12 ago 2012

Reportaje de Anabel Hernándes: "El narcoescándalo en la Sedena....."

El narcoescándalo en la Sedena salpica al subsecretario
ANABEL HERNÁNDEZ, reportera
Revista Proceso No. 1867, 12 de agosto de 2012:
Las indagatorias de la PGR contra los generales Tomás Ángeles, Ricardo Escorcia, Roberto Dawe, Rubén Pérez y otros militares de alto rango por sus presuntos vínculos con el Cártel de los Beltrán Leyva involucran de manera indirecta al subsecretario de la Sedena, general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, quien busca encabezar la institución castrense cuando el general Guillermo Galván cumpla su ciclo. La razón es simple: al mayor Iván Reyna, quien creció bajo su sombra, se le señala como el “eje de la repartición de sobornos” de los capos a los altos mandos del Ejército.

El general de división Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, subsecretario de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y uno de los principales aspirantes a suceder al general Guillermo Galván Galván como titular, mantuvo durante años un expediente profesional sin mácula; de ahí su seguridad para promoverse fuera y dentro del instituto castrense.

Sin embargo, en las indagatorias recientes en torno a los generales Tomás Ángeles Dauahare, Ricardo Escorcia Vargas, Roberto Dawe González, Rubén Pérez Ramírez y el teniente coronel Silvio Isidro Hernández, quienes presuntamente recibieron sobornos del Cártel de los Beltrán Leyva a cambio de protección y de permitirles traficar droga en todo el país (expediente SIEDO/UEIDCS/112/2010), salió a relucir el nombre de un subordinado del general Gaytán Ochoa.
Y aun cuando la Procuraduría General de la República (PGR) todavía no revela el nombre, en la Sedena algunos mandos comentan que se trata del mayor Iván Reyna Muñoz, ahijado y protegido del general Gaytán, señalado como presunto “eje de la repartición de sobornos” de la organización que lideran los Beltrán Leyva.
Reyna Muñoz creció bajo la sombra de su padrino, quien lo nombró subjefe del Estado Mayor de la 24 Zona Militar con sede en Cuernavaca, Morelos, a mediados de 2003, desde donde, según los testigos protegidos interrogados por la PGR, el militar fue el interlocutor entre los capos y la institución castrense.
El 15 de mayo último la procuraduría comenzó a girar órdenes de presentación con base en los testimonios de Jennifer, cuyo nombre real es Roberto López Nájera, antiguo abogado de Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, y de Mateo, Sergio Villarreal Barragán alias El Grande, uno de los principales operadores de Arturo Beltrán Leyva.
Desde 2010 ambos testigos declararon que el cártel de los Beltrán Leyva logró penetrar al más alto nivel a la Sedena a través del mayor Iván Reyna Muñoz y de otro mayor al que sólo identificaron con el nombre de Meme, según los documentos ministeriales a los que tuvo acceso la reportera.
En su declaración ministerial del 19 de noviembre de 2010 Mateo afirmó, sin precisar la fecha, que a través del “mayor Meme” conoció a Reyna en el hotel Río de Cuernavaca, a donde llegó en un Jetta rojo. En esa ocasión, expuso, entregó a Reyna 200 mil dólares en 20 paquetes de 10 mil con la encomienda de que realizara “trabajos para los Beltrán Leyva”, y una cantidad similar al otro mayor.
Según el testigo, se comunicaba con Reyna a través de un nextel, pues “su función (la del militar) era quitar, retener e informar (sobre las) denuncias en contra del grupo de los Beltrán Leyva y poner y retener a los (capos) michoacanos”. Sin embargo, en esa declaración Mateo no mencionó que Reyna fuera el responsable de entregar sobornos a los generales Ángeles Dauahare y Escorcia. Ese dato lo incluyó en su comparecencia del 22 de mayo de este año, horas antes de su extradición a Estados Unidos.
La averiguación previa SIEDO/UEIDCS/112/2010 menciona que aun cuando Mateo identificó mediante una foto al mayor Reyna Muñoz en su declaración del 19 de noviembre de 2010, la PGR no hizo nada para detenerlo o someterlo a proceso. La dependencia comenzó a actuar luego de que el 2 de mayo pasado el ahijado del general Gaytán Ochoa fue interrogado por el agente del Ministerio Público José Francisco Rubio Salgado en las indagatorias relacionadas con los generales Ángeles Dauahare y Escorcia (Proceso1860).
