1 sept 2013

Una espada de Damocles sobre Ernesto Cardenal


Una espada de Damocles sobre Ernesto Cardenal/ROBERTO FONSECA
Revista Proceso # 1922, 31 de agosto de 2013;
El gobierno del presidente Daniel Ortega ha perseguido a Ernesto Cardenal –quien fue ministro de Cultura sandinista y es uno de los más grandes poetas en lengua española– para despojarlo de sus bienes en el archipiélago de Solentiname, donde se estableció hace 47 años para fundar una comunidad campesina en torno a la iglesia de Santa María, que fue bastión de la resistencia contra el dictador Anastasio Somoza. El abogado de Cardenal  y  de  la  Asociación para el Desarrollo de Solentiname (Apds) detalla las irregularidades del juicio que lleva ya 11 años.
MANAGUA.- Un embargo preventivo pende sobre los bienes que posee la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, presidida por Ernesto Cardenal, poeta nacional de este país. La demanda civil, por un monto superior a 200 mil dólares, debió resolverse en un plazo de un mes, sin embargo se ha extendido por 11 años. Actualmente está en manos de una juez de filiación sandinista.
La demanda, considerada como “civil de mayor cuantía”, fue interpuesta el 8 de abril de 2002 y clasificada bajo el código judicial 002139-0404-2002-CV, en el Juzgado Único Distrito de Tipitapa, localidad donde irónicamente nunca debió inscribirse, ya que está muy lejos –a más de 300 kilómetros– del paradisíaco archipiélago de Solentiname, ubicado en el Lago de Nicaragua, donde están los bienes embargados.
Boanerges Ojeda, abogado defensor de Cardenal y de la (Apds), resume para Proceso:
“Fueron a solicitar el embargo preventivo a Tipitapa (municipio de Managua), pese a que ni el demandante ni el demandado ni los bienes embargados estaban en Tipitapa. Eso es nulo. Se ha pedido al tribunal que proceda a hacerlo, pero no actúa. Este es un juicio ordinario que en teoría debió resolverse en 32 días según la ley, pero llevamos 11 años esperando sentencia.”
Los demandantes son Nubia Arcia, nombrada por un corto periodo ministra de Recursos Naturales y del Ambiente por el presidente de la República, Daniel Ortega, tras su retorno al poder en 2007, y su pareja sentimental Inmanuel Zerger, de origen alemán y propietario de la operadora Solentiname Tours.
Ambos acusaron a Cardenal y a la asociación por “daños y perjuicios” y solicitaron el embargo preventivo sobre todos los bienes de la Apds que se encuentran ubicados en 130 manzanas de extensión. En esa área, que pertenece a Cardenal desde hace 47 años, está la pintoresca iglesia rural de Santa María de Solentiname, donde el poeta y sacerdote ofreció su primera misa un Miércoles de Ceniza de 1967, luego de fundar la comunidad de Nuestra Señora de Solentiname.
El embargo incluye también la biblioteca, un museo arqueológico, un muelle y hasta la pequeña casa de madera donde Cardenal llega a descansar huyendo de la capital nicaragüense. En esa vivienda, cuya entrada principal tiene una imponente vista hacia el Lago de Nicaragua, no hay ningún lujo. En la sala se observan un par de mecedoras y un enorme escritorio rústico, mientras que en la habitación hay una cama de madera también rústica e inclinada para evitar los reflujos, en cuya cabecera se advierte una estatua de Jesús crucificado elaborada por el propio Cardenal; junto se encuentra el baño.
“Aquí viene a descansar, a leer y a escribir”, confiesa Esperanza, cuya familia dio cobijo y apoyo a Cardenal cuando se asentó en la isla Mancarrón, la más grande del archipiélago de Solentiname, el 13 de febrero de 1967.
“Algunas obras las completó aquí. Tiene una máquina de escribir, no usa computadora, no ha entrado a la tecnología”, agrega entre risas Guevara, su más cercana colaboradora.
Cuando llega el autor de El estrecho dudoso (1966), de los célebres Epigramas (1961), de Homenaje a los indios americanos (1969), entre una vasta obra, a decir del cuidador de la propiedad, se despierta a las tres de la madrugada a leer. Desayuna, vuelve a leer o escribe un poco. Luego almuerza –“la machaca de chorizo de sábalo mucho le gusta”– y se va a meditar a la iglesia rural que restableció en 2011 con lo recaudado en una subasta de arte organizada por Global de Austria. Cena y se duerme temprano.
