de votos que recibiría el panista. El método que creó llamó la atención en España, donde midió la campaña electoral en la que José Luis Rodríguez Zapatero ganó la elección presidencial y demostró, de paso que, al contrario de lo que sostenían muchos analistas, el socialista hubiera ganado la elección aunque no se hubieran producido, días antes de los comicios, los atentados de Atocha.
Falló en la elección de 2006 (pensó que ganaría López Obrador y estimó los votos de Madrazo más altos de los que realmente fueron) y se puso a revisar su método de medición. Había algo, decía, que no se estaba midiendo bien y era algo subjetivo pero que, decía, cruzando datos se podía establecer: y era la gente que no votaría o que podría cambiar su intención de voto. No sé cuánto pudo ajustar su modelo, pero lo cierto es que fue la encuestadora que más se acercó a los resultados del pasado 1 de julio.
Se fue María de las Heras y todos quienes la conocimos hemos perdido un poco: de alegría, de entusiasmo, de apuesta por la inteligencia y la vida. Un adiós siempre es poca cosa, pero como diría Joaquín Sabina (aunque a ella le gustaba más Serrat) “este adiós no maquilla un hasta luego, éste nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás”. Hasta siempre.
La consignación de Yarrington
Si desde antes de que se informara oficialmente que el ex gobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington estaba siendo investigado por supuestas relaciones con el crimen organizado se sabía que la misma era no sólo inminente, sino también inevitable ante el cúmulo de testimonios que comenzaban a sumarse en su contra, ahora sucede casi lo mismo con las versiones más que fidedignas de que será muy próximamente consignado. Hay demasiados testimonios, demasiados elementos a ambos lados de la frontera que se están conjugando en contra del ex gobernador. Y hay historias pendientes que aparecerán judicialmente en el futuro. Puede ser que existan, pero no se ven con la misma certidumbre en el caso de quien fue su sucesor, Eugenio Hernández.
El fuero civil y el militar
Lo que preocupa a los hombres de las Fuerzas Armadas no es que los presuntos delitos que pudieran cometer los militares contra civiles terminen en tribunales civiles. Está establecido legal y constitucionalmente que las violaciones a derechos humanos serán juzgadas por la justicia ordinaria. Lo que preocupa es que se vaya extendiendo el catálogo de delitos que salen de los juzgados militares hasta un extremo que pueda distorsionar los márgenes de disciplina del  cuerpo militar.

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