8 sept 2013

Gil Olmos entrevista a Jesús Zambrano

Soy reformista, no colaboracionista/JOSÉ GIL OLMOS
Revista Proceso No. 1923, 7 de Septiembre de 2013
Aunque la adhesión del PRD al Pacto por México ha favorecido sobre todo al gobierno de Enrique Peña Nieto, el presidente de ese instituto político, Jesús Zambrano, niega este hecho y –en entrevista con Proceso– explica los motivos que llevaron a su partido a allanarle el camino a sus adversarios tradicionales: el PRI y el PAN. De paso, desestima los señalamientos de quienes consideran que el PRD, en aras del pragmatismo, traicionó su esencia izquierdista para convertirse en sirviente del poder, y critica con dureza la postura de los maestros afiliados a la CNTE, a quienes califica de “conservadores”.
A Jesús Zambrano algunos viejos guerrilleros le decían Comandante Tragabalas porque durante un enfrentamiento con soldados se le incrustó una esquirla en la mejilla. Hoy, él mismo se considera “reformista revolucionario”, pues asegura que los tiempos de la apuesta por el cambio violento quedaron atrás y el país requiere transformaciones legales, sin importar que la izquierda vaya en alianza con quienes por muchos años consideró enemigos ideológicos y políticos: el PRI y el PAN.
Entrevistado casi a la misma hora en que Enrique Peña Nieto rendía su Primer Informe de Gobierno en Los Pinos –al que fue invitado pero no asistió– y el magisterio disidente desquiciaba la capital con manifestaciones y bloqueos en contra de la reforma educativa, el presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) defiende su participación en el Pacto por México y niega que le esté haciendo el trabajo sucio al gobierno del PRI.
“¡Que digan cuál es el trabajo sucio que le hemos hecho a Peña Nieto!”, exclama Zambrano cuando se le menciona que su partido se convirtió en colaborador del gobierno peñanietista al impulsar las reformas educativa, de telecomunicaciones, hacendaria y energética.
Según el político sonorense, un sector mayoritario del PRD decidió impulsar el pacto porque, afirma, este partido fue su promotor original y porque ninguna fuerza por sí misma podría lograr los acuerdos para las reformas que necesita el país. Además, considera positivas las reformas aprobadas hasta el momento, como la de telecomunicaciones, que, asegura, acabará con los monopolios de Televisa, Televisión Azteca y Telmex.

“Me parece que esto es lo que debe plantearse razonablemente. No estamos ahí con una pretensión colaboracionista, como se dice por ahí, sino con el fin de incidir con nuestras propuestas en las grandes decisiones que se vayan tomando”, puntualiza.

En cuanto a la reforma educativa, cuya aprobación en el Congreso ocasionó las mayores marchas y bloqueos en la Ciudad de México desde el desafuero de Andrés Manuel López Obrador en 2005, la califica como positiva. También asegura que con la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación se elevarán los niveles de calidad en este rubro, pues permitirá que se acaben los privilegios de más de 100 mil comisionados que no trabajan pero sí cobran. Asimismo, dice, se establecerán las bases para crear un nuevo modelo educativo nacional en un plazo de año y medio.

Y en lo concerniente a los métodos de lucha de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de plano los tacha de conservadores.

“Los que se sitúan en los movimientos sociales más radicales, como los que hemos visto los últimos días en la Ciudad de México en un sector del magisterio –sostiene–, son también tremendamente conservadores porque no quieren que se mueva nada, quieren que las cosas sigan igual para ver si mañana se genera un estallido revolucionario con tanta inconformidad social ante la inmovilidad política y la falta de respuestas de los gobiernos en turno. Yo diría que ser radical no es sinónimo de ser revolucionario; yo diría que están situados en el conservadurismo radical para que no se mueva nada.”
Superar el radicalismo
En la biografía de Jesús Zambrano se consigna que cuando era estudiante en la Universidad de Sonora dejó los estudios de matemáticas y se unió a la guerrilla de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Fue capturado y permaneció en la cárcel entre 1974 y 1975.
Comenta que después de esta etapa concluyó que en la sociedad mexicana no existen las condiciones para una revolución armada. Por ello, afirma, optó por buscar el cambio mediante las reformas y la participación en partidos políticos como el PRD.
Ahora, como presidente nacional de este instituto político y al frente de la corriente conocida como Los Chuchos –junto con Jesús Ortega–, indica que el perredismo sigue moviéndose en muchos sentidos en esa especie de bipolaridad política: con un sector anclado en las visiones del radicalismo político, y otro que va por las reformas para lograr el cambio, sin expectativas de llegar a la Presidencia de la República.
Explica: “Por eso digo que me sitúo en el reformismo revolucionario; es decir, un reformismo que busca ir a la raíz de los problemas estructurales, y desde la izquierda atemperar la desigualdad social que lamentablemente ha ido creciendo en las últimas décadas”. Esta postura, detalla, debe pugnar por la reorientación del modelo económico nacional para atender los problemas de las nuevas generaciones y brindarles oportunidades, mediante reformas profundas al régimen político para que haya un verdadero equilibrio de poderes”.
–¿Es una justificación semántica esto del reformismo revolucionario?
–En cada época son diferentes los contextos históricos y sociopolíticos. En el contexto actual de México, la disyuntiva entre reforma o revolución me parece absolutamente desfasada. Nadie en su sano juicio, salvo los grupos guerrilleros existentes en el país, se plantea esto.
Según Zambrano, para llegar a gobernar, la izquierda debe superar su radicalismo y hacer alianzas con todos los sectores sociales, incluidos los empresariales, a fin de darles la confianza de que los cambios necesarios para el país se harán en el marco de la legalidad.
Para respaldar su argumentación pone como ejemplo el Distrito Federal, gobernado por el PRD desde 1997.
“¿Por qué hemos continuado ganando y cada vez con un amplio margen la Ciudad de México? Porque hemos dado confianza a los distintos sectores de la sociedad de que podemos ser un gobierno de izquierda que al mismo tiempo que genera condiciones de estabilidad para el desarrollo económico, también puede atender con programas sociales muy importantes a los más necesitados. Eso ha permitido que hayamos construido una especie de diques a fin de evitar la incursión de bandas delictivas que se disputan el territorio para sus actividades ilícitas, como lamentablemente ha sucedido en otras regiones del país.”