En un pequeño librero están los textos que el poeta lee en ese momento. Hay un Diccionario Enciclopédico Grijalbo, un Nuevo Testamento, un libro titulado World and The Life of Spirits, y The Henry Prize Stories.
“Viene por 10 o 15 días y luego se va”, refiere el vigilante. Cerca de su casa de descanso hay un carrito de golf estacionado. Llama la atención. “En eso lo van a traer a la playa desde el muelle, porque ya está bastante viejito.”
Cardenal nació en Granada en 1925.
El 20 de enero de 2012, rodeado de familiares, amigos y admiradores, el poeta vestido de cotona blanca (camisa de manta tradicional entre el campesinado de esa zona tropical), pantalón de mezclilla y boina negra, con barba blanca, celebró 87 años en Solentiname. La iglesia estaba recién rehabilitada, luego que amenazaba con caerse por falta de mantenimiento.
“Fue una celebración lindísima, rodeado de sus amigos más queridos. Esos dos días fueron bellos. Ernesto se veía emocionado. Sentí que él estaba en paz porque había logrado remodelar la iglesia con las ganancias de la subasta en Austria”, confiesa Esperanza Guevara.
Para los próximos años, 2016-2017, quisieran construir e inaugurar un museo dedicado a Cardenal –“en homenaje a sus 50 años en Solentiname”–, ganador de los premios Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y Reina Sofía de Poesía. Sin embargo, el embargo preventivo afecta los planes.
El Evangelio en Solentiname
Seis meses después de haber sido ordenado sacerdote, Ernesto Cardenal se asentó en esta isla de Mancarrón –un verdadero paraíso–, en un terreno de más de 130 manzanas de extensión que compró a Julio Centeno Santos, paradójicamente padre del actual fiscal general de la República. Llegó el 16 de febrero de 1967 con dos compañeros exseminaristas para levantar la comunidad de “Nuestra Señora de Solentiname”.
En un escrito dirigido al Pueblo de Nicaragua en 1978, titulado Lo que fue Solentiname, expuso:
“Llegué para fundar allí una pequeña comunidad contemplativa. Contemplación quiere decir unión con Dios. Pronto nos dimos cuenta de que esa unión con Dios nos llevaba en primer lugar a la unión con los campesinos, muy pobres y abandonados, que vivían dispersos en las riberas del archipiélago. La contemplación también nos llevó después a un compromiso político: la contemplación nos llevó a la revolución; y así tenía que ser, si no, hubiera sido falsa.”
Esperanza Guevara, socia fundadora de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, recuerda que ella tenía alrededor de ocho años cuando arribó Cardenal, quien empezó a enseñar el Evangelio desde la perspectiva de la Teología de la Liberación. Insistía en que a Dios había que buscarlo en la tierra, luchando contra las injusticias, contra las enfermedades, por la igualdad de los hombres.
Hay una anécdota que no olvida y que le gusta contar: Cardenal llegó poco después del fallecimiento de una niñita, una hermanita de Elvis Chavarría, quien posteriormente se unió a la guerrilla sandinista. La pequeña tenía apenas año y medio y murió tras presentar síntomas de gastroenteritis. Su madre, en busca de consuelo, fue hasta el sacerdote recién llegado.
–Padre, está viniendo en un momento especial. Se me murió la niña, tengo un dolor horrible, pero bueno, es la voluntad de Dios –le dijo.
–No, esa no es la voluntad de Dios. Su voluntad es que se pueda curar –respondió Cardenal, ya con la vestimenta que nunca abandonó.
Desde 1967 hasta 1978, Cardenal predicó el llamado Evangelio en Solentiname, cuyo mensaje central era el anuncio del reino de Dios en la Tierra (y que llegó a editarse en forma de libro). Predicó la “buena nueva” en una pequeña iglesia rural que restauró y remodeló por completo. El piso lo conservó de tierra y el techo de madera fue pintado de diversos colores. En las paredes se plasmaron dibujos de diversos motivos, elaborados por la niñez de la comunidad. El altar era de símbolos precolombinos, y en la pared del fondo, sobre viejas latas de gasolina pintadas en rojo, se colocó un crucifijo blanco, escultura del propio Cardenal.
En octubre de 1977, resultado de esa labor de concientización y de evangelización, jóvenes de Solentiname se incorporaron a un comando guerrillero que atacó sin éxito el cuartel militar de San Carlos, cabecera del departamento de Río San Juan. La represión somocista llegó entonces al archipiélago y Cardenal tuvo que abandonar la comunidad religiosa y exiliarse. Regresó con el triunfo de la revolución sandinista.
El legado
Reynaldo Ugarte, propietario del hostal familiar “Buen amigo”, en Mancarrón, confirma que Solentiname volvió a poblarse a partir de enero de 1980, tras el derrocamiento de Somoza.
“Se puso boscoso, la iglesia se estaba cayendo. Esa iglesia es histórica, cuando éramos chavalos oímos la Misa Campesina”, recuerda.
Calcula que la isla Mancarrón tiene alrededor de 3 mil manzanas de extensión y la finca que compró Cardenal, en 1966, comprende unas 200 manzanas que ahora pertenecen a la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (Apds).
“Todo era una sola finca, pero el padre Cardenal formuló un proyecto a mediados de los ochenta, y todo está ahora solarizado. Todos tenemos una porción de tierras, cedidas por la asociación, de unas 20 manzanas cada uno”, dice Ugarte. Ese es uno de los legados de Cardenal.”
Un segundo legado es la comunidad de pintores primitivistas que organizó, capacitó y promovió dentro y fuera del país.
“Ahora son una cadena de artistas. Si el padre Cardenal no les hubiera dado ese aprendizaje, no se habrían superado. Ahora han seguido capacitándose”, informa Ugarte.
Un tercer legado son los artesanos de Solentiname, que trabajan con la madera balsa y producen hermosas piezas labradas y pintadas a mano, inspirándose en garzas blancas de largas patas, tortugas, chocoyos, lapas y armadillos del lugar.
“Antes de que Cardenal llegara, ni los de Managua sabían dónde estaban el archipiélago y sus islas. Con su comunidad, el padre le dio realce y mucha publicidad en el exterior”, reconoce el propietario del pequeño hostal familiar.
Sin embargo, sus detractores del sector oficialista han lanzado una campaña de desprestigio en su contra. En una nota publicada el 4 de diciembre de 2009 en un medio electrónico gubernamental llamado El 19, bajo el título de Pobladores de Solentiname denuncia campaña de mentiras de Ernesto Cardenal, se le tilda de ladrón.
“En la misiva, escrita a puño y letra, los campesinos le recuerdan a Ernesto Cardenal su oscuro historial de vulgar ladrón, al apoderarse de todos los bienes heredados por la Revolución Popular Sandinista, en su primera etapa, para beneficio de Solentiname”, refiere el texto.
En otra noticia, publicada en el mismo medio oficialista bajo el título de Tropeles y tropelías con boina y cotona, la demandante Nubia Arcia lanzó acusaciones muy serias contra Cardenal:
“Él quiere quedarse con Solentiname porque le está vendiendo lotes de tierra a extranjeros, por eso los invito a que vayan a Solentiname para que vean las construcciones que están haciendo, mientras a los compañeros se les niega una escritura para sus viviendas.”
Arcia pidió además la intervención del Procurador de Derechos Humanos, Omar Cabezas.
Este corresponsal en Nicaragua intentó ponerse en contacto con los demandantes Inmanuel Zerger y Nubia Arcia, a quienes les envió una decena de preguntas vía correo electrónico. Zerger envió una escueta respuesta:
“Yo soy un alemán que ama Nicaragua y que tuvo la dicha de formar un hogar en Solentiname. Lo demás es un tema judicial que está en manos de tribunales y cuyos trámites son los abogados los que saben. De lo demás no tengo comentarios.”
Cinco años atrás, a finales de agosto de 2008, el entonces juez David Rojas, de militancia sandinista, emitió una sentencia contra Cardenal y a favor de Zerger, por el delito de “injurias”, obligándolo a pagar una multa equivalente a mil dólares. El poeta la rechazó por ilegal e injusta, y fue declarado en rebeldía.
Ante la amenaza judicial, renombrados poetas y narradores del mundo se pronunciaron a favor y en respaldo de Ernesto Cardenal. Uno de ellos fue José Saramago, premio Nobel de Literatura, quien escribió:
“La primera precaución consistirá en no confundir nunca la ley con la justicia. A Ernesto Cardenal no le ha servido la ley porque la administra una justicia que se dejó corromper por los rencores y las envidias del poder. Ernesto Cardenal, uno de los más extraordinarios hombres que el sol calienta, ha sido víctima de la mala conciencia de un Daniel Ortega indigno de su propio pasado, incapaz ahora de reconocer la grandeza de alguien a quien hasta un papa, en vano, intentó humillar

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