El miércoles 1 alrededor de las 11 de la noche Reyna fue sacado del Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Juan del Río, Querétaro, donde se encontraba recluido desde principios de año por los delitos de extorsión, para ser reubicado en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya, Estado de México, acusado de presuntos vínculos con la delincuencia organizada.
El mayor y su protector
Los logros del mayor Iván Reyna Muñoz en el Ejército se los debe al general Gaytán Ochoa, quien tiene una vieja amistad con su padre, un general retirado. Como su padrino, Gaytán siempre lo cobijó, incluso supo darle espacio en los puestos que ha ocupado. Además ayudó a Reyna cuando éste tuvo dificultades en la 24 Zona Militar para que lo trasladaran a otra sede.
Reyna trabajó cuatro años en el Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian). A principios del sexenio foxista, cuando José Luis Santiago Vasconcelos era titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y Gaytán Ochoa estuvo como coordinador de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS), Reyna se integró a la SIEDO.
En enero de 2003 Gaytán Ochoa salió de la PGR y fue nombrado comandante de la 13 Zona Militar, con sede en Tepic. A mediados de ese año Reyna Muñoz fue nombrado jefe de operaciones del tercer regimiento blindado de la 24 Zona Militar y era el encargado del establecimiento de retenes y puestos de control.
El 1 de diciembre de 2006 fue nombrado Jefe del Estado Mayor de la Sedena, el puesto operativo más importante del Ejército, desde el cual se planean las acciones contra el narcotráfico y se decide dónde poner retenes y puestos de control.
Al poco tiempo, en enero de 2007, su ahijado Reyna Muñoz fue ascendido y nombrado subjefe de Estado Mayor de la 24 Zona Militar, el tercer puesto más importante de una jurisdicción castrense. De manera simultánea, el general Ricardo Escorcia fue nombrado comandante de esa zona militar.
En la entrevista concedida a Proceso el 18 de julio pasado, el mayor Reyna dijo ser inocente de todos los cargos. Señaló que el único evento fuera de lo común que vivió en la 24 Zona Militar fue a mediados de 2007, cuando el general Escorcia le pidió ir al restaurante California, ubicado sobre la autopista Acapulco-México, al lado de una tienda departamental.
En su declaración ministerial rendida el 2 de mayo pasado Reyna señaló que llegó al lugar en un taxi. Iba uniformado. Ahí se percató de que había un dispositivo de seguridad por los vehículos estacionados en el exterior del inmueble. Ya adentro, fue abordado por un sujeto de camisa rosa, quien le reclamó por ir uniformado y en taxi. “No te puedes llevar nada así”, le dijo, al tiempo que señaló una maleta de piel y una bolsa de regalo de Liverpool.
Reyna declaró que el sujeto pidió instrucciones a una persona que se encontraba en la parte trasera del restaurante –“pudo haber sido El Grande” (Mateo), dijo–, quien le ordenó cambiarse de ropa y regresar más tarde.
El mayor regresó a la zona militar y reportó lo ocurrido a Escorcia. Le expuso que no le habían dado nada. Escorcia lo regañó e insultó y le ordenó continuar con su trabajo, según declaró Reyna. Tiempo después, el sujeto que le había pedido que se fuera a cambiar y regresara fue personalmente a la 24 Zona Militar y, de acuerdo con Reyna, habló con el general Escorcia.
En esa ocasión Reyna le comentó a Escorcia: “General, estos policías cada vez se parecen más a los narcos”. Eso disgustó al militar, quien le espetó: “Un mando del Estado Mayor debe ser discreto”. Escorcia optó por poner a disposición del Estado Mayor a Reyna.
En esa época Gaytán Ochoa era el jefe del Estado Mayor y reubicó a su ahijado donde se lo solicitó. En agosto de 2007 Reyna ya estaba en la zona militar de Querétaro, adscrito al cuarto regimiento blindado de reconocimiento, donde permaneció hasta que fue acusado de extorsión y remitido a la cárcel del Campo Militar Número Uno. De ahí fue enviado al Cereso de Querétaro el 29 de febrero pasado para ser juzgado por la justicia civil.
En la entrevista con Proceso, Reyna aseguró que ya no estaba adscrito a Morelos en fechas señaladas por los testigos que declararon en su contra. Lo que sí admitió es que el hombre del restaurante seguramente era El Grande (Mateo), a quien nunca volvió a ver.