Desde esta perspectiva, Zambrano justifica la participación del PRD en el Pacto por México que Peña Nieto lanzó desde el primer día de su gobierno como piedra angular de toda su administración.
El pacto
Para Zambrano las críticas contra el PRD por su participación en el Pacto por México no se justifican, pues, dice, la izquierda ya no puede dejar pasar la oportunidad de intervenir en las decisiones más importantes para el país, que serían tomadas únicamente por el PRI y el PAN.

Insiste en que no se trata de una pretensión colaboracionista ni de conveniencia con el gobierno de Peña Nieto, sino de incidir en los cambios más importantes para enfrentar la crisis en que se encuentra el país.

–¿Es un pacto de conveniencia?

–¿Conveniencia de quién? Creo que es un acto que surge como resultado de una necesidad nacional. O profundizamos los desacuerdos y la confrontación o ponemos por delante el interés de construir juntos aquello en lo que coincidimos. Eso es lo que hasta hoy hemos venido haciendo.

–Pues parece que le está conviniendo más al gobierno.

–Yo creo que es al país al que le conviene y lo necesita. ¿En qué le está conviniendo al gobierno, al PRI?

–Pues está logrando sus propósitos.

–¿Como cuáles?

–Todo lo que puso en el Pacto: la reforma educativa, la laboral, etcétera.

–El PRI nunca propuso la reforma educativa, y la laboral nunca estuvo en el pacto; ésa la hizo Calderón cuando estaba como presidente y el pacto aun no existía. Lo educativo yo lo comparto esencialmente y no era propuesta ni bandera del PRI. Lo de las telecomunicaciones y la privatización del espacio radioeléctrico tampoco era bandera del PRI, sino de la sociedad, del movimiento #YoSoy132, y la agarramos nosotros y la metimos en el Pacto. ¿Por qué dice usted que los números son los que le están favoreciendo al PRI? Me parece que, en el mejor de los casos, se trata de una lectura equivocada.

–¿Cuál es entonces la lectura correcta?

–La lectura correcta del pacto es que se trata de una conjunción de voluntades en todo aquello en lo que podamos coincidir y sacar adelante por el bien del país. Por eso le pusimos Pacto por México. Además, según las encuestas, la gran mayoría de la sociedad considera positivo que los partidos puedan estar acordando. La sociedad no quiere pleitos, no quiere más problemas adicionales a los que ya tiene en su vida cotidiana.

Zambrano advierte que el PRD seguirá en el pacto mientras este instrumento continúe siendo útil para la construcción de acuerdos, y advierte que no caerá en la irresponsabilidad de la izquierda más radical, la cual plantea que “entre peor le vaya al país, mejor nos puede ir a nosotros”. Esta, dice, sería una visión egoísta y hasta irresponsable.
¿Cuál crisis?
El 21 de marzo del 2011, Zambrano sustituyó en la dirigencia nacional del PRD a su compañero de corriente Jesús Ortega. Desde entonces se han acrecentado las diferencias internas en su partido, al grado de que algunos de sus militantes más reconocidos, como Cuauhtémoc Cárdenas, ya no participan en sus asambleas. Otros, como Alejandro Encinas o Marcelo Ebrard, han planteado la necesidad de una refundación, y varios más, como Andrés Manuel López Obrador, se han salido para crear otras organizaciones.

Ante este panorama, considera que no hay ninguna crisis en el PRD; electoralmente, apunta, el partido se encuentra estable. En cuanto a Cárdenas, asegura que él sigue con los perredistas liderando una lucha importante como es la defensa del petróleo.

“Un partido en crisis que el año pasado refrenda su mayoría en tres estados que ya gobernábamos y conquista dos nuevas entidades, que logra tener una bancada de más de 100 diputados y 20 senadores, con 400 municipios y que gobierna la capital de la República, ¿es un partido en crisis? Yo creo que no. Se ha vaticinado tantas veces nuestra desaparición, tantas ocasiones nos han dado por muertos y aquí seguimos”, señala.

Recuerda que cuando en 2012 Andrés Manuel López Obrador se marchó para construir su propio partido se vaticinó la desbandada en el PRD, pero eso no ocurrió, pues, dice, hay una militancia de casi 25 años que ha construido un sentido de pertenencia y que ha dejado claro que el PRD es un partido heredero de muchas luchas históricas y comprometido con el desarrollo futuro del país.

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