8 abr 2013

Opinión de Raymundo Riva Palacio


Columnas ESTRICTAMENTE PERSONA/ RAYMUNDO RIVA PALACIO
24 Horas, 8 de abril de 2013;
Uno de los mensajes que transmitieron los emisarios del presidente Felipe Calderón en Estados Unidos durante la campaña presidencial, era que si el PRI regresaba al poder se acabaría el combate al narcotráfico y volverían los tiempos donde se pactaba su libertad a cambio de la paz en las calles. El discurso era persuasivo por la mala fama que tenía el PRI, bajo cuyos gobiernos el narcotráfico penetró las instituciones, y compró políticos y militares. Esa campaña de desprestigio logró neutralizarse a nivel gubernamental, pero flota como un déjà vu inevitable.
 Esta idea circula en México hace tiempo, incluso durante los gobiernos panistas. Un ex procurador, por ejemplo, le dijo hace no mucho a un gobernador ante la permisividad con la que había permitido que dos cárteles rivales cohabitaran en su estado, que era un error porque traería violencia, la cual en efecto padeció su sucesor, bajo la hipótesis que si sólo hay un cártel dominante, no habrá violencia porque cuidará su negocio al impedir que microempresarios del delito lo afecten.

Teóricamente es lo que puede estar pasando desde hace algún tiempo en México. No se sabe si el presidente Vicente Fox, muy insistente en negociar con los cárteles de la droga una tregua para restaurar la paz, lo haya hecho. Pero en el gobierno de Calderón, quien mantuvo una línea de combate frontal a todos los cárteles, varias operaciones conjuntas militares que arrancaron la lucha contra la delincuencia organizada terminaron con que el cártel que dominaba la plaza, la perdió ante el del Pacífico, sin que este relevo redujera necesariamente la violencia.
Desde junio de 2010 se planteó en este espacio que cuando Calderón lanzó la guerra contra todos los cárteles, el de Sinaloa, que hoy se llama Pacífico, se agazapó mientras el Gobierno combatía a los de Tijuana, El Golfo y Los Zetas, y corrompió a los policías que debían combatirlos. En retrospectiva, su estrategia y los operativos conjuntos lo dejaron como el cártel mejor librado en la guerra.
Un análisis estadístico a nivel municipal, presentado en ese momento, mostró que se ordenaron operativos conjuntos en Michoacán y Guerrero sin que los niveles de violencia lo ameritaran. La racional era recuperar el territorio que estaba bajo el control del Cártel del Golfo y Los Zetas, pero al llegar el Ejército la violencia se disparó en Lázaro Cárdenas, Uruapan, Zitácuaro y Apatzingán, donde el Cártel del Pacífico entró a disputar esos territorios y se alió con un hijo de los tamaulipecos, La Familia Michoacana.
En Nuevo Laredo, la violencia subió cuando el operativo conjunto inició el combate al Cártel del Golfo y Los Zetas, cuya presión sobre ellos provocó su implosión y que fueran retados en su plaza por el Pacífico. En Veracruz, controlada por Los Zetas, tampoco había problemas de violencia hasta que entraron los militares, seguidos por el Cártel del Pacífico, que desea la plaza. En Durango, las operaciones comenzaron en las zonas rurales montañosas, sin mayor alteración de la violencia, pero cuando rompieron los hermanos Beltrán Leyva con el Cártel del Pacífico en 2008, los sinaloenses empezaron a pelear la ruta de la cocaína -de Gómez Palacio-Torreón a Ciudad Juárez- a sus viejos socios aliados y al Cártel de Juárez. Al final, el Cártel del Pacífico se quedó con todo.
En los últimos años ha habido una constante, al menos estadísticamente, que el Cártel del Pacífico fue el mayor beneficiado de la estrategia gubernamental. Otra constante es que el cártel más perseguido son Los Zetas. En Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí y Zacatecas, sobre todo, coinciden las fuerzas federales, el Cártel del Pacífico y La Familia Michoacana en el mismo enemigo: Los Zetas. Ellos son la organización más sanguinaria, y sobre la que Estados Unidos tiene interés particular en aniquilar, porque han asesinado a agentes federales y jueces en Texas y llenado de violencia sus calles. Teóricamente se piensa que si Los Zetas son aniquilados, la violencia se reducirá, al ser ellos sus principales promotores, dejando el país a un cártel dominante, el del Pacífico, mediante lo cual se puede concluir, se regresaría al status quo previo al asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar en 1985, cuando la Pax Narca, teóricamente también, era una realidad.
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