Según Reyna, la PGR le ofreció prerrogativas para salir pronto de la prisión si declaraba contra varios altos oficiales de la Sedena, a lo que se negó. Los militares son: Cuauhtémoc Antúnez Pérez, jefe de la VII Región Militar en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Juan Manuel Rico Gámez, comandante de la 35 Zona Militar con sede en Chilpancingo, Guerrero; Roberto Aguilera, general de división retirado, titular del Cian en el sexenio de Vicente Fox; Luis Rodríguez Bucio, jefe del Cian a principios de la administración calderonista y actual comandante de la Guarnición Militar número 64 de Cancún, Quintana Roo, y el general de brigada Moisés García Ochoa, director general de Administración de la Sedena
Al final, dijo, declaró “bajo presión”. Expuso, por ejemplo, que en las bolsas que le iban a dar en el restaurante había dinero, aunque en realidad no le consta. Sus palabras y las de Escorcia –quien admitió haberle hecho el encargo a Reyna pero afirmando que lo hizo a petición del general Ángeles Dauahare– fueron utilizadas para hundir al exsubsecretario de la Sedena.
La declaración del mayor Reyna dio sustento a lo declarado por los testigos protegidos sobre la supuesta entrega de sobornos a los generales. La semana pasada, al rendir su declaración ante el Juzgado Tercero de Distrito en Procesos Penales, Reyna se declaró inocente de los cargos y se desdijo de sus afirmaciones anteriores, en las cuales admitió que en las bolsas que le iban a entregar había dinero.
Ante el mismo juez, el general Escorcia también afirmó que su declaración sobre el supuesto encargo de Ángeles Dauahare no es cierta y que la PGR lo obligó a firmarla.
El mensajero
El 11 de noviembre de 2010 el testigo Jennifer declaró ante la PGR que conoció a Reyna en noviembre de 2007 en una casa de seguridad de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, ubicada en Bosques de Cacao, en Bosques de las Lomas, Ciudad de México. Según él, en ese domicilio se encontraba también Everardo Álvarez Vázquez, El Indio, uno de los operadores más importantes de Arturo Beltrán Leyva:
“La Barbie me indicó que era la persona encargada de la relación que se sostenía con el general (Ángeles) Dauahare, quien en ese momento era el subsecretario de Defensa Nacional… En ese lugar le entregó la cantidad de 50 mil dólares en efectivo, mismos que esa ocasión fue a traer el dinero que debía reportar al general (Ángeles) Dauahare; asimismo el mayor Reyna le entregaba a La Barbie información clasificada de la Sedena correspondiente sobre operativos que la Sedena realizaba.”
También afirmó que, por instrucciones de La Barbie, en diciembre de 2007 entregó a Reyna Muñoz 500 mil dólares en dos bolsas de plástico de Sam’s Club y señaló que el mayor venía en un Tsuru blanco acompañado de otro militar que no se bajó del auto. El dinero, según Jennifer, era para Ángeles Dauahare, pero en su declaración en ningún momento señala que le conste que se lo hayan entregado al general
Jennifer declaró que en enero de 2008 el mayor Reyna lo ayudó a triangular una conversación telefónica entre La Barbie y una persona que supuestamente era el general Ángeles Dauahare. Dijo también que en una ocasión el mayor Reyna se reunió con Arturo Beltrán Leyva en el fraccionamiento Sumiya, en Morelos, donde el capo tenía una casa de seguridad.
Y aunque en sus declaraciones Jennifer expuso que Reyna era el interlocutor (de la organización delincuencial) con el general Ángeles Dauahare, cuando fue cuestionado si él conoció al general respondió: “No me reuní directamente con el general Dauahare”
Mateo, por su parte, afirmó en su declaración del 22 de mayo pasado, antes de ser extraditado, que las redes de corrupción al Ejército no sólo operaban en Morelos, sino también en Guerrero y en el Distrito Federal
“(Para el jefe de) destacamento, el de caballería, el de la blindada, el de infantería y el jefe de la zona militar… para cada uno eran 100 mil dólares y así tenía a varios mandos arreglados en Morelos, Guerrero y el DF; no era el arreglo para que no catearan las tiendas, sino para asuntos grandes, como tráfico de drogas por toneladas que pasaran a través de retenes militares, quitando y poniendo retenes en todos los estados de la República. Inclusive llegamos a operar en Guatemala.”
Según personas vinculadas al caso, quienes piden reservar sus identidades, hasta el viernes 10 el general Demetrio Gaytán Ochoa no había sido llamado por la PGR para conocer su versión sobre la relación con el mayor Reyna. Las mismas fuentes consideran esto como una omisión de la SIEDO, sobre todo porque está en juego la posibilidad de descubrir toda la trama de la presunta infiltración del narco en el Ejército.

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