25 sept 2012

En "El Sella" de la doctores discriminan

Como te ven te tratan/Genaro Lozano
Reforma, 25 de septiembre de 2012
 ¡Vístete bien! ¡No te hagas otro tatuaje! ¿Por qué te rapas el pelo así? ¡Sales en televisión! ¡Recuerda que como te ven te tratan¡ Esas son algunas de las frases que le gusta decir a mi mamá cada vez que la veo y de las frases que recurrentemente estuvieron presentes en las sobremesas durante mi adolescencia y hasta que viví bajo su techo.
Somos un país –o tal vez un mundo- en el que las apariencias importan y mucho, desafortunadamente. En efecto, hay quienes le dan mucho peso a la vestimenta para un trabajo. Aunque el clima esté a 29 grados en la Ciudad de México, a 33 en Guadalajara o a casi 40 en Monterrey, en la mayoría de los trabajos se requiere usar un traje y una corbata. ¡Que no estamos en Tokio, Nueva York o Miami!, donde en el verano se relajan las normas de vestimenta y a muchos trabajos "serios" la gente va en shorts.
Cuando nos sometemos al escrutinio de un entrevistador para un trabajo nuevo, aquél se fija en cada detalle. Que la camisa no traiga mancha de café, que el nudo de la corbata esté bien hecho, que la media no esté rota- aunque creo que cada vez está más en desuso ese accesorio femenino. En efecto, a veces parece que equivocadamente cuenta más la apariencia que el CV de un solicitante.
Lo anterior viene a colación porque el 15 de septiembre acudí a un restaurante bar en la colonia Doctores a comer y fui discriminado por mi vestimenta- y si mi madre está leyendo esto seguramente suspirará y pensará: "se lo dije".
Como me gusta usar playeras sin mangas cuando hace calor para presumir mi tatuaje -por el cual en Guanajuato no me darían trabajo porque hubo incluso un intento de prohibirlos en ese estado- me puse una playera así y unos jeans.
Al llegar al restaurante "El Sella" un amigo ya me esperaba. Lo saludé de beso, me senté en la mesa y a los pocos minutos se apersonó el dueño a decirme: "solamente sí te voy a pedir que te pongas una camisa con mangas o una chamarra porque no se permite ese vestuario en este local".
Mi reacción fue de enojo inmediato. Al señor le pregunté que si sabía que me estaba discriminando y que en la Ciudad de México existe una ley para prevenir y erradicar la discriminación y un Consejo creado para ese fin, al igual que una ley y un Consejo nacionales también. El señor literalmente me dijo que no le importaba, que no me estaba discriminando y que hiciera lo que quisiera, pero que no me podría quedar así. Salí enojado del restaurante no sin antes decirle al señor que iba a poner mi queja en el COPRED, el Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación de la Ciudad de México. Salí del restaurante y escribí unos cuantos tuits sobre los hechos.
Algunos tuiteros le dieron la razón al dueño: "claro, es que quién quiere que caigan pelos del sobaco por todo el lugar" "es demasiado informal" "ni que estuviéramos en Miami o en la playa" "es que tus brazos están muy aguados". Otros más me dieron la razón a mí y eso me tranquilizó un poco.
Al final decidí meter mi queja ante el COPRED porque en el artículo 6, fracción XXX de la ley para prevenir y erradicar la discriminación del DF se estipula que se considera un acto discriminatorio "Promover o incurrir en el maltrato físico o psicológico por condición de discapacidad, apariencia física, forma de vestir, hablar o gesticular o asumir públicamente orientación o preferencia sexual, identidad de género, expresión de rol de identidad de género, o por cualquier otro motivo".
Me parece que este es un tema de interés público porque se repite a todos los niveles y en peores casos de lo que a mí me sucedió, ya que seguimos siendo una sociedad que discrimina y aclaro que formo parte de la Asamblea Consultiva del COPRED.
El procedimiento está en curso y puede haber tres vías para su resolución, según me explicó Iván Pérez del COPRED. La primera es que yo levante una denuncia ante el Instituto de Verificación del Distrito Federal. La segunda es acudir a la Procuraduría General de Justicia del DF para una averiguación previa. La tercera, y es la que prefiero, es que haya un proceso de conciliación con el dueño del restaurante mediante el cual éste se comprometa a dejar de discriminar por vestimenta y a colocar anuncios contra la discriminación en su restaurante.
Honestamente yo he sido crítico de la forma en la que funciona el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) porque éste no contempla lo que sí contempla el COPRED: la posibilidad de acudir a la vía penal si no hay una conciliación. Ojalá que este caso se resuelva por conciliación, pero si no es así acudiré a la vía penal, ya que tenemos todavía mucho por hacer para construir una cultura de la no discriminación tanto en la Ciudad de México que se presume de vanguardia, como en todo el país.
Espero que este caso sirva para que se conozca un poco más de la labor de las instituciones que trabajan en contra de la discriminación y honestamente espero que el dueño del restaurante recule. Si cambia su política regresaré con gusto y si hace calor me pondré de nuevo una playera sin mangas y me tomaré un mezcal a la salud de mi madre, suspirando y pensando que le gané una batalla al "como te ven te tratan".
Blog: www.reforma.com/blogs/genarolozano
Twitter: @genarolozano

 

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