5 oct 2013

Maqroll-Mutis, Mutis-Maqroll


 Maqroll-Mutis, Mutis-Maqroll/
COLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE
Revista Proceso No. 1926, 28 de septiembre de 2013;
 El escritor Álvaro Mutis aceptó que el marinero Maqroll, creado por el mismo desde muy joven, le dio la fama internacional.
 El año pasado, al acercarse su cumpleaños 89, la revista Proceso intentó, vía telefónica, pactar una entrevista con el también poeta. Dijo que no podía, aunque con su voz peculiar de locutor propuso que se le preguntara en ese momento. Aclaró que disponía de poco tiempo.
 En seguida se le comentó que si bien ya había escrito novela desde los setenta, se decía que con la publicación en 1986 de la primera obra de Maqroll el Gaviero, la nieve del almirante empezó a ser más conocido mundialmente:

“Sí, comenzó bien su camino Maqroll. Me lo encontré cuando apenas tenía 18 años y me acompañó con gran fidelidad todo el tiempo.”
Se ha escrito que el hombre de la gavia, que protagoniza siete de sus novelas, aparece en los primeros poemas del autor, y que se apareció claramente en la obra de poesía Los elementos del desastre (1953).
–Para usted, ¿qué significado tiene que Maqroll sea un marinero?
–Es un marinero porque a mí me gusta mucho el mar y viajé mucho por mar. Mi padre era diplomático en Bélgica y cuando íbamos a Colombia siempre era por barco. Era muy divertido y además aprendí mucho porque hacia amistad con toda la gente que trabajaba en los barcos. Siempre me bajaba a la sala de máquinas. Desde entonces me atrapó el mundo del mar.
 –¿Fue difícil crear a Maqroll?
 –No, no… Se me ocurrió muy joven, y como no era creíble que un chico hablara de temas como la muerte, la soledad y la nostalgia, pensé que era mejor que lo dijera un hombre adulto, iba a ser más creíble, y por eso inventé a este personaje, un marino que conoce muchos lugares y a mucha gente, además pasa por situaciones difíciles. Era una necesidad de poner en boca de un tercero experiencias y situaciones muy intensas y tremendas.
 –Entonces, ¿para que el lector le creyera al personaje debía viajar siempre?
 –Sí. El que no se instale en ningún lugar tiene que ver mucho conmigo. Yo nací en Bogotá, a los dos años viajamos a Europa, después regresamos a Colombia. Yo no sabía si mi mundo estaba en Europa o en Colombia, después la vida se encargó de complicar más las cosas y tuve que viajar muchísimo por los diversos trabajos que tuve. Esto me dio la idea de que también Maqroll fuera un hombre sin ningún asentamiento propio.
 –¿Maqroll es biográfico?
 –Tiene mucho de mí, pero también mucho de él mismo. Cuenta con su propia personalidad, un carácter y un pasado. No soy yo. Él es muy diferente, hace cosas que yo nunca haría.
 –Maqroll constantemente está luchando y litigando, parece anhelar la llegada de la muerte, ¿no es así?
 –Yo no diría eso. Él lo que hace es ir hasta el final de la experiencia en la que se aboca. Quiere saber cuál es el final de todo eso. En el final está, naturalmente, la muerte. Por eso en muchas ocasiones se encuentra su vida en peligro, pero no porque tenga la intención de jugar con la muerte o buscar la muerte, al contrario, es por amor a la vida que él quiere ir hasta el final de las experiencias.
 –¿Está satisfecho con Maqroll?
 –Sí, totalmente… Me ha dado mucho…
 Después de La nieve del almirante, publicó Ilona llega con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala del Tramp Steamer (1989), Amirbar (1990), Abdul Bashur, soñador de navíos (1991) y Tríptico de mar y tierra­ (1993).
 El autor también publicó Summa de Maqroll el Gaviero (poesía), Contextos para Maqroll y Caminos y encuentros de Maqroll el Gaviero (ensayo).
 –El gaviero lee, ¿qué opina de la literatura mexicana?
 –Qué es una literatura muy madura. Ya desde la época de la Colonia tiene México un poeta de tamaño universal que es sor Juana de la Inés. Hay una tradición literaria mexicana muy sólida. Cuando llegué a México (1956) y tuve el gusto de conocer a Octavio Paz y a Carlos Fuentes (trabajaban entonces en la Secretaría de Relaciones Exteriores), empecé a platicar con ellos sobre mis lecturas mexicanas y me di cuenta de que estaban muy conectados con esa tradición literaria.
 –¿Qué autores mexicanos destacaría?
 –Antes de venir a México, ya había leído algunos cuentos de Carlos Fuentes y El llano en llamas, de Juan Rulfo, que me impresionó muchísimo, después me pasó lo mismo con Pedro Paramo. La aventura y la amistad con Rulfo fue toda una experiencia. Lo admiré muchísimo. La estructura de su narrativa es muy moderna. A Fernando Botero lo hice leer a Rulfo, quien fue un gran escritor y un gran conocedor de los clásicos españoles. Desde luego la poesía de Octavio Paz y su obra crítica me parecen fundamentales.
–Para usted, ¿qué diferencia hay entre escribir poesía y novela?/
Debe irse. Sin embargo, continúa:
“Son dos mundos. En el caso del poema van presentándose ciertas imágenes y me siento a escribirlas al instante. Si es necesario lo reescribo mil veces. Respecto a la novela, me siento a escribir sólo cuando ya tengo definidos muchos de los episodios y la estructura en general. Aunque cada vez que hago una novela, en cierta forma, estoy desarrollando un poema.”
–¿Su obra es muy personal e intimista?
–Cuento lo que creo que a la gente le puede interesar sobre mi vida, pero no es una literatura intimista, ni intento hacer novela psicológica ni hacer poemas políticos o con fines de protesta, porque nunca he votado, no he pertenecido a ningún partido, no me gusta la política.
 –¿Por qué?
 –Me parece una pérdida de tiempo. Hay muchas cosas más importantes en la vida que seguir la rutina y pequeña ambición de unos hombres que quieren una cuota de poder en el Estado.
 –¿Qué le dice el poder?
 –Que es una de las trampas y alucinaciones más lamentables en que puede caer el hombre…
 Despidiéndose, promete:
 “Hábleme otro día.”